Relación del combate de Algeciras por el Gibraltar Chronicle

Por Rafael Vidal Delgado

Este especial se compone de los siguientes artículos:
Fuerzas en presencia | La batalla desde el punto de vista naval | La batalla desde el punto de vista terrestre | Consideraciones | Según el Gibraltar Chronicle | Según los ingleses | Según la Gaceta de Madrid | Juicios del combate de Algeciras

Relación del Combate que dieron seis navíos ingleses en la Bahía de Algeciras contra tres navíos franceses y una fragata, el día seis del mes de junio de este año de 1801

Publicado en el periódico GIBRALTAR CHRONICLE los días 17 y 31 de julio de 1801, números XII y XIV

La División Francesa de tres navíos de línea y una fragata que al mando del Contraalmirante, el ciudadano Linois, que zarpó de la rada de Tolón el 25 del próximo pasado junio, con destino a Cádiz, reconoció este apostadero, y Bahía el primero de julio y faltándole levante al tomar la embocadura del estrecho cruzó entre la costa de África y Europa, en cuyo crucero hizo prisionero al bergantín de guerra inglés llamado Spidi, (119) que fue correo de Mahón, de 16 cañones, que conducía a Gibraltar al bergantín mercante La Unión, cargado de aceite y municiones.

Por la constancia de los vientos de poniente arribó dicha División a este puerto el 4 del corriente a las 7 de la tarde. Desde este momento, trayendo a la memoria los ataques atinados de los ingleses en Alejandría y Copenhague, se esperaba que la Escuadra inglesa que el 3 de mismo había dado vista a Cádiz al mando del Contraalmirante Saumarez se dirigiera a batir a esta División.

De hecho, luego que esta Escuadra inglesa recibió noticia del fondeadero de la División francesa, puso rumbo al estrecho, y el seis del corriente a las seis y media de la mañana montaron la punta de Carnero seis navíos ingleses que ciñendo la Isla de Algeciras (120), vinieron en línea a medio tiro de los navíos franceses.

Navío francés de 74 cañones en combate
Navío francés de 74 cañones en combate. Grabado de Antoine Léon Morel-Fatio

Las baterías de San García y la Isla, rompieron el fuego a los ingleses, y a consecuencia la fragata y navíos republicanos. Luego que la línea inglesa cubrió la, que formaban en su fondeadero los buques franceses, rompió toda ella un fuego vivísimo, constante y audaz.

El Almirante inglés acoderaba al francés, el navío Aníbal (121) británico a la vela batían formidablemente al Almirante francés quién con superior espíritu y acierto los resistía, y tanto, que habiendo desarbolado el Almirante el palo de mesana y daños en el mayor y trinquete con no pocas averías en el casco; acudió el navío Aníbal despreciando los fuegos del Fuerte de Santiago, a su socorro, cuyo navío intentando poner al del Almirante francés entre dos fuegos por el costado de tierra, tuvo la debilidad su comandante, ignorando su posición, al ponerlo a cuarto de tiro de dicho Fuerte y encallar.

Libertó a su Almirante que luego salió del combate, pero perdió su navío y gente; pues los fuegos del Fuerte y Almirante francés los desmantelaron, y mataron las 3 partes de su tripulación.

Hasta el momento de la rendición de este navío que duró una hora de la retirada del Almirante inglés fue activo y constante sobre los dos franceses, y la fragata auxiliada de 7 cañoneras españolas, y las baterías de la Isla, San García, Santiago, la Almirante y el Mirador, que según su oportunidad dirigían sus fuegos. Duró el combate desde las ocho y media de la mañana, hora en que rompió el fuego el fuerte de San García, hasta las dos de la tarde que dio el último tiro el navío francés, lndomptable.

La constancia, actividad y dureza de los fuegos enemigos y el de las dos naciones francesa y española no se diferencian más que en la prudencia, pericia y grandeza de alma con que los jefes aliados dirigieron los suyos, y la audacia, temeridad y aturdimiento que demostró el de los Ingleses. La idea que nos dan en esta especie de combate las noticias de Alejandría y Copenhague, medida la proporción, no tienen comparación con el de Algeciras ni en lo sangriento, ni en lo obstinado.

Los ingleses después de haber dejado las aguas y la gloria a las dos naciones, llenos de rubor y no menos escarmentados, solo han dado una prueba nada equívoca de la enemiga tiránica e impolítica que tienen a la Francia y a la España, pues no pudiendo sacar ventaja alguna de las fuerzas francesas y españolas, dirigieron los fuegos al pueblo inocente, que recibió no poco daño en sus edificios y casas. Es la única gloria que puede envanecer a las armas de la Gran Bretaña.

Nota: El navío Pompee fue socorrido por 8 lanchas que vinieron de la plaza y lo llevaron a remolque auxiliado de botas para suspenderlo que de otro modo no hubiera llegado.

Navíos de la República Francesa que sostuvieron el combate

NavíosCañonesComandantes
Formidable84Contraalmirante Linois
Desaix74Moncouse (muerto)
Indomptable84La Londe (muerto)
Muiron (fragata)36Martinenq

Cinco lanchas cañoneras españolas a pique y dos averiadas.

Los muertos de los buques republicanos se calculan sobre 306, y los heridos, 184.

Los muertos de la Escuadra inglesa, sobre 500 y los heridos, de 270 a 280.

Continuación de la relación del combate de Algeciras del 6 de julio de 1801

Lo obstinado y sangriento del combate y las cortas horas que dio el correo a la prensa, solo permitieron extractar las operaciones militares de mar: ahora lo hago de las de tierra, según las noticias más correctas; con la individual de la Escuadra española que salió de Cádiz el 9 del corriente al amanecer y entró en esta Bahía el mismo día a las siete y media de la tarde.

La vista de la Escuadra británica al mando del Almirante Saumarez, dirigida a batir la División francesa apoyada bajo los fuegos de Algeciras y su costa, no fue tan pronta como activas las disposiciones del Mariscal de Campo D. Adrián Jacome, General de este Cantón a reforzar, electrizar e infundir su espíritu militar en las tropas de su mando; las destinó en buen orden, a ocupar los puntos más importantes y previno con exactitud al Comandante de Artillería, el Coronel D. Juan Río Soto: Las baterías de Santiago y la Isla, estuvieron tan pronto a su voz, como sus cañones a destrozar al enemigo.

Un diluvio de balas de los fuegos enemigos no fue capaz de impedirle que sin auxilio de ayudantes recorriera todas ellas y diera sus vivas y eficaces órdenes, proveyera el más acertado método e hiciera ver a los enemigos el valor español.

Los Regimientos Provinciales de Ronda y Jerez, auxiliaron la Artillería: un Batallón del de Infantería de Jaén, de orden del General en Jefe el Excelentísimo Señor Conde de Sant-Hilaire, a marchas forzadas vino en socorro.

Las tropas a un tiempo acudían a las baterías y auxiliaban al Magistrado para tranquilizar la consternación del pueblo; mientras la vigilancia del General del Cantón, celaba sobre los demás fuertes: la Isla fue reforzada con tropas y los artilleros se excedieron a la voz de su comandante.

Las disposiciones militares de tierra, ardor de las tropas, viveza y acierto de los fuegos, correspondió a las de mar. La gloria se dividió entre unas y otras armas y todos tuvimos el inexplicable gusto de ver destrozada y desordenada y puesta en fuga la Escuadra enemiga. El Magistrado ocurrió con oportunidad y eficacia a la conducción de heridos y muertos; procuró obviar el desorden que se origina en tales casos y su prudencia estuvo en todo.

El general de tierra republicano, no fue menos activo y dispuso desembarcaran porción de sus tropas que destinó al auxilio de las baterías y en particular de la de Santiago, que al mismo tiempo las dirigía el capitán de Dragones del Rey, D. Francisco Cabrera cuidando de suministrar las municiones, y de la actividad de los fuegos.

En dicha batería de Santiago solo un soldado murió y el guarda almacén de Artillería de la costa D. Antonio Sánchez fue herido en un brazo por una bala de metralla: en la Isla hubo catorce muertos, los once fueron de las tropas Republicanas y los tres de las Milicias Provinciales de Ronda: y si los enemigos intentaron apoderarse de ella, cuya opinión está fundada en las maniobras de dos navíos británicos, se les obligó a mudar de parecer.

Cuatro lanchones que vinieron de la plaza al auxilio del navío Aníbal que varó, fueron prisioneros y su tripulación; pues cuando llegaron a dicho navío, ya estaba en poder de la República. Los heridos de parte de esta fueron sobre 500 y no 184 como se dijo por cálculo en la relación anterior.

Desde el momento que cesó el combate se dispuso la colocación de los heridos y su socorro, y al día siguiente el reparo posible y preciso de los buques franceses y el Aníbal, y ayer 12 del corriente a la una del día se hicieron a la vela con dirección a Cádiz, convoyados de la Escuadra española y a la tarde arribó para dejar el navío Aníbal que les estorbaba para marchar y siguiendo su rumbo, se vio embocar el estrecho y a poco rato se divisó una Escuadra inglesa de 5 navíos y 3 fragatas que salieron de la plaza con otras velas mercantes.

El 10 entró de Tanger el Londro Inglés el Delfín, su patrón Agustín Morante con 34 bueyes morunos que iba para Gibraltar; fue apresado la tarde anterior en el estrecho por el místico corsario de esta matrícula nombrado el Gibraltar, de D. Juan Barben.

Notas

  • (119).- Se llamaba con el nombre inglés de «Speedy«.
  • (120).- Se refiere a isla Verde.
  • (121).- «Hannibal» en inglés.

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