Batalla de Cabo Espartel, 20 de octubre de 1782

Por Juan García (Todo a Babor)

Introducción

La batalla naval o combate naval de Cabo Espartel se sitúa en aguas del Estrecho de Gibraltar en octubre de 1782, en el largo bloqueo que mantenían las escuadras hispano francesas a la Plaza, durante la guerra que mantuvo la Corona de España contra Gran Bretaña entre 1779 y 1783, cuando se entró en el conflicto de lado de Francia y los independentistas norteamericanos, ya que desde unos años antes ya ayudaba España a los estadounidenses con material de guerra y dinero.

Mapa de situación de Cabo Espartel
Mapa de situación del Cabo Espartel (Marruecos).

La escuadra hispano francesa al mando del Teniente General don Luis de Córdoba se encontraba apostada en el surgidero de Algeciras, con la intención de impedir cualquier tipo de socorro de los británicos a Gibraltar.

Los aliados eran conscientes que dado el mayor andar de los navíos británicos era mejor esperarlos en alguna zona estratégica, que ir detrás de ellos.

Tras la guerra, los esfuerzos de construcción de navíos de línea españoles se fijaron como meta mejorar la velocidad de los buques, ya que durante la guerra, y como se verá a continuación, se dieron cuenta de que eran muy pesados, respecto a los navíos británicos y no podían alcanzarlos en caza.

De ahí las pruebas de comparación de los sistemas Gautier y el nuevo de Landa, con el San Juan, como mejor exponente del primero y el San Ildefonso del segundo, siendo este último el mejor en todas las pruebas comparativas, y sentando un sistema de construcción muy mejorado y que paliaba las deficiencias de la última guerra (1).

Temporal en el Estrecho de Gibraltar

Por lo tanto, a falta de una escuadra veloz, Córdoba se encontraba al mando de una potente y numerosa flota, que esperaba «agazapada» y en posición de dar a la vela en cuanto se avistase una escuadra enemiga.

Esta posición, si bien permitía salir en persecución de las escuadras enemigas con un viento de poniente, que es la que se suponía la entrada en el estrecho, los dejaba demasiado expuestos a los elementos, tal y como sucedió el 10 de octubre cuando un tremendo temporal sacudió la zona.

El resultado de este temporal no pudo ser más negativo, y aunque no se hundió ningún buque muchos quedaron dañados.

Se rompieron muchos cables de los navíos e hizo garra a unos y a otros y abordarse varios de ellos. Arrastró a unos desde las inmediaciones de Algeciras hasta puente de Mayorga, dejándolos con una o dos anclas solamente.

El San Dámaso perdió los palos de trinquete y bauprés y sufrió un abordaje con otro buque. El San Miguel quedó varado en Gibraltar con muchos daños y fue apresado por los ingleses (2), la fragata Santa Perpetua también quedó varada en la playa de Mayorga.

El navío Triunfante y la fragata Santa Magdalena quedaron bajo los fuegos de los fuertes de Gibraltar, y fueron disparados con bala roja, aunque sin mayores consecuencias.

Toda la escuadra quedó en movimiento y con un gran trabajo de anclas que se hacía necesario para evitar que otro temporal dispersara demasiado a los buques.

Como le sucedió a la fragata española Santa Lucía y la francesa Cresoent y a el navío San Pablo que habían sido alejados y hacían supremos esfuerzos por reunirse con la escuadra.

Howe pasa por el Estrecho

Estando así las cosas para la combinada, apareció el día 11 por la tarde con viento fresquito del SO la escuadra británica de Howe, escoltando un convoy de buques mercantes con dirección a Gibraltar.

Al anochecer la flota británica se encontraba sobre Punta Carnero, pasando al Mediterráneo, no logrando fondear en el Peñón más que cuatro mercantes.

Escuadra británica de Howe en el Estrecho de Gibraltar
«Alivio de Gibraltar por Earl Howe, 11 de octubre de 1782». Pintura de Richard Paton. National Maritime Museum, Londres. A pesar de los bloqueos de las escuadras hispanofrancesas, los británicos lograron hacer llegar varios convoyes a lo largo de la guerra. Howe sería el almirante que combatió contra los franceses en la batalla de primero de junio de 1794, favorable a las armas británicas.

Debido al Poniente y a las corrientes la escuadra de Howe se fue adentrando más en el Mediterráneo, alejándose de Gibraltar y perdiéndose de vista del vigía de Algeciras en la mañana del día 13.

Salida de Córdoba

La escuadra de Córdoba, ese mismo día, aprovechó un viento de ONO para salir, quedando toda fuera a las cuatro de la tarde. Sin más incidente que el disparo desde la Plaza de Gibraltar al navío Triunfante, que se hallaba cerca, con bala roja.

En sucesivas calmas hasta el día 15 la flota combinada fue arrastrada por las corrientes hasta las cercanías de Vélez-Málaga. La escuadra británica era seguida en sus evoluciones por unidades menores de Córdoba.

A la caza de los británicos

El mismo día 15, con viento del E bonancible, la escuadra combinada tomó la bordada del Sur, en demanda de la costa de Berbería, teniendo conocimiento de que el enemigo se encontraba al SE, a seis leguas.

Se siguió la bordada hasta la media noche, a 2 leguas de la costa africana, virando entonces de bordo y quedando en facha a esperar el día, para evitar que los británicos pudieran aprovechar la oscuridad para pasar por aquellos parajes.

Amaneció el 16 con tiempo oscuro y viento duro del Este. La escuadra tomó la vuelta del Norte y se aminoró aparejo, según iba arreciando el viento. Los jabeques y otras pequeñas embarcaciones, que habían salido unidas a la Armada para el apresamiento del convoy, se separaron de arribada.

Al Anochecer se tomó la vuelta del sur, a la capa con trinquete y mesana, intentando estar más cerca de África que de España. Ya que por allí era más probable que al día siguiente se encontraran a la escuadra británica y sólo dejaban como posible escape de estos la Plaza de Gibraltar.

Apresamiento del convoy británico por la escuadra de Luis de Córdoba en 1780
«Caza general». Pintura de Carlos Parrilla que rememora el apresamiento de medio centenar de mercantes británicos en 1780 por una escuadra mandada por Luis de Córdoba.

Decididamente, los aliados iban a la caza de Howe, y estas maniobras demostraban que se intentaba encontrarlos como fuera.

Debido a la oscuridad, Córdoba temió que no todos los buques a su mando hubieran virado al Sur, así que se izó la señal de unión, y la falta de correspondencia de tres de los repetidores confirmó la sospecha del General español.

En consecuencia, a media noche se viró de bordo en vuelta del NE. Al amanecer del 17 se reconoció que 17 navíos se había separado, aunque a las 11 de la mañana ya estaban todos reunidos de nuevo, cambiando el rumbo en demanda del Estrecho, pero debido a varios cambios de viento la escuadra se encontró a la altura de Vélez-Málaga.

El 18 se dirigió Córdoba de nuevo al Estrecho, pasando Marbella por la tarde. Los batidores informaron que el enemigo se encontraban cerca. La escuadra quedó en facha por babor, esperando el día, a tres o cuatro leguas del Monte de Gibraltar.

El día 19 se mareó hacia el Estrecho, descubriendo a la escuadra de Howe, que huyó en buen orden hacia el Océano. Pero debido a que la escuadra aliada era de menor andar no se les pudo alcanzar, aunque se les persiguió hasta que a la caída de la tarde se les perdió de vista.

Composición de las flotas

Escuadra Aliada hispano francesa: 46 navíos de línea.

Buques españoles en negrita. El Santísima Trinidad no había sido remodelado todavía y seguía con tres puentes. Según Duro, la organización aliada era algo extraña: los almirantes estaban en lugares impares y varios de ellos estaban en buques de la nacionalidad opuesta.

  • Invincible (Teniente General Lamotte-Picquet), 110
  • Guerriere, 74
  • Dictateur, 74
  • Robuste, 74
  • Suffisant, 74
  • Guerrero, 70
  • Arrogante, 70
  • Santa Isabel, 70
  • San Isidro, 70
  • San Lorenzo, 70
  • Zodiaque, 74
  • Rayo (Jefe de Escuadra Posada), 80
  • San Isidoro, 64
  • Firme, 70
  • Terrible, 74
  • San Vicente (Jefe de Escuadra Ponce de León), 70
  • Royal Louis (Jefe de Escuadra de Bausset), 110
  • San Joaquín, 70
  • Castilla, 64
  • San Juan Bautista, 70
  • San Justo, 70
  • Vencedor, 70
  • España, 64
  • Galicia, 70
  • Serio, 70
  • Triunfante, 70
  • Brillante (Teniente General Vizconde de Rochecouart), 70
  • Septentrión, 64
  • Indien64
  • San Rafael, 70
  • Santísima Trinidad (Comandante en Jefe de la escuadra combinada, Teniente General Don Luis de Córdoba), 120 (buque insignia)
  • Bretagne, 110
  • Actif, 74
  • Atlas, 70
  • San Eugenio (Teniente General Conde de Guichen), 70
  • Miño, 54
  • Terrible (Teniente General? Bonet), 110
  • León (Teniente General Don Miguel Gastón), 64
  • Purísima Concepción, 112
  • San Fernando, 80
  • África, 70
  • Bien Aimé, 74
  • Astuto, 60
  • Oriente, 70
  • San Julián, 60

Escuadra británica: 34 navíos de línea

VANGUARDIA
Primera División

  • Goliath (74)
  • Ganges (74)
  • Royal William (80)
  • Britannia (100) Vicealmirante Barrington.
  • Atlas (98)
  • Ruby (64)
  • Panther (64)

Segunda División

  • Foudroyant (80)
  • Edgar (74)
  • Polyphemus (64)
  • Suffolk (74)
  • Vigilant (64)

CENTRO
Primera División

  • Valiant (74)
  • Crown (64)
  • Alexander (74)
  • Sanson (64)
  • Princess Royal (98)
  • Victory (100) Comandante en Jefe el Almirante Lord Howe. (buque insignia)

Segunda División

  • Blenheim (98)
  • Asia (64)
  • Egmont (74)
  • Queen (90)
  • Bellona (74)

RETAGUARDIA
Primera División

  • Raisonable (64)
  • Fortitude (74)
  • Princess Amalia (80) Contralmirante Sir Richard Hughes
  • Berwick (74)
  • Bienfaisant (64)
  • Dublin (74)

Segunda División

  • Cambridge (80)
  • Ocean (90) Contralmirante Millbank.
  • Union (90)
  • Buffalo (64)
  • Vengeance (74)

Aún así la caza continuó por la noche, con rumbo ONO, en buena unión, con la esperanza de lograr más viento que los británicos y amanecer en su cercanía.

Lamentablemente, el convoy británico había podido meterse en Gibraltar el día 17 sin problemas y sin que los aliados pudieran hacer nada, debido a que el tiempo y la oscuridad lo habían impedido.

Al fin, se descubrió al enemigo el día 20, antes de la salida del sol, a 5 o 6 leguas por el SSO, a la altura del Cabo Espartel. Al momento, la armada combinada emprendió la caza con toda diligencia y sin sujeción a puestos, rumbo O, cuarta del SO. Los británicos formaban su línea de combate a estribor.

El rumbo de la escuadra hispano francesa era tan favorable al encuentro con la británica, que a las 10 de la mañana desde el navío de Córdoba se señalaba al navío de cabeza de la escuadra ligera mantener la misma dirección que se llevaba desde la salida del sol.

Desde este primer navío, el francés Invincible, hasta el Santísima Trinidad, insignia de la flota, había 40 buques.

Navío Santísima Trinidad
Navío Santísima Trinidad, buque insignia de la escuadra combinada, con la insignia del Teniente General Don Luis de Córdoba. En esta batalla el Trinidad tenía todavía tres puentes de artillería.

La necesidad de emprender la caza con toda diligencia y sin sujección a puestos para aprovechar momentos en que cada vez se hiciese más inevitable el ataque, acarreaba accidentalmente un gran perjuicio, como era hallarse en la cabeza del sur del pelotón el navío del General Córdoba y el navío francés Terrible, de 110 cañones, del comandante de la 2ª Escuadra, y tan atrasado el Purísima Concepción, que sólo podría llegar a la cola de la futura línea.

Es por ello que desde el insignia de Córdoba hasta la cabeza de la línea había 40 buques sin General que dirigiese los puestos de la línea accidental.

Comienza el combate de Espartel

Así se llegó a la una de la tarde y las dos flotas se encontraban a sólo dos millas. Se mandó formar la línea de combate indicada sin sujeción a puestos indicada, estrechando las distancias entre matalotes de medio cable y tras poner los botes en el agua.

El enorme pelotón que había sido la escuadra combinada se fue entonces convirtiendo en línea, mientras el Santísima Trinidad hacía esfuerzos por subir al centro de la misma desde atrás.

Los británicos arribaban y agrandaban así poco a poco el espacio entre las dos flotas, además de colocar en facha su vanguardia y centro para estrechar más su línea de combate, lo cual aprovechó Córdoba para llegar a tiempo al centro de su línea, sobre las tres de la tarde, quedando entre el San Rafael y el Bretagne francés, quedando por la popa de este 13 navíos.

A las 4 y media de la tarde y formada gran parte de la línea combinada, desde el Santísima Trinidad se izó la señal de ataque general, aún sabedores que la retaguardia aliada no podría participar en un primer ataque por hallarse demasiado alejada.

A las 5 y 40 minutos dio el momento de la arribada con rumbo OSO, señalando al mismo tiempo al General de la retaguardia, al Conde de Guichen la señal de doblar al enemigo si le fuese posible, lo único que podrían hacer los navíos tan atrasados, ya que la claridad de la noche presagiaba que se podría combatir como si fuera de día y podría darles tiempo a llegar.

A las 5 y 47 minutos la vanguardia de la combinada rompió el fuego, al poco rato lo hizo la retaguardia, quedando fuera de fuego 12 navíos después de los 2 de popa del General Córdoba, y más tarde se rompió en el centro. Los británicos llegaban arribados sucesivamente, pero debido a su mayor andar dejaron sin objeto de fuego al Santísima Trinidad e inmediatos que le batían la retaguardia.

Esto podía tener el peligro de que la vanguardia combinada aguantara excesivo castigo, así que Córdoba despachó a la fragata Santa Bárbara con orden a la escuadra ligera de vanguardia para que llegado ese extremo se apartara.

Pero por alguna desconocida razón de los británicos, tal vez pusieran en facha su vanguardia, perdieron velocidad y se observó al centro y parte de la retaguardia hispano francesa abrir fuego de nuevo.

En este estado de cosas el General Córdoba, viendo que se le ponía de nuevo en ventaja la maniobra, mandó arriar el farol de señales, ya que no se veían las banderas, de cesar el combate, lo que verificó al instante la Santa Bárbara.

La combinada fue entonces avanzando la línea a través de la británica y se empeñó de nuevo el fuego de los navíos de la retaguardia hasta el segundo navío después del Santísima Trinidad, a las 10 y media de la noche.

Pero esto sólo duró un cuarto de hora, porque los británicos algo arribados y con más vela salieron del fuego en todas partes, cesando el fuego general y observando como la escuadra de Howe formaba su orden de retirada relativa al andar de los navíos.

Batalla naval de Cabo Espartel, 20 de octubre de 1782
En esta imagen de la batalla de Chesapeake vemos dos escuadras batiéndose en líneas paralelas, tal y como se dio en la Batalla naval de Cabo Espartel, el 20 de octubre de 1782, aunque no de manera tan cercana ni mucho menos. US Navy Naval History and Heritage Command.

A todos los navíos británicos les sobraba aparejo sobre las gavias solas respecto de la armada combinada. Córdoba mando izar la señal a las 11 de la noche de conservarse ciñendo el viento sobre las gavias, un muy flojo del NNE, que durante la noche viró al NE.

Al día siguiente, el 21, la combinada amaneció con los enemigos a la vista entre el SSO y el SO a desiguales distancias, siendo los más inmediatos a una distancia de entre 3 y 4 leguas, siendo sólo 25 navíos y 5 buques menores, no viendo la vanguardia, observando como los que estaban a la vista hacían todo lo posible por ir hacia ella.

Gracias al mayor andar de los británicos consiguieron perderse de la vista de la combinada a las 5 y media de la tarde. El General Córdoba había dispuesto la señal, desde primera hora, de reparar prontamente las averías y prepararse para reanudar el combate. Pero no se pudo volver a ninguna refriega porque el día 22 los británicos habían desaparecido ya completamente de la vista.

Como decíamos al principio del artículo, este mal andar de los buques propició que tras la guerra se intentara remediar este problema con las pruebas a diferentes navíos construidos con planos distintos.

Porque si bien en este combate se vio perfectamente este problema, al no poder alcanzar al enemigo cuando este huyó, en otros episodios de la misma guerra los navíos españoles habían sido cazados por este mismo motivo, como pasó con la escuadra de Lángara en 1780 cuando fue alcanzada por una escuadra británica muy superior, que alcanzó a la mayoría de los navíos españoles sin problemas.

Así pues, Córdoba vio el panorama y dio la señal de ceñir el viento proa NNE formando la escuadra en orden de columnas de bolina.

Conclusión

Gran Bretaña podía vanagloriarse de que 34 navíos hicieron frente a 46 enemigos, pero lo cierto es que esto sólo podía ser sentido así por la gente profana al mundo marino o debido a la propaganda de los periódicos locales.

La gente que conocía el oficio sabía que la circunstancia de tanta ventaja de vela, suple con diferencia al mayor número de buques. Lo cual evitó que en la escuadra combinada no pudieran entrar en combate hasta 12 navíos de la retaguardia, de los cuales había 2 poderosos navíos de tres puentes y 2 de 80 cañones, y tres Generales de la Armada.

Bien mirado, los británicos no sólo no combatieron en inferior número sino que los aliados combatieron en una línea accidental de puestos, sin los Generales naturales de los puestos y con menos navíos combatiendo.

La escuadra británica se retiró a las 4 horas y media de combate, sin que la parte más cargada de este fuera no más de 2 horas, de lo que resulta que o bien se retiraron ante fuerzas que les batían en menor número o que la política británica aconsejaba no aventurar su escuadra a los incidentes de una acción tenaz por parte de la escuadra de Córdoba que dejase a los británicos en inferioridad de condiciones.

Y no entramos en la discusión de si los británicos llegaron a utilizar la bala roja o no, por decoro a la dignidad de la Corona Británica, y si se hubiera dado el caso de apresar al navío del Almirante mismo, debería ser tratado como incendiario sin remisión ni aceptación de persona, por una conducta y unos medios tan impropios de cualquier humanidad (3).

Los daños de los buques británicos lo sabrán en sus arsenales (4), mientras que la flota combinada tuvo en general 9 palos mayores rendidos, 6 de trinquete, 2 de mesana y 4 de bauprés; 20 masteleros de gavia, 2 de velacho, una verga mayor, 2 de trinquete, 4 de gavia y 2 de velacho, y algunas piezas de respeto.

Bajas

En cuanto a las bajas en la tripulación queda representado en el siguiente gráfico:

Línea accidental de combate en que estuvo formada la Armada, representándose a su frente la posición de la enemiga por la clase de portes de sus buques.

Línea inglesa
2 o 3 puentes
Línea
Combinada
PortesGuard. muertoOf. GraveOf. LeveTropa y mar. MuertoTropa y mar. GraveTropa y mar. Leve
2Invincible1101315
2Guerrier74131422
3Dictateur741634
3Robuste741159
3Suffisant74113912
2Guerrero70525
2Arrogante70116
2Santa Isable76212
2San Isidro701213
2San Lorenzo70313
2Zodiaque744111
2Rayo80
2San Isidoro641
2Firme701416
2Terrible76
2San Vicente76
3Royal Louis1102
3San Joaquín7012
3Castilla58
2San Juan Bautista70
2San Justo7013
2Vencedor701523
2España64
2Galicia705413
2Serio7022
2Triunfante762630
2Brillante70113
2Septentrión64717
2Majestueux11092026
3Indien644
3San Rafael701135
3Satntísima Trinidad112122
2Bretagne1105
2Actif746

Seguían a la línea 12 navíos que aunque hicieron todo lo posible no pudieron llegar a tiempo al combate

Atlante 70
San Eugenio76
Miño54
Terrible110
Lion64
Purísima Concepción112
San Fernando80
Africa70
Bienanime74
Astuto60
Oriente70
San Julián66
Total de muertos y heridos13165971230

Siendo la escuadra británica nueve navíos de tres puentes, cinco de 80, 14 de 74 y los seis restantes de 64. Contando ocho carronadas en cada uno de los tres puentes, siendo tres de estos de al menos 100 cañones, dos de 98 y el resto de 90.

Lo que hacía un total entre todos estos de 928 piezas, que agregadas a las 1.840 del resto de su escuadra hacían un total de 2.768 cañones. Si tenemos en cuenta que sólo 33 de los 46 navíos de la flota combinada estuvieron implicados en el combate nos da un total de 2.604 piezas de artillería, lo que significa que los británicos dispusieron de 164 cañones más que los hispano franceses.

En cuanto a los calibres de todos esos cañones hay que manifestar que de los navíos españoles que entraron en combate sólo el navío insignia, el Santísima Trinidad, tenía cañones de a 36 libras en su primera batería. En los demás navíos la primera batería tenía cañones de a 24 libras y de a 18 en la segunda, excepto el SeptentriónEspaña, y San Isidoro que son de 24 y 12 libras en sus respectivas baterías y en el Castilla de 18 y 12 libras.

En la escuadra francesa el Royal Louis tenía de 48, 24 y 12 libras en sus tres baterías, el Invincible de 36, 24 y 12. Los navíos de 74 cañones de a 36 y 18 libras y el Indien de 24 y 12 libras. La escuadra británica portaba, en sus tres puentes, cañones de a 42, 26 y 16 libras, los de 80 cañones de 42 y 26 libras, los de 74 cañones a 32 y 26 y los de 64 a 30 y 20 libras de calibre (5). En general a igualdad de portes los británicos tenían superioridad de calibre.

Así se ve que la potencia de la escuadra británica era superior a la combinada, y no sólo en el andar. El Almirante británico tuvo el error de, aun cuando se dispusiera a abandonar el combate, no ejecutarlo de la forma más evidente, esto es forzando vela y rebasar su línea a la enemiga, en buena bolina y combatiendo en sucesión a la vanguardia de Córdoba, sino que arribó repetidamente para formar el orden de retirada saliéndose a un tiempo de la acción.

Además, el viento era cada vez más largo y los británicos hubieran podido orzar a barlovento de las aguas de bolina de la escuadra hispano francesa, sabiendo además que la escuadra británica, aún sin un palo desarbolado, seguía siendo de más andar que la combinada, teniendo estos sólo los cinco buques franceses forrados de cobre en disposición de alcanzarlos.

Por lo tanto, se puede concluir que:

  1. Que en la mar no hay nada que compense la ventaja de vela.
  2. Que esta ventaja era la que aprovechaban los británicos para venir a la zona del Estrecho, sabiéndose en superioridad para cualquier maniobra, aumentada esta además tras el temporal del día 10 de octubre.
  3. Que la escuadra británica no se aprovechó de esta ventaja salvo en su huida.

Balas incendiarias

A propósito de la bala roja o incendiaria hemos encontrado un texto en la Gaceta de Madrid donde se denuncia el uso, de esta munición tan polémica, en esta batalla:

Con motivo de haber dado fondo en esta bahía (Cádiz) la escuadra combinada hemos sabido varias particularidades relativas al último combate entre la misma y la escuadra inglesa. Un navío de la vanguardia de los enemigos se vio desarbolado del palo de trinquete; otro tiró un cohete y puso un farol, arribando y saliéndose desde luego de la línea; otro de la retaguardia ejecutó lo mismo; y así estos como otros varios debieron de sufrir bastante daño, pues al día inmediato sólo se pudieron descubrir hasta unos 25 juntos. El empeño de los ingleses era tirar por alto, y asi nuestros buques han padecido más en la arboladura y aparejo que en los cascos, y entre muertos y heridos hemos tenido más de 300 hombres. También disparaban con balas incendiarias, que según se ha reconocido son del tamaño y forma de las regulares con un agujero o vacio como las granadas y este lleno de mixtos; de cuyas resultas lograron pegar fuego en las velas y palos de algunos de nuestros navíos. Es la primera vez que se usa en el mar de tales artificios, muy impropios para batirse en unos cascos hechos de madera y llenos por todos lados de materias inflamables; pero la nación inglesa, al propio tiempo que quiere jactarse de noble y generosa en sus procederes, no tiene reparo en acreditar lo contrario con unos hechos de aquella especie, y esto en una ocasión en que la superioridad de buques y en artillería debió haberla hecho empeñar un combate más reñido y decisivo

Notas

  1. Se eligió construir, a partir de entonces, los siguientes navíos españoles con los planos del San Ildefonso porque demostró ser veloz, resistente y maniobrable en todas condiciones. Esta serie de buques, y su posterior evolución con el ingeniero Retamosa fueron considerados los mejores navíos que tuvo España y se podían comparar con ventaja a los mejores de las demás marinas del mundo. El gran marino Mazarredo comentaba sobre el poco andar de los navíos españoles, durante la infructuosa persecución de una escuadra británica, por el Canal de La Mancha: «Amargo día el 12 de Julio en que por la pesadez de la escuadra combinada perdió la insignia española la gloria de destruir veintitrés navíos enemigos y de forzarles a pedir de rodillas la paz. Pero lo que más fatigaba el ánimo es reflexionar que si cuarenta navíos ingleses hubiesen encontrado a veintitrés de los nuestros era una merienda que ni a los gatos les hubiese quedado que lamer». A pesar de estos problemas tras la batalla de Espartel los británicos admiraron «el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias».
  2. El San Miguel perdió en el abordaje el palo de mesana y su timón quedó destrozado, con lo cual quedó a la deriva sin maniobra y sin forma de poder escapar. Para darse cuenta de la inclemencia del tiempo en la zona del estrecho sirve como ejemplo un caso parecido, que sufrió en 1796 el navío británico de 74 cañones Courageux, que se hallaba anclado en la bahía de Algeciras, el cual debido a un fortísimo vendaval soltó su anclaje y fue conducido inexorablemente hacia Algeciras, quedando casi debajo de las baterías de dicha ciudad, con el peligro que eso representaba. Pero el viento arreció y cambió de dirección y el navío fue empujado esta vez hacia Mons Abyla, en la costa de Berbería, donde acabó naufragando. De los 593 hombres que formaban parte de su dotación sólo lograron sobrevivir 129.
  3. La bala roja era vista por la mayoría de las naciones del mundo como un medio de hacer la guerra inhumano, lo que no evitaba que fueran utilizadas en alguna ocasión por los mismos que las condenaban.
  4. Además de daños materiales parecidos a los de la escuadra combinada, los británicos sufrieron en total 68 muertos y 208 heridos.
  5. En el documento figuran así los calibres británicos, que si bien eran superiores a los de la escuadra de Córdoba los que figuran como a 26 libras eran en realidad de a 24, los de 16 de a 12 y los de 30 de a 32 libras.

Fuentes

Este artículo está basado en un documento de la época, perteneciente a la colección González-Aller, aparecido en la Revista de Historia naval de 1993, que narra el combate que se produjo en las inmediaciones del Cabo Espartel, el 20 de octubre de 1782, entre la escuadra hispano francesa de Luis de Córdoba, que bloqueaba Gibraltar y la británica de Howe, quien acudía al auxilio de dicha plaza con pertrechos y tropas.

Este documento, según palabras de Fernández Duro, no sentó bien al público de Gran Bretaña, por entenderlo demasiado triunfalista. Sin embargo, esta es la versión española de los hechos de una batalla que los ingleses ni siquiera le han dado un nombre. El texto es un resumen adaptado de dicho documento.

El apartado de las balas incendiarias lo encontré en la Gaceta de Madrid, del 3 de noviembre de 1782.

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