Por Juan García (Todo a Babor)
1779-1780 | 1781-1782
Índice
- GM de 5 de enero de 1781. Apresamiento de dos balandras
- GM, 24 de marzo de 1781. Apresamiento desde las mismas baterías de Gibraltar
- GM de 13 de abril de 1781. Apresamiento de una fragata de guerra británica sin una sola baja
- 20 de abril de 1781. Apresamiento de un bergantín de guerra inglés
- GM de 24 de abril de 1781. Acciones de las cañoneras
- 12 de junio de 1781. Pequeña captura
- GM de 21 de agosto de 1781. Salida nocturna de las cañoneras
- GM de 23 de octubre de 1781. Apresamiento de un cutter de guerra británico
- 9 de mayo de 1782. Cuando se cierra el cerco
- 7 de julio de 1782. Argucia enemiga
- 16 de octubre de 1782. Apresamiento de un buque lleno de mujeres y niños
- GM de 3 de noviembre de 1782. La primera vez que se usó la bala roja
- 13 de diciembre de 1782. El pobre navío San Miguel y las cañoneras
GM de 5 de enero de 1781. Apresamiento de dos balandras
Hallándose el teniente de fragata don Miguel Pedrueca recogiendo los pertrechos que se pudieron salvar de una fragata inglesa que, perseguida por dos jabeques del bloqueo de Gibraltar, embarrancó en la costa a dos leguas de Arcila, descubrió una balandra que sospechó sería enemiga, y dejando en tierra dos hombres para cuidar de los efectos recogidos, salió con 11 en el falucho San Francisco de Paula, la alcanzó y asegurando de ser inglesa por haber largado su bandera, la abordó y logró apresar no obstante el fuego que le hizo son sus 4 cañones.
La balandra apresada se nombra la Ninfa del Tajo: llevaba 9 hombres de equipaje, incluso el capitán Nicholas Bodkin y un pasajero; y se dirigía a Gibraltar con carga de aguardiente, vino, aceite, vinagre, manteca, té, chocolate, café, azúcar, queso, y otros comestibles y provisiones; y porción de cueros, medias y zapatos.
El jabeque de Ceuta Nuestra Señora de África del mando de don Melchor de Mesa apresó el día 22 de diciembre cerca de Cabo Espartel otra balandra inglesa nombrada Juan y Marta (sic), su capitán Samuel Macdonwall y otros 4 hombres de tripulación; cargada de cebada, harina, legumbres, queso, manteca, cerveza, carbón y zapatos con destino a la Plaza bloqueada.

GM, 24 de marzo de 1781. Apresamiento desde las mismas baterías de Gibraltar
Ha entrado hoy en el puerto de Algeciras un bergantín mercante inglés que se dirigía del Mediterráneo a Gibraltar, y fue cortado por tres lanchas cañoneras al mando del alférez de fragata don Miguel Montemayor. Luego que el Comandante del apostadero hizo señal de embarcación enemiga se dirigió este oficial a cortarla el paso, consiguiéndolo con la lancha que montaba, antes que el inglés tomase la Punta de Europa, en cuya situación aprovechándose su gente de un repentino chubasco, abandonó la embarcación refugiándose en Gibraltar, y la tomó Montemayor a remolque, sacándola debajo el fuego vivo de artillería y fusilería que le hicieron de la Plaza.
GM de 13 de abril de 1781. Apresamiento de una fragata de guerra británica sin una sola baja
Ha entrado en este puerto apresada la fragata inglesa de guerra HMS St. Fermin que salió de Gibraltar para Mahón en la noche del 3 del corriente, de porte de 20 cañones con 16 montados, al mando del teniente de navío de la Armada inglesa Jonathan Faulknort con 138 hombres de guarnición y tripulación.
Apenas se hizo a la vela de dicho puerto a las 10 de la noche, cuando fue advertida por los faluchos apostados cerca de sus muelles, y también por los jabeques San Antonio y San Luis del apostadero de Punta Carnero, cuyos comandantes don Joseph Herrera y don Federico Gravina fueron en su seguimiento maniobrando en disposición de no perderla de vista uno de los dos por una u otra costa si oscurecía, más el tiempo que era de Poniente lo duro con turbonadas; y con efecto el jabeque San Antonio logró a las 4 de la madrugada siguiente romper el fuego con sus miras a que correspondió el enemigo con sus guardatimones, y cuando estuvo a la aleta de éste, le disparó dos descargas a tiempo que ya el San Luis se hallaba a tiro de cañón, dirigiéndose al enemigo, el cual acaso receloso de recibir un sangriento abordaje, a que efectivamente se preparaban ambos comandantes, cesó sus fuegos y se manifestó rendido poniendo muchos faroles en la banda, sin haber muerto ni herido de una ni otra parte.
20 de abril de 1781. Apresamiento de un bergantín de guerra inglés
Hoy a mediodía arribó al puerto de Cartagena el jabeque del Rey el Murciano, al mando del capitán de fragata don Miguel Tacón, conduciendo el bergantín inglés nombrado el HMS Gibraltar de 14 cañones y 43 hombres de tripulación con un guardiamarina, a las órdenes de un teniente de navío. Había salido de Gibraltar para Menorca, y fue apresado por dicho Tacón a la vista de Almería.
GM de 24 de abril de 1781. Acciones de las cañoneras
Por cartas de los Comandantes Generales de mar y tierra encargados del bloqueo de Gibraltar con fecha de 12 del presente se ha tenido noticia de haber llegado el mismo día al socorro de aquella plaza la escuadra y convoy inglés, componiéndose de 28 navíos de línea, entre ellos 9 de tres puentes, 10 fragatas de guerra y 97 transportes.
Hallándose dichos Jefes con ordenes anticipadas de obrar en concierto en este caso y practicar todas aquellas operaciones que juzgasen más oportunas en daño de los enemigos, así que empezaron sus buques a embocar el Estrecho, envió el del bloqueo de mar al Mayor general de la Armada don Buenaventura Moreno con 11 lanchas cañoneras y 4 bombarderas, mandadas por oficiales a Punta Carnero, que es la occidental que forma la bahía de Gibraltar; y formándose en línea de convoy salieron al encuentro con tal denuedo, resolución y método, que rompiendo el fuego contra una fragata y dos navíos que iban por cabeza de convoy, obligaron a aquella a variar su derrota; y continuándolo con el mayor ardor en línea de frente contra los dos navíos los precisaron a atravesarse y corresponder con toda su artillería, durando este ataque 2 horas, hasta que refrescando el viento se retiraron las lanchas, tirando las bombarderas algunas bombas.
A este tiempo mandó el General del Campo romper el fuego contra la plaza, sus fondeaderos y muelles, practicándose con tal acierto y viveza que se conoció luego el efecto en la precipitación con que reforzó el enemigo sus puestos, en la confusión de sus movimientos, y en haber abandonado los vecinos de la ciudad huyendo a sus casas de madera situadas sobre el cuartel nuevo, además de haber echado a pique una escampavía que se hallaba a la inmediación del muelle de las lanchas.
La plaza correspondió con 2.000 cañonazos, sin habernos causado ningún daño.
Siguió el 13 y 14 el fuego de nuestra línea con tal viveza y tesón que un aun querían nuestros soldados ser relevados ni tomar el preciso descanso, y hasta el paisanaje de todas clases, incluso el clero secular y regular de aquella comarca, concurrió a la línea a ofrecerse para cuanto quisiese mandarles el General.
Había reconocido el Mayor General de la Armada don Buenaventura Moreno el paraje por donde pudiera incomodar a los 4 navíos y 2 fragatas que habían fondeado, formando la 1ª línea de resguardo del convoy, y a las 5 y media de esta mañana a favor de ventolinas se dirigió con todas las lanchas en línea de convoy a una fragata que estaba a la vela entre Punta Mala y el Monte, la cual antes que se acercasen a dos tiros de cañón arribó a su fondeadero, siguiéndola las lanchas en línea de frente hasta emprender vivo fuego contra esta y los 2 navíos que correspondieron con el mismo; y aunque observó Moreno que otros 2 que cruzaban se dirigían a cortarle la retirada, conociendo no se lo permitiría el viento mantuvo el fuego hasta que refrescando aquel se retiró sin más daño que haber un balazo desechó la torda de una lancha y lastimado su costado.
El 15 prosiguió con la misma viveza el fuego de nuestra línea. Nuestras lanchas salieron a las 5 de la mañana mandadas por el citado Mayor General, y dirigiéndose a un navío y una fragata que bordeaban en la bahía, retrocedieron estos a su fondeadero desde el cual correspondieron con 3 descargas, logrando con las nuestras hacer daño en la gavia de la fragata, en su costado y en el foque; y se fueron acercando tanto nuestras lancha que lograron cayesen algunas bombas entre el convoy fondeado, durando el fuego de una y otra parte hasta las 8, que refrescando el viento y fatigada excesivamente nuestra gente con el continuo trabajo de 3 días sin relevo día y noche, determinó D. Buenaventura Moreno retirarse, sin más desgracia que dos hombres lastimados al cargar un cañón.
En el día 16 como en los anteriores repitió Moreno el ataque con las lanchas a menos de tiro de cañón formadas en línea; y aunque una fragata con 2 balandras intentó cortarlas, maniobró el Mayor General en tal disposición que formando 3 divisiones, la batió por la proa, costado y aletas, en cuyo empeño, cayendo todos sobre el fondeadero enemigo, se trabó de nuevo combate con todos los navíos y fragatas fondeados, hasta las 9 que por las razones del anterior día dispuso la retirada, recibiendo en esta una descarga general con bala de todos los citados buques enemigos, sin más daño que haberse clavado una bala de a 8 en el costado de una lancha; siendo indubitable le tuvieron grande los enemigos, así porque a tan corta distancia como se puso no podía perderse tiro, como por haberse notado en un navío rendido su bauprés, según las maniobras que se hacían en él; otro faltó del estay del trinquete y en la fragata flamear una vela como si se le hubiera cortado su escotín.
Se espera que estos daños se aumenten; y aun el de incendiar todo o parte del convoy enemigo, según las medidas que están tomadas, si los vientos no fueren contrarios a ellas, como lo han sido hasta ahora.
El ardor y constancia naturales de nuestras tropas se han manifestado como siempre, no obstante la fatiga y el riesgo de estas operaciones.
Los enemigos van descargando y amontonando con precipitación sus efectos en los muelles provisionales de madera. La mayor parte de sus buques de guerra se mantiene a la vela recelosos de ser incomodados en su fondeadero, no sólo por las baterías de tierra, sino también por las lanchas cañoneras y bombarderas que no pierden ocasión de ofenderles, y lo hacen como se ha dicho, con buen efecto.

12 de junio de 1781. Pequeña captura
Han entrado en este puerto los jabeques de S.M. el Murciano, San Antonio, San Blas, San Sebastián y San Luis conduciendo una polacra inglesa nombrada Susana, su capitán William Roch. Monta 16 cañones, 4 pedreros y 32 personas, incluso en este número un judío con su familia.
Este buque salió de Gibraltar la noche del día 7, dirigiéndose a Argel a comprar ganado y carnes, y fue apresado por el Murciano en la mañana del día 8 a 16 leguas de distancia del puerto de su salida.
GM de 21 de agosto de 1781. Salida nocturna de las cañoneras
En la noche del 31 de julio se proporcionó el tiempo para que pudiesen obrar las lanchas cañoneras y bombarderas, y con efecto salieron a media noche en varias divisiones al cargo respectivamente del Teniente de navío don Francisco Medina, y de los tenientes de fragata don Benito Santacilia y don Juan de Rivera, mandados todos por don Jerónimo de Bueras para colocarse en parajes correspondientes desde donde lograsen ofender al campamento, a los fondeaderos y a las baterías principales.
Empezaron su fuego a cosa de las dos de la mañana y lo continuaron hasta las tres y media con sumo empeño, resultando en el mismo campamento un incendio que duró tres cuartos de hora, además de otras señales por donde se venía en conocimiento de que se aprovechaban nuestros tiros.
La Plaza correspondió con indecible tesón usando todo género de fuegos; y aun así tenían proporcionada la duración de las espoletas para que las bombas y granadas reales reventasen sobre las lanchas españolas, a las que también disparaban desde el fondeadero otros buques armados y dos lanchones en que han colocado los enemigos algunas piezas de artillería.
Sin embargo de todo esto se retiraron en buen orden sin la menor lesión en la gente que las servía y con sólo algunas ligeras averías en las embarcaciones.

GM de 23 de octubre de 1781. Apresamiento de un cutter de guerra británico
Ayer dio fondo en la bahía de Cádiz el cutter de guerra inglés el HMS Collector de 10 cañones, 6 pedreros y 28 hombres de tripulación, del mando de John Blackford teniente de navío de la Real Armada Británica, apresado por la fragata del Rey Santa Bárbara, su capitán don Ignacio de Álava, a 6 leguas de esta ciudad.
Venía de Londres a Gibraltar conduciendo 2.000 bombas, un cajón de espoletas, dos cañones del calibre 32, jarcia, sacos para arena y otros efectos.
9 de mayo de 1782. Cuando se cierra el cerco
El día del corriente, habiéndose declarado el viento por el Levante, se observó en el fondeadero enemigo que se disponían a salir 2 fragatas de guerra, 4 corsarias y otras mercantes; por lo que salieron de Algeciras los jabeques San Antonio y San Sebastián a apostarse en Tánger, y a cruzar en el Estrecho los nombrados Murciano y Lebrel, y las fragatas Santa Clara y Santa Lucía, con la corbeta Arlequina que volvió de arribada a las 4 de la tarde por no poder aguantar la mucha mar y viento.
Luego que anocheció se apostaron, en inmediaciones a Gibraltar, un “canario” y un falucho para avisar si salían los enemigos; verificado hicieron sus señales, las que repitieron torres de la costa y varias embarcaciones; y advertidas por las cuatro que cruzaban en el Estrecho, formaron un cordón desde Punta Carnero hasta Sierra Bullones.
A las diez descubrieron cuatro de las enemigas y emprendieron la caza, la fragata Santa Clara batió a otra inglesa que parecía de guerra por su tamaño, y porque correspondió al fuego hasta las 11 que se rindió. La Santa Lucía y jabeques persiguieron y apresaron a otras dos, y las demás se libertaron, a favor de su mucho andar, de la oscuridad de la noche y del recio Levante.
Las tres apresadas son mercantes de 300 toneladas cada una, se nombran Valiant, Royal Brenton y Thompson, cada una de las primeras llevaba 19 hombres y 17 la última.
7 de julio de 1782. Argucia enemiga
Ha entrado en el puerto de Algeciras apresado el bergantín inglés el Benjamin de 16 cañones, que conducía víveres para la Plaza de Gibraltar.
Habían señalado las vigías al anochecer de ayer embarcación enemiga por Poniente, y aunque el Jefe de Escuadra don Buenaventura Moreno apostó en línea delante de Punta de Europa las fragatas Santa Lucía, Santa Magdalena y el jabeque Lebrel, para cortarla si escapaba de los buques del apostadero de Punta Carnero, hubo calma durante la noche, y avistándola al amanecer el comandante de este apostadero don Federico Gravina, y que a toda vela se dirigía a Punta de Europa, hizo señal a la división de lanchas cañoneras del cargo del alférez de navío don Esteban Joel para que la cortasen, como lo pusieron en práctica, a cuyo tiempo estando el enemigo a tiro de cañón de Punta Carnero, arrió los juanetes y alas, y puso a popa la bandera española sobre la de su nación para fingirse presa, cuya señal hicieron los vigías, por lo que creyéndolo así las lanchas se dirigieron a guiarla a este fondeadero.
Pero advirtiendo el comandante del citado apostadero, que no había recogido los botalones de las alas, y tenía estas en disposición de volverlas a izar cuando le conviniese, repitió la señal de caza a las lanchas.
Rompieron estas luego el fuego al bergantín, el que quedándose con sola la bandera inglesa las correspondió con su artillería, y también el jabeque San Luis del mando del mencionado don Federico Gravina el que se había inmediatamente levado, y barloándose con el enemigo le batió hasta que dispuso le abordasen el alférez de navío don Fernando Perea y el de fragata don Manuel Filingieri, en cuyo acto de atracarle se rindió.
16 de octubre de 1782. Apresamiento de un buque lleno de mujeres y niños
Ayer entró en el puerto de Málaga el bergantín de S.M. nombrado Fincastle al mando de don Santiago Liniers, conduciendo el bastimento inglés la Minerve, que se dirigía a Gibraltar con 130 mujeres, 63 criaturas de varias edades, 3 sargentos, 22 soldados y 12 marineros, cuya carga consistía en vestuario para dos regimientos, porción de víveres y otros efectos.
GM de 3 de noviembre de 1782. La primera vez que se usó la bala roja
Con motivo de haber dado fondo en la bahía de Cádiz la escuadra combinada hemos sabido varias particularidades relativas al último combate entre la misma y la escuadra inglesa (Se refiere al combate de Espartel). Un navío de la vanguardia de los enemigos se vio desarbolado del palo de trinquete, otro tiró un cohete y puso un farol, arribando y saliéndose desde luego de la línea, otro de la retaguardia ejecutó lo mismo. Y así estos como otros varios debieron de sufrir bastante daño, pues al día inmediato sólo se pudieron descubrir hasta unos 25 juntos.
El empeño de los ingleses era tirar por alto, y así nuestros buques han padecido más en la arboladura y aparejo que en los cascos, y entre muertos y heridos hemos tenido más de 300 hombres.
También disparaban con balas incendiarias, que según se ha reconocido son del tamaño y forma de las regulares con un agujero o vacío como las granadas, y este lleno de mixtos, de cuyas resultas lograron pegar fuego en las velas y palos de algunos de nuestros navíos.
Es la primera vez que se usa en el mar de tales artificios, muy impropios para batirse en unos cascos hecho de madera y llenos por todos lados de materias inflamables. Pero la nación inglesa, al propio tiempo que quiere jactarse de noble y generosa en sus procederes, no tiene reparo en acreditar lo contrario con unos hechos de aquella especie, y esto en una ocasión en que la superioridad en buques y en artillería debió haberla hecho empeñar un combate más reñido y decisivo.

El 13 de diciembre de 1782 por la madrugada se pasó un bote de Gibraltar a la bahía de Algeciras con 7 marineros ingleses desertores y 2 oficiales a quienes aquellos habían obligado a ir en su compañía, hiriendo a uno de los dos en la cabeza. Declaran que se hallaban de guardia al navío San Miguel1, y hacían su ronda.
A las diez y cuarto de la mañana del 18 empezaron 27 lanchas bombarderas y cañoneras nuestras a hacer un fuego muy vivo contra todas las embarcaciones que se hallaban en el fondeadero de dicha Plaza y los parajes inmediatos al Monte, cuyo ataque duró por espacio de dos horas. Las baterías de los enemigos correspondieron de todas partes con bombas y balas, y se adelantaron además 8 de sus lanchas cañoneras a un cuarto de tiro de cañón del navío San Miguel, disparando unos y otros con sumo empeño.
No pudieron sin embargo libertar al citado navío de los daños que recibió, pues además del destrozo que se manifestaba en algunos de sus cabos, a las once y cuarto cayó en él una bomba, de que estuvo humeando mucho tiempo, pero se apresuraron tanto de echarle agua que pudieron atajar el fuego que sin duda se había prendido. Se le vieron igualmente en el costado de estribor 6 balazos.
En el mismo día se hizo a la vela de aquella bahía para Cádiz un convoy español compuesto de 2 navíos de 74 cañones, 5 fragatas de 36, una corbeta, dos balandras, cuatro bombardas y 3 jabeques de guerra, además de muchos buques de transporte, conduciendo artillería, pólvora y otros diferentes pertrechos en considerable cantidad.
Como corría aquel día un viento fresco de Levante aparecieron también por aquella parte dos fragatas francesas de guerra y otros varios buques así españoles como de diversas naciones. Arreció bastante el mismo tiempo en la noche del 20 y salieron dos fragatas del fondeadero enemigo; otra abordó al expresado navío San Miguel impelida por la fuerza de los remolinos que forma allí el agua.
Habiéndose observado la partida de dichas embarcaciones, salió de Puente Mayorga en su seguimiento el comandante del jabeque San Antonio, una era de guerra de 36 cañones y la otra mercante que montaba 6. Pudo alcanzar el jabeque a esta última, la apresó y la condujo a Cádiz.
Iba en lastre con 16 hombres de tripulación, 2 mujeres y un teniente del Regimiento nº 22. Este oficial declaró que la bomba que había caído en el navío San Miguel causó la muerte de 4 hombres y 9 heridos, obligando a que arrojasen al mar toda la pólvora que había a bordo.
Añadió que por el mal estado que había quedado de resultas del referido ataque de las cañoneras encalló, lo que en efecto se reconoció al amanecer de aquel día en la playa entre el muelle nuevo y el de las lanchas bien distante del paraje en que antes estaba fondeado. Por la tarde con el auxilio de la marea lograron conducirlo al Muelle nuevo en donde procuran rehabilitarlo.
El 25 volvieron a salir las lanchas cañoneras y bombarderas en número de 28 a batir el fondeadero y campamento de Gibraltar aproximándose a tiro muy corto. Otras 10 cañoneras inglesas las vinieron al encuentro, y se pusieron a un cuarto de tiro de cañón, trabándose entre todas un combate muy vivo.
Las baterías de la Plaza dispararon igualmente con tesón sobre nuestras lanchas y duró el fuego algo más de hora y media hasta bien entrada la noche. Por nuestra parte no ha hubo la menor desgracia; y no puede menos de haberla habido considerable en el campamento de los ingleses y demás parajes por las muchas bombas y cañonazos que se les disparó con bastante acierto y a muy corta distancia.
- El San Miguel era un navío español que había sido arrastrado por una tempestad a la misma Gibraltar y allí fue apresado. Los esfuerzos de los españoles a partir de entonces se encaminaron a liberarlo o hundirlo, ya que los ingleses lo habían colocado en primera línea de defensa.