Por Juan García (Todo a Babor)
Cuando se habla de la historia naval se suele contemplar las grandes batallas y campañas navales casi de forma exclusiva, y muchas veces por el resultado de las mismas se puede caer en el error de catalogar a unos marinos o unos países de una forma u otra.
Pero en las guerras del XVIII nunca una batalla naval, ni siquiera la posterior Trafalgar de principios del XIX, fueron lo suficientemente decisivas como para decantar la victoria global para alguno de los contendientes.
Detrás de los grandes nombres de almirantes, navíos de línea o batallas, de manera casi anónima estaban los marinos de «mono de trabajo» con sus jabeques, cañoneras, bergantines y otras pequeñas embarcaciones que jugaban al perro y el gato por casi todos los mares del ancho mundo, bien contra ingleses, piratas, corsarios de toda clase y nación, contrabandistas, …
Una de esas anónimas guerras llenas de heroicos marinos era la librada contra las incursiones de rapiña de los argelinos. En una entrada anterior hablamos de una de esas aventuras desconocidas del gran Barceló y hoy vamos a recordar otra porque este hombre daba para mucho y porque me gusta escribir sobre ello.
Otra de jabeques españoles contra argelinos. Estos ya debían conocer el jabeque del bravo capitán balear y suponemos que los arráez de los mismos tragarían saliva si tenían la mala fortuna de ojear la figura de su jabeque a través del catalejo y sobre todo si era la proa lo que veían.
El 2 de septiembre de 1768 fondeó en el puerto de Barcelona la división de tres jabeques de la Real Armada que navegaban en corso en busca de corsarios berberiscos. Dicha división estaba mandada por Antonio Barceló, que ya era capitán de fragata de la Real Armada y llevaban por nombre Vigilante, Catalán y Atrevido, este último era el insignia.
Además de sus tres buques entró en el puerto otro jabeque, pero este tenía por bandera la de la Regencia de Argel, con el detalle que sobre esta estaba también izada la española. Signo evidente de que el buque argelino era una presa.
El jabeque argelino con portas para 20 cañones pero con 18 montados, fue capturado entre Ibiza y Mallorca el 31 de agosto. Por aquel entonces las luchas contra los corsarios argelinos no eran como luchar contra los ingleses u otros buques de naciones occidentales.
Los argelinos eran sanguinarios y no solían respetar las reglas de la guerra que, excepciones aparte, sí solían respetar los demás países.
Por ejemplo, los argelinos solían tomar como esclavos (en vez de prisioneros de guerra) a los prisioneros capturados y podían ser vendidos o utilizados para pedir rescate si eran ricos o incluso obligados a servir en sus buques.
También podían pasar a cuchillo a aquellos que consideraran «merecedores de tal honor» sin ninguna clemencia y solían hacer incursiones por el litoral español en busca de esclavos y pequeños buques mercantes. Por eso cuando los buques de la Armada daban con alguno ponían todo el empeño en cazarlo, destruirlo o apresarlo.
El citado jabeque argelino tenía una tripulación al inicio de la acción de 209 hombres. Los jabeques de Barceló actuaron en grupo como tenían por costumbre, ya que era la mejor forma de atrapar a los escurridizos jabeques de la Regencia, además de minimizar las bajas propias aumentando así la del enemigo.
Era la conocida táctica de apoyo que tantos frutos le dio a Nelson en sus batallas, pero lógicamente a pequeña escala. Abrumar al contrario con fuego de artillería para pasar al abordaje sino se rendía antes, que era lo más probable.
Pero los argelinos no arriaban el pabellón fácilmente. Prueba de ello fueron las casi 7 horas que duró su defensa, siempre eso sí procurando huir, y sobre todo porque tras su rendición fueron encontrados sólo 145 supervivientes (entre ellos un cautivo napolitano).
Los 64 muertos fueron las bajas resultantes del fuego atroz sostenido que hicieron los jabeques españoles, que solamente lamentaron un soldado gravemente herido y cuatro marineros que resultaron heridos leves en el Atrevido.
Otra pequeña muestra de la feroz y desconocida guerra en el mar.
- Fuente: Gaceta de Madrid
- Imagen: fragmento de una pintura del Museo Naval de Madrid, con uno de los jabeques de la Real Armada mandado por Antonio Barceló.