Por Pedro Amado
Índice
Los meses previos
A principios de ese año, el primer Lord del almirantazgo británico, conde George John Spencer, escribía al flamante conde de Saint Vincent (John Jervis): «cuando se informa que la presencia de una escuadra inglesa en el Mediterráneo es una condición de la que se dice puede depender el destino de Europa, no debe Ud. sorprenderse de que estemos dispuestos a tensar cada nervio y asumir un riesgo considerable para llevarlo a cabo«, a continuación la carta decía: «…y tal escuadra podría encomendarse a Horacio Nelson».
El ascenso de Nelson tras la batalla del cabo de San Vicente no había sido visto con muy buenos ojos por sus compañeros de promoción. Su actuación “por libre” en dicho combate había levantado ampollas entre los oficiales al mando de Jervis e incluso en el almirantazgo aceptaron a regañadientes subir un grado al polémico marino.
Nelson fue llamado a la fastuosa cabina del almirante Jervis en el Prince of Wales, a la sazón al mando de la flota de bloqueo frente a la rada de Cádiz, y allí, tras informarle que la inteligencia británica había detectado preparativos expedicionarios de la flota francesa en el puerto de Toulon, le hizo saber que sería enviado a reconocer ese puerto y que el honor y la integridad de Inglaterra descansaban en sus exiguas espaldas.
En los días postreros de abril, marineros norteamericanos que venían de Italia habían transmitido a Jervis el insistente rumor que aseguraba que los galos preparaban la invasión de Irlanda o Inglaterra y que una ingente cantidad de efectivos y pertrechos militares estaba siendo amasada en algún puerto francés del Mediterráneo.
Desde finales de 1796 este mar no había visto a la Royal Navy y fue precisamente Nelson el último en surcar sus aguas al mando de una pequeña flotilla encabezada por la fragata Minerve. Una refriega con dos fragatas españolas frente a Cartagena dio como resultado el apresamiento de la Sta. Sabina y, cuando el navío Príncipe de Asturias junto con la fragata Ceres se acercaban para investigar el origen de los cañonazos, Nelson ordenó cortar el cable de remolque y orzó a toda vela, “declinando usar la fuerza”, eufemismo muy manido en la Royal Navy como sinónimo de la menos elegante “huyó”.
Como consecuencia del encargo del almirantazgo, Nelson, enarbolando su insignia de contralmirante en el Vanguard de 74 cañones, escogió al Alexander y al Orion, del mismo porte, y a las fragatas Emerald y Terpsichore y una pequeña balandra, para su derrota de reconocimiento de aquel puerto meridional francés, partiendo el 9 de mayo.
La travesía a lo largo de la costa hispana no ofreció nada relevante los siguientes diez días. El 22, cuando se encontraban a la altura del golfo de Lyon, fueron sorprendidos por una galerna que voló los masteleros y el palo del trinquete del Vanguard e hizo desaparecer a las embarcaciones menores. Nelson se salvó de caer al agua de milagro, cuando se empeñaba en ver lo que sucedía a su pequeña escuadra.
Parece un serio revés, pero ese día la providencia estuvo del lado de la marina británica. Exactamente hacía 3 horas que el grueso de la flota revolucionaria (13 navíos de línea, entre los que se encontraba el buque insignia del almirante D´Aigalliers, L´Orient, 120 cañones y uno de los mayores buques del mundo, y 3 de 80, amén de cuatro fragatas) había zarpado de Toulon escoltando la tropa de desembarco del general Bonaparte, huésped de honor en el insignia, de más de 200 barcos cargueros con destino a Egipto.
Las anotaciones de los capitanes del Vanguard y del L´Orient registraban sus posiciones a escasas 2 millas uno del otro en el momento de la tormenta, por lo que, de haberse encontrado, es evidente que, con su barco inutilizado y sin poder darle a la vela, Nelson hubiese sucumbido ante fuerzas tan superiores.
El Alexander remolcó al Vanguard y los tres navíos se dirigieron a Cerdeña. Las fragatas y la balandra habían sido perdidas de vista definitivamente al amanecer del 23, lo que suponía un grave contratiempo para la finalidad de la expedición, ya que Nelson no podía permitirse el lujo de destacar un buque durante mucho tiempo en labores de reconocimiento adelantado, mermando la, ya de por sí, pequeña flotilla.
Aún así el Orion se alejó para escrutar una posible hacia St. Pierre, en donde fueron recibidos el 24 de muy malas maneras, pues las autoridades galas habían dejado instrucciones de no admitir a ningún buque británico en el puerto.
Debido a la perseverancia de los capitanes Berry del Vanguard y Ball del Alexander, los desperfectos de aquél pudieron ser reparados y el 28 pudieron seguir su rumbo.
Las fragatas dispersadas durante la tempestad pudieron regresar a Gibraltar y enviaron aviso a Jervis de sus consecuencias sobre la flotilla al mando de Nelson, pero ni una palabra de dónde estaban los franceses.
Como consecuencia y, tras dos despachos del conde de S. Vicente al almirantazgo, éste decidía el envío de una flota que se desgajaría de la del canal de la Mancha con destino a ocupar el lugar, en la de bloqueo de Cádiz, que dejarían los diez buques que el capitán Troubridge encabezaba en el Culloden (74) con el objeto de adentrarse en el Mediterráneo para unirse y reforzar a Nelson.
Al barco de Troubridge le seguían el Majestic, Bellerophon, Defence, Minotaur, Theseus, Goliath, Audacious, Zealous, Swiftsure, todos de 74, y el Leander, de 50.
El capitán Hardy, viejo camarada de Nelson y futuro capitán del Victory en Trafalgar, a bordo de la fragata La Mutine de 16 cañones, destacada de la flota de bloqueo de Cádiz, se unió a la flotilla de Nelson el 4 de junio y fue el encargado de darle esta buena nueva.
Hardy y los demás capitanes fueron invitados a cenar en el camarote de Nelson en el Vanguard y allí, aliviado y eufórico, Nelson brindó porque ahora “ya podría enfrentarse al enemigo en condiciones honrosas”, una vez que la escuadra de Troubridge hiciese un número de 13 navíos ingleses en el Mare Nostrum.
En ese momento Nelson no tenía ni idea de la cantidad de efectivos franceses que se dirigían a Alejandría, aunque suponían serían muy superiores a sus tres bajeles, uno de los cuales había sido vapuleado duramente durante la tormenta del 22 de mayo, en caso de que fuese cierto el rumor de la salida de una numerosa tropa de invasión, ya que de esto se infería que la escolta tendría que ser poderosa.
Dos días después, el 6 de junio, el capitán Ball, a bordo del Alexander, volvía al grupo y comunicaba a Nelson que había avistado varias velas en lontananza hacia la bordada del sur y continuó para decir que se trataba de un gran convoy español cargado de tesoros y mercancías con destino a Cartagena, información que había recabado, dijo, tras interceptar a uno de los barcos.
Nelson adujo que su objetivo no era el enriquecimiento personal, sino salvar a su patria y cumplir con su deber como marino, e ignoró al convoy. Los registros oficiales españoles hablan de una escuadra española de seis navíos de guerra que, a principios de junio de 1798, volvía a Cádiz escoltando un grupo de mercantes desde la costa berberisca.
A pesar de que aquella es la versión ofrecida por el héroe británico en su informe oficial, todo parece indicar que Nelson, “declinó el uso de la fuerza” de nuevo cuando Ball, balbuceando, contó a su jefe que una flota enemiga muy superior se encontraba en las inmediaciones, y que convenía alejarse lo máximo posible y el contralmirante, soslayando su carácter guerrero y contumaz, no contradijo a su subordinado y ordenó aumentar aparejo y desaparecer.
No es muy verosímil que Nelson ignorase un convoy español, país al que Inglaterra consideraba tan peligroso como Francia, debido a los tratados recientes de alianza mutua, e informase de ello ecuánimemente a sus superiores en un despacho oficial, pues sabía que le supondría una corte marcial, como mínimo, por allanarse en sus obligaciones como guerrero ante una escuadra enemiga de porte similar.
De todos modos, los sucesos que se avecinaban eclipsarían este incidente por su escasa relevancia en el desarrollo de la campaña.
El anhelado refuerzo se verificó el 8 de junio cuando la escuadra de Troubridge se fundió con la de Nelson, elevando a 13 el número de buques.
Ahora el contralmirante estaba más seguro de su capacidad y de poder ofrecer resistencia a casi cualquier flota enemiga. Troubridge, sin embargo, no traía instrucciones concisas sobre el paradero de la flota francesa y por tanto Nelson, con sólo una fragata de observación, debía confiar en las muchas y, en ocasiones, contradictorias informaciones que recabaría de sus encuentros accidentales con pescadores o lugareños de los distintos puertos a los que se dirigían para reabastecerse.
La Mutine fue enviada a Civita Vecchia en la costa romana y el resto de la flota se dirigió a Córcega, a donde llegó el 12 de junio. Hardy se reencontró con la escuadra a la altura de la isla de Elba y dijo a Nelson que un enorme convoy había sido visto pasar por las inmediaciones recientemente.
En Sicilia, Nelson supo que Malta había caído en manos galas y que el 18 algunos pescadores había visto pasar una gran cantidad de navíos extranjeros con viento en popa del norte-noroeste.
El 29 se toparon con dos barcos que venían de Alejandría y aseguraron no haber visto buque francés alguno. A pesar de ello, Nelson se dirigió al puerto egipcio y no encontró más que bajeles mercantes turcos.
Desde el día 4 de julio hasta el 15, la flota británica deambuló por la costa del levante palestino y el 18 regresaron a Siracusa, Sicilia. Nuevas informaciones de la presencia de una gran flota francesa en dirección sur precipitaron la salida de la escuadra inglesa rumbo a Egipto.
La casualidad volvió a jugar un importante papel en el desarrollo de los acontecimientos, pues tanto en su bordada el sur como en su regreso a Siracusa, Nelson estuvo de nuevo a punto de toparse con el convoy francés en alta mar.
Lo que evitó ese choque fue que la flota de D´Aigalliers se dirigió a Alejandría pasando por Candia (costa africana), describiendo una línea angular, mientras que la británica navegaba directamente a ese puerto desde Siracusa y viceversa.
Por dos veces Nelson halló el puerto egipcio vacío de buques franceses. Había llegado con dos días de antelación y se fue un día antes de que lo hiciese Napoleón y su ejército invasor.
El Culloden fue destacado a Coron y Troubridge retornó con las mismas nuevas: el enemigo había sido visto en dirección sureste hacía 4 semanas.
De nuevo las proas británicas apuntaron hacia el puerto egipcio y, por fin, el 1 de agosto divisaron un enorme grupo de buques franceses fondeados, eran los transportes que habían desembarcado todos los efectivos para llevar a cabo la invasión.
El puerto estaba saturado y la flota de guerra tuvo que atracar en la bahía de Aboukir, 37 km. al este, la única rada en toda la costa egipcia, excepto Alejandría. La flota de Nelson llegó allí a las 5.30 de la tarde de ese mismo día.
En numerosos consejos de guerra a bordo del Vanguard, durante la penosa travesía, Nelson había explicado hasta la saciedad a todos sus capitanes el plan de ataque en caso de encontrar al enemigo, en cualquier de sus formas o posiciones.
Desde el puerto de Alejandría, las tropas francesas desembarcadas habían vislumbrado, varias veces, el ir y venir de embarcaciones inglesas menores de reconocimiento y eran, por tanto, conscientes de que la flota británica podía aparecer en el horizonte en cualquier momento y lanzar un ataque.
Estos informes llegaron puntualmente al almirante Brueys D´Aigalliers en Aboukir, a 37 km de distancia. El almirante galo reforzó la posición de sus barcos y arrimó la cabeza de la línea lo máximo que pudo a aguas someras, con objeto de, en caso de aparecer la flota británica, frustrar su entrada tras la línea francesa por ese punto, pues era poco probable que lo intentase por la retaguardia, ya que de vuelta encontrada tendría el viento en proa y obligarla, así, a iniciar la acción por estribor.
Además, y como refuerzo defensivo, los galos montaron varias baterías en la isla de Aboukir, que incluían fuegos de mortero y cañones de grueso calibre, hacia la que apuntaba la línea de navíos, que, unido al castillo ya existente, suponía otro escollo para el avance de la flota inglesa por ese punto.
El buque francés más próximo a los bajíos era el Guerrier (74) y tras él y a una distancia de menos de 20 mts aparecía el bauprés del Conquerant (74) y a su popa y en sucesión los navíos Spartiate (74), Aquilón (74), Peuple Souverain (74), Franklin (80), insignia del contralmirante Blanquet de Chayla, L´Orient (120), insignia del almirante D’Aigalliers, Tonnant (80), Heureux (74), Mercure (74), Guillaume Tell (80), insignia del contralmirante Villeneuve, Genereux (74) y Timoleon (74), todos ellos anclados en una línea prieta.
Entre esta formidable muralla artillada y la playa se encontraban las fragatas francesas Serieuse, Artemise, Diane y Justice, así como las cañoneras L´Oranger, Portugaise y Hercule y las balandras de 18 cañones Salamine y Railleur.
Una buena parte de las tripulaciones se hallaba en las inmediaciones cavando fosos de donde sacar agua fresca, un bien muy preciado en aquellas latitudes, sobre todo en pleno verano y tras una frenética actividad física, cuando se presentó la escuadra de Neslon.
Normalmente, las fragatas son destacadas en labores de vigilancia y advertencia de la aproximación de flotas enemigas por su movilidad y maniobrabilidad. En este caso, todas las fragatas francesas estaban ancladas e inertes, asistiendo a la marinería en sus labores zapadoras.
Cuando a las 17.30 horas del 1 de agosto, y después de la confirmación de que las velas que se aproximaban por el oeste eran enemigas, el capitán Gillet del Franklin sugirió a Brueys salir a su encuentro.
Pero este, después de consultar con el resto de oficiales de la flota y obtener una negativa, declinó la propuesta y ordenó izar el estandarte de guerra en su buque insignia al lado de la tricolor, a la vez que mandaba despejar todas las cubiertas y prepararse para servir las piezas, principalmente las de estribor, que era por donde se esperaba llegase el enemigo.
El L´Orient estaba recibiendo una capa de pintura en el casco y algunos botes permanecían abiertos, junto con disolventes y otros materiales necesarios para esa labor.
Suele argüirse que la flota francesa fue cogida por sorpresa y su tripulación inmersa en múltiples tareas y sus cañones todavía con las bocazas. Esto no es cierto.
Desde la llegada de los buques a Aboukir, el almirante Brueys había tomado todas las precauciones propias de la defensa ante un posible ataque enemigo, pues la inteligencia en Alejandría le había informado que una flota británica surcaba el Mediterráneo en su busca desde hacía varios meses, lo que queda demostrado por la cuidadosa disposición de sus navíos cuyos bauprés, en algunos casos, se encaramaban en la toldilla precedente.
Lo que sí es verdad es que el almirante francés contaba con que el lado de sotavento de su línea (a babor) quedaría completamente protegido por la situación próxima a la isla de Aboukir y que sólo un loco intentaría penetrar por tan angosto espacio, arriesgándose a sufrir el fuego de las baterías de costa y de los propios buques, amén de encallar.
Sin embargo, la marea vespertina se alió con los barcos ingleses, facilitando su paso a través de esas aguas poco profundas.
A las 18.00, la escuadra de Nelson, con el viento en popa, dejaba ver claramente sus banderas, a pesar de que la luz empezaba a escasear y el primer navío, Culloden, embarrancó en las inmediaciones de la isla de Aboukir.
Tras él, el Goliath del capitán Foley avanzaba hacia la cabeza de la línea francesa, procurando evitar los costados del Guerrier y aproximándose por la aleta de proa de estribor y, al mismo tiempo, soltando cable de sondeo para alejarse del fondo arenoso y evitar lo sucedido a su predecesor, que fue asistido por la fragata La Mutine.
El Zealous era el matalote de popa de Foley, a escasos 150 mts., también avanzando con sumo cuidado para no encallar, con toda la tripulación y oficiales echados sobre cubierta, conscientes del poderío de los barcos franceses de 74 cañones. Las baterías costeras empezaron a aullar y algunos balazos atravesaron el aparejo inglés.
Varios de los cañones de babor de la primera batería del Guerrier habían sido trasladados a estribor del castillo de proa y estos empezaron un fuego vivo sobre el bauprés del Goliath, dando como resultado el destrozo del mastelero de velacho y verga del trinquete, así como varios muertos y heridos en cubierta por astillazos y metralla.
La cabeza de William Davies, ayudante del reverendo de abordo, fue arrancada de cuajo y el guardiamarina de la primera batería Andrew Brown quedó desmembrado.
La segunda sacudida del Guerrier abrasó la piel del teniente Wilkinson y las tablas voladas de la borda hirieron de gravedad a los guardiamarinas Graves y Payne y al maestro Strachan.
La ortodoxia marinera francesa aconsejaba disparar al aparejo para inutilizar y dejar al navío enemigo al pairo.
Desde su buque, D´Aigailliers estaba perplejo ante la osadía del enemigo y confiaba que embarrancasen en cualquier momento, dado que en ese tramo de la bahía la profundidad no era superior a 10 mts, justo el límite de calado de la mayoría de los navíos de 74 cañones.
Entonces el Goliath se deslizó a través de la proa del barco francés, redujo aparejo y descargó al unísono toda su artillería de babor, provocando una carnicería en la primera batería del buque galo.
En ese momento, el capitán D´Albarde, del Conquerant, ya había dispuesto que los servidores de las piezas de babor, hasta ese momento reforzando las de estribor, tomasen sus puestos inmediatamente.
El suspense que provocaba el posible éxito de la maniobra británica de surcar aguas someras para doblar la línea francesa por la vanguardia había dictado, hasta el momento en que el Goliath dobló al Guerrier, la disposición y los preparativos de lucha en toda la flota gala, pues Brueys estaba convencido que los navíos de línea encallarían uno detrás de otro a estribor y que las baterías de babor se quedarían sin objeto de fuego.
Cuando el Zealous siguió sus aguas fue recibido por el Guerrier con una horrible descarga que partió en dos a un infante de marina y mutiló severamente a otros 7.
Sin embargo, el buque británico que hasta ese momento había aguantado estoicamente el bombardeo, pasó a su vez detrás del Guerrier y escupió todos sus cañones de enfilada, destrozando completamente la popa del barco francés.
El almirante ordenó a la fragata Serieuse desanclar y servir de cebo para que los navíos británicos fuesen a su encuentro, mientras se reforzaba el lado de babor de la línea.
El Goliath se prolongó al Conquerant y el Zealous al Guerrier. Las baterías de babor del Zealous descargaron su furia con una cadencia tal que, exactamente a las 18.41, el barco francés había sido silenciado, es decir, su defensa había durado 11 minutos, aunque hay que hacer notar que ya había recibido 4 andanadas (dos de cada barco británico al ser doblado por la popa) de 35 cañonazos cada una en menos de 9 minutos, antes de la puntilla administrada por el Zealous.
El Conquerant había tenido algo más de tiempo y se resistía numantinamente al demoledor ataque del Goliath de Foley, pero no pudo evitar una masacre entre su tripulación, sobre todo en su primera batería, donde la mitad de las piezas habían sido desmontadas.
Foley, muy querido por Nelson y reputado como uno de los mayores carniceros de la Royal Navy, debido a su preferencia de utilizar el arma más terrible a medio tiro de pistola (40 mts), es decir, a quemarropa: la carronada.
Ordenó dos descargas más sobre el agujereado casco del navío francés, una vez que éste había casi arriado su pabellón.
Cuando el Conquerant fue tomado, un infante de marina inglés de la dotación de presa tuvo que ser atendido por los médicos de a bordo por un episodio de lipotimia aguda, después de ver varias extremidades y vísceras humanas colgando del aparejo e incrustadas en los restos de la arboladura. Foley intentó tranquilizar al chaval diciéndole que esos desgraciados no habían sentido nada.
Otro mito de la marina de guerra inglesa, el capitán James Samaurez, del Orion, después de descargar dos andanadas más al Guerrier, cuyas cubiertas eran ya un amasijo de sangre y restos humanos, de enfilada y otras dos por la aleta de popa al Conquerant, descerrajó otra con sus baterías de estribor a media distancia sobre la fragata Seuriuse, que a duras penas avanzaba de bolina hacia la vanguardia francesa y que supuso su hundimiento casi inmediato.
Samaurez ancló su navío entre el cuarto y quinto franceses, el Franklin y el Peuple Souverain, cuyas piezas de babor ya estaban preparadas para distribuir fuego. Las baterías del Franklin devolvieron el fuego al Orion casi de inmediato y una astilla voló la cabeza de Baird, ayudante del capitán y casi mata a éste.
El Peuple se encontraba en paralelo a escasos 100 metros del buque inglés, que ancló para evitar los costados franceses, pero tardó en ponerse en facha y ofreció un blanco perfecto al deslizarse por la inercia de la marcha.
En ese momento, bramaron las baterías del Peuple y, el impacto sobre el buque inglés lo dejó sin su primer timonel, P. Sadler, que apareció adherido en el alcázar, mientras que los guardiamarinas Richardson, Miell y Lanfesty quedaron contusos e inútiles para el resto del combate.
La acción entre el Theseus, capitán Miller, que se emparejó con el Spartiate (futuro integrante de la línea inglesa en Trafalgar), fue de las más sangrientas.
El navío británico se ensañó con el ya maltrecho Guerrier, al seguir las mismas aguas que sus predecesores, pero, cuando tuvo que maniobrar para evitar al Orion, un golpe de viento lo acercó más de lo que Miller hubiese deseado al Spartiate de Emerlau y éste le envió una salva de recepción mortífera que descuartizó a cinco marineros que operaban los cañones del castillo de proa y decapitó al teniente Hawkins.
Parte de la arboladura se precipitó sobre el entrepuente y causó varias heridas a los que allí se encontraban, a pesar de las redes de protección.
Mientras todo esto sucedía por babor de la línea gala, Nelson, consciente de que los buques galos habían sido suficientemente castigados, llevó su buque en dirección al lado de estribor de la formación francesa, siendo el primero de los británicos en tomar esta derrota.
Ese lado estaba prácticamente intacto, si acaso algún desperfecto en el Guerrier por los sucesivos ametrallamientos en hilera, pero los capitanes franceses veían como, debido a la mortandad en sus filas, una buena parte de las armas no podían ser utilizadas, al tener que repartir a sus tripulaciones entre ambos costados.
El Vanguard, que parecía un barco fantasma con su tripulación invisible desde la línea gala, se acercó en perpendicular a la aleta de proa del desmantelado barco francés, sin que éste pudiese efectuar un solo disparo.
Con una suave brisa del noreste, la maniobra de aproximación del buque inglés duró más de 15 minutos y la visibilidad ya era muy escasa. En su paso sobre la línea francesa, el siguiente buque era el Conquerant, que se batía con el Goliath por babor.
Parte de las piezas de estribor del Conquerant vomitaron su carga sobre la arboladura del insignia inglés y provocaron la caída del mastelero de velacho y partió por la mitad el palo de trinquete.
Emerlau, desde el castillo de popa del Spartiate, el siguiente barco francés, vio como el Vanguard encajaba su andanada aterradora que se llevaba por delante a 8 marinos y al capitán de infantería de marina Faddy.
Hasta ese momento, el navío inglés no había abierto la boca. Avanzaba por la vanguardia francesa lenta y deliberadamente. De repente, el Vanguard, que se había situado a medio cable en paralelo al Spartiate, descargó toda su artillería de estribor y arrancó casi todo la borda del castillo de proa.
El barco francés devolvió el fuego y dejó la 1ª batería inglesa ciscada de cadáveres y contusos, así como el entrepuente, donde se podían contar hasta 20 cuerpos desintegrados, entre ellos los de los oficiales Seymour y Taylor, cuya cabeza fue lanzada por la borda de babor.
Nelson no se arredró y viendo que su enemigo tardaba en disparar, se acercó un poco más y el Vanguard fusiló a bocajarro al Spartiate, que, con varios disparos a la lumbre del agua, empezó a escorarse, mientras su madera se teñía de rojo por el efecto terrible de las carronadas.
Inexplicablemente, el navío francés se recuperó y volvió a escupir plomo sobre el barco inglés, cuyas baterías fueron casi desmontadas por completo, sobre todo la segunda, hiriendo severamente a los tenientes Vassal y Adye.
Una de las astillas arañó la frente del contralmirante inglés, desprendiéndola parcialmente sobre su ojo sano. Creyendo que la herida era mortal, la tripulación bajó a Nelson a la enfermería que, viendo una fila interminable de heridos que esperaban a ser atendidos, insistió en aguardar su turno.
Allí, el cirujano certificó que se trataba de un rasguño y no había afectado al cráneo. Berry, segundo al mando de Nelson, veía como el siguiente barco inglés, el Minotaur, al mando de Thomas Louis, estaba a punto de prolongarse al Aquilón de Thevenard y podría aliviar un poco su situación entre dos fuegos, pues aquél ya había infligido un severo daño a la proa del Vanguard, cuando se puso a tiro de sus cañones del castillo.
Cuando el Minotaur se prolongó al Aquilón, el barco inglés llevó, inicialmente, la peor parte, tras recibir el impacto de lleno de 35 cañones disparados al unísono en la andanada francesa más certera de toda la batalla, ya que, la mitad de los marineros fueron arrasados de sus cubiertas, dejando casi al pairo al barco, después de 15 minutos de intercambio de fuego.
Además, una segunda ráfaga destrozó a 18 marinos de la batería principal, además de acabar con la vida del teniente de infantería de marina Kirchner y al clérigo ayudante Walters.
El desplome de la arboladura hirió de gravedad al teniente Irwin y al teniente de marines Jewell. Una astilla se clavó en el brazo del segundo clérigo Thomas Foxten y una bala de cañón segó el pie derecho del guardiamarina Martín Wills.
Sin embargo, la última andanada de este intercambio fue demoledora para el Aquilón, ya que cuando los cañones del Minotaur se recuperaron de la conmoción y devolvieron el fuego, convirtieron los puentes del bajel galo en una carnicería y arrancó de cuajo el mascarón de proa.
El Defence de John Payton seguía de cerca al Minotaur y se emparejó con el Peuple, que ya había sido castigado por babor por el Orion.
Sin embargo y, ante la llegada de un nuevo enemigo por estribor, el buque francés ametralló al barco de Payton, que vio como su casco era agujereado en la aleta de estribor, amén de despedazar a cuatro marinos en las inmediaciones del palo mayor.
Por su parte, el navío de Payton, que todavía no había contribuido a la humareda con sus cañones, y una vez que su proa estuvo a medio cable de la popa del Peuple, iluminó el atardecer egipcio mediante la descarga de toda su artillería sobre el ya agujereado casco del buque galo, que quedó ligeramente escorado, haciendo agua por ambos costados.
Aprovechando la incipiente oscuridad y con su farol de proa apagado, el Leander de Thomas Thompson maniobró, casi abarloándose con su hermano Defence, para situarse en la aleta de popa del Peuple.
Los cañones guardatimones de éste aullaron al unísono con los del alcázar y la arboladura anterior del Leander quedó hecha trizas. Thompson, que hasta ese momento se congratulaba porque ninguno de sus hombres había sido herido, quedó aterrado al ver como una de las vergas y el mastelero de velacho aplastaban a 5 marinos en la cubierta.
Pero el buque británico había conseguido su propósito y estaba ahora casi perpendicular al Peuple, por estribor a tiro de pistola, y al Franklin, por babor.
A pesar de ser sólo 20, cuando sus armas del costado derecho vomitaron la carga, convirtieron la galería de popa del navío galo en un montón de escombros; astillas y cristales atravesaron raudos el puente inferior, acuchillando las figuras, algunas de ellas ya moribundas, que apenas se veían en una completa oscuridad, tras haber despedazado todos los faroles.
En este momento de la batalla, tras haber sido ametrallado por ambos costados durante casi dos horas ininterrumpidamente y sin poder cortar sus cables para evitar el castigo, en las baterías del Peuple se hacinaban los muertos, principalmente en la primera, y los heridos emitían horribles quejidos que sólo eran apagados con cada nueva andanada.
El Leander, al disparar de enfilada, no hizo más que rematar las pocas esperanzas de este buque al que no le quedaba un solo palo donde izar la tricolor. Fue uno de los primeros en rendirse.
Gillet, capitán del Franklin, tras ver el desarrollo del plan de ataque británico, había saturado de cañones el castillo de proa y, cuando el Leander se ensañaba con el Peuple, sostuvo el fuego unos instantes hasta que los destellos de los fogonazos de éste le indicaron dónde se encontraba.
Entonces, 12 bolas de hierro propulsadas a una velocidad infernal, segaron por completo la arboladura del navío inglés. Mientras, el contralmirante Blanquet de Chayla, que enarbolaba su insignia en el 80 cañones francés, ordenaba que las piezas de estribor estuviesen preparadas, al ver la aproximación del siguiente buque británico, el Swiftsure de Benjamín Hallowell, que navegaba casi en paralelo a babor del Leander.
Siguiendo órdenes específicas de Nelson, sus navíos sólo llevaban encendidos los faroles de popa, para servirse de guía unos a otros y dificultar al máximo su localización al enemigo.
Cuando el Leander perforó la línea francesa, Hallowell dirigió su proa directamente hacia la aleta de popa del Franklin, maniobra en la que invirtió apenas 9 minutos.
Prácticamente noche cerrada, los navíos se aproximaban en silencio a sus enemigos y su presencia era sólo advertida por la luz cegadora de la deflagración de las andanadas.
El Swiftsure todavía no había hecho un disparo cuando los 35 cañones de estribor del insignia de Chayla fueron descargados, perforando su proa y desmembrando a tres infantes de marina, el palo de trinquete salió despedido, el bauprés quedó reducido a un muñón y el mascarón de proa desfigurado.
El navío británico vaciló en su acercamiento debido al efecto monstruoso de la siguiente andanada del Franklin, que conservaba intacto su poder artillero.
La dirección del viento impidió a aquél un acercamiento por la aleta. Cuando la proa del barco de Hallowell se hallaba a menos de medio cable por estribor, encajó una ráfaga mortífera que arrasó a cuatro marineros en la primera batería e hirió a otros 15, 4 de ellos de gravedad, como resultado de diversas amputaciones, entre ellas, la de la mano derecha del guardia marina Smith.
El potente 80 cañones francés fue uno de los mayores escollos para los ingleses, no sólo por su formidable estructura y despliegue armero, sino también debido a su situación en el medio de la línea, protegido a popa por el insignia de D´Aigalliers y a proa por el Peuple, pero aún así no pudo evitar que la caída de una astilla hiriese a De Chayla.
Pero la consecuencia más dramática para el lado británico, por haber atacado una fuerte línea cerrada, quedó patente a bordo del HMS Bellephoron, capitán Darby.
Según el plan diseñado por Nelson, sus barcos, uno por uno, debían atacar sucesivamente la flota francesa empezando por la vanguardia. El navío de Henry Darby venía justo detrás del Defence y tuvo que ceder el paso a los más rápidos Swiftsure y Leander, que había hecho una aproximación casi perpendicular, mientras que los primeros que se acercaron por estribor de la línea gala habían descrito una trayectoria en 90º para evitar, en lo posible, los ametrallamientos en hilera.
Cuando el comandante en jefe de la flota francesa se enteró de su designación para ayudar a transportar al ejército de invasión a Egipto, supo que debería albergar en su navío a Napoleón. Reservó su camarote más lujoso para alojar al general Bonaparte durante la travesía desde Toulon.
El mismísimo D´Aigalliers había accedido a morar en el del capitán Gillet, para ceder su habitáculo al héroe de la invasión de Italia.
Cuando el ejército y material bélico había sido desembarcado en Alejandría, el coloso francés, maniobrando para salir del puerto, aplastó una pequeña balandra, causando la muerte de todos sus pescadores, salvo uno que se lanzó al agua in extremis.
Con sus casi 2.200 toneladas de desplazamiento, el L´Orient era uno de los buques más pesados del mundo y los costados infundían terror a sus enemigos.
Una auténtica muralla artillada flotando en medio de la línea francesa y con el palo mayor elevándose más de 90 metros sobre la superficie, el L´Orient ya había disparado varias salvas en la distancia al Swiftsure cuando éste se cernía sobre el Franklin.
Imitando a sus predecesores, el Bellerophon se aproximaba mudo y sombrío. El Guerrier y el Conquerant, al principio de la línea ya habían arriado bandera y sólo se oían algunos cañonazos en el tercer y cuarto emparejamiento, por lo que el capitán del insignia francés, Gantaume, se hallaba con el catalejo sellado al ojo derecho.
Cuando el juanete anterior del buque inglés delató su presencia, el capitán hizo una señal con el brazo y, segundos después, un estruendo espantoso rasgó la noche africana. A pesar de encontrarse a más de un cable, la madera de la aleta de proa del Bellerophon quedó completamente desecha y su entrepuente sembrado de cuerpos mutilados, entre ellos el del teniente de marines Robert Savage.
El buque inglés, sin embargo, ya tenía amartillados todos sus cañones de estribor. Gracias a la iluminación momentánea, ubicó al gigante galo y, cuando no había pasado un minuto, soltó una andanada que acribilló parcialmente su casco, desmontando algunas piezas en el puente inferior.
Las baterías del navío francés dispararon de nuevo. La contestación del L´Orient supuso una carnicería en el barco de Darby, además de desarbolarlo casi completamente.
En este intercambio de metralla, el inglés recibió la peor parte, pues a los 20 minutos se hallaba a la deriva, y se acercó a tiro de pistola involuntariamente.
Con la mitad de su tripulación fuera de combate y el propio Darby herido de gravedad, el Bellerophon era ahora un blanco casi inmóvil. Dos ráfagas más del barco francés a bocajarro lo dejaron raso como un pontón.
De sus 590 hombres, casi doscientos habían sido inutilizados, de los cuales 50 yacían inertes en las cubiertas. Los cuerpos de los tenientes Watson Launder y Geroge Joliffe estaban destrozados y el clérigo Thomas Ellison se había desangrado tras un cañonazo en la ingle.
Sin posibilidad de maniobra y con sus cubiertas encharcadas de sangre, el buque inglés era un enorme casco a la deriva.
El capitán Ball, desde el castillo del Alexander, tuvo que ordenar reducir aparejo para no colisionar con el Bellerophon, que abandonaba la lucha completamente desmantelado.
El Alexander venía a todo trapo en auxilio de su hermano y, cuando su proa se encontraba a menos de un cable del insignia francés, sufrió una rociada de consecuencias sangrientas.
De los 55 cañones que montaba el L´Orient por estribor, todavía estaban útiles 45, el resto había sido silenciado por las baterías del Bellerophon.
El insignia galo volvió a bramar. Una de las balas de palanqueta descuartizó al teniente John Collins, que se hallaba a escasos metros del capitán Ball, e hirió gravemente al capitán de marines Cresswell y al clérigo William Lawson.
El Alexander no podía devolver el fuego, pues se acercaba de cara, intentando mantenerse por la aleta de popa del barco francés. La siguiente ráfaga de éste partió en dos el palo mayor, provocando la caída del aparejo sobre los guardiamarinas Bulley y Anderson, que resultaron heridos.
Además, los balazos que entraron por las bocas de sus cañones se llevaron por delante a 13 infantes de marina y desmontaron 3 piezas.
Sin embargo, todos estos fogonazos estaban indicando al buque inglés la posición exacta de la popa del L´Orient. El Alexander consiguió situarse de enfilada y descargó 30 balazos dobles que arruinaron la galería trasera y parte de la metralla hirió al almirante D´Aigailliers en el tórax.
En menos de 3 minutos, otra andanada sembró de cadáveres la primera batería y mató al capitán Casabianca, cuyo hijo de diez años se encontraba a bordo.
En estos momentos el insignia estaba siendo ametrallado por dos buques enemigos, siendo el otro el Swiftsure que se había situado perpendicular a su proa. Una nueva descarga del Alexander, que había anclado casi a toca penoles, provocaron un pequeño fuego en la toldilla.
Mientras todo esto sucedía a estribor de la línea francesa, el Leander había conseguido pasar a babor, después de haber contribuido a la rendición del Peuple Souverain, y, junto con el Orion, acribillaron el costado izquierdo del Franklin y se dirigían ahora sobre el L´Orient.
El capitán del Leander, Thompson, ordenó concentrar su artillería en la popa, donde se había declarado el incendio, para evitar que la tripulación pudiese extinguirlo.
En menos de dos minutos, y tras pequeñas explosiones de cubos de material inflamable, las llamas devoraban el palo de mesana y el fuego se extendió por toda la popa.
Una ráfaga servida por el Swiftsure desmontó todos los cañones del castillo de proa y atravesó la cintura del almirante D´Aigailliers, que se desplomó partido en dos. A las 9.45, el fuego adquirió proporciones enormes y la noche egipcia se iluminó como consecuencia de la gigantesca tea que era ahora el L´Orient.
Casi todos los botes estaban desechos por los cañonazos y a bordo se encontraban 400 hombres todavía con vida.
Los navíos de las inmediaciones se esforzaban por alejarse, pues la deflagración era inminente, mientras la tripulaciones humedecían el aparejo.
El capitán Ganteaume, futuro almirante de la flota de Brest, ignorando las normas de evacuación caballeresca, se lanzó al agua y nadó hasta la fragata Artemise; 70 hombres siguieron su ejemplo. Ganteaume sería quien, en octubre de 1799, llevaría a Napoleón de vuelta a Francia en la fragata La Muiron.
Nelson, todavía en la enfermería, fue enviado a buscar para presenciar el espectáculo. Los cañonazos cesaron momentáneamente y toda la atención se centró en la mitad de la línea francesa.
A las 9.55, una apocalíptica explosión, audible en Rosetta a 40 km de distancia, dejó sordos por un momento a todos los que observaban.
El resplandor se vio en Alejandría, a 37 km al oeste. La onda expansiva abrasó parte del velamen del Leander. Segundos después, una lluvia de escombros y astillas apuñalaron la bahía.
Uno de los masteleros, todavía en llamas, cayó sobre el Alexander, iniciándose un pequeño fuego que fue extinguido rápidamente. Vísceras y extremidades se precipitaron al interior de los navíos.
Las aguas se tiñeron de rojo, donde empezaban a ser visibles algunas aletas de escualo. El carbonizado palo de mesana fue hallado en la playa, a casi un kilómetro, mientras que el palo mayor se desintegró, parte cayó en el Swiftsure y el capitán Hallowell lo convirtió en un ataúd que regaló a Nelson. El timón, de más de 15 toneladas, apareció flotando a más de un kilómetro.
Después de la conmoción, se inició una frenética recogida de náufragos. Los navíos ingleses hicieron todo lo posible por salvar a los desdichados que todavía quedaban con vida, principalmente los que había saltado antes del estruendo. Instantes después los cañonazos continuaron, aprovechando la tétrica luminosidad.
El Majestic de Westcott siguió su bombardeo al Tonnant de Thouars, mientras que el Theseus y el Goliat, que habían avanzado a sotavento de la línea francesa, ya habían infligido un severo daño al Mercure de Cambon y al Heureux de Etienne, respectivamente.
Los 40 cañones de estribor del Tonnant habían descerrajado varias andanadas deletéreas sobre el Majestic antes de que el capitán Thouars, en un lugar privilegiado, hubiese presenciado horrorizado la hecatombe del buque insignia.
La última de ellas se había llevado por delante a vida del capitán Westcott, del guardiamarina Ford y del timonel Gilmour, así como a 30 marineros.
Pero la respuesta del buque inglés no se hizo esperar. Una ráfaga a bocajarro arrancó de cuajo las piernas al capitán Thouars. Aplicados dos torniquetes in situ, el oficial insistió en que lo subieran a un barril de cereal para seguir el combate desde allí, murió desangrado a los pocos minutos, pero antes ordenó que la bandera fuera clavada al palo mayor y no rendida.
La siguiente salva del Majestic redujo la primera batería del barco galo a un montón de carne desecha. La réplica gala hirió de gravedad a los guardiamarinas Seaward y Royle y al ayudante del capitán, Overton. Ya en la madrugada del día dos, el Tonnant había sido capturado.
El Heurex y el Mercure, viendo la debacle sufrida en sus filas, cortaron sus cables e intentaron abandonar la bahía, pero embarrancaron.
En el intercambio de andanadas con sus parejas y antes de rendirse, ya de madrugada, ambos sufrieron una mortandad horrible, a pesar de la ayuda de las fragatas Diane y Artemise. El contralmirante de Crest, que enarbolaba su insignia en la primera, fue destrozado por un cañonazo del Theseus.
Nelson, ya recuperado de su herida, mandó que los últimos barcos franceses, el Guillaume Tell, Genereux y Timoleon fueses cañoneados cuando empezaba a despuntar el día. Durante la batalla, estos tres barcos habían visto las señales emitidas desde el buque insignia que ordenaban apoyar la vanguardia y el centro de la línea.
Villeneuve, futuro comandante en jefe de la combinada en Trafalgar y que volaba su insignia en el primero, había hecho caso omiso, ya fuese porque tenía el viento en contra y por cualquier otra razón.
Ante la horrible visión que se extendía ante sus ojos, con la bahía salpicada de cuerpos desmembrados, Villeneuve cortó sus cables y ordenó a los otros barcos que le siguieran, así como a la fragata Diana y Justice. El propio Nelson dijo “victoria no es una palabra que pueda justificar semejante escabechina”. El Timoleon fue capturado e incendiado, pero los demás consiguieron huir.
El Genereux, sin embargo, todavía no había dicho su última palabra en este enfrentamiento. Villeneuve, rabioso e impotente, había ordenado a sus navíos una búsqueda y destrucción pertinaces en las inmediaciones de la costa africana de cualquier embarcación inglesa, para acallar los ecos de la reciente humillación infligida por la escuadra de Nelson.
Así, el 18 de agosto, cuando el Genereux del capitán Joille patrullaba a cinco millas (ocho kilómetros) al oeste de Goza, cerca de la isla de Candia, vislumbró al alba una vela por la bordada del oeste, Joille, con el viento en popa, ordenó ampliar toda la lona y se lanzó en su persecución, mientras el extraño hacía lo posible por alejarse, lo que confirmaba que se trataba de un barco enemigo.
A medida que se iban acercando, los vigías de las cofas lo señalaron como un navío inglés de dos puentes y con el aparejo medio deteriorado. A las 8 de la mañana, se hallaba a tiro de cañón de larga distancia (unos tres kilómetros) y Joille disparó varias salvas para que se detuviese de inmediato.
El buque inglés navegaba renqueante y pronto se dio cuenta que la huida era inútil. Una hora más tarde el Genereux se hallaba a menos de un kilómetro. En ese momento, el navío británico empezó a disparar sobre el francés.
Joille devolvió el fuego y varios balazos perforaron su casco. El bajel inglés había reducido completamente el aparejo y se había puesto de costado ante la aproximación inminente del Genereux, que enarbolaba visiblemente la tricolor francesa en el palo mayor.
A las 9.30 su costado de estribor se hallaba a menos de dos cables y empezó un cañoneo ensordecedor. El buque inglés resultó ser el Leander, de 50 cañones, capitán Thompson, en el que iba el capitán Berry con los despachos oficiales de Nelson sobre la batalla y se dirigía a Gibraltar.
Superviviente de su enfrentamiento con el L´Orient, el Leander distaba mucho de ser rival para el Genereux (74), intacto en sus baterías y velamen.
Joille había presenciado toda la acción desde su posición al final de la línea francesa y no llegó a disparar un solo tiro, mientras que el Leander se había batido con varios buques galos y estaba falto de muchos masteleros y vergas y tenía varios cables pasados a balazos.
Consciente de esto, Joille se acercó a tiro de pistola y bombardeó sin piedad al ya maltrecho Leander. Éste devolvía el fuego como podía.
Al cabo de media hora, el buque inglés empezó a derivar. Con un tercio menos de su tripulación tras la batalla del día 1, el servicio de las piezas estaba considerablemente desatendido.
El Genereux buscó mayor proximidad para culminar su captura mediante un abordaje. En ese momento, desde el barco inglés, que ya llevaba algún tiempo silenciado, se solicitó el cese del fuego.
En sus cubiertas yacían 24 marinos muertos, así como 8 guardiamarinas y casi 60 heridos, 15 de ellos con amputaciones severas. Antes del mediodía, el Leander era rendido y los oficiales supervivientes transbordados al Genereux. Los despachos dirigidos al almirantazgo fueron incautados, lo que retrasó considerablemente la llegada de tan dichosas noticias a la Gran Bretaña.
Al final de la campaña de Aboukir, los británicos tuvieron en torno a 1.000 bajas, con cerca de 400 muertos. La escuadra de Brueys cerca de 1.500 muertos y 2.000 heridos, además de 3.000 prisioneros que fueron devueltos al comandante del puerto de Alejandría, ya que la flota británica no podía atenderlos.
Anexos
Orden de batalla de las escuadras francesa y británica en Aboukir (Nilo), 1798
Escuadra británica | |||||
Navío | Cañones | 1ª batería | 2ª batería | Alcázar, castillo y toldilla | Capitán |
Goliath | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib.- 4×9 lib.+ 2×68 c. | Capt. T. Foley |
Zealous | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib.- 6×12 lib. | Capt. S. Hood |
Orion | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 16×9 lib.- 6×18 c. – 2×32 c. | Capt. J. de Saumarez |
Audacious | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 16×9 lib.- 6×18 c. – 2×32 c. | Capt. D. Gould |
Theseus | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 12×9 lib. – 4×9 lib. | Capt. R. Miller |
Vanguard | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×24 c. – 6×9 lib. | Capt. E. Berry Insignia Contra almirante Nelson |
Minotaur | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 10×32 c. – 4×9 lib. – 2×32 c. | Capt. T. Louis |
Defence | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib. – 6×9 lib. | Capt. J.Peyton |
Bellerophon | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib. – 4×9 lib. – 2×24 c. | Capt. H. Darby |
Majestic | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib. – 4×9 lib. | Capt. G. Westcott |
Leander | 50 | 22×24 lib. | 22×12 lib. | 10×24 c. – 2x24c. | Capt. T. Thompson |
Alexander | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib. – 4×9 lib. | Capt. A. Ball |
Swiftsure | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib. – 4×9 lib. | Capt. B. Hallowell |
Culloden | 74 | 28×32 lib. | 28×18 lib. | 14×9 lib. – 4×9 lib. | Capt. T. Troubridge |
Escuadra francesa | |||||
Navío | Cañones | 1ª batería | 2ª batería | Alcázar, castillo y toldilla | Capitán |
Guerrier | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 16×8 lib. | Capt. T. Trullet |
Conquerant | 74 | 28×18 lib. | 30×12 lib. | 8×6 lib. | Capt. S. Dalbadare |
Spartiate | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 8×6 lib. – 4×36 ob. | Capt. M. Emeriau |
Aquilon | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 16×8 lib. | Capt. H. Therenard |
Peuple Souverain | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 16×8 lib. | Capt. P. Raccord |
Franklin | 80 | 30×36 lib. | 32×24 lib. | 18×12 lib. – 6×36 ob. | Capt. M. Gilet Insignia de Contra almirante De Chayla |
Orient | 120 | 32×36 lib. 32×24 lib. | 18×12 lib. | 18×8 lib. – 6×36 ob. | Capt. H. Ganteaume Capt. Casabianca Insignia Vice almirante Brueys |
Tonnant | 80 | 30×36 lib. | 32×24 lib. | 18×12 lib. – 6×36 ob. | Capt. Dupetit Thouars |
Heureux | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 16×8 lib. | Capt. J. Etienne |
Mercure | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 16×8 lib. | Capt. Cambon |
Guillaume Tell | 80 | 30×36 lib. | 32×24 lib. | 18×12 lib. – 6×36 ob. | Capt. Saulnier Insignia Contra almirante Villeneuve |
Genereux | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 16×8 lib. | Capt. Le Joille |
Timoleon | 74 | 28×36 lib. | 30×18 lib. | 16×8 lib. | Capt. J. Trullet |
Fragatas | |||||
Serieuse | 32 | 26×12 lib. | – | 6×6 lib. | Capt. C. Martin |
Artemise | 32 | 26×12 lib. | – | 6×6 lib. | Capt. P. Standelet |
Diane | 40 | 28×18 lib. | – | 12×8 lib. – 4×36 ob. | Capt. E. Solen Insignia Contra almirante Decres |
Justice | 40 | 28×18 lib. | – | 12×8 lib. – 4×36 ob. | Capt. J. Villeneuve |
Bajas
Según William James los franceses tuvieron 9 navíos y 2 fragatas apresados, un navío explotado (L’Orient), una fragata hundida y sólo 3 pudieron escapar con las otras dos fragatas. De los capturados los Guerrier, Conquérant, Spartiate, Aquilon, y Tonnant estaban completamente desmantelados; El Peuple-Souverain conservaba sólo el palo de mesana, y el Franklin, su trinquete, pero sus cascos no estaban mucho mejor que los demás buques apresados. En cuanto al Mercure y el Heureux sólo estaban ligeramente dañados ya que había quedado varados y tras remolcarlos se encontraban en magnificas condiciones.
Los británicos no perdieron ningún buque y sólo el Bellerophon estaba completamente desarbolado. El resto sufrió la pérdida de algún palo, verga o mastelero.
Nombre buque | Cañones | Dotación | Mandos | Estado tras la batalla |
AQUILÓN | 74 | 700 | THEVENARD | Capturado |
ARTEMISE(fragata) | 40 | 250 | STANDELET | Capturado |
CONQUERANT | 74 | 700 | DALBARDE | Capturado |
DIANE(fragata) | 40 | 300 | SOLEN, insignia contralmirante de Crest | Escapó |
FRANKLIN | 80 | 800 | GILET, insignia almirante De Chayla | Capturado |
GENEREUX | 74 | 700 | JOILLE | Escapó |
GUERRIER | 74 | 700 | TRULLET | Capturado |
GILLAUME TELL | 80 | 800 | SAULNIER, insignia contralmirante P.C. Villeneuve | Escapó |
HEUREUX | 74 | 700 | ETIENNE | Capturado |
JUSTICE(fragata) | 40 | 300 | VILLENEUVE | Escapó |
MERCURE | 74 | 700 | CAMBON | Capturado |
ORIENT | 120 | 1010 | GANTEAUME, insignia vice almirante D´Aigalliers | Quemado |
PEUPLE SOUVERAIN | 74 | 700 | RACCORD | Capturado |
SERIEUSE (fragata) | 36 | 250 | MARTIN | Hundida |
SPARTIATE | 74 | 700 | EMERLAU | Capturado |
TIMOLEON | 74 | 700 | TRULLET | Quemado |
TONNANT | 80 | 800 | THOUARS | Capturado |
Las bajas son muy inciertas en las francesas, ya que hay fuentes que dan cerca de 2.000 muertos y heridos y otras lo elevan a 5.000. Murieron, eso sí está confirmado, el almirante en jefe, dos comandantes de buque, y seis de los siete restantes heridos, además del Contralmirante Blanquet, que también resultó herido.
Uno de los comandantes muertos, el capitán Du Petit-Thouars, del Tonnant, tuvo una muerte con unos sufrimientos terribles, pero no por ello dejó de tener una conducta admirable. Perdió primeramente las dos piernas y luego un brazo, y hasta el final de su muerte no paró de decir a sus subordinados que no rindieran el buque.
Como recuerdo del patriotismo y del valor de este oficial, Bonaparte ordenó poner a una de las calles principales de El Cairo el nombre de Petit-Thouars, y a un bergantín armado en el puerto se le llamó Tonnant.
Las bajas británicas son más conocidas y son las siguientes:
Navíos | Dotación | Bajas | |
Muertos | Heridos | ||
Goliath | 584 | 21 | 41 |
Zealous | 584 | 1 | 7 |
Orion | 584 | 13 | 29 |
Audacious | 584 | 1 | 35 |
Theseus | 584 | 5 | 30 |
Vanguard | 589 | 30 | 76 |
Minotaur | 634 | 23 | 64 |
Defence | 584 | 4 | 11 |
Bellerophon | 584 | 49 | 148 |
Majestic | 584 | 50 | 143 |
Swiftsure | 584 | 7 | 22 |
Alexander | 584 | 14 | 58 |
Leander | 338 | 0 | 14 |
Total | 7401 | 218 | 678 |
Colores de los buques, según lo observado por el Coronel Fawkes
Británicos
- Audacious: Baterías amarillas. Amplia franja amarilla cubriendo las dos baterías, tal y como era normal hasta entonces.
- Zealous: Amplios costados rojos, con líneas amarillas pequeñas
- Goliath: Baterías en amarillo alternadas con negro. Este sería el diseño que se impondría al poco tiempo en la mayoría de las marinas. Más adelante se pintarían de negro las portas de los cañones.
- Theseus: Baterías en amarillo alternadas con negro. Pero con la particularidad de que en la parte de la toldilla, alcázar y castillo los costados también estaban en amarillo, para asemejarse en la distancia a un tres puentes.
- Vanguard: Baterías en amarillo alternadas con negro.
- Minotaur: Baterías en rojo alternadas con negro.
- Orion: Baterías amarillas.
- Defence: Baterías amarillas.
- Leander: Baterías en amarillo alternadas con negro.
- Swiftsure: Baterías en amarillo alternadas con negro.
- Majestic: Baterías en amarillo alternadas con negro.
- Alexander: Baterías amarillas.
- Bellerophon: Baterías amarillas.
- Culloden: Baterías en amarillo alternadas con negro.
Franceses
- Le Guerrier: Baterías amarillas oscuras.
- Le Conquerant: Baterías amarillas oscuras.
- Le Spartiate: Baterías amarillas claras.
- L’Aquilon: Baterías en rojo alternadas con negro.
- Le Franklin: Baterías amarillas.
- Le Peuple Souverain: Baterías amarillas oscuras.
- L’Orient: —
- Le Tonnant: Baterías en amarillo claro alternadas con negro
- l’Heureux: Baterías amarillas oscuras.
- le Timoleon: Baterías rojas muy oscuras.
- le Guilleaume Tell: Baterías en amarillo claro alternadas con negro.
- Le Mercure: Baterías amarillas oscuras.
- Le Genereux: Baterías rojas oscuras.
- Las fragatas: Todo amarillo.