La batalla que inspiró un himno

Por Joan Comas

bombardeo fuerte mac henry

Fue una guerra no muy conocida en Europa, ya que por 1812 el viejo continente estaba azotado por las brutales guerras napoleónicas y en la península ibérica fuerza combinada hispano-luso-británica intentaban expulsar a los franceses.

Pero la guerra anglo-estadounidense; más conocida como la guerra de 1812 destacó por su rareza y las continuas meteduras de pata por ambas partes. Sin ir más lejos, el principal agravio que propició el conflicto fue resuelto antes de que disparara el primer cañonazo y su batalla más importante, se libró después de que se firmara el tratado de paz, todo ello a causa de lo lentas que eran las comunicaciones por mar en aquellos tiempos.

Es la historia de la guerra olvidada que inspiró uno de los himnos más conocidos y que terminó de fraguar el sentimiento de identidad de los norteamericanos, quien por poco les cuesta su independencia.

Nace un conflicto: la guerra de 1812

Hacia solo treinta años que las trece colonias rebeldes con la ayuda de Francia, España y las tribus indígenas, habían conquistado su libertad derrotando a uno de los imperios más poderosos de su momento, el británico y se habían consolidado como los Estados Unidos de América.

Este joven país, muy pequeño en comparación al actual territorio que ocupa, estaba estrechamente ligado al mar, tanto por su forma de ganar la vida como para comunicar los distintos estados. Pero pronto se vieron atacados por ni más ni menos que por su antigua metrópoli; Gran Bretaña.

Desde hacía unos años, los ingleses continuamente se dedicaban a violar los derechos navales de los americanos, interfiriendo gravemente en comercio. Además codiciaban mantener un control sobre la cuenca fluvial del río Misisipí y no dudaban en incitar a los indios para que atacasen a los colonos.

Entre los muchos factores que provocaban fricciones entre ambas naciones, sin duda el más importante era el reclutamiento forzoso de norteamericanos para la Royal Navy. Por el momento Gran Bretaña se hallaba sumida en las terribles guerras contra Francia y estaba falta de marinos para suplir las bajas ocasionadas por las batallas.

Además existía el caso de marinos británicos que habían desertado a la marina mercante americana con la esperanza de hallar mejores salarios y condiciones de vida. La cosa llegó hasta el punto de que algunos, bien satisfechos cambiaron su nacionalidad; un hecho problemático ya que según la ley británica del momento, un ciudadano no podía hacer tal acto.

Finalmente, James Madison, se convirtió en el primer presidente en pedir al congreso que se declarara la guerra. Aunque consiguió que aprobaran su llamamiento, resultó inicialmente impopular, sobre todo entre los territorios de Nueva Inglaterra y el partido federalista, proclives al comercio exterior.

Irónicamente, dos días antes de que el congreso americano aprobara la guerra, el parlamento británico revocó la ley que autorizaba el reclutamiento forzoso de americanos, cosa que eliminaba el principal punto de disputa, pero ya era tarde.

Las meteduras de pata

Originalmente este conflicto se fijó para un año, pero al final duraría tres; en los cuales se sucedieron una serie interminable de malas decisiones. En primer lugar los americanos no contaban con una potente armada, siendo las fragatas el tipo de buque más potente que disponían, un total de 6 que junto a 14 buques menores y su ejército en su mayoría constaba de milicianos mal adiestrados. Mientras los ingleses contaban con 11 poderosos navíos de línea, 34 fragatas y 52 buques menores, más soldados veteranos curtidos en la batalla.

El alto mando estadounidense fijó como objetivo Canadá, pues era el territorio enemigo más cercano; aunque se convirtió en uno de los mayores desastres ya que fueron rechazados y tras arrasar Toronto encolerizaron a los ingleses hasta el punto de lanzar una invasión.

Soldado británico en 1814
Soldado británico de 1814.

Desde el punto de vista de los ingleses, aquello era un asunto secundario; pero tras la caída del gran corso, pudieron centrar toda su atención y desplegaron todo su poder.

A la cabeza de dicha operación se hallaba el almirante sir Alexander Cochrane, alguien que sentía una obsesión contra todo lo americano. En parte venia por la muerte de su primo en la guerra de independencia; la cual él también había participado, siendo testigo de como su imperio era derrotado.

Cochrane (no confundir con otro marino con el mismo apellido) navegó hasta la bahía de Chesapeake arrasando una muy menor fuerza naval. Como el grueso del ejército estaba en la frontera de Canadá, solo podían confiar en escasas milicias para repeler el ataque. Con fama de ingenuos y desorganizados, los defensores fueron barridos.

No voy a profundizar demasiado en el tema, pero si es de menester destacar que durante esta campaña los ingleses quemaron y saquearon con una brutalidad sin precedentes en la historia americana, ni siquiera los grandes monumentos resultaron a salvo, el Capitolio fue destruido y la Casa Blanca quedó reducida a un montón de cenizas humeantes.

La batalla de Baltimore

Tras haber arrasado la capital, las fuerzas británicas situaron la ciudad de Baltimore como su siguiente objetivo, pues lo consideraban “un nido de piratas” porque era base desde donde los corsarios estadunidenses partían para azotar al comercio inglés. La batalla constó de dos partes una terrestre y otra naval que ocurrieron simultáneamente.

La ciudad estaba protegida por el fuerte Mc Henry al mando del mayor George Armistead, un oficial de artillería quien había destacado durante la campaña de Niagara y había recibido órdenes directas del secretario de guerra de mantener las defensas navales.

Aquí es cierto que vale la pena destacar que para preparar las defensas Armistead recurrió a la ayuda de los ciudadanos. Hundieron sus buques y así crearon un arrecife artificial por donde ningún buque enemigo pudiera entrar.

Fuerte mc Henry
Bombardeo de Fuerte mc Henry

También el mayor ordenó la construcción de dos baterías costeras y montar 60 piezas de artillería. Pero sin dejar nada al azar y al darse cuenta que el fuerte no contaba con ninguna insignia, el comandante ordenó la manufacturación de una bandera tan grande como fuese posible para el enemigo la viese y un estandarte.

Una costurera de Baltimore fue la elegida para tal acción, cobrando 572 dólares y 44 centavos  a expensas del departamento de guerra por las dos banderas. La principal media 9×12 metros y recurrió la ayuda de otras siete personas para terminarla a tiempo y permitir que una cervecería cercana les dejara sus instalaciones.

Si en tierra los ingleses presionaban a los americanos hacia sus posiciones defensivas, ellos se dieron cuenta de en esta ocasión los mandos eran mucho más competentes y no resultaría tan fácil. Entre tanto la flota del almirante Cochrane tomaba posiciones y el mayor Armistead suponía que el momento de la verdad pronto llegaría.

La confianza de los marinos británicos en la victoria era absoluta. En el amanecer del 13 de setiembre comenzó el bombardeo, pronto 1.500 proyectiles explosivos de 90kg cada uno impactaron en las paredes del fuerte. Un proyectil cayó directamente en el polvorín principal, donde se almacenaban casi más de cien mil kilos de pólvora. Pero milagrosamente no estalló, salvando no solo su munición sino que el mismo fuerte con todos sus ocupantes.

Mientras en tierra un brillante general británico caía a manos de un francotirador; a varios kilómetros de la zona, en un buque parlamentario estaba el abogado Francis Scott Key, que había ido para negociar la liberación de un preso y con el inicio del bombardeo no había podido regresara a Baltimore.

Scott se horrorizó ante la brutalidad del ataque enemigo, quien al atardecer ya llevaba 12 horas seguidas disparando y Armistead ordenó apagar todas las luces de la ciudad para dificultar la tarea a los artilleros británicos. Sin referencia alguna era muy difícil apuntar con precisión y tuvieron que recurrir a cohetes para alumbrar a sus objetivos entre la potente lluvia que se desató.

Explosiones, luces, rayos y truenos, sin duda dejaron a los ciudadanos envueltos en un ambiente de terror del cual la única forma de saber si todavía resistían o si habían sido vencidos era mirar con las primeras luces del nuevo día si la bandera todavía seguía ondeando o en su lugar había la Union Jack.

Con el inicio de la mañana, el fuego británico se detuvo. Desde su balandra, Scott se había pasado toda la noche en cubierta, esperando que las detonaciones continuaran, ya que el silencio podía significar la capitulación. Él como muchos de su estado, había sido un detractor de la guerra, pero al ver su ciudad en apuros no podía sino desear que resistiera.

¿Qué había ocurrido? El almirante Cochrane no había podido destruir el fuerte, además la maniobra que había lanzado en el lado occidental de la fortaleza para distraer a los defensores había sido rechazada. En tierra las tropas de casacas rojas no pudieron romper las defensas, por lo que regresaron a sus barcos y se retiraron mar adentro. Los defensores contra todo pronóstico habían vencido, nadie podía creerlo, uno de los dijo:

“El enemigo había sido vapuleado, tanto su ejército como su armada y ahora se retiraban tras haber gastado muchas toneladas de munición, entre 1.800 y 2.000 bombas y al menos 700 o 800 cohetes

Tras el combate, mientras el enemigo se retiraba, Armistead ordenó arriar el magullado estandarte e izar la gran bandera entre los vítores de sus hombres y ciudadanos.

Scott, totalmente emocionado desde la húmeda cubierta de su barco, decidió lo menos que podía hacer era dedicar un poema a aquellos valientes. Sacó un papel y empezó a escribir los primeros versos; siendo los primeros los más famosos:

Oh dime, ¿puedes ver, con la primera luz de la aurora,
lo que tan orgullosamente saludamos en el último destello del crepúsculo,
cuyas amplias franjas y brillantes estrellas, a través de tenebrosa lucha,
sobre las murallas observábamos ondear tan gallardamente?
Y el rojo fulgor de cohetes, las bombas estallando en el aire,
dieron prueba en la noche de que nuestra bandera aún estaba ahí.
Oh dime, ¿sigue ondeando la bandera tachonada de estrellas
sobre la tierra de los libres y el hogar de los valientes?

bandera de Estados Unidos usada en el fuerte Mac henry
Bandera donada al Smithsonian Institution. Esta fue la bandera desplegada en el ataque a Fuerte Mc Henry.

Más tarde de la publicación de su poema, se le añadió a ironías del destino, una popular música de taberna inglesa y así ganando popularidad poco a poco nació el himno de los Estados Unidos; aunque no sería adoptado oficialmente hasta 1931.

La guerra continuó pero los británicos no supieron aprovechar sus éxitos iniciales y finalmente todo terminó en un statu quo del cual ambos se atribuyeron la victoria. Desde el punto de vista inglés, preservaron sus posesiones en Canadá y castigaron a los rebeldes; mientras para los estadounidenses fue el eslabón que definitivamente consolidó su estatus como nación libre.

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