El coraje de Antonio Barceló

Por Juan García (Todo a Babor)

Jabeque al mando de Antonio Barceló en combate contra los argelinos
Barceló rechaza con su jabeque correo a dos galeotas argelinas en 1738, pintura de Ángel Cortellini y Sánchez, Museo Naval, Madrid.

Creedme si os digo, sin exagerar lo más mínimo, que el marino que más admiración me produce es don Antonio Barceló. Me parece que su memoria no está lo suficientemente recordada en este país (ya, como con tantos otros ¿verdad?). Ya hablamos en su día de su invención de las cañoneras de fuerza y su gran utilización en el sitio de Gibraltar. Creó escuela y fue imitado en su uso por ingleses, franceses, daneses, …

Pero Barceló empezó desde muy joven como capitán mercante, y que sin provenir de la nobleza como era costumbre, y gracias a sus acciones contra los argelinos, fue nombrado oficial de la Real Armada y que a costa de su buen hacer como marino llegó a ser Teniente general, algo insólito en la época y que ya nos pone sobre aviso lo que dio de sí su carrera.

Su hoja de servicios es para quitarse el sombrero y si hubiera sido inglés ahora mismo habría doscientos libros sobre su vida, un par de películas, una marca de té y una plaza en el centro de Londres con su nombre. Pero ya sabéis donde estamos…

Pues bien, hoy voy a comentar alguna hazaña de este gran marino balear, contra sus enemigos de toda la vida, para que veáis la pasta de la que estaba hecho.

Corría el año de 1769, mes de octubre para ser exactos, cuando se tuvo constancia, (antes se decía así cuando los espías enviaban información) de que habían salido desde Argel cuatro jabeques de guerra de la Regencia y otros tres corsarios particulares que se dirigían al Océano de “excursión”.

Enterado don Barceló, que era por entonces capitán de fragata, no le tembló el pulso para salir a toda vela al encuentro de la escuadra argelina. Para ello estaba a su disposición los seis jabeques que tenía bajo su mando. También se le unió otro de Ceuta y quedaron el 11 de octubre apostados en el Estrecho esperando que aparecieran por el lugar.

Aquí hago un inciso para aclarar a los lectores que los jabeques españoles estaban magníficamente tripulados, y con sobrada destreza tanto en maniobra como en artillería y lo más importante, su gente le respetaba y admiraba a partes iguales.

Barceló llevaba navegando con estos hombres bastante tiempo y tenía tanta confianza en ellos como Nelson la tuvo con los suyos. Sólo así se podían hacer cosas como las que hacían.

Sigamos, a las cuatro y media de la tarde de ese día 11 se divisaron dos velas. Una era de vela redonda y la otra latina. Eran un jabeque de guerra argelino de 24 cañones, que era el segundo de la Regencia, y el otro era un paquebot dinamarqués apresado por él.

Puesto el jabeque de Barceló en caza, por ser el más rápido, se adelantó a los demás y tras pasar al paquebot dinamarqués, que fue posteriormente represado por los españoles, se dirigió hacia el jabeque de guerra. Lo alcanzó a las once de la noche, lo que habla muy bien de la velocidad y buen hacer de la dotación del jabeque de Barceló, quedando así el buque abarloado con él.

El jabeque español le descerrajó una carga cerrada que causó gran estrago a los argelinos, aunque estos respondieron con cañonazos y fuego de fusilería. Se puso a la fuga al tiempo que seguía batiéndose con Barceló, que hacía disparar los cañones de proa constantemente.

Esto continuó hasta las tres de la mañana cuando empezaban a incorporarse los demás jabeques de la escuadra española. A esa hora Barceló fue herido de un balazo, que le atravesó la mejilla y un hombro (seguramente un tiro desde la arboladura enemiga) y dejó al bravo capitán español fuera de combate.

Antes de ser retirado a la enfermería todavía tuvo tiempo de mandar a su segundo en el mando, don Joaquín Hyckey, que prosiguiera la acción pasara lo que pasara.

Lo que se hizo prontamente, dando caza a los argelinos que no sabían donde meterse hasta que a las nueve de la mañana del día 12, y de manera desesperada, embarrancaron el jabeque en la playa de los Pescadores, cerca del Peñón.

Los argelinos se echaron al agua y abandonaron el barco, tomando tierra y fugándose por todas direcciones presas del pánico. Sólo se hallaron a bordo 18 cautivos que contaron que el jabeque tenía una tripulación de 250 hombres.

Por parte española sólo hubo tres heridos, además de Barceló. El jabeque de Ceuta represó al jabeque dinamarqués y lo llevó al puerto de su plaza y los demás jabeques reflotaron al jabeque de guerra argelino y lo llevaron a Málaga.

Allí dejaron también a Barceló para que se repusiera de sus heridas a bordo de su buque y volvieron a salir en busca del resto de la escuadra enemiga que se sabía andaban ahora por Tánger.

  • Fuente: Gaceta de Madrid

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