Por Juan García (Todo a Babor)
En 1623 el caballero de la Orden de Malta, de origen leonés, Antonio de Quiñones fue infiltrado en Constantinopla, y gracias a su don de lenguas (y desparpajo, todo hay que decirlo) le hizo creer al Gran Turco que era el bajá de El Cairo.
Fue tal la confianza que se ganó que el «Emperador de Oriente» le encomendó el mando de ocho galeras.
Acto seguido el caballero entregó las mismas en Sicilia, liberando a los cristianos cautivos y condenando a remar a los soldados y oficiales turcos.
Ante tal desastre el Gran Turco cayó enfermo y desató su ira contra el genuino bajá de El Cairo y su hijo, a los que decapitó por pensar que estaban implicados en la conjura.
- Fuente: Revista Historia Naval. Suplemento nº 6