Por Santiago Gómez Cañas
Autor del libro: «Historiales de los navíos de línea españoles, 1700-1850»
Índice
Antecedentes de la campaña
Con el Tratado de Utrech de 1713, tras la guerra de Sucesión, España pierde sus posesiones en el Mediterráneo, Nápoles, Cerdeña, Milán, que pasan al Imperio austriaco, y Sicilia pasa al duque de Saboya. Gibraltar y Menorca pasan a ser propiedad de los británicos.
Felipe V no estaba conforme, pues había sido Francia, por el Tratado de Rastatt, quien había entregado los territorios españoles a Austria. En la práctica, España no había ratificado los acuerdos de Utrech con Austria y, por tanto, seguían en guerra.
Gran Bretaña, Francia y Holanda firman unos acuerdos en enero de 1717, conocidos como Triple Alianza, para presionar al emperador Carlos VI de Austria a renunciar a la corona española y a que Felipe V renunciara a los territorios ya ocupados por las tropas austriacas. Pero el rey español no estaba dispuesto a renunciar.
El ducado de Parma, gobernado por el tío de la reina Isabel de Farnesio, estaba amenazado por tropas austriacas. El primer ministro Alberoni y Felipe V comienzan a preparar la recuperación de los territorios italianos. En el verano de 1717 ocupan Cerdeña y al año siguiente la isla de Sicilia.
Formación de la Cuádruple Alianza
Las potencias europeas, que deseaban mantener los tratados de Utrech y Rastatt, ven con malos ojos la actitud beligerante y expansionista de España. Gran Bretaña, Austria, Francia y Saboya firman en Londres el 2 de agosto de 1718 una alianza contra España, convirtiéndose en los garantes del “status quo” derivado de los tratados.
Gran Bretaña envía una escuadra al Mediterráneo al mando del almirante Byng. Sin previa declaración de guerra, destruye en cabo Passaro a la escuadra española de Antonio Gaztañeta el 11 de agosto de 1718. Gran Bretaña declara la guerra oficialmente a España el 27 de diciembre de 1718 y Francia lo hace el 9 de enero de 1719.
Otras naciones europeas se unirán en una alianza contra España que daría lugar a un corto conflicto conocido como la guerra de la Cuádruple Alianza.
Planes de revancha
Los desventajosos tratados para España, el ataque de la escuadra británica y aplastante derrota de la española en cabo Passaro, eran una pesada losa para España. Gran Bretaña estaba inmersa en una guerra civil, además de las revueltas nacionalistas en Escocia.
Desde 1714 reinaba en Gran Bretaña Jorge I de Hannover, de origen alemán, elegido por su religión protestante, apartando al católico Estuardo, que tenía muchos partidarios, tanto en Irlanda, por su fe católica, como en Escocia, por ser nacido en ese reino.
El cardenal Alberoni y la corte española deciden contraatacar, llevando la guerra al mismo corazón de Gran Bretaña al apoyar al bando jacobita en su lucha por hacerse con el trono británico.
Tras el fracaso de la rebelión de Jacobo Estuardo en 1715, el segundo duque de Ormond, James Butler, llega a España en 1718 para recabar apoyos para una nueva rebelión en 1719. El ministro Giulio Alberoni no iba a desaprovechar esta oportunidad.
El plan ideado contaba con dos partes diferenciadas. Una pequeña fuerza española saldría de Pasajes y desembarcaría al noroeste de Inglaterra para actuar de señuelo, atraer a las tropas británicas, mientras la fuerza principal desembarcaría en Cornualles o, en su defecto, en Gales, y el ejército de unos 15.000 hombres marcharía hacía Londres.
Por supuesto, se debía contar con el apoyo de los exiliados escoceses e irlandeses y se esperaba un levantamiento general en todo el país a favor del pretendiente jacobita a la corona.
Alberoni encarga el mando de esta campaña a James Buttler, duque de Ormond, general inglés que en la última guerra de Sucesión había servido a la reina Ana Estuardo contra las armas españolas, siendo el general que había dirigido el ataque a la flota española de Indias en la ría de Vigo en 1702.
Este general apoyó al hermano de la reina Ana, Jacobo III, en su pretensión de hacerse con el trono, exiliándose en Francia en 1715 al subir al trono Jorge I de Hannover. Se encontraba en París cuando los agentes de Alberoni se pusieron en contacto con él.
En noviembre de 1718 viajó a España y al mes siguiente se trasladó a La Coruña para ponerse al frente de la expedición, la cual se estaba preparando en Cádiz y en otros puertos del Cantábrico con el pretexto de enviar un socorro al ejército de Sicilia, que se encontraba aislado tras la derrota de la escuadra de Gaztañeta.
La escuadra española
Al igual que en las campañas anteriores en el Mediterráneo, fue el intendente José Patiño el organizador de este armamento naval y militar.
Era poco con lo que podía contar. La mayor parte de la renaciente Armada española se había perdido en aguas de Sicilia y la que quedaba era necesaria para escoltar convoyes y proteger el tráfico marítimo con América.
El mando de los buques se concede al jefe de escuadra Baltasar de Guevara. Según el plan, la escuadra debía zarpar de Cádiz el 10 de febrero. Detenida en la bahía gaditana por el mal tiempo, se hace a la vela finalmente el 7 de marzo de 1719, aunque varios autores mencionan que la salida se produce el 10 o el 11 de marzo.
Estaba compuesta por el navío Cambi, capitana de la escuadra, el navío Nuestra Señora de Guadalupe, de la Armada de barlovento, al mando del capitán de navío Rodrigo de Torres y segundo jefe de la escuadra, además de otros buques como el pequeño navío Conde de Tolosa y la fragata Galera de España.
La escuadra queda completada con otros 24 buques mercantes, una tartana y un bergantín, a bordo de los cuales iban embarcados entre cinco y seis mil soldados, según las fuentes, 900 caballos, gran cantidad de municiones, pertrechos y fusiles para otros treinta mil hombres.
El pequeño navío de dos puentes Hermione había zarpado de Cádiz anteriormente, el 27 de enero, con pertrechos para tres meses. Su comandante abre las órdenes selladas a 40 millas de Cádiz, por las que debía dirigirse a La Coruña, donde embarcaría el duque de Ormond y esperaría al resto de la escuadra de Baltasar de Guevara.
La escuadra de Guevara toma rumbo norte hacia La Coruña, donde debía embarcar más tropas, armas y a varios exiliados jacobitas. En los puertos de Galicia y del Cantábrico se había reunido más naves de guerra y mercantes para la expedición.
Guevara se había resistido a hacerse a la vela por lo avanzado de la estación, augurando el desastre si esto sucedía. Además, se supo que los británicos estaban al tanto de las operaciones. Los británicos conocían el alistamiento de la escuadra en Cádiz, pero desconocían el destino final, alistando varias escuadras para proteger las aguas del Canal de la Mancha.
Entre ellas la del almirante Lord Berkeley, con una escuadra de 9 navíos, insignia en el Dorsetshire, que navega cerca de cabo Lizard esperando a la escuadra española.
Otra escuadra, la del almirante John Norris es enviada desde el mar Báltico a proteger las costas del sur de Inglaterra. Pero a Guevara no le quedó más remedio que obedecer las órdenes que le habían dado desde la corte.
Al día siguiente de zarpar la escuadra de Cádiz, llega al puerto catalán de Rosas desde el italiano de Neptuno el pretendiente Jacobo III, marchando inmediatamente a Madrid, donde es recibido por el rey Felipe V y la reina Isabel de Farnesio.
El 3 de abril sale de Madrid para La Coruña para reunirse con Ormond, que esperaba en La Coruña a la escuadra de Guevara desde el 24 de febrero, con más tropas y naves. Todavía no conocían Jacobo III y Ormond el desastre de la escuadra de Guevara.
A la altura del cabo Finisterre, la escuadra de Guevara es sorprendida sobre el 27 de marzo por una tormenta que dura varios días. Dispersada por los fuertes vientos del nordeste, muchas naves se hundieron, cuatro entraron en el puerto de Lisboa, otras ocho regresaron a Cádiz, entre ellas en navío Cambi, y dieciocho entraron en diferentes puertos gallegos, como los navíos Nuestra señora de Guadalupe y Conde de Tolosa.
El desastre era total. La mayoría de los buques que se salvaron no estarían reparados y alistados hasta pasados varios meses. Jacobo III y el duque de Ormond se quedaron en La Coruña a la espera de la organización de una nueva escuadra y expedición, aunque Alberoni ya les había advertido que el alistamiento de los buques y todo lo necesario para una nueva campaña no se terminaría hasta el mes de agosto.
Una nueva expedición preparada para sublevar a la Bretaña francesa estaba también destinada al fracaso. Ormond pretendía con ella alzar a los bretones contra el regente francés, el duque de Orleáns, que reinaba durante la minoría de edad de Luis XV.
Tropas españolas en Escocia
Desde Pasajes zarparon el 8 de marzo (13 de marzo) dos fragatas españolas, la San Francisco y San Antonio de Padua y Galgo de Andalucía, llevando a bordo a 307 soldados del regimiento de infantería Galicia al mando del coronel Nicolás Castro Bolaño (también nombrado como Pedro Castro en algunos documentos).
Iban a bordo varios caballeros escoceses, como Earl (conde) Marischal George Keith, además de varios oficiales de campo. En total, unos 500 hombres, 2.000 mosquetes, 5.000 pistolas, municiones y apoyo económico.
Consiguen evitar a las escuadras británicas y llegan a la isla Lewis, en las Hébridas exteriores, costa occidental escocesa. El 4 de abril parten de Stornoway y llegan al lago Loch Alsh.
Las tropas españolas y jacobitas se emplazan en el castillo de Eilean Donan el 13 de abril, fortaleza del clan McKenzie, donde esperan la llegada de más tropas afines a la causa jacobita.
Dejando un destacamento en el castillo de unos 50 españoles, el resto de las tropas marcharon hacia el sur.
Las dos fragatas españolas regresaron a Ribadeo a primeros de septiembre con dos mercantes británicos capturados.
Mientras tanto, James Keith, hermano pequeño del conde Mariscal, sale de San Sebastián y se reúne en Francia con varios refugiados jacobitas, entre ellos William Murray, marqués de Tullibardine, y su hermano pequeño Lord George Murray, Goerge McKenzie, conde de Seaford, y Colin Campbell de Glenderuel.
Salen del puerto de Le Havre el 19 de marzo en un bote. Bordean las islas Orkney, de las Orcadas, llegan a las Hébridas exteriores y después desembarcan en 24 de marzo en Stornoway, antes de la llegada de las fragatas españolas.
En Stornoway comenzaron las desavenencias entre los jacobitas sobre quién debía tener el mando. Campbell de Glenderuel prefería que fuese el marqués de Tullibardine. Earl Marischal accedió a entregarle el mando de las tropas.
Pasaron días decidiendo el plan a seguir, George Keith pensaba que lo mejor era tomar Invernness, capital de las tierras altas de Escocia, mientras Tullibardine y Glenderuel preferían esperar a la llegada de las tropas con Ormond, y lo mismo opinaban los jefes de los clanes.
Esas tropas no llegarían nunca por el naufragio de la escuadra, y el número de tropas reunidas no fue suficiente para intimidar a los británicos. Éstos, mientras tanto, pasaron a la ofensiva.
Enviaron a cinco fragatas para patrullar la zona, dos se quedaron en las costas de la isla Skye, navíos Assistance y Dartmouth, ambos de 50 cañones, y las tres restantes entraron en el lago Alsh.
La flotilla británica al mando del capitán Charles Boyle, con el navío Worcester, 50 cañones, y las fragatas Enterprise, de 40 cañones, y Flamborough, de 24, al descubrir que el castillo de Eilean Donan estaba ocupado por las tropas enemigas, comienzan a bombardearlo el 10 de mayo hasta conseguir la rendición de los defensores.
Un capitán, un teniente, un sargento, 39 soldados españoles, un irlandés y un escocés son hechos prisioneros. Los españoles son encarcelados en Leith, cerca de Edimburgo.
El botín conseguido fue de 343 barriles de pólvora y diverso material militar.
Batalla de Glenshiel
Las fuerzas jacobitas estaban bloqueadas por la Royal Navy y la noticia de la dispersión de la escuadra corrió como la pólvora. A pesar de ello consiguen tímidos apoyos, entre ellos el del rebelde escocés Robert Roy MacGregor.
Con unos mil escoceses y 270 españoles, el ejército rebelde marcha hacia Invernes. De esta plaza sale el 5 de junio un ejército británico al mando del general Joseph Whightman, con 850 soldados de infantería, 120 de caballería y cuatro morteros de campaña. Las fuerzas españolas y escocesas se resguardan en un paraje llamado Glenshiels, en las montañas de Kintail.
Los dos ejércitos se encontraron en la cañada de Glenshiel. Las tropas españolas se apostaron en una cima y las escocesas a los lados para entorpecer el avance enemigo.
En el primer encuentro, que comenzó la tarde del 10 de junio, las tropas hispano-jacobitas rechazaron a los británicos. Viendo el general Wightman que las tropas escocesas estaban más desorganizadas, lanzó contra los flancos su principal ataque.
Herido Robert Roy MacGregor, su clan abandonó el campo de batalla, al igual que el resto de clanes, dejando solos a los españoles, que son empujados hacia la colina, en un paso entre las montañas, que los lugareños pusieron de nombre, y aún lo llaman así “El paso de los españoles” («Spanish Hill Road en inglés. Sgùrr nan Spàinteach en escocés»).
Después de tres horas de combate, las tropas españolas se rinden. Presos en Inverness y en Edimburgo, a los españoles se les permite su regreso a España a finales de ese año, llegados a España a bordo de la fragata Flamborough.
Eran un total de 273 hombres (un coronel, 5 capitanes, 5 tenientes, 6 abanderados, 11 sargentos, 19 cabos, 6 tambores y 221 soldados). Fueron canjeados por prisioneros ingleses detenidos en España.
Consecuencias
Después de las derrotas en el Mediterráneo y en Escocia, los aliados realizan expediciones en territorio español. El duque de Berwick y su ejército francés de 20.000 ataca Guipúzcoa en el verano de 1719 y para finales de agosto habían ocupado las tres provincias vascas.
En Pasajes incendian seis navíos en construcción. Tropas francesas y británicas atacan Santoña y destruyen tres navíos de línea que estaban en construcción y los materiales para otros seis navíos. En octubre de 1719 los británicos atacan y toman el puerto de Vigo.
En el Caribe los franceses toman Pensacola. Felipe V no tiene más remedio que pedir la paz y destituir al ministro cardenal Alberoni el 5 de diciembre, pues los británicos se niegan a entrar en negociaciones mientras Alberoni estuviese al mando, acabando el conflicto por el Tratado de la Haya de 1720.
Acabadas las hostilidades, las tropas españolas de Cerdeña y Sicilia son repatriadas a España en buques británicos en el verano de 1720. Gran Bretaña y Francia recibieron concesiones económicas en América.
Se devuelven las plazas ocupadas durante esta guerra. Pero también quedaron cuestiones no zanjadas, como la restitución de Gibraltar, prometida a España por el rey Jorge I y el ministro duque de Newcastle.
Bibliografía
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