Por Juan García (Todo a Babor)
Índice
Introducción
A principios del siglo XIX el mundo estaba en guerra. Al menos medio mundo, claro. Los británicos tenían a su flota en la mayoría de los mares protegiendo su comercio y bloqueando o atacando puertos enemigos, de la Francia napoleónica y sus aliados, entre los que se encontraba España. En el año que nos ocupa de 1807 los españoles estaban a punto de cambiar de bando a causa de la traición de Napoleón y nuestros nefastos monarcas y gobernantes.
Pero antes de eso ocurrió un hecho que a punto estuvo de provocar una guerra entre Gran Bretaña y su ex-colonia ahora llamada Estados Unidos. Una herida, por cierto, que no estaba todavía cerrada en el corazón de los ingleses. Quizá por ello el asunto se les fue un poco de las manos.
Británicos en Norteamérica
Los británicos poseían bases en lo que hoy es Canadá. Una de ellas estaba en Halifax, sede de la Royal Navy desde mediados del siglo XVIII (North American Station) y que sirvió como base principal para las operaciones de la marina durante los conflictos que surgieron en aquella época: la Guerra de los Siete años, la Revolución americana y las Guerras Revolucionarias francesas.
Es por ello que mantenían una escuadra permanente de diferentes elementos, aunque en el momento en el que nos referimos no disponía de grandes navíos de línea. En aquel momento el buque más grande que tenían en la base, a cargo del vicealmirante sir George Cranfield Berkeley, que no era otro que el HMS Leopard, un modesto navío de cuarta categoría de 54 cañones.
El HMS Leopard
Este buque fue botado en 1790 y sirvió sobre todo como escolta de los indiamen con destino a Asia. No era un navío de línea porque no tenía ni la artillería ni la fortaleza suficiente para tal cometido, pero hizo grandes servicios a la marina británica. No estuvo en grandes batallas navales pero sí en algunos combates singulares como el que nos ocupa esta entrada.
Como hemos dicho, no era un navío para línea de batalla, pero era superior a cualquier fragata pesada que el enemigo pudiera disponer.
Portaba veintidos cañones de 24 libras en la primera batería, otros veintidos de 12 libras en la segunda batería y seis cañones de 6 libras en el alcázar y castillo. Además de algunas carronadas como era habitual. Armamento más que suficiente para solventar cualquier encuentro con fragatas, que era su principal tipo de presa.
El HMS Leopard tenía una tripulación de unos 350 hombres. En este aspecto, y tal y como solía pasar en los buques británicos, llevaban menos hombres que un homólogo enemigo. Aunque, por lo general, los británicos gozaban de ventaja en combate y navegación, producto de la constante vida en la mar de sus tripulaciones y escuadras.
Lo que provocó el incidente
El vicealmirante Berkeley había comisionado a varios de sus buques al bloqueo de la bahía de Chesapeake, entre los que estaban el HMS Melampus y el HMS Halifax. El motivo era que en dicha bahía se habían refugiado dos buques de guerra franceses para reparar los desperfectos causados por un huracán. Estos buques eran el Cybelle y el Patriot.
Por otra parte varios marineros británicos habían desertado de sus buques cerca de Portsmouth, Virginia y habían buscado la protección de los Estados Unidos, dirigiéndose a la referida bahía de Chesapeake.
Uno de estos desertores fue un londinense llamado Jenkin Ratford, desertor de la balandra HMS Halifax, que se había hecho notar en su estancia en Norfolk, Virginia al gritar a unos oficiales británicos y que se acababa de enrolar en la fragata de guerra norteamericana USS Chesapeake.
Los norteamericanos habían recibido una carta del consul británico exigiendo la entrega inmediata de este hombre, además de otros tres desertores de la fragata HMS Melampus de 36 cañones, que también se habían alistado en la US Navy. Estos otros tres marineros eran William Ware, Daniel Martin y John Strachan. Pero a diferencia de Ratford, los otros tres eran norteamericanos obligados a servir en buques de guerra británicos solo porque habían sido «enganchados» en buques con bandera británica.
Viendo que los requerimientos no eran aceptados, Berkeley despachó a su buque insignia, el HMS Leopard, para que fuera a la zona con la misión de abordar y resgitrar a la fragata USS Chesapeake, que se sabía que iba a partir en breve hacía el Mediterráneo y donde ya prestaban servicio los cuatro desertores buscados.
Los británicos estaban decididos a que todo esto echara atrás a posibles nuevos desertores, ya que este se había convertido en un gran problema para la Royal Navy. Se estima que cada año unos diez mil hombres desertaban de su marina. Como se ve, el espantoso, agobiante y eterno servicio en los buques de Su Majestad Británica no gustaba a mucha gente.
El incidente del HMS Leopard y la USS Chesapeake
La fragata USS Chesapeake no era ni mucho menos un buque débil. Puede que no tuviera dos cubiertas de artillería como el navío británico, pero portaba 38 cañones (nominalmente) repartidos de la siguiente forma: veintiocho cañones de 18 libras en su batería principal, dieciocho carronadas de 32 libras y dos cañones de 12 libras en el alcázar y castillo de proa, además de una carronada de 12 libras en cubierta (spark deck). Además de un complemento de 340 tripulantes. Prácticamente los mismos que el buque británico. No era, por tanto, una presa fácil.
El 22 de junio de 1807 la USS Chesapeake dejó el puerto de Norfolk. Mientras navegaba por el Cabo Henry, divisaron al HMS Leopard, bajo el mando del capitán Salusbury Pryce Humphreys, que de inmediato envió un bote a la fragata estadounidense con el teniente John Meade que le dio al comodoro James Barron, al mando de la USS Chesapeake, una carta del vicealmirante Berkeley en la cual se ordenada entregar a los desertores para ponerlos bajo arresto de los británicos.
Barron se negó y los británicos regresaron a su buque. A la voz, el capitán Humphreys conminó de nuevo a que se atendieran sus requerimientos, pero al ver que desde la fragata hacían oídos sordos, ordenó disparar un tiro por la proa en señal de último aviso.
Como se negaron a hacer nada, el HMS Leopard realizó tres andanadas que causaron daño a la fragata, tanto materiales como bajas en la tripulación: tres muertos y dieciocho heridos, incluido el propio Barron. La USS Chesapeake solo realizó un único disparo y después se rindió. La fragata no estaba preparada ya que tenía la cubierta atestada de material sin organizar y sus cañones no estaban ni siquiera dispuestos para el combate.
Sin embargo, desde el navío británico se envió un grupo de abordaje dispuesto a buscar a los desertores. A la humillación de rendirse de aquella manera se unía aquella inspección de los británicos.
Y así se llevaron a los cuatro marineros a bordo del insignia británico. Dejaron marchar a la fragata norteamericana que se dio la vuelta y regresó a Norfolk donde las noticias de lo ocurrido se extendieron con rapidez.
Lo que pasó después
El marinero Jenkin Ratford fue colgado del mástil principal del HMS Halifax el 31 de agosto de ese mismo año y los otros tres fueron sentenciados a 500 latigazos cada uno, que posteriormente fue conmutado.
El gobierno de los Estados Unidos montó en cólera por lo ocurrido, uniendo a los dos partidos de entonces. El propio presidente Thomas Jefferson se sorprendió de esto:
Nunca desde la batalla de Lexington he visto a este país en un estado de exasperación como el actual, e incluso aquello no produjo tal unanimidad.
Los políticos querían la guerra, la gente también, pero se toparon con el insalvable problema de su exiguo ejército y marina. Todavía era un país en crecimiento, con gran proyección eso sí, pero para ellos en aquel momento era imposible poner en el mar una escuadra de guerra capaz de plantar cara al Imperio británico.
Jefferson prefirió atacar a los británicos donde más les dolía: al bolsillo, creando la llamada Ley de Embargo, que prohibió el comercio con su antigua metrópoli. Esta ley fue muy impopular entre los comerciantes estadounidenses, que se habían beneficiado durante casi una década del conflicto entre los británicos y los franceses, obteniendo grandes ganancias mediante el comercio con ambas partes manteniendo la neutralidad. Esta ley les cortaba una fuente de ingresos imprescindible.
El comodoro Barron fue declarado culpable de «descuidar la probabilidad de un enfrentamiento, sin despejar su nave para tomar medidas» y fue suspendido de la marina de los Estados Unidos durante cinco años sin recibir paga alguno. Cuando quiso regresar se enfrentó de nuevo a las críticas de sus colegas oficiales por lo que pasó y Barron acabó desafiando a duelo al comodoro Stephen Decatur, uno de los más prominentes marinos de la joven marina norteamericana. Barron mató a este último y acabó dedicándose en la marina a servicios costeros.
La USS Chesapeake fue reparada gracias al pago que el gobierno británico se vio obligado a hacer tras las reiteradas protestas norteamericanas, con la esperanza de aplacarlos, al igual que devolvieron a los tres marineros restantes, ya que comprobaron que eran en realidad ciudadanos estadounidenses. No les convenía abrir un nuevo frente. Pero aquello fue inevitable solo unos pocos años después, ya que el 18 de junio de 1812 los Estados Unidos declararon la guerra a Gran Bretaña debido a las restricciones comerciales y el continuado enganche obligatorio de estadounidenses en buques de guerra británicos.
En aquella guerra la USS Chesapeake terminó siendo de nuevo capturada el 1 de junio de 1813 por la fragata británica HMS Shannon cerca de Boston. La fragata norteamericana esta vez acabaría sus días en 1819 al ser vendida para desguace. Los británicos los humillaron hasta en eso.
El HMS Leopard no duró mucho más, ya que el 28 de junio de 1814 varó en la isla de Anticosti en Quebec cuando transportada 475 soldados de la Guardia Real escocesa. El buque fue destruido aunque todos los tripulantes se salvaron.