Por Juan García (Todo a Babor)
No vamos a discutir en este lugar si la batalla de Tolón, o Sicié, del 22 de febrero de 1744 fue en verdad una victoria o simplemente un rechazo de la escuadra británica. Que cada uno saque las conclusiones que quiera. De todos modos, los británicos han contado como victorias suyas combates igual de controvertidos. En fin,…
El navío Poder en el combate naval de Sicié
Hoy quiero hablarles de la actuación de uno de los buques españoles que participaron en la batalla naval y que fue el único apresado por el enemigo, aunque todo hay que decirlo, fue posteriormente recuperado por los franceses que, después de transbordar a la gente, le dieron fuego porque se iba a pique.
Hablamos del navío Poder, uno de la media docena de buques mercantes artillados con 60 cañones, que tuvieron que hacer las labores de navío de línea, bajo el mando del capitán de navío don Rodrigo Urrútia.
El buque llevaba aproximadamente unos 650 hombres y era el cuarto navío en la línea de retaguardia, que era la que mandaba el jefe de escuadra don Juan José Navarro, que tenía su insignia en el navío Real Felipe. Navío que también se cubrió de gloria aquel día ya que cinco navíos británicos atacando casi simultáneamente no pudieron reducirlo.
El navío Poder se halló atacado, como el resto de los buques españoles, por fuerzas múltiples. El primero que se le acercó fue el navío Princessa de 70 cañones, ex-español del mismo nombre capturado cuatro años atrás. El Poder le batió con tanto acierto y constancia que el desdichado buque británico se quedó atrás y arrió la bandera aunque, con el auxilio de otros buques de su nación, volvió a izarla.
Desde el Poder saboreaban todavía las mieles de la gloria cuando el Somersett, poderoso navío de 80 cañones, entró en liza para poner las cosas en su sitio a aquel insolente buque mercante venido a más y que contaba con 20 cañones menos.
Al Poder le bastaron solamente tres certeras y cerradas descargas para que el navío británico, desarbolado, virara para ponerse a salvo. No estaba nada mal para un buque «marchante».
A continuación, se situaron otros dos navíos por ambas bandas, resistiéndolos el bravo navío español a pesar de las crecientes averías. Un tercero se sumó por la aleta donde los otros dos navíos atacaron también aprovechando que los destrozos eran tantos que le imposibilitaba la maniobra.
Con el buque hecho una boya, muerta o herida la mitad de la gente e imposibilitado de gobernar el navío, Urrutia tomó la sabia decisión de rendirse.
Pero como dijimos al principio, los británicos no pudieron llevarse aquel único trofeo porque el Poder terminó siendo represado y la tripulación de presa británica fue hecha prisionera. Que, por cierto, fueron los únicos que se hicieron en aquella jornada por ambas partes.