Parte de campaña del navío Neptuno en la Batalla de Trafalgar

Por Juan García (Todo a Babor)

Este especial se compone de los siguientes artículos:
¿Cómo se llegó? | Antecedentes | Antes de la batalla | Escuadra británica | Escuadra combinada | Columna de Nelson | Columna de Collingwood | Tras la batalla | Epílogo | ¿Por qué se perdió la batalla?

Navío Neptuno. Parte de su Comandante don Cayetano Valdés

Excmo. Sr.: En consecuencia al aviso de V. E. para que le informase sobre las ocurrencias del navío Neptuno de mi mando, diré: Que hallándome en la mañana del 21 unido a la escuadra y en el lugar que la señal de la noche anterior me había prefijado, hice la señal de escuadra enemiga al SSO. como a las siete de la mañana, que me contestó con la inteligencia el navío Bucentauro.

A las nueve y media, en virtud de la señal número dos, de una sola bandera, verifiqué la virada en redondo, quedando a la cabeza de la línea, con gavias y juanetes. A las once y tres cuartos vi romper el fuego en la retaguardia y centro de la línea, y a muy pocos momento lo verifiqué yo, viendo a mi través de barlovento un navío de 74, enemigo, que venía a incorporarse con su escuadra, con el cual me batí hasta la una, no habiendo tenido en todo este tiempo averías de mayor consideración.

A la una y tres cuartos vi la señal que mandaba a la vanguardia virar en redondo a un tiempo y acudir a sostener el cuerpo o división atacada, lo que ejecuté inmediatamente, sin esperar el momento que vi izado poco después en el navío Formidable, el que con el resto de la vanguardia estaba haciendo lo que yo ya tenía verificado.

A las dos y cuarto teníamos por nuestra amura de barlovento cuatro navíos enemigos, uno de ellos de tres puentes, que con viento algo más fresquito que hasta entonces había reinado y fuerza de vela, las amuras a babor, se dirigían a doblar al Trinidad y Bucentauro, desarbolados ya de todos sus palos; con ellos trabé un vigoroso combate, así como los demás buques de mi inmediación, que eran todos franceses, en número de cuatro.

A las tres y media, habiendo arribado algo la división enemiga, pasó por sotavento de la nuestra y a muy poca distancia, en cuyo tiempo fue cuando recibí averías de consideración, pues perdí el mastelero de velacho y parte de la cofa de trinquete, cortados muchos obenques de este palo.

Faltó el estay mayor, la verga de trinquete, el mastelero de gavia; atravesado el palo mayor por cinco partes, cortados todos los obenques y quinales de la banda de babor y cinco de la de estribor, dos cañones en el entrepuente desmontados y varios balazos a flor de agua, por donde entraba bastante.

A las cuatro menos algunos minutos me demoraban los enemigos por la aleta de babor de la vuelta encontrada, y yo estaba muy próximo al Trinidad y Bucentauro.

A esta sazón cayó el palo de mesana, y en sus ruinas fui herido en la cabeza y nuca, con lo que perdí el sentido y conducido abajo, a donde nunca pensé retirarme, sin embargo de haberme sentido herido tres veces durante la acción.

Retrato de Cayetano Valdés
Retrato de Cayetano Valdés (1767-1835). Pintura de José Roldán Martínez. Museo Naval de Madrid.

Desde esta época nada sé por mí mismo, pero por relación que tengo circunstanciada de mis Oficiales, tengo entendido que mi navío se conservó a la voz del Trinidad y Bucentauro de la vuelta encontrada, que los enemigos reviraron sobre mi navío y lo doblaron por barlovento, y que por último, algunos minutos antes de ponerse el sol, hallándose con treinta muertos y cuarenta y siete heridos, enteramente desarbolado haciendo bastante agua y abrumado del superior número de los enemigos que se cebaron sobre mi navío, que fue el único que estaba en aquellas aguas, determinaron hendirse a fuerzas tan desiguales.

Durante la acción traté de represar el Trinidad, que suponía en poder de los enemigos, pero todos mis botes estaban pasados de balazos.

El 22, en la tarde, remolcó al Neptuno el navío Minotauro inglés, estando el viento fresco al S., pero a poco tiempo soltó el remolque, y así anochecimos, habiéndose visto la costa de cabo de Trafalgar a bastante distancia.

A las doce de la noche, sobre una fuerte cabezada se desplomó el palo mayor y cayó dentro, ocasionando algunas desgracias, entre ellas la muerte del Contador D. Diego de Soto, que estaba, así como los demás Oficiales, en la cámara baja, cuya cubierta se partió, como igualmente la de la toldilla, al sentir tan fuerte peso.

A las tres se dio fondo, y al amanecer estábamos al O. de Cádiz, distante de ocho a nueve millas, siguiendo el viento por el S. fresquito. A las nueve salió una división del puerto, y los ingleses que había a bordo, en número de cincuenta o sesenta, picaron el cable, pero a poco rato, viéndose próximos de nuestros buques, se rindieron prisioneros, y se apoderaron los míos de las armas y de las escotillas.

A las diez y media del día 23 hicimos derrota a Cádiz con viento SO. y a favor de unas bandolas.

A las once y media pedimos remolque a la fragata francesa la Hortense, que nos lo dio un breve rato; pero luego que faltó el calabrote nos abandonó y viró de la vuelta de afuera.

A las cuatro dimos fondo al NNE. de Cádiz, próximos a la costa del Puerto de Santa María, en diez brazas; el viento, que fué fresco durante el día, cayó en la noche, y a pesar de tener mi navío dos anclas en el agua por sesenta brazas, faltaron a las doce de la noche y varamos poco después.

Al día siguiente y sucesivos se trabajó en formar las jangadas, en las que fue remitiéndose la gente, y tengo entendido que sólo veinte hombres se han ahogado; por último, con el auxilio de dos barcas pescadoras salí yo con mi Segundo, que está gravemente herido, y demás heridos de la tripulación y los Oficiales, dejando ya solo el navío.

No puedo menos de hacer presente a V. E. que en todo el tiempo que estuve sobre cubierta, la Oficialidad, tripulación y guarnición desempeñaron cumplidísimamente sus respectivos deberes, dando pruebas del valor y serenidad más grande, del que resultó el mayor orden y silencio en toda la acción.

Desde que perdí el sentido hasta el último momento de abandonar el navío ocurrieron tales sucesos, según ha llegado a mi noticia, durante los que hubo tal orden, obediencia y disciplina, que contribuyó en mucha parte al logro del desembarco de mi gente, que les hace más honor que el mismo combate, por lo que los considero dignos de las gracias de S. M. y recomendación de V. E.

NOTA DE LOS MUERTOS Y HERIDOS QUE HA TENIDO EL NAVÍO «NEPTUNO»

Muertos: Alférez de Navío D. Cayo Picado, Contador D. Diego de Soto. (Tropa, quince; marinería, veintidós, en combate. Tropa y marinería, en el naufragio, se ignora cuántos).

Heridos: El Comandante, D. Cayetano Valdés; el Segundo, don Joaquín Somoza; el Teniente de Fragata D. Joseph Linares y el Alférez de Fragata D. Joseph Navarro. Contusos: El Alférez de Fragata D. Miguel Henríquez, el Capitán de Voluntarios de la Corona D. Joaquín Morata. En poder de los enemigos: Tenientes de Navío, dos, que son: D. Antonio Miranda y D. Francisco Beranger. Gente de mar, treinta. Estos fueron llevados al navío Minotauro en las noche del 21.

NOTA. — El Segundo Comandante fué gravemente herido poco después que yo, así no pudo desempeñar largo tiempo el mando del navío. Es cuanto puedo informar a V. E. sobre el particular. Dios guarde a V. E. muchos años.

Cádiz, 2 de noviembre de 1805.

Cayetano Valdés (rubricado).

Excmo. Sr. D. Federico Gravina.

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