Un ridículo proyecto para construir una fragata sevillana

Por Juan García (Todo a Babor)

El eminente historiador naval Enrique García-Torralba en su completísima obra sobre las fragatas de la Real Armada, relata un proyecto tan absurdo como ridículo que por su interés pasamos a detallar.

A finales de 1784 el marqués de Torreblanca, como Procurador Mayor del Consulado de Sevilla, quiso construir una fragata de 400 toneladas de arqueo capaz de portar 30 cañones «para ofrecerla a S.M. en las urgencias de la Corona«.

Lo que parecía una propuesta muy generosa, al hilo de las que ya conocemos como la del navío Montañés, que fue sufragado por suscripción popular de los santanderinos, o la del navío Conde de Regla o el Mejicano, sufragados uno por el conde homónimo y el otro por el Cabildo y los súbditos mejicanos, esta proposición tenía algo que la diferenciaba, como veremos.

La propuesta del marqués indica entonces que mientras que la fragata en cuestión no esté en labores que requiera el rey, es decir en guerra, pues que dicha embarcación se dedicara al transporte de carga de los comerciantes y fabricantes de Sevilla.

Hasta aquí ya sería algo raro de por sí, puesto que todos los buques de guerra cuando no se utilizaban para el cometido propio por el que fueron construidos, eran pasados a la reserva, sin artillería, vituallas, aparejos, masteleros y dejados como quien dice aparcados hasta nueva orden.

Que un buque de guerra ejerciera como mercante en los periodos de paz podía suponer el desgaste o incluso la pérdida de la unidad por accidentes o naufragios innecesarios, lo que haría que se le echara en falta en la siguiente confrontación bélica.

Lo mejor de este proyecto (para los sevillanos) era que, tal y como indicaba después la propuesta, se solicitaba los caudales públicos para su construcción.

Es decir, ellos proponían regalar una fragata al rey, pero la pagaría la hacienda pública. Así se fomentaría y se conservaría el Consulado, ya que ellos se encargarían de cobrar el flete a los comerciantes que contrataran la fragata en su periodo «mercante».

Un negocio redondo… para ellos.

Adjunto a la propuesta iba un dibujo de la misma, porque además parece ser que también se animaron a diseñarla.

Propuesta de fragata realizada por el Consulado de Sevilla.
Propuesta de fragata realizada por el Consulado de Sevilla. Como se ve, el diseño para ser 1784 es muy desfasado, los colores son casi de fantasía y la popa es un esperpento. Plano del AGI, Fragata de Sevilla.MP-59.

Es sin duda una extraña fragata para la época. Su artillería tampoco era gran cosa:

Dimensiones: 60 codos de quilla, 71 codos de eslora, 20 codos y 18 pies de ribera de manga y 14 pies de castilla de calado. Su armamento se decía de 30 piezas si bien solo disponía de 14 portas por banda sin guardatimones, por lo que es de suponer que las dos restantes serían de caza; su calibre, dadas sus dimensiones, no debería exceder el de a 8 libras para la batería y de a 4 para las de caza.

Enrique García-Torralba.

No olvidemos que por aquellas fechas se estaban construyendo en España unas excelentes fragatas con maduros y pensados sistemas de construcción, realizados por excelentes ingenieros navales, solventes y capaces, entre los que destaca Romero Landa.

Aquella fragata sevillana hubiera sido un insulto para ellos si se hubiera terminado construyendo, aunque suponemos que dicho dibujo no era más que una idea o un concepto para apoyar la propuesta.

Esta propuesta la recibió el Asistente de Sevilla, Pedro López de Lerena, quien se la pasó al secretario del Despacho de Indias, Juan de Gálvez. El primero le contó que dicha misiva contenía:

…un Proyecto tan absurdo en su substancia, como ridículo en el modo de expresarlo. Pero como el bien de las cosas exige no combatir ciertos delirios y obliga a tener miramientos decorosos… no he querido negarme a darle curso, prefiriendo dirigirlo todo a la notoria discreción de V.E, de quien será mejor recibida que de mí la resolución que merezca el tal pensamiento.

La mejor manera de zanjar aquella cuestión sin tener que recriminar nada o mofarse de quien la propuso fue la contestación que les hizo Juan de Gálvez:

Enterado el Rey… ha resuelto S.M que luego que ese Consulado tenga fondos propios, le concederá con mucha satisfacción que construya o compre un buque como el que propone…

Moderado y más claro imposible.

Ni qué decir tiene que los del Consulado sevillano creyeron prudente olvidarse de aquella contra propuesta.

Fuente

  • «Las fragatas de vela de la Armada española 1600-1850». Enrique García-Torralba.

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