Por Guillermo Nicieza Forcelledo
Autor del libro: «Leones del mar. La Real Armada española del siglo XVIII» y «Anclas y bayonetas»
Introducción
A partir de 1742, la Guerra del Asiento se había convertido en un capítulo aparte y localizado en el teatro de operaciones de América de la Guerra de Sucesión austriaca que se estaba librando en Europa entre las principales potencias.
De un lado, Francia y España estaban apoyadas por Prusia, los estados alemanes de Baviera y Sajonia, los reinos italianos de Nápoles, Cerdeña y Sicilia, el ducado de Módena y Reggio, la república de Génova, y Suecia; mientras que por el lado austriaco estaba el Sacro Imperio y sus tradicionales aliados: Hannover, Reino Unido, las Provincias Unidas y el Imperio Ruso.
Durante esta guerra, España combatió en dos frentes: uno en la Europa continental, fundamentalmente en Italia donde seguían encontrándose su interés en los recién creados reinos italianos, y otro en sus territorios de América como ya venía haciendo durante la Guerra del Asiento contra Gran Bretaña.
Por su parte, Reino Unido estaba librando una costosísima guerra en su apoyo familiar a Hannover y necesitaba con presteza rentabilizar una guerra que se estaba alargando excesivamente contra España en el territorio americano.
La Guaira era un puerto muy importante de Venezuela, que pertenecía y era operado frecuentemente por la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, que, aunque se había dedicado preferentemente al comercio, en esos momentos colaboraba con la logística de la Real Armada transportando tropas, armas, municiones, víveres y provisiones desde los puertos peninsulares españoles hasta América.
La toma de La Guaira supondría, pues, un duro revés para la logística militar de España en territorio americano, lo mismo que si fuera hundida la flotilla de transporte de la real compañía.
Así, lo consideró el Almirantazgo de la Royal Navy, pero reduciendo la escala de tropas y buques que se habían destinado en un primer momento a estas empresas, ya que ahora el canal de la Macha debía ser protegido de la escuadra francesa y la Royal Navy debía, igualmente, colaborar en el transporte de tropas desde el archipiélago de Gran Bretaña a la Europa continental.
Además, las últimas expediciones a Cartagena de Indias y Santiago de Cuba de 1741 había resultado ser un contundente fracaso, con gran pérdida de naves y hombres, que se habían saldado con la destitución del almirante Edward Vernon y su sustitución por el almirante Chaloner Ogle.
El nuevo almirante de la flota británica consideraba que, si bien Cartagena de Indias estaba bien defendida, otras zonas del Virreinato de Nueva Granada serían más accesibles, como La Guaira que no tenía una guarnición de tamaño.
Por ello, se armó una flota en la isla de Antigua con 8 navíos de línea, 9 fragatas, bombardas y brulotes y 2 naves de transporte de tropas, con 2.400 hombres, entre infantería y marinería, al mando de la que se puso al comodoro Charles Knowles, mientras que el coronel Dalzell hacía lo propio con las tropas de desembarco.
El 22 de febrero de 1743, la flota británica dejaba las islas y ponía rumbo a La Guaira.
Asalto a La Guaira
El 27 de febrero, la escuadra de Knowles llegaba a la isla La Tortuga, frente a la costa de Venezuela. Los españoles, llevaban informados de las intenciones británicas desde hacía por lo menos dos meses.
El amanecer del 2 de marzo, con el despuntar el sol, la escuadra británica enviaba de reconocimiento a la balandra HMS Otter, mientras el grueso de las fuerzas se encontraba a unos 24 km al Este de La Guaira.
Al ser descubierta la balandra británica patrullando cerca del puerto de La Guaira, los vigías españoles dan aviso a las 6:30 h de la mañana, poniendo en alerta mediante fuegos al fuerte de La Guaira y a Caracas.
Recibido el aviso, el gobernador Gabriel de Zuloaga da ordenes de armar y formar al cuerpo de milicianos a unos 25 km de la costa, quedando prevenidos.
Mientras tanto, el capitán de fragata de la Real Armada José de Iturriaga y Mateo Gual, comandantes de la guarnición, tomaban posiciones y distribuían sus tropas para rechazar al invasor.
Aproximadamente a las 12:00 h, con el sol de mediodía, el navío HMS Burford, buque insignia de 70 cañones, entraba en el puerto de La Guaira segundado por los navíos HMS Suffolk, de 70, y los HMS Norwich, HMS Advice y HMS Assitance, de 50 cañones, además del HMS Eltham, de 40.
Al entrar en el fondeadero fueron recibidos con fuego vivo desde las seis baterías de costa que cerraban el puerto, anclando los británicos en formación de doble línea una hora más tarde y respondiendo al fuego
Después de más de tres horas de cañoneo entre ambos contendientes, donde el fuego graneado español estaba siendo especialmente certero y voluminoso, y varios intentos de desembarco frustrados por la mala mar de la bahía, el HMS Burford tuvo que largar vela para salir del alcance de las baterías de costa, y lo mismo hizo la fragata HMS Eltham.
El buque insignia había recibido cerca de 78 impactos directos que lo había dejado desaparejado de la mayor y con serias averías estructurales, lo mismo que la fragata, haciéndolos de difícil gobierno, de tal suerte que en su huida fueron a chocar con el HMS Norwich, teniendo que alejarse las tres naves de la entrada a la bahía.
El resto de naves británicas que aún quedaban en el combate tuvieron entonces que sufrir el mayor castigo de la artillería costera española, recibiendo cuantiosas bajas1.
A eso de las 8 de la tarde, con la caída del sol y el inicio de la noche, se detuvo el cañoneo, largando toda vela el HMS Burford buscando el sotavento lejos del alcance español, y seguido por el HMS Norwich, HMS Assistance y HMS Otter.
Al amanecer, los británicos dieron inicio a un bombardeo naval con el HMS Comet contra el fuerte y el puerto, aunque resultó poco efectivo y apenas causó daños.
Sin embargo, en Caracas se sucedían las informaciones que las tropas británicas había desembarcado y marchaban en dirección a la ciudad, a lo que respondió Gabriel de Zuloaga presentándose en la plaza con las novedades de que los ingleses estaban sufriendo bajas a bordo de sus barcos y no habían conseguido hacer dicho desembarco, tranquilizando los ánimos.
El día 5 de marzo, a eso de las 3:00 h, el comodoro Knowles, adolecido de falta de ideas, ordenó un embarcar a las tropas en botes y remar hacia el fondo de la bahía y entrar en el puerto de La Guaira.
Los infantes británicos no consiguieron más que abordar un mercante francés, siendo descubiertos al poco tiempo y cañoneados por la artillería española, viéndose obligados a volver a sus buques.
Entre los días 2 y 5 de marzo, más de 600 británicos murieron, incluido el capitán de bandera de Knowles en el HMS Burford, además de 1.300, que fueron heridos de diversa consideración; mientras que la mayoría de los barcos fueron seriamente dañados o se perdieron a causa de la marejada.
Poco antes del amanecer del día 6 de marzo, contando las numerosas bajas, decide el comodoro Knowles ordenar la retirada general y poner rumbo al Oeste donde fuera posible asaltar algún puerto de escasa importancia cerca de Puerto Cabello, siguiendo sus órdenes.
Nota
- El Burford recibió 78 impactos, tuvo 24 muertos, entre los que se encontraba su comandante Lushington, y 50 heridos, el Assistance recibió 41 impactos, tuvo 13 muertos y 71 heridos, el Suffolk otros 34 muertos y 80 heridos, habiendo recibido 97 impactos en el casco, el Advice tuvo 10 impactos, 7 muertos y 15 heridos, el Norwich 7 impactos, 1 muerto y 11 heridos, la fragata Elthan tuvo 70 bajas, 14 muertos, 55 heridos y recibió 44 impactos, la Lively 10 impactos, 7 muertos y 44 heridos, y el Scarborough recibió 3 impactos y sólo 2 heridos. Datos de: Operaciones principales de la Guerra del Asiento en el Caribe, por Santiago Gómez.
Bibliografía
- Fernández Duro, C. (1972). Historia de la Armada Española. Madrid: Museo Naval.
- Marley, D. E. (1998). Wars of the Americas: A chronology of armed conflict in the New World, 1492 to the present. ABC-Clio.
- Richmond, H. W. (1920). The Navy in the War of 1739–48. Cambridge: Cambridge University Press.