Por Evelinkaya Calderín Piz y Roberto Castillo
Este trabajo es un reconocimiento al heroísmo de criollos y españoles frente a la superioridad numérica del enemigo Inglés.
Introducción
Las historias de naufragios son parte del patrimonio de la localidad. En los fondos de la Ensenada de Sibarimar, Playas del Este, C. de la Habana, hay historias que contar acerca de batallas y hundimientos de navíos que en siglos atrás frecuentaban nuestras costas.
En el presente trabajo se exponen los resultados de la investigación histórica y la exploración arqueológica preliminar del combate naval de la cañonera Nuestra Señora del Carmen ocurrido el 7 de febrero de 1798 frente a las costas de Cuba.
A finales del siglo XVIII la paz disfrutada por Cuba fue muy breve. El 18 de agosto de 1796, España, de acuerdo con su nueva política, declaró la guerra a la Gran Bretaña, pocos meses antes de ser sustituido el Capitán General Las Casas.
Las hostilidades ofrecieron a los productores una oportunidad para tratar de obtener nuevamente autorización para el comercio con los neutrales.
La junta de autoridades, a la cual se dirigieron por mediación del Ayuntamiento y el Consulado, se adelantó a concederla a reserva de la aprobación real. Otórgala Carlos IV en noviembre del siguiente año, pero el nuevo enemigo poseía una superioridad marítima incontestable.
Esta le permitía bloquear la Isla, paralizar el comercio de cabotaje, atacar los puertos, efectuar desembarcos en las costas y apoderarse de cargamentos de azúcar, mieles, aguardiente, café y otros efectos, así como de ganado y maderas.
En esta época de auge económico para la isla se incrementó el comercio de contrabando, la trata, el corso y la piratería.
La lancha cañonera corsaria, de nombre Nuestra Señora del Carmen, propiedad del armador Don Félix Crucet y mandada por el Capitán Don Pedro Bennet que montaba dos cañones de 18 y uno de 24 libras, la que después de un recio combate librado el 7 de febrero de 1798 con dos fragatas inglesas, a las que hizo varar, fue echada a pique en Boca Ciega, a Barlovento de la Habana, siendo posteriormente hecha pedazos por la fuerte mar que allí reina, se asegura que una de las dos fragatas dejó abandonadas dos anclas en el lugar de su varadura.
Este es un breve testimonio de las declaraciones de los testigos, espectadores y el propio Capitán Don Pedro Bennet en el juicio seguido después del combate.
Testimonios del combate
Testigo: Don Pedro Bennet Capitán de la lancha cañonera Nuestra Señora del Carmen.
La lancha cañonera se hizo a la vela desde el puerto de la Habana a las cinco de la mañana, llevaba una tripulación de veinte y cinco hombres y dos prácticos, esta tripulación insuficiente debía ser completada en el puerto de Cojímar, hasta llegar a 60 marineros.
Por el camino reconocería una fragata que se avistaba a Barlovento y nueve buques que estaban a tres leguas al Norte del Castillo del Morro. Al ceñir el viento hacia tierra vio que una fragata le daba caza, cuando estaba a tiro la fragata le hizo un cañonazo y afirmó la bandera inglesa, pero viendo que la cañonera no hacía caso y que seguía en busca de tierra le hizo otro disparo.
La cañonera, en vistas que la estaban colimando decidió entrar en combate haciendo fuego con el cañón de 24 libras.
Estas cañoneras españolas eran lanchas de navío con un único mástil y remos, dotadas de un cañón de gran calibre en su proa (generalmente de a 24 libras), y su tripulación se componía de una treintena de marineros e infantes de marina.
La escuadra Inglesa compuesta de cinco navíos de línea, uno de tres puentes, dos de ochenta y cuatro cañones, dos de sesenta y cuatro, con dos fragatas una de treinta y ocho cañones y la otra de cuarenta y cuatro, al frente de dicha escuadra estaba el Contralmirante Sir. Hyde Parker.
La fragata inglesa, reconociendo el calibre de la artillería de la nave corsaria hizo seña a la escuadra, de donde se destacó otra fragata la que a las once empezó a hacer fuego contra la lancha corsario.
El combate siguió de una y otra parte hasta las doce, en que la cañonera recibió un balazo a la lumbre del agua que viendo que se iba a pique precisó poner proa a tierra para encallar, dando inmediatamente una maniobra para poner en posición de tiro el cañón de a 24.
En esto observó que las dos fragatas también habían varado a poco más de medio tiro de cañón y habían arriado lanchas para tratar de reparar los costados de las fragatas.
La cañonera siguió haciendo fuego con el cañón de a 24, con más viveza que antes. Cuando más fuerte el combate llegaron otras lanchas enemigas a auxiliar a las fragatas.
La cañonera empezó a tirarles con metralla para impedirle el trabajo de reparación de las averías al enemigo. A las tres y media de la tarde se le acabó la pólvora a la cañonera corsaria, la que quedaba estaba mojada.
Solo hacía fuego pausado esperando refuerzos de la Habana.
Los ingleses viendo que el cañoneo de la lancha había menguado decidieron abordarla, y a las cuatro y media lanzan un ataque a la cañonera con catorce lanchas artilladas.
El capitán Pedro Bennet en consideración que solo le quedaba un tiro de cañón cargó el cañón de a 24 con dos balas maestras, dos cartuchos con mil balas de fusil, disponiendo al mismo tiempo que su tripulación saltase a tierra verificándose esto.
Se quedó solo en la cañonera esperando las lanchas enemigas y cuando estas se acercaron, pego fuego al cañón y se tiro al agua.
Los ingleses abordaron la cañonera e hicieron pedazos la bandera española dándole fuego a la embarcación. Retirándose después para apoyar el trabajo en las fragatas.
Una fue reflotada a las seis de la tarde y la otra la reflotaron a las siete de la mañana del siguiente día. Unos cuantos ingleses saltaron a tierra ocupando vituallas que la tripulación de la cañonera había logrado desembarcar, pero el capitán, su tripulación y algunos paisanos llegados al lugar prepararon la defensa desde la manigua contigua a la playa y los repelieron matando varios ingleses.
Testigos presenciales le informaron al capitán Pedro Bennet que con el último cañonazo había impactado una lancha enemiga diezmando su tripulación.
Un testigo presencial aseguró:
Que si el capitán Bennet no fuera hombre de grande espíritu no pudiera haber resistido el fuego a las dos fragatas enemigas, y posterior a tanta lancha armada que vinieron al socorro de ellas poniendo fuego a las dos fragatas enemiga.
El combate duró desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde.
¿Quién comandaba la escuadra inglesa?
El almirante Hyde Parker (1739-1807) venía de una familia de hombres de mar. Siendo Vicealmirante, desde 1796 hasta 1800 comandó la flota radicada en Jamaica y condujo las operaciones en Las Indias Occidentales.
Adquiere el grado de Almirante el 14 de Febrero de 1799. Comandó la flota en el primer combate de Copenhague el 2 de Abril de 1801.
Su buque insignia era el London, dotado de 98 cañones. Su segundo el Vice Almirante Horacio Nelson fue el héroe de la batalla. Horacio Nelson se hizo famoso en esta batalla cuando desobedeció la orden de retirarse y destruyó la flota enemiga.
Se cuenta que se puso el telescopio en el ojo tuerto y dijo no ver la orden de retirada. En 1778 combatiendo a los rebeldes norteamericanos, su barco se hundió en las costas hostiles de Cuba.
Tenía ya 60 años cuando Parker dirigió el combate contra la nave corsaria Nuestra Señora del Carmen. Sir Hyde Parker muere el 16 de Marzo 1807.
Un testigo, capitán de barco americano que estuvo preso de la escuadra inglesa, interrogado por oficial inglés este le expuso:
Que el día 7 habían tenido un combate con la cañonera a la que habían destruido los cañones y pegándole fuego. Este buque en la defensa había acertado a dos de sus fragatas, las cuales estaban sumamente maltratadas, una fragata había recibido un balazo al costado cercano a la Santa Bárbara. En el combate habían tenido dos oficiales y cinco marineros heridos.
Sigue refiriendo el americano que:
Él oyó que el objetivo de su presencia en aguas de Cuba era apresar barcos de Veracruz con los caudales, ya hacía varias semanas o meses. Que el General Parker dijo al declarante que tenía vivos deseos de conocer al capitán Don Pedro Bennet,… que les había tirado ciento treinta cañonazos, cuyo número tenía apuntado en su diario.
Este combate desigual fue de un heroísmo singular por parte del capitán y tripulación de la lancha cañonera española, armada en corso, que lejos de rendirse combatió hasta el último cañonazo y por último voló la nave antes de que cayera en manos enemigas, rechazando a los agresores en tierra incluso.
Por todo lo anterior el capitán Bennett fue ascendido.
La exploración arqueológica, no concluida aun, persiguió el objetivo de hallar una relación entre la historia contada en el juicio y el pecio. Cuando las investigaciones avancen tendremos más certeza sobre si este pecio es de las naves inglesas que vararon durante el combate.
Esto será tema de otro trabajo.
- Agradecimientos a los buzos-investigadores: Gisel Mora, José A. Bárzaga, Alejandro Martínez, Domingo Bravo y José R. Martínez.