Pinturas de Carlos Parrilla Penagos. Parte 2
Todas las pinturas son propiedad de Carlos Parrilla. Está prohibida su difusión sin el permiso del autor. Textos del autor.
Este es su correo electrónico:
c.parrillapenagos@gmail.com
Y esta es su página web personal:
www.carlosparrillapenagos.es
"Combate a la misma vuelta".
Encuentro entre una fragata española y otra británica que, a un cable de distancia, se cañonean navegando a la misma vuelta y con el viento de empopada.
"Navío Reina Luisa".
Considerado el mejor tres puentes de la Real Armada el "Reina Luisa" fue en verdad un soberbio navío de primera clase y 112 cañones diseñado, como no, por el gran José Joaquín Romero y Fernández de Landa. Fue el más veloz y marinero de cuantos navíos de su clase alistó la Armada, como demostró el día 17 de enero de 1795 al dar caza y apresar, bajo el mando del General Lángara, a la fragata francesa de 32 cañones "Efigenia" en las cercanías de la isla Dragonera.
El cuadro representa ese suceso, viendo al "Reina Luisa" con insignia de Teniente General al costado de la "Efigenia", en último término se ve al navío "Montañés" que también participó en la acción.
"Alas y rastreras".
Tres navíos de línea españoles, dos de primera clase y uno de segunda, navegando con poco viento ayudándose de las alas y las rastreras de babor del trinquete. En primer término vemos al Santísima Trinidad con insignia de Teniente General, a la derecha al Príncipe de Asturias (Esta vez pintado según las ordenanzas), y a la izquierda otro navío sin identificar. Es el cuadro más grande que ha pintado el autor (81cmx65cm). Acrílico sobre lienzo.
"Una Armada formidable".
Esta vez el nuevo cuadro se titula “Una Armada formidable”, y ¿Por qué? Pues porque a pesar de todos los problemas que tuvo nuestra sufrida Armada y sus admirables marinos, creo que llegó a ser eso, formidable. Partiendo prácticamente de la nada a principios del S.XVIII llegó a ser en tiempos de Carlos III la segunda Armada de guerra del mundo, y aunque poco antes de Trafalgar estaba ya corroída por toda clase de problemas, lo cierto es que seguía siendo una fuerza tenida en cuenta por todas las demás potencias de su tiempo, y qué mejor representante que mi querido, enorme, torpe y admirado Santísima Trinidad, navegando a primeras horas de la mañana, y comandando la escuadra que le acompaña, como no podía ser de otra manera.
"Santísima Trinidad, El Escorial de los mares".
Nuestro gigante viene navegando con viento fresco que entra por su aleta de estribor haciendo que se escore ligeramente a babor, enarbolando insignia de Capitán General, como indica la bandera del tope del palo mayor.
Nueva versión del Santísima Trinidad, esta vez basándome en la maravillosa maqueta que Máximo Agudo ha realizado para su diorama de Trafalgar, y mi propio perfil de Todoababor.
He pintado la proa de negro, he puesto el refuerzo para la maniobra del ancla, y he prescindido de los dorados en el beque y el mascarón, pintándolos en blanco. Con respecto al mascarón he preferido continuar con el clásico león engallado, ya que, hablando con Juan Carlos Mejías, coincidí con él en que lo más seguro es que, principalmente por falta de presupuesto, no se cambiara el león por la alegoría sobre su nombre. Así que aquí está esta nueva visión del Trinidad, y no va a ser la última, seguro.
"Proa a las Indias".
Pintura ambientada en el Siglo XVII sobre un gran galeón español de cuatro palos (Trinquete, Mayor, Mesana y Buenaventura), enarbolando la enseña imperial que mejor representa el período de Los Austrias, la Cruz de San Andrés. Visto por su costado de babor, saliendo de la borrasca, navega hacia la puesta de sol, más allá América.
"Una Marina, dos banderas".
El 28 de mayo de 1785, por un Real Decreto de Carlos III, se cambió la bandera naval española por la actual roja y amarilla, por ser fácilmente distinguible a larga distancia, y evitar así problemas de identificación con otras marinas.
En este cuadro he pintado a dos fragatas españolas navegando a la misma vuelta con sendas banderas, aunque sé que en plena navegación no se enarbolaba el pabellón, sino que apenas se izaba el gallardete a modo de catavientos, en este caso la imagen lo requiere.
No sé si se dio alguna vez esta circunstancia en el tiempo de cambio de enseña, pero me ha parecido bonito poner a una de las fragatas con el pabellón blanco, y a la otra, la que comanda la división, con la nueva bandera. En concreto la bandera blanca es la de diario, ya que en combate se izaba la de guerra, que llevaba el escudo real completo, y no sólo las armas de Castilla y León.
"Cabo Sicié".
El 22 de febrero de 1744, enmarcado en la llamada "Guerra de la oreja de Jenkins", tuvo lugar el Combate del Cabo Sicié (o de Tolón, según los autores), entre una escuadra británica y otra franco-española. Esto último es un decir porque la vanguardia y el centro franceses evitaron el combate, fuese porque Francia tecnicamente aún no estaba en guerra con Gran Bretaña, o porque el octogenario almirante francés De Court de la Bruyere era un conocido antiespañol, el caso es que nos dejaron en la estacada.
Se ha hablado mucho de la cacareada superioridad británica en asuntos navales, o de como se ufanan de que 15 navíos ingleses derrotaron a 24 españoles en el cabo de San Vicente. Pues bien, aquí nada menos que 32 navíos de la pérfida Albion no pudieron con 12 españoles, la mitar de ellos marchantes, es decir, con la artillería rebajada en su calibre y peso en beneficio de la velocidad. Además de sufrir el doble de bajas que los españoles (unos 800 contra unos 400 de los nuestros).
El cuadro representa el momento en el que el "Namur" insignia de Mathews, tres puentes y 90 cañones, tiene que retirarse machacado por el fuego del "Real Felipe", insignia de Navarro y 110 cañones. Al tener que orzar para alejarse de la línea española ofreció su popa al "Hercules" (64 cañones), matalote de popa del "Real Felipe", momento que aprovechó para descerrajarle toda una andanada que atravesó su espejo provocando un infierno en el interior del navío inglés. 32 contra 12, y no pudieron con nosotros, ¡Toma ya!.
"El San José".
El navío de primera clase y 112 cañones San José fue el cuarto navío de esta categoría que fue alistado durante el S.XVIII por la Real Armada. Construido en El Ferrol en 1783 y diseñado por Gautier, se siguieron los planos del Purísima Concepción, pero a diferencia de éste, resultó ser un barco magnífico. Fue capturado por los británicos durante la batalla del Cabo de San Vicente, y el propio Nelson izó su insignia en el navío español. Aquí lo vemos por su amura de estribor acompañado de otros barcos. Luce uno de los esquemas de color que se usaron en la Real Armada, costado en amarillo-ocre único, desde las mesas de guarnición hasta las batiportas inferiores de la batería principal. Este esquema se abandonaría posteriormente por el clásico negro con las baterías en amarillo.
"Presa en el estrecho".
Pequeño cuadrito que representa a una fragata española que ha tomado a una corbeta británica como presa en aguas del estrecho de Gibraltar. Vemos a la corbeta desarbolada, rendida y con nuestro pabellón sobre la bandera británica, al fondo a la izquierda de la imagen se ve la silueta del peñón.
"El Rayo".
El navío Rayo ya remontado de 80 a 100 cañones, convertido en un primera clase. Recién fondeado en la bahía de Cádiz recoge velas descansando con la sobremesana dada para que el navío se mantenga proa al viento, desestibando una de las lanchas del combés para dejarla en el agua, vemos que las portas de la banda de babor están cerradas para facilitar la maniobra. A la derecha de la imagen una balandra se acerca, y a la izquierda un bergantín holandés encara la bocana de la bahía, detrás de éste aparece la ciudad mientras otras embarcaciones pululan por la bahía gaditana.
» Manuel Bellido Milla se ha inspirado en esta imagen del Rayo en Cádiz y ha escrito un texto que podéis leer.
"Entrando en la tormenta".
El Trinidad, iluminado por uno de los últimos rayos de luz del día, acortando trapo ante la noche tormentosa que se avecina, navega con las gavias arrizadas, la trinquete y el contrafoque, con el viento de empopada e hincando el tajamar en el agua.