Por Eduardo Casas Herrer
Policía CNP, escritor y divulgador.
Índice
Introducción
En el siglo XIX, en especial durante las Regencias (de María Cristina de Borbón y del general Espartero), en un país empobrecido por la Guerra de la Independencia y la emancipación de los territorios americanos, el contrabando era una sangría constante para el Estado, al que privaba de unos muy valiosos recursos en impuestos y entregaba toda clase de bienes a los rebeldes carlistas, que mantuvieron siete años de guerra, desde 1833 a 1840.
Para luchar contra esta lacra, con independencia de los esfuerzos del Estado —la Marina Real y el Cuerpo de Carabineros de la Real Hacienda—, el Gobierno contrataba a particulares para que realizasen tareas de guardacostas, detallando el número y tipo de barcos a los que estaban autorizados, de una manera muy parecida a la patente de corso del siglo anterior.
Además, tenían derecho a una buena parte del botín que capturasen —dependiendo del contrato, desde el 12,5 al 40% de lo incautado—1, lo que hacía que la empresa fuera muy atractiva para marinos acomodados.
Sin embargo, este sistema distaba de ser ideal y la corrupción campaba a sus anchas2. Algunos capitanes se dejaban sobornar con facilidad, mientras que otros dejaban pasar a sus conocidos, paisanos o aquellos con los que tuvieran un pacto previo.
Por eso en 18433 todos los recursos pasaron a la Armada, que se encargaría desde entonces de la represión del contrabando, con un mayor éxito dentro de lo complicado que era una lucha con tan pocos recursos contra tantísimos defraudadores.
Durante aquellos últimos años de los corsarios, no obstante, hubo acciones memorables y muchas presas. Algunos capitanes tenían más éxito que otros y también suerte, porque mientras los había que eran capaces de atrapar un barco tras otro sin disparar un solo tiro, otros casi cuentan sus triunfos por batallas.
Uno de los cazadores de aquella época al que la prensa le dedicó bastante atención fue Gaspar Ortuño y Vives, un benidormense asociado para siempre al combate contra el falucho gibraltareño Terrible, culminación de una corta carrera.
Tradición marinera… por la familia política
Gaspar nació en Benidorm el 14 de mayo de 1802 y fue bautizado en la parroquia de San Jaime Apóstol un año y un día después. Cuando contaba 23 años se casó con Manuela Ors y García (a veces se encuentra como Orts) que le daría su primer hijo al año siguiente4.
Manuela era hermana de Miguel, un reputado marino de Benidorm, que desde 1826, con permiso del rey Fernando VII, actuaba como guardacostas, uno de cuyos barcos patroneaba en persona y con el que tuvo diversos éxitos.
En 1838, con su empresa Ors y García5 (muy original no fue, eso tenemos que reconocérselo), abarcaba las tres provincias valencianas y la de Murcia y, más tarde se asociaría para abarcar todo el litoral español (salvo el Cantábrico) con Llano, Ors y Compañía. Quién mejor que su cuñado, que contaba entonces con treinta y seis años, para patronear una de sus embarcaciones.
En algún momento entre 1838 y 1839 le entregó el mando del falucho Plutón, que tanto se distinguiría en los meses siguientes.
Un falucho de guerra es una embarcación de un porte relativamente ligero —entre las 20 y 35 toneladas—, cuya tripulación no suele ir más allá de los setenta hombres, a veces artillado con algunas piezas de diferentes calibres. Tiene dos mástiles, el mayor muy inclinado a proa, con aparejo latino; una mesana y un foque.
Era una embarcación habitual en el Mediterráneo, donde sus versiones civiles transportaban carga y pasajeros de un puerto a otro, incluyendo las Baleares, y el barco preferido para actuar de guardacostas en aquellas aguas.
Por poner un ejemplo, el falucho Saeta, construido en Barcelona en 1834, estaba considerado como de primera clase, con una fuerza de dos cañones. En 1848, ya adscrito a la Armada, estaba bajo el mando de un teniente de navío, con un guardiamarina asignado, tenía cuatro oficiales de mar y maestranza, cinco soldados y 46 marinos. Llevaba a bordo 25 fusiles, 9 pistolas, 30 sables, 6 hachuelas, 8 chuzos y 5 quintales de pólvora6.
La primera vez que oímos del Plutón es en 1838. Durante un temporal, el 1 de marzo de aquel año, entró en Cartagena la polacra7 sarda Cosmopolita, bajo el mando del capitán Nicola Riga. Había partido de Marsella, cargada de vino, papel, aceite, sal, árboles, sanguijuelas, zapatos de señora y hormas.
El problema era que desde el 26 de junio de 1837 estaba en vigor una Real Orden que prohibía el comercio y el atraque de buques de Cerdeña en los puertos españoles. Las autoridades ordenaron a nuestro falucho que se abarloara con la polacra para evitar cualquier descarga no controlada por parte de ésta.
El jefe de la aduana y el escribano mayor de rentas del puerto dirigieron una partida que registró exhaustivamente la nave, sin encontrar ningún elemento ilegal, por lo que ordenaron al Plutón y al fortín que guardaba la entrada al puerto que lo dejaran salir sin interferencia, lo que se verificó tan pronto como el tiempo mejoró8, ya que el socorro entre las gentes de mar tenía valor de ley.
No siempre el trabajo de guardacostas era emocionante y arriesgado. A veces tocaba un bloqueo rutinario del que poco beneficio se obtenía.
La siguiente vez que trascendió fue el 28 de marzo de 1839. Es la primera vez que nuestro protagonista aparece por su nombre y mencionan que el barco pertenecía a la empresa Ors y García. En aguas de Alicante se encontró con el falucho contrabandista San Felipe, matriculado en Mataró.
Llevaba dos cañones, uno de doce libras y otro de dieciocho, probablemente montados en afustes giratorios en el eje del buque. Una caja de armas de fuego y blancas completaba el arsenal.
Ante la aproximación del Plutón, el capitán contrabandista, Juan Robhe, decidió resistirse y comenzaron cinco horas de combate, en la que ambos buques quedaron destrozados «de palos, entenas, velamen y aparejos»
Los daños en el San Felipe debieron ser mayores, ya que el guardacostas se le echó encima y lo abordó, sin que cesara la resistencia.
Al final, se rindió con siete muertos y un herido. Ors y García tuvo que lamentar un fallecido, llamado Carlos Lucas Moreno. Capturaron un cargamento de tabaco y otros géneros de comercio ilícito. La Reina quedó muy complacida por este hecho9.
Gaspar Ortuño dio muestras de su valentía, arrojo y buen hacer, ya que las bajas fueron muy inferiores a las que causó. Lo supongo ansioso de que completaran las reparaciones en su barco antes de volver a hacerse a la mar a continuar sus patrullas.
Mientras, su contratista, él y sus hombres recibirían la parte proporcional, que, además de la venta del barco, sería en esos años del 18% del precio de venta del tabaco10.
Aquel año 1839 surcaba el Levante español un contrabandista gibraltareño de cumplida fama por lo desafiante y duro que era, más potente que los guardacostas.
Hasta su nombre servía para inspirar miedo en sus enemigos: Terrible. Durante su construcción recibió protestas y curiosidad por el tamaño y armamento de un buque cuya función era vox populi.
Incluso las autoridades de Algeciras pusieron una queja11 que cayó en saco roto, ya que a pesar de que España era aliada de Inglaterra, el negocio ilegal era, ya entonces, muy importante para el Peñón.
Ese falucho estaba equipado con dos cañones en plataformas giratorias, uno de 36 libras, como los más grandes de los navíos de la época, y otro de a 24.
Montaba cuatro carronadas12 de a 18 libras, dos en cada costado. Por si fuera poco, además de una caja de armas blancas y otra de fuego, tenía granadas y cohetes incendiarios13, marinado por cerca de setenta hombres.
Estaba más cercano a un buque de guerra que a un carguero, un formidable oponente,… y uno al que nuestro intrépido capitán le tenía ganas hasta el punto de buscarlo por encima de otras presas más sencillas.
El 11 de junio14, navegando el Plutón en conserva del guardacostas San Miguel, encontró un buque con las características del Terrible a una milla del cabo de Canet, muy cerca de Sagunto, al que persiguieron en dirección sur, hasta el cabo de Cullera, donde la caza continuó hacia el este antes de volver hacia el norte.
Se prolongó sesenta y cuatro horas, a vela y a remo, hasta que a las dos de la mañana del día 13 estuvo a tiro de cañón y ambos perseguidores hicieron fuego con bala y metralla, recibiendo el mismo trato por parte del contrabandista.
Los disparos de éste eran menos abundantes de lo que esperaban del temible gibraltareño, lo que quedó aclarado cuando descubrieron que se llamaba Rayo, también matriculado en aquel puerto. Acosado por ambos guardacostas, su capitán veía que la situación no le favorecía.
A pesar de ser muy velero y hacer honor a su nombre, quizá los cañonazos estaban destruyendo su aparejo, mientras que los españoles no habían dejado de recurrir a la boga, para la que poco importaban las velas o el viento.
En todo ese tiempo, los marineros de Ors y García no habían comido caliente ni apenas dormido. El esfuerzo los tenía al límite del desfallecimiento. Pero el Rayo estaba peor. Sin opciones, se rindió en aguas de Sitges.
Ambos faluchos mandaron las lanchas para enviar una dotación de presa, felicitándose por tan buena captura, ya que portaba tabaco y otros géneros de comercio ilícito.
Pero había un cuarto invitado. A dos leguas del combate navegaba la fragata Cortés, de la Armada. Los serviolas oyeron el cañoneo y lo confirmaron visualmente —dos leguas son menos de 10 kilómetros y la visibilidad en un día despejado llega a los 40—. Al poco ya lo sabía Jacobo Oreste15, su comandante, que ordenó marinar la lancha y acercarse a reconocer la acción.
Aquí las versiones difieren. Mientras los militares daban por hecho que su intervención fue decisiva para conseguir el apresamiento, para Ortuño llegaron cuando la acción ya había terminado.
Al Rayo subieron un cabo de presa con la correspondiente dotación de los guardacostas a los que se unió un oficial de guerra de la Cortés. Era grande para su clase, más de cien toneladas, que montaba en colisa16 un cañón de a 12 libras y otro de a 18.
Descubrieron que tenía encargadas otras cuatro piezas de mayor calibre —quizá carronadas— para instalarlos en las bandas, lo que lo habría hecho un enemigo tan formidable como el Terrible.
Fue una captura providencial, porque el Rayo estaba haciendo su primer viaje y su tripulación todavía no se había adaptado a él. Un par de viajes más tarde quizá se habría convertido en un azote como aquel al que imitaba.
Los tres españoles lo condujeron al puerto de Tarragona, donde lo entregaron al Tribunal de Rentas de la provincia, que determinaría cómo se repartía el dinero que daría aquella captura.
Los tarraconenses, mientras tanto, se lamentaban porque habían tenido que subir desde Valencia para defenderlos, mientras sus propios guardacostas estaban amarrados por falta de fondos para pagar a las tripulaciones17.
Quizá este fue uno de los motivos por los que un par de años más tarde, Llanos-Ors conseguiría la concesión para las aguas catalanas.
Ortuño tampoco estaba contento. Escribiría a la prensa de toda España para protestar por las reclamaciones de la Armada sobre el Rayo, ya que entendía que no habían tenido parte en el combate y solo querían apuntarse el tanto y pillar parte del botín.
El Plutón contra el Terrible
En algún momento entre julio y octubre de aquel 1839, Gaspar Ortuño tuvo su primer encuentro con el Terrible. Al acercarse para abordarlo y proceder a la correspondiente inspección, éste respondió con una cerrada descarga de artillería que rindió el palo mayor del Plutón, tras lo cual escapó con la mayor impunidad. Así aumentaron sus ganas de echarle mano18.
Ser el director de una empresa de guardacostas no implica solo llevar las finanzas, armar barcos y contratar marineros, sino también tener fuentes de información fiables. Así, Miguel Ors, supo por sus espías que el Terrible iba a recorrer aquel otoño las aguas de su jurisdicción, ya que tenía alijos para Denia, Gandía, Valencia y Cana.
Se acercó al puerto de Benidorm —la sede de la compañía estaba en esa ciudad— a decírselo a su cuñado, nuestro protagonista19 que, ilusionado con la noticia, el 10 de octubre se dio a la vela y partió en busca de su enemigo, a pesar de la disparidad de fuerzas. En esta ocasión no tendría al San Miguel como apoyo, sino que se tendría que batir en solitario con quien se comportaba más como un pirata que como un comerciante.
Al amanecer del día 11, desde el Plutón descubrieron un falucho a una milla de tierra que se adentraba en el mar. Por el aparejo y la forma de maniobrar, Ortuño supo que había encontrado a su némesis y forzó vela para darle caza.
Como el viento era flojo, ambos contendientes se desplazaban lentos, aunque la ventaja favorecía al guardacostas, más ligero. A las nueve, por fin, llegaron a tiro de cañón.
El Terrible repitió la maniobra con la que se había zafado en el pasado: ofreció el costado, de manera que podía disparar con cuatro piezas a la vez —dos carronadas y los dos cañones en colisa— y esperó.
El español, más prudente que la vez anterior, le hizo a distancia la señal de ordenanza, mostrando la bandera de guerra española. El gibraltareño, sin enarbolar pabellón alguno, disparó toda la banda, a la vez bala y metralla, pero como el espacio que los separaba era grande, la puntería fue escasa.
Más que autorizados a responder al fuego, los contramaestres, José Cortés y Francisco Sorivelles, dirigieron la artillería con sorprendente precisión, a pesar de que ardían y explotaban sobre sus cabezas, causando grandes averías en las velas, cohetes Congreve que el enemigo había sumado a sus armas.
Después de una hora de combate y cañoneo, a pesar de la mejor posición del Terrible, Ortuño vio cómo caía y quedaba colgando por la banda del enemigo el palo de mesana con su entena.
Tampoco es que ellos estuvieran mucho mejor, ya que un proyectil de a 36 se había clavado en el palo mayor del Plutón, obligando a no forzarlo con demasiada vela, y habían perdido la lancha.
Entonces, mientras daba órdenes de un lado a otro, arengando y dirigiendo a los suyos, un casco de metralla hirió al capitán en la pierna izquierda.
En un principio se negó a retirarse, hasta que la pérdida de sangre y la cojera le dejó claro que no era útil en la acción, así que pasó el mando al segundo, su primo Antonio Ors y Ortuño, con las instrucciones de abordar al Terrible, ya que era el único medio para vencer.
El Plutón se dirigió a embestir al gibraltareño. Sorivelles disparó a corta distancia, derribando la entena del palo mayor y causando un destrozo total de la maniobra.
A cambio, los españoles recibieron una descarga que les incendió el foque, entre otras averías que les impidieron completar el abordaje. No por eso desistieron, sino que con el sable entre los dientes, se arrojaron al agua y treparon por los bajos costados del enemigo.
El segundo comandante y el condestable, Ramón Rodríguez, fueron los primeros en hacerlo, seguidos por otros tripulantes y pasajeros —también familiares del patrón, ya que se llamaban Antonio Ors de Jacinto y Pedro Ortuño y Ballester—. En poco tiempo se apoderaron del Terrible, que había tenido doce muertos, incluido su capitán, entre los sesenta y nueve hombres que lo marinaban.
Por el contrario, en el Plutón solo hubo que lamentar cuatro contusos, además de la herida de su oficial al mando.
Una vez que comprobaron que alijaban tabaco y otros géneros, clavaron las escotillas —para evitar que los tripulantes pudieran dar un golpe de mano y recuperar el barco— y, mal que bien, con algunas reparaciones de emergencia para poder aprovechar el viento con los pocos palos que quedaban —el Terrible solo tenía en pie el foque, mientras que el Plutón lo había perdido y tenía dañado el mástil mayor— y, con una dotación de presa, ambos pusieron rumbo al puerto de Valencia, donde ya estaban fondeados el día 16.
En esa acción se distinguieron, según dice el propio Gaspar Ortuño:
Los oficiales D. Antonio Ors y Ortuño, D. Isidro Serdán, D. Ramón Rodríguez, los contramaestres José Cortés y Francisco Sorivelles, como también los pasajeros D. Antonio Ors de Jacinto y D. Pedro Ortuño y Ballester, los marineros Antonio Ballona y Bayona, Vicente Grau y Lloret, Francisco Cortés de José y Simon Lloret de Gregorio, timonel durante el combate.
Después de la batalla
Nuestro protagonista nunca se recuperó de la cojera que le causó aquel casco de metralla y dejó su querido falucho Plutón para siempre, aunque no por eso dejó de ganarse la vida con una cierta holgura.
La reina lo recibió, condecoró y le regaló «unas preciosas muletas»20. Conociendo la costumbre de la época, es muy posible que esa condecoración fuera su nombramiento como alférez de navío con fecha 30 de noviembre de 1840, ya que en el Estado General de la Armada no está reflejada ninguna medalla para él21.
A partir de ese momento, además de gestionar su hacienda, trabajó en el puesto que correspondía a su categoría, como ayudante de distrito en Selva (Gerona)22, hasta que consiguió una permuta que le permitió acercarse a casa como ayudante de la capitanía del puerto de Alicante, el 2 de julio de 186123, cuando contaba ya cincuenta y nueve años.
En 1861 consiguió el ascenso a teniente de fragata24 y en 1886, con ochenta y cuatro años, consta como teniente de navío en la reserva, con residencia en su querido Benidorm25.
Como hacendado que era, durante su vida también participó en diversos negocios, como el transporte de sal por vía marítima o el alquiler de diversas fincas en los alrededores de Benidorm. Tuvo cuatro hijos, el segundo de los cuales, Gaspar Ortuño Ors26 tuvo que ver con la fundación del Banco Nacional de Costa Rica, e incluso aparece en los billetes de cincuenta colones.
El fiel Plutón siguió luchando contra el contrabando, aunque desde que Gaspar ya no lo mandaba tuvo un éxito mucho más discreto o, al menos, sus logros no trascendieron.
Sabemos que hasta abril de 1841 estaba en Algeciras junto a su viejo enemigo, el Terrible, con el que ahora compartía función. De ahí partió a Barcelona, llevando a los principales mandos de la empresa a la que pertenecía en esos momentos, Llano, Ors y Compañía27
En 1844 se encontraba en Alicante durante la Rebelión de Boné, y quedó en manos de los rebeldes. Para evitar que lo pudieran usar, Diego Soria, un amigo íntimo de Miguel Ors, destrozó su vela mayor, dejándolo casi inútil, el 13 de febrero28. No sobrevivió mucho más, ya que se hundió alrededor del 6 de marzo29.
El Terrible y las maniobras de Gibraltar
Nos queda un protagonista más en esta historia, el Terrible, entregado a la Intendencia de Valencia. Fue declarado presa buena y subastado.
Lo compró Ors y García30, que lo renombró Espartero, aunque siguió siendo conocido por el apelativo que le había dado fama y que llevaba como alias más o menos oficial.
En enero de 1840 ya estaba en servicio. El día 23 de ese mes atrapó al contrabandista Col en la costa de Cataluña, cargado con ropa y tabaco, y equipado con la correspondiente artillería, aunque no consta que en esta ocasión hubiera combate31.
Para julio volvía a estar cerca de Algeciras, ya que la mayoría del contrabando que tanto perjuicio causaba a la maltrecha economía de la España del siglo XIX provenía del Gibraltar.
Los ingleses estaban bastante suspicaces aquel año, ya que los guardacostas habían tenido comportamientos agresivos. En alguna ocasión entraron en el propio puerto de la Roca y secuestraron un buque con cargamento ilegal antes incluso de que zarpara.
Como la jurisdicción de los guardacostas solo alcanzaba una legua (2,6 millas náuticas o 4,8 kilómetros) desde tierra, los bergantines de la Royal Navy empezaron a detener a los que veían en lo que estimaran fuera de esos límites32.
Eso le ocurrió a nuestro falucho el 11 de julio, que fue interceptado33 y conducido al peñón para comprobar que estaba en regla. Ambos comandantes —inglés y español—, bajaron a tierra con los papeles del Terrible y se encontraron con la belicosidad de los locales que, por un lado, habían reconocido a su antiguo barco y, por otro, estaban hartos de que los guardacostas no les dejasen desarrollar con normalidad su negocio ilegal.
Fue tal la situación que el capitán del bergantín se introdujo con su homólogo en una tienda y pidió ayuda. La situación se normalizó cuando acudieron cuatro soldados y los sacaron de allí. Si bien las amenazas continuaron, al menos la tropa evitó que las convirtieran en realidad.
Los antiguos dueños del falucho, menos dados al espectáculo, aprovecharon la situación para empezar a mover a toda velocidad una reclamación para intentar recuperarlo y, de no ser posible, por lo menos evitar que liberasen un guardacostas que siguiera apresando a sus contrabandistas.
El día 13 acudió desde España un abogado y el ayudante del general, que se reunieron en la capitanía del cuerpo con el titular de ese órgano, el comandante del bergantín y el abogado general, los unos pidiendo la liberación y los otros reclamando la captura como buena presa. La cordura se impuso y el 14 el juez lo dejó libre.
Mientras tanto, los comerciantes habían reunido una formidable fortuna de, dependiendo de las fuentes, entre veinte mil y treinta mil duros34 para presentar su causa en los juzgados, ya que solicitaron el embargo e inmovilización del Terrible.
Según su argumento, el falucho Plutón los atacó sin mediar palabra y sin lucir pabellón a doce leguas de la costa, mientras transportaban una carga legítima.
Como la reclamación era, como poco, peregrina, el juez exigió esa fianza tan amplia para cubrir los daños y perjuicios a Llanos-Ors en caso de que fallase en contra de los gibraltareños.
En el momento en que lo iban a liberar del apresamiento por el bergantín, se le comunicó que quedaba embargado por la causa de los comerciantes. Clavaron las escotillas y la tripulación fue volviendo a Algeciras el día 15.
Esta situación resultó indignante para España, cuya prensa protestó con fuerza durante los días siguientes. El juez no debió ver demasiado sólida la demanda, ya que el 18 de agosto ya había vuelto a manos de la empresa35, si bien el caso seguía su curso, sin medidas cautelares, bajo la justicia inglesa.
No tengo ninguna referencia directa sobre el final, salvo la obvia de que el Terrible siguió muchos años —ya de nuevo con ese nombre y olvidado el de Espartero— en servicio para España, primero con la empresa Llanos-Ors y más tarde en la propia Armada.
El 4 de abril de 1841, el Proserpina, un falucho guardacostas que vigilaba las aguas de Cataluña, encontró un místico36 entre Sitges y Cubellas fondeado en cinco brazas de agua, a tres cables —algo más de quinientos metros— de tierra.
En tal posición no tenía ninguna opción de escapar, aunque enarbolase la bandera inglesa. Los españoles descubrieron que estaba cargado de tabaco. No tenía rol de la tripulación ni sus filiaciones.
El patrón era Manuel Chiozza, un viejo conocido, ya que se sospecha que fuera el segundo comandante del Terrible cuando fue capturado por el Plutón y con una larga lista de antecedentes por contrabando, lo mismo que gran parte de quienes lo marinaban, a los que había que sumar algún paisano de Premiá que también estaba a bordo37.
Aunque habían perdido su falucho de guerra, a pesar de las sucesivas condenas, los contrabandistas siguieron dedicándose a la misma profesión.
En 1843 aparece una noticia de un guardacostas llamado Terrible que partió de Cuba el 8 de octubre y que llegó a España con noticias de la isla antes del 18 de noviembre38.
La travesía del Atlántico parece complicada para un barco de esas características, pero no aparece otro con ese nombre que sea también guardacostas en los libros del Estado General de la Armada.
Lo que sabemos con seguridad es que al menos desde el 1 de noviembre de 1844 el falucho pertenecía a la Armada y su comandante era el alférez de navío Victoriano Sánchez, poseedor de la Cruz de Marina de Diadema39.
Lucía el numeral 123 y estaba armado con tres cañones —seguramente, uno en plataforma giratoria y dos en las bandas—. Además de su comandante —que solía ser un teniente de navío—, tenía dos pilotos de segunda sin graduación militar, cuatro oficiales de mar y maestranza, cinco soldados y 54 marineros.
Llevaba a bordo 23 fusiles, 19 pistolas, 28 sables, 12 hachuelas, otros tantos chuzos y cinco quintales de pólvora —unos 230 kilogramos—. Sabemos también que tenía el casco forrado de cobre, porque se lo repasaban40.
Aquel mismo 1844 transportó a parte del Batallón Provincial de Toledo a Ceuta41. En años siguientes estuvo por varios puertos, de Barcelona a Algeciras. La última vez que tenemos constancia de él es en 1860, cuando en Julio lo destinaron a Cartagena42.
No sería raro que, después de más de veinte años desde que lo capturó el bravo Gaspar Ortuño, su mal estado aconsejara darlo de baja.
Así desapareció una de las últimas presas de los corsarios españoles —ya que los guardacostas eran muy parecidos a aquellos— en una época en que la navegación a vela y los barcos de madera estaban dejando su lugar a los vapores y al acero.
Notas
- El Corresponsal (Madrid). 29/6/1841 P.3
- Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados 28 /06/1841. Los diputados acusaron a la empresa Ors y García de connivencia con los contrabandistas.
- Maestre de San Juan, F (2016) La Organización Del Servicio Del Resguardo Marítimo En España Desde La Caída De Espartero Hasta El Fin Del Reinado De Isabel II (1843-1868). Revista de Historia Naval, Nº133.
- Web Geneanet (https://es.geneanet.org), que cita a Norberto de Castro y Tosi.
- Blog Histobenidorm (https://histobenidorm.blogspot.com) que cita a Carlos Llorca Baus, (1994) Historia Marinera de Benidorm (1781-1950)
- Estado General de la Armada para 1848. Imprenta, Librería y Depósito de obras de Marina de D R Matute. P.433
- Buque de vela similar al jabeque, pero con mezcla de velas latinas y cuadradas. Como tantas veces en la edad de la navegación a vela, los límites con otros modelos (jabeques, bergantines o místicos) son difusos. La idea general era conseguir buen aprovechamiento del viento con pocos tripulantes, para que los viajes comerciales resultaran más rentables.
- Todo este encuentro se narra en El Correo nacional (Madrid). 29-3-1838
- Diario constitucional de Palma de Mallorca (Baleares). 24-4-1839
- Los porcentajes de la venta los desgrana el señor diputado Joaquín López, según recoge las sesiones El Corresponsal (Madrid) de 29-6-1841. Según la web Histobenidorm (ver nota V), en 1838 el contrato solo afectaba a las cuatro provincias de Valencia y Murcia, por lo que todavía no había conseguido que el beneficio subiera al 40%, como cuando la empresa ejercía de la frontera francesa hasta la portuguesa.
- El Corresponsal (Madrid). 26-7-1840 P. 1
- Carronada: cañón de corto alcance, ligero para su calibre, útil en los combates a corta distancia.
- Descripción de Gaspar Ortuño en un parte de guerra publicado en El Corresponsal (Madrid), 26-7-1840, P. 1, así que hay que considerar que puede haber exagerado, en especial en cuanto a los calibres.
- Para toda esta parte seguimos la narración de Gaspar Ortuño, según se puede leer en su queja publicada en El Castellano (Madrid). 26-6-1839 P.1
- Debe tratarse de un error de Ortuño, ya que no he encontrado ninguna referencia a ningún oficial con ese nombre en la época ni tampoco he encontrado quién era su comandante por entonces.
- Es decir, en un afuste giratorio sobre el eje de crujía del barco.
- Eso dice El corresponsal en Tarragona de El Castellano (Madrid). 26-6-1839 P.1
- Esto lo cuenta un editorial de El Corresponsal (Madrid). 26-7-1840 P. 1. No he encontrado referencias a este combate en otros lugares.
- Seguimos, salvo que se indique lo contrario, la narración del propio Ortuño en un parte citado por El Corresponsal (Madrid). 26-7-1840 P. 1 y 2.
- LLORCA BAUS, C (1994). Historia marinera de Benidorm (1781 1950) P. 56-58
- Estado General de la Armada para el año 1861. Imprenta Nacional. P. 80.
- Ídem anterior
- Gaceta de Madrid 24-07-1861 P.1
- Gaceta de Madrid 31-01-1863 P.2
- Estado General de la Armada para el año 1886. Establecimiento TIP Sucesores de Rivadeneyra. P. 439
- Ídem nota XX
- El Corresponsal (Madrid). 12-4-1841 P. 4
- Diario constitucional de Palma. 15-2-1844
- El Castellano (Madrid). 6-3-1844 P.2
- El Corresponsal (Madrid). 26-7-1840 P. 1
- El Castellano (Madrid). 29-1-1840 P.4
- El Eco del comercio (Madrid). 2-8-1840, n.º 2.285 P. 2 y 3
- Mientras no diga lo contrario, seguimos aquí a El Eco del comercio (Madrid). 27-7-1840, n.º 2.279
- Veinte mil dice El Eco del comercio (Madrid). 27-7-1840, n.º 2.279, mientras que treinta mil figura en El Corresponsal (Madrid). 26-7-1840 P.1
- Diario constitucional de Palma. 11-10-1840 P.4
- Buque de dos o tres palos con entenas y aparejo similar al latino, típico del Mediterráneo.
- El Corresponsal (Madrid). 12-4-1841
- La Posdata (Madrid). 18-11-1843 P. 3
- Estado General de la Armada para el año 1847. Librería y Depósito de obras de Marina de D R Matute. P. 61
- Estado General de la Armada para 1848. Imprenta, Librería y Depósito de obras de Marina de D R Matute. P.433
- El Clamor público (Madrid). 13-8-1844
- Boletín oficial de Filipinas: 5 febrero 1860
Bibliografía
LIBROS ANTERIORES A 1900
- Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados 28 /06/1841.
- Estado General de la Armada para 1847. Imprenta, Librería y Depósito de obras de Marina de D R Matute
- Estado General de la Armada para 1848. Imprenta, Librería y Depósito de obras de Marina de D R Matute
- Estado General de la Armada para 1861. Imprenta Nacional
- Estado General de la Armada para el año 1886. Establecimiento TIP Sucesores de Rivadeneyra
LIBROS Y ARTÍCULOS POSTERIORES A 1900
- Carlos Llorca Baus, (1994) Historia Marinera de Benidorm (1781-1950)
- Maestre de San Juan, F (2016) La Organización Del Servicio Del Resguardo Marítimo En España Desde La Caída De Espartero Hasta El Fin Del Reinado De Isabel II (1843-1868). Revista de Historia Naval, Nº133.
- LLORCA BAUS, C (1994). Historia marinera de Benidorm (1781 1950) P. 56-58
PÁGINAS WEB
- Web Geneanet (https://es.geneanet.org)
- Blog Histobenidorm (https://histobenidorm.blogspot.com)
PUBLICACIONES PERIÓDICAS ANTERIORES A 1900
- Boletín oficial de Filipinas (Manila)
- Castellano (Madrid), El
- Clamor público (Madrid), El
- Correo nacional (Madrid), El
- Corresponsal (Madrid), El
- Diario constitucional de Palma de Mallorca (Baleares)
- Eco del comercio (Madrid), El
- Gaceta de Madrid
- Posdata (Madrid), La
Sobre el autor
Eduardo Casas Herrer (Zaragoza, 1974) es subinspector del Cuerpo Nacional de Policía, graduado en Ciencias Policiales e informático. Ha sido condecorado en tres ocasiones (dos cruces al mérito policial con distintivo blanco y una con distintivo rojo), además de tener más de ciento cincuenta felicitaciones públicas.
Es escritor y divulgador. Ha publicado tres novelas (Cristal Traslúcido, Madrid 2030, Grupo de Homicidios y Un Lugar a 300 Años Luz del Sol), dos ensayos (La Red Oscura y Las Andanzas de un Policía Tecnológico), una adaptación de Flavio Josefo (La Guerra de los Judíos) y dos novelas cortas.
Ha publicado 12 artículos en las revistas Policía, Glamour y Clave de Razón Práctica y en el diario El Mundo. Dispuso de una columna en el Huffington Post.
Ha colaborado con radio tradicional (La Ser y Onda Cero) y por Internet (Elena en el País de los Horrores).
Además, ha aparecido en televisión y en libros de terceros autores.