Haciéndose pasar por quien no es

Por Juan García (Todo a Babor)

Bergantín británico
Detalle de la pintura «Acción del USS Wasp contra el HMS Frolic”, de Richard Willis. El bergantín representado sería muy parecido al buque al que pertenecían los tripulantes británicos de esta entrada.

En la mar y sobre todo en tiempos de guerra, había que andarse con mucho ojo porque no todo era lo que parecía. Ya hablamos hace tiempo de una fragata de guerra española haciéndose pasar por inofensivo mercante para atraer a un corsario enemigo. La corta historia de hoy muestra una situación parecida en el que la táctica del «insecto palo» vuelve a ser utilizada.

El jabeque mercante ibicenco San Antonio, del patrón Antonio Riguer, había salido del puerto de Torrevieja para Alicante el día 11 de agosto de 1805 formando un convoy con otras seis embarcaciones, cargados de cacao y azúcar. Frente a la playa de la Mata se les acercó un laúd con apariencia y bandera española. Por lo tanto el patrón no sospechó nada. Pero dentro del laúd había trece marineros y dos oficiales de la marina real británica.

Hay que explicar que aunque estos engaños eran más o menos habituales, las leyes del mar exigían que en el momento del ataque había que enarbolar la verdadera bandera. En este caso los británicos hicieron caso omiso.

Los británicos comenzaron a disparar con un fuego vivísimo de fusilería sobre los del jabeque, pero estos no se vinieron abajo y contestaron tan bizarramente que obligaron a los británicos a abandonar el laúd y a huir al este con la lancha que llevaban a remolque.

Atrás dejaron los británicos dos muertos y un herido, que fue hecho prisionero. Los españoles no tuvieron que lamentar daño alguno. Por el prisionero se supo que los británicos pertenecían a la dotación de un bergantín de guerra de 16 cañones, el cual había apresado al laúd el día anterior sobre el Cabo de Palos y que habían ideado aquella estratagema para ver si podían apresar algún mercante, para aumentar la paga, supongo.

Antonio Riguer, como patrón de buque sabía que acabar apresado por el enemigo era también perder la forma de ganarse la vida, así que devolvió el laúd apresado y su carga al patrón Ignacio Bonmati, de la matrícula de Torrevieja a quien pertenecía, sin obtener por tanto el beneficio de la represa.

Fuente:

  • Gaceta de Madrid

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