La nao de Machín de Rentería defendiéndose de 18 buques enemigos

Por Juan García (Todo a Babor)

Combate naval de españoles y turcos. Esta sería una batalla naval muy parecida a la acontecida por Machín de Rentería.
Combate naval de españoles y turcos. Pintura de Juan de la Corte. Museo Nacional del Prado de Madrid.

El Siglo de Oro español dio muchos valerosos soldados. En Todo a babor ya hemos visto de lo que eran capaces los hombres al servicio de la marina del duque de Osuna, pero antes de aquel periodo, y después, todo sea dicho, destacaron aún más hombres en el creciente imperio español. Uno de estos valientes fue el vasco Machín de Rentería, que protagonizó un episodio naval digno de mención, que pasamos a relatarles a continuación.

¿Quién era Machín de Rentería?

Machín o Martín de Uranzu era su verdadero nombre. Fue un hombre de armas arquetípico de la época: de mucho valor y coraje, de quien el alcalde de Bugía escribiría en 1515:

Martín de la Rentería sanó de unas heridas, y agora está en la cama con una lanzada. No lo merece por cierto; pero por ser tan esforzado como es, pónese en la delantera y a veces hállase no con mucha compañía.

Por cierto, no hay que confundirlo con Machín de Munguía, quien fue otro valeroso soldado que nada tiene que ver con nuestro protagonista.

Machín de Rentería se halló en 1515 en el asedio de la plaza de Bugía (en Argelia), ocupada por tropas españolas, por parte del corsario Barbarroja. Allí sobresalió Machín al acudir al socorro de la plaza cuando esta se encontraba en graves aprietos por los continuos y devastadores ataques de los moros.

El valeroso vasco acudió con cinco naos que se hallaban en Argel y desembarcó a su gente, atacándo por el flanco a los sitiadores, clavando su artillería, al tiempo que les tomaba sus banderas y les causaba graves daños. Aquello dio tiempo a la llegada de víveres y refuerzos, lo que hizo que Barbarroja levantase el sitio.

Dieciocho buques enemigos contra una nao

En 1525 el emperador Carlos V tenía el problema de la insurrección de los moriscos en el reino de Valencia.

A las tropas españolas que fueron a sofocar la rebelión, en número de 6.000, no les hacía mucha gracia tener que ir a pelear a casa. Los señores de aquellas tierras no querían hacer daño o expulsar del país a unas gentes que les pagaban las rentas, procurando que estos volviesen al trabajo mediante palabras amables.

Sin embargo, el emperador resolvió el asunto mandando 4.000 soldados tudescos que ni les iba ni les venía aquel asunto, pasando a cuchillo a casi cinco mil de aquellos moriscos, acabando de aquella manera el asunto. Una masacre que no se olvidaría.

Todo esto tuvo una consecuencia inmediata: un odio enfermizo de los corsarios y gente berberisca del norte de África que se tradujo con innumerables saqueos a la costa del levante español y sus embarcaciones. No olvidemos que mucha de aquella gente eran moriscos expulsados anteriormente y tanto ellos como sus descendientes se querían desquitar de alguna forma.

Si a esto le añadimos que Machín de Rentería era conocido entre ellos por ser uno de sus principales enemigos, entenderemos su furia cuando divisaron su nao.

Y es aquí donde comienza el episodio al que aludimos.

Estando en dicha costa de levante, en mar encalmada, rodearon a la solitaria nao de nuestro protagonista dieciocho embarcaciones corsarias, entre las que había galeras, galeotas y fustas, todas ellas a remo y, por lo tanto, podían moverse a libertad en aquellas calmadas aguas, mientras que la nao, buque de alto bordo se veía limitada en sus movimientos por la falta de viento.

Sin embargo, la nao era una embarcación más alta que la de sus oponentes, lo que les dificultaría un posible abordaje, además de tener más artillería.

Los moros rodearon a la nao española y la bombardearon con los cañones de crujía, que estaban situados a proa de las embarcaciones y de manejo más engorroso que las piezas a bordo de los buques de vela.

Pese a todo, los cañones moros eran muchos e hicieron una buena escabechina en la nao de Machín. Pero se conformaron con atacar desde lejos, porque no se atrevieron a abordar ya que quien se aproximaba recibía el castigo de la artillería superior de los españoles.

Al anochecer, cuando empezó a soplar el viento, los 18 enemigos se retiraron, dejando la nao maltrecha, llena de muertos y muy maltratada, pero vencedora de un combate que nos recuerda, salvando las distancias, a la del Cabo Celidonia ocurrida muchos años después.

Premios al vencedor

Aquella gesta no pasó desapercibida a ojos del emperador, quien ya estaba satisfecho de Machín de Rentería por sus acciones anteriores.

Estando en Barcelona le otorgó un escudo de armas, en el cual figuraba cinco galeras, siete galeotas, cinco fustas y un bergantín moros. La cédula tiene fecha de 6 de junio de 1529.

También fue premiado el hijo de Machín, Juan Pérez de Uranzu (o de Rentería), que era capitán de mar como su padre. El motivo era haber rendido sobre Alicante a la nao francesa Perla, que era propiedad del barón de Saint Blancard, general de las galeras de Francia. Se le concedió por blasón una bandera con cruz blanca que era la insignia del tal Blancard.

Fuente:

  • La marina de Castilla desde su origen y pugna con la de Inglaterra hasta la refundición en la Armada española. Cesáreo Fernández Duro. 1894.

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