Por Yago Abilleira Crespo
Investigador naval
Al hablar de naves de guerra siempre se piensa en combates navales, abordajes y demás. Sin embargo, hoy veremos el curioso caso de una embarcación que impidió que fueran tomadas dos villas. Además, ¿casualidad?, en ambas ocasiones ante un tal Francis Drake, a quien en Inglaterra tienen por gran marino y soldado.
La nao Nuestra Señora de Begoña fue un excelente buque, resistente y de buena maniobra. Tenía sobre 31 metros de eslora y 10 de manga, estando armada con entre 24 y 18 cañones, según las circunstancias. Fue construida en Cantabria contra 1585 para la Carrera de Indias.
La Begoña en su servicio a la Corona
En 1587 fue embargada para la Jornada de Inglaterra del año siguiente, la conocida como Armada Invencible, poniéndose bajo las órdenes de Juan Gutiérrez de Garibay, gran marino cuyos principales logros aún estaban por llegar. Se la incluyó en la prestigiosa Escuadra de Castilla de Diego Flores de Valdés.
En aquella expedición Garibay ya demostró que valía para el puesto. La Begoña recogió a los supervivientes de la achicharrada San Salvador, trató de apresar a Frobisher en el suceso de Portland Bill y se vio rodeada de enemigos en Gravelinas, teniendo que socorrerla Medina Sidonia.
Se vio obligada a recalar en Irlanda, donde perdió a unos 70 hombres enviados como exploradores y consiguió volver a Cangas del Morrazo, en la Ría de Vigo, con muy serias averías el 10 de octubre de 1588.
Garibay recibió órdenes de dirigirse con su nao al otro lado de la ría, a la villa de Baiona, una corta pero muy complicada travesía debido a los numerosos islotes, bajos y cabos; lo cual fue correctamente ejecutado pese a los daños de la embarcación.
El motivo de su traslado era que Baiona contaba con mejores medios para las reparaciones y, además, estaba fortificada, con sus murallas recién reparadas. Pese a todo, el previsor Garibay, ordenó fondear la Begoña de tal modo que su costado fuese una prolongación del baluarte y protegiese mejor la playa principal. También mandó desembarcar algunos cañones de la banda ahora cegada por el castillo para ponerlos en las murallas.
La contra armada y la nao Begoña
Al año siguiente, en 1589, Inglaterra pasó al ataque aprovechando la momentánea debilidad naval española, con una expedición liderada por Drake. Fue la conocida como Contra Armada, que acabó siendo un tremendo fracaso.
Pues bien, tras ser rechazados los ingleses en Coruña (donde destacó María Pita) y mientras iban a Lisboa pasaron frente a Baiona. Poco después, ya a finales de Junio, cuando saquearon Vigo al volver de Lisboa, también se fijaron en Baiona. En ambas ocasiones trataron los ingleses de tomar la villa pero, viendo la férrea defensa y que aquello iba a ser un hueso duro de roer, no fueron más allá de la simple fase de planificación.
La primera vez, al ir de paso, intentaron un golpe de mano con una nave, pero se lo pensaron mejor. La segunda vez, la fácil toma de Vigo y las ganas por regresar ayudaron mucho a cancelar los planes de ataque, pese a que disponían de varios barcos y hombres. Las prevenciones de Garibay se habían mostrado muy acertadas.
La Begoña en el Caribe
La Begoña, ya con otro mando, siguió al servicio de la Corona durante unos años, participando entre otros avatares en la famosa escuadra que capturó al Revenge en Azores en 1591, aunque sin prestar un destacado servicio. Sin embargo, acabó volviendo a la Carrera de Indias. Pese a que ya tenía algunos años en las cuadernas, se la nombró Capitana de la Flota de Tierra Firme de 1595, lo que da buena idea de las excepcionales cualidades de la nao.
Cuando la Begoña iniciaba el tornaviaje, con un cargamento valorado en 2 ó 3 millones de pesos, un temporal le destrozó el palo mayor y el timón, consiguiendo milagrosamente entrar en San Juan de Puerto Rico.
Se procedió a poner el valioso contenido de las bodegas en el castillo mientras se pensaba en qué hacer con la nao, pues su reparación sería complicada. Llegaron las noticias de la arribada a Inglaterra, donde los ingleses vieron una buena oportunidad de obtener un gran botín, ya que sabían que las defensas de San Juan no eran gran cosa. Se decidió armar una flotilla corsaria dirigida por Drake y Hawkins para asestar un duro y rentable golpe contra España.
Sin embargo, Felipe II tenía un magnífico sistema de espionaje y, anticipándose a los ingleses, consiguió enviar a Puerto Rico a cinco fragatas comandadas por Pedro Téllez de Guzman.
Los españoles lograron llegar antes y tuvieron algo de tiempo para preparar la defensa de San Juan. Una de las medidas fue la de hundir a la Begoña para que sus restos bloqueasen una entrada al puerto y obligar así al enemigo a entrar por donde estaban las defensas.
Llegados los ingleses y viendo el panorama, Drake (Hawkins ya había muerto) ordenó un gran ataque nocturno entre el 23 y el 24 de Noviembre de 1595 que, pese a que se logró incendiar a una fragata española, terminó siendo una catastrófica derrota inglesa. Nuevamente, y aunque a “título póstumo”, la Begoña había salvado una villa de la furia de Drake.
Y así terminó la historia de nuestra protagonista, o parte de ella, pues desde el Museo del Mar de Puerto Rico dicen que sus restos aún siguen allí, aunque sólo han sido estudiados someramente.
A modo de apunte final, indicar que a principios de Enero de 1596 zarpó desde España una escuadra de refuerzo hacia Puerto Rico, pues aún no se habían recibido noticias de la victoria. Iba al frente Bernardino de Avellaneda, siendo su segundo el mencionado Juan Gutiérrez de Garibay.
Tras un duro temporal, consiguieron llegar al Caribe y, viendo que estaba todo hecho, se comenzó a reparar las naves. Sin embargo, al poco se enteraron de que lo que quedaba de la agrupación inglesa estaba reparando en la Isla de Pinos (Cuba), por lo que se dirigieron allí a toda vela.
Llegaron justo a tiempo, pues ya habían terminado los arreglos e iban a embarcar a la gente que estaba en tierra. Garibay fue autorizado a hacer de avanzadilla con los buques más veleros, a fin de estorbar el reembarque, mientras el grueso de la formación española seguía sus aguas más despacio.
Según los historiadores ingleses, aquello habría sido un suicidio, pues la superioridad artillera y la maniobrabilidad de sus barcos habrían aplastado a la pequeña formación de Garibay.
Pues bien, estos corsarios no debían de estar muy al tanto de esas técnicas, porque lo que hicieron fue la más escandalosa huída de la historia de Inglaterra. No sólo dejaron a sus compañeros en tierra, que serían hechos prisioneros, si no que incluso arrojaron los cañones al mar para ir más rápido.
Garibay apresó al barco más grande y a una pinaza, aunque perdió un bajel con ochenta hombres que explotó (no está claro si por el combate o si por accidente).
Bibliografía:
- Abilleira Crespo, Yago; La nao Nuestra Señora de Begoña, Drake y Garibay. Publicado en Revista de Historia Naval 139, 2017.
- Rodríguez González, Agustín Ramón; Mitos Desvelados: Drake y la Invencible. Editorial Sekotia, 2013
- VVAA: La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental publicado por el Ministerio de Defensa.