Por Joan Comas
Una de las estratagemas más controvertidas, a la vez que más pericia exige, es la táctica de la bandera falsa.
La estrategia en sí consiste en izar un pabellón extranjero a fin de engañar al enemigo respecto a la nacionalidad del buque y así sorprenderle con un ataque por sorpresa o poder huir/esquivar a un oponente que represente un peligro imposible de derrotar.
La polémica en sí radica en que era un recurso muy empleado por los piratas. Cuyo comportamiento era considerado todo lo contrario a cómo debía comportarse un caballero y por ello eran castigados a la menor oportunidad de ser capturados. ¿Pero cómo podían caer los marinos honrados tan fácilmente en tal artimaña?
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Imaginémonos por ejemplo un buque mercante portugués, que tras cargar valiosas materias en Brasil (como maderas nobles) regresa a su país. Entonces divisan un buque en el horizonte, pero no hay peligro porque enarbola una bandera portuguesa, aunque hace señales de parlamentar.
También podía ocurrir que el mismo mercante se acercase voluntariamente a fin de obtener noticias de su lejana patria. Otro escenario común era que el buque “misterioso” hiciera señales de socorro para atraer a su presa. Es importante tener presente que según el código naval era un delito muy grave y enormemente castigado con grandes penas la omisión de auxilio, especialmente entre buques de la misma nacionalidad y militares, a los que era obligatorio (si la situación lo exigía) de ceder parte de su dotación.
Uno de los motivos que llevaron al capitán William Kidd al patíbulo, fue precisamente no haber querido ceder 30 hombres a un buque de la Royal Navy; por lo que pasó de ser considerado corsario a pirata por su acto de deslealtad a la corona.
Independientemente de la artimaña, si mordían el anzuelo y permitían que los piratas se acercasen, el destino de los incautos marineros ya estaba sellado a perecer bajo la Jolly Roger que pronto flamearía en el mástil donde hasta un momento lo hacía la bandera de su país.
En cuanto a los hechos de armas, hay que decir que fue usado por intrépidos navegantes y que su ejecución permitió no solo salvar buques y vidas, sino también cosechar laureles y glorias dignos de brillar al lado de las grandes batallas por su picardía.
Cabe destacar que en momento de combatir se arriaba la bandera falsa y se izaba la nacional, pues luchar bajo un pabellón extranjero, era considerado no solo un acto de cobardía, sino algo tan deshonroso, que de hecho en la actualidad todavía se considera un crimen muy grave.
En una de las aventuras del ficticio capitán Jack Aubrey, encontramos una clara referencia respecto a este asunto de la táctica de la bandera falsa, permitiendo ver la reacción de un civil ante este ardid:
-¿Vamos a capturarlo?
Patrick O’Brian. Capitán de mar y guerra. Capítulo V
-Sería demasiado bueno, señor, pero tal vez lo consigamos.
-La bandera española, señor Babbington- dijo Jack y al volverse hacia Stephen vio la bandera roja y amarilla ondeando en la punta del mástil.
-¡Estamos navegando bajo bandera falsa!-Susurró Stephen- Pero… ¡eso es atroz!
-¿Cómo?
-¡Es perverso, moralmente indefendible!
-Bueno, señor, en el mar siempre hacemos esto. Pero en el último minuto enseñaremos la nuestra, puede estar seguro, antes incluso de disparar un cañón. Esto es lo justo. Mire al bergantín, está izando una bandera danesa y seguro que es tan danés como mi abuela…
Ejemplos de utilización de la táctica de la bandera falsa
Entre las más destacadas quisiera destacar la acción que hizo el brigadier don Rafael Orozco, que tras la desastrosa batalla del cabo San Vicente (1797) permitiendo al buque insignia y orgullo nacional, el Santísima Trinidad evadir a sus captores haciendo creer que su buque había sido capturado y se dirigía a Gibraltar para efectuar las reparaciones pertinentes. Qué cara tendrían que haber hecho cuando enfilaron rumbo a Cádiz.
Si bien con este hecho se demuestra que la Real Armada aceptaba dichas acciones, también era posible que otra nación pagara con la misma moneda. Quizás un buen ejemplo lo hallamos con Thomas Cochrane, pues el marino británico empleó este truco a lo largo de su carrera:
Durante sus primeras andanzas al mando de un buque, el bergantín HMS Speedy, se encontró con un buque de guerra español mucho más potente y consiguió evadirlo gracias a enarbolar la bandera de Dinamarca y como toque personal fingir que había una epidemia a bordo.
En otra ocasión con el mismo buque, pudo capturar al jabeque Gamo empleando la bandera estadounidense para acercase y abordarlo. Finalmente, durante la guerra de independencia de Chile consiguió tomar el puerto de Valdivia entrando con sus buques en la ensenada con la bandera española. Supongo que por estos agravios, el apodado “el lobo de los mares” también era llamado “el diablo” por sus enemigos con razón.
En la guerra del Pacífico
En este concepto, se nota que la armada chilena se nutrió de los conocimientos del afamado marino, ya que a lo largo del tiempo lo ha utilizado en más de una ocasión, como por ejemplo cuando el capitán Juan Williams Rebolledo utilizó la misma estrategia en el combate de Papudo (1865) en el marco de la guerra hispano-sudamericana.
En defensa de la Real Armada, es de menester decir que no siempre se la colaban y esta guerra en el Pacífico permitió demostrarlo. En esta ocasión el gobierno chileno quiso adquirir dos buques a Gran Bretaña para intentar barrer a la Real Armada, que tras Papudo había puesto fuera de juego a las marinas de Chile y Perú. Si bien estas disponían de pocos buques y no eran muy poderosas (respecto a la Real Armada) no deja de ser una gran hazaña casi imposible de lograr dado que los españoles no podían recalar ni abastecerse en ningún puerto.
Con tal panorama, la muy “neutral” Inglaterra vio con muy buenos ojos vender a Chile los buques que no pudo vender a los recientemente derrotados Estados Confederados de América. Aunque el plan fue descubierto por las autoridades españolas, sus protestas no pudieron evitar la transacción.
Pero para su sorpresa, la fragata Gerona siguió sus pasos y consiguió apresar sin ninguna resistencia a uno de los buques, en concreto la fragata Tornado. Aquí es cuando entra el tema de la bandera; al parecer navegaba con pabellón británico y su “propietario” Edward Montgomery (un oficial retirado de la armada británica) alegaba que era un buque inglés, por lo tanto España no tenía ningún derecho a apresar un buque “neutral” y además estaba desprovisto de armas. Si bien era cierto que no poseían ningún cañón. ¿Se habrían equivocado? No, el capitán de navío español Benito Ruíz de la Escalera no se tragó el bulo, ya que descubrió que parte de la tripulación era chilena y por este motivo el buque fue apresado.
Causa de conflictos internacionales
No obstante, independientemente de la audacia que requiere el empleo de esta estratagema en combate, varias naciones no respetaron su uso correcto y se valieron de esta táctica para proveer de armas a una o a veces dos facciones beligerantes en un conflicto cuyo gobierno se había declarado neutral. Normalmente estos “escándalos” terminaban siendo una protesta del embajador del bando perjudicado, no obstante también podía llegar a propiciar graves conflictos internacionales siendo este uno de sus mejores ejemplos:
En 1895 Japón se encontraba en guerra contra China por el control de la península coreana. Pese que los nipones habían ganado las primeras batallas, la armada imperial china continuaba siendo mucho más poderosa que la japonesa; por lo que estos optaron por adquirir más buques.
El imperio del sol naciente se interesó por el crucero chileno Esmeralda; el cual los chilenos de buena gana se lo vendieron, pues su mantenimiento era costoso debido a su facilidad para oxidarse. Solo había un problema, Chile al haberse declarado nación neutral no podía proporcionar ninguna arma a Japón.
Para solucionar esta “laguna” diplomática, los chilenos junto al expresidente de Ecuador (por entonces gobernador de Guayaquil) José Caamaño y su embajador en Valparaíso tramaron un plan. Como su país no se había pronunciado ni neutral ni aliado harían creer que el buque era vendido a Ecuador por 200.000£ sin ni siquiera viajar a este país, mas trascurrido un tiempo se lo vendería a Japón por 300.000£; parecía que todos saldrían ganando.
El problema que arruinó este plan maestro resultó ser que olvidaron cambiar el pabellón y navegaron por todo el Océano Pacífico con la bandera de Ecuador en vez de la Japonesa; cosa que permitió descubrir que toda la tripulación eran miembros de la armada chilena.
Con lo explosiva que era la diplomacia de aquel siglo, cabe imaginar cómo se respondió la opinión pública con un buque de guerra japonés, comandado por militares chilenos y con la bandera de otra nación soberana.
Inmediatamente el presidente de la nación, que irónicamente no había autorizado esta transacción ni sabía nada del asunto, emitió un telegrama a todas las embajadas que su país poseía:
Hagan saber que el Gobierno no ha comprado el crucero Esmeralda a Chile. Bandera ecuatoriana indebidamente puesta en Valparaíso.
Pero el mal ya estaba hecho y las protestas por haber mancillado el pabellón nacional con deshonor fueron tales, que el escandalo propició la caída del gobierno del presidente. Respecto al gobernador Caamaño, fue tachado de traidor y obligado a exiliarse de por vida.
En la actualidad, la expresión de emplear una bandera falsa no solo se refiere estrictamente en el mar, sino también en tierra firme con el espionaje y sobretodo en actos criminales carente de toda moralidad.