Por Joan Comas
Una de las tácticas que actualmente constituyen un clásico de la era de las grandes batallas navales con acorazados es “cruzar la T”; estrategia que aún es estudiada por militares e historiadores. El lector puede pensar acerca del motivo de hablar de una táctica que no tiene nada que ver en la época de la navegación a vela. Es cierto, pero en artículos relacionados con la náutica de las guerras napoleónicas la atribuyen erróneamente a lord Nelson en la Batalla de Trafalgar. Es por eso que es necesario aclararlo.
Hechas las introducciones vamos primero a decir en qué consiste la táctica y después en qué no es. Cruzar la T consiste en colocar perpendicularmente una escuadra respecto a la línea de batalla de una flota enemiga, dando al conjunto la forma de la letra T (imagen 1).
De tal manera que la flota que “cruza” puede utilizar todo el fuego de sus baterías principales y parte de las secundarias; mientras que la escuadra enemiga solo puede responder con la artillería de proa de sus primeros buques de la formación. La maniobra en sí proporciona una ventaja de 2 a 1 en combate, aunque hay que decir que para lograr dicha acción se requiere una velocidad superior a la del oponente. La maniobra la inventó y usó por primera vez el almirante-mariscal Heihachiro Togo (imagen 2) en la batalla de Tsushima (1905) contra la flota rusa. Ya había hecho una intentona en la batalla del mar amarillo (1904) pero calculó mal la distancia y casi se les escapan los rusos; pero finalmente afinó con las manobras y destruyó al completo a la flota rusa.
Togo se inspiró en una de las tácticas de Yi Sun Sin llamada “alas de grulla”, solo que la modernizó y mejoró. Prueba del éxito de su estrategia reside en que fue utilizada por otros comandantes en grandes batallas. Por lo que inicialmente era conocida como “la maniobra de Togo”.
Habiendo visto las ventajas de esta táctica uno se pregunta ¿Por qué nunca fue usada en el periodo de la navegación a vela? A ningún comandante se le ocurrió porque de nada le hubiese servido. La maniobra estaba pensada para hacerla con navíos acorazados equipados con torretas giratorias que permitían concentrar el fuego en un punto concreto. De lo contrario, es casi imposible apuntar al primer buque de la formación enemiga por la forma en que estaba distribuida la artillería en los navíos de línea y si el enemigo conseguía situarse entre los arcos de disparo, podía acercarse casi sin peligro y barrer la popa al primer buque que tuviera cerca (imagen 3)
Viendo el gráfico, no es de extrañar que la mayoría de almirantes prefiriesen poner sus buques en paralelo y así poder maximizar su potencia de fuego y causar más daños al enemigo o intentar capturar sus buques.
Entonces ¿Cómo relacionar lord Nelson con una táctica de principios del s. XX? La verdad, se trata de una mala interpretación del mapa de la batalla de Trafalgar, dado a la forma de las flotas antes del combate cerrado. Pero la flota franco-española no intentó tal ataque; su estrategia se basó en una línea defensiva. Respecto a Nelson, no trataba de cruzar la T, sino de “romper” la línea de batalla.
En vida lord Nelson comentaba que en el transcurso de un combate siempre hay algún elemento de riesgo en cada batalla, en caso de Trafalgar fue el hecho de exponer los primeros buques al fuego de la flota combinada; aunque con lo mencionado anteriormente, el tiempo que tardaban en recargar las piezas y la puntería enemiga, fue un riesgo calculado.
Este concepto de “romper la línea” tampoco fue una invención suya, porque en la Royal Navy ya fue usada con anterioridad por Robert Calder en Finisterre (1805), por Richard Howe en el Glorious First of June (1794) y Georges Rodney en Saintines (1782).
Esto muestra que si bien el concepto de “romper” la línea no era nuevo en la armada británica, no todos los comandantes querrían arriesgarse a usarla; aunque el tiempo dio la razón a los almirantes que tenían preferencia por las tácticas ofensivas. Aunque si se ha de ser justo el mérito corresponde al almirante danés Niels Juel (imagen junto al mapa), quien en 1676 en la bahía de Køge rompió la formación de la escuadra sueca de forma que Dinamarca consolidó el dominio los mares del norte hasta la batalla de Copenhague (1801).