Un naufragio en el espacio

Por Joan Comas

Constelación Argos

Desde los albores de la navegación, las estrellas han jugado un papel fundamental para los marinos. Bien es conocido por todos, que los primeros astrónomos empezaron a cartografiar las estrellas en grupos para facilitar su identificación, las constelaciones. La gran mayoría de ellas las hemos heredado directamente del mundo antiguo de la mano de Ptolomeo, por lo que no es de extrañar que cada una cuente con su propia leyenda. Pero una de ellas no ha sobrevivido, Argo Navis.

¿Qué es Argo Navis? Pues ni más ni menos que el legendario Argos, el mítico navío que el héroe Jasón utilizó en sus aventuras, incluyendo la búsqueda del vellocino de oro. Al parecer los antiguos quisieron honrar este buque, que según la leyenda bajo la protección de la diosa Hera, tenía la capacidad de hablar (al estar hecho con la madera del roble del oráculo de Dodona) con una constelación enorme (1.884 grados cuadrados).

Pero el “iceberg” que “hundió” el Argo fue el abad y astrónomo Nicolas-Louis de Lacaille; creador de 17 nuevas constelaciones. Lacaille creía que Argo Navis era demasiado grande, por ello la dividió en Pupis (la popa), Vela, Carina (la quilla) y Pyxis (la brújula).

Un dato curioso es porque Lacaille creó una constelación por la popa y la quilla, pero no la proa. Según la leyenda Jasón murió al caerle un trozo podrido de la proa del Argo mientras le estaban hacían las tareas de mantenimiento, tras más de 10 años de servicio. O sea que para Lacaille no había gloria para la proa; pero al ver la constelación desmembrada, uno piensa que contempla el pecio de un buque hundido.

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