Por Antonio Laborda
Cuando Anson atracó con el Centurion en Cantón en 1744 se sorprendió, e incluso se escandalizó, de que en ese puerto se encontrasen anclados mezclados y en buena armonía barcos de naciones que en Europa estaban en guerra.
Y es que las compañías comerciales de la época hacían la guerra un poco por su cuenta sin que en sus enfrentamientos, más o menos calientes, influyese mucho la situación de las relaciones internacionales de las naciones a quienes pertenecían.
Hay que tener en cuenta que los navíos de estas compañías podían llegar a montar 60 cañones y que, en caso de necesidad y al menos en la primera mitad del siglo, podían actuar como navíos de línea de tercera clase con tal de que se les reartillase con piezas de mayor calibre a las que montaban de ordinario.
Así pues, lo habitual era que las cancillerías europeas tuviesen siempre asuntos pendientes relacionados con la captura de alguno de los barcos de esas compañías llevado a cabo por algún navío cuyo capitán era partidario de eliminar la competencia por medios expeditivos.
Pero Cantón era otra cosa…
Allí, en el lejano Oriente, todo resultaba muy lejano. Las noticias de Europa podían tardar meses en llegar y claro, no era cuestión de enzarzarse a palos por un conflicto que, a lo mejor, había terminado cuando se tenía conocimiento de él.
Esto no impedía que los agentes comerciales de estas compañías fuesen leales servidores del Rey y no dudaban en actuar como espías sin paga haciendo llegar a las ocasionales unidades navales de guerra propias cuanto informe pudiese serles útil en sus bélicos cometidos.
El caso que aquí comentamos tuvo lugar en 1799 –en plena guerra hispano inglesa- y su origen estuvo en la peculiar gamberrada de unos marineros ingleses borrachos que, al pasar delante de la factoría de la Real Compañía de Filipinas en Cantón, bajaron la bandera española situada delante del edificio y la despedazaron.
De esta forma se inició una curiosa correspondencia de buen gusto entre los indignados comerciantes españoles y los escandalizados comerciantes ingleses que terminó, como no podía ser de otra forma, con un grupo de atribulados marineros ingleses reponiendo la bandera española (nueva por supuesto) en su lugar y pidiendo disculpas por su vergonzoso proceder a unos comerciantes españoles que les aseguraron que aquello había sido un enojoso equívoco y que allí no había pasado nada.
Y como muestra de esta colección epistolar aquí van tres cartas. Atentos al lenguaje empleado por su mercedes:
Cantón 13 de diciembre de 1799.
Señores del Consejo de la Honorable Compañía Inglesa de China
Acaban los marineros de uno de los buques de esa compañía arriar y despedazar el pabellón de la real Compañía de Filipinas arbolado delante de su factoría y siendo un atentado que por ningún pretexto debemos mirar con indiferencia en este País en el que todas las demás naciones de Europa se hallan admitidas bajo la protección de este Gobierno en los términos más pacíficos y de igualdad, esperamos de la justicia del ese Consejo el que se den por él las providencias de reparar este insulto que la prudencia y razón exigen.Se despiden de vuestras mercedes sus atentos y seguros servidores.
Por la Real Compañía de Filipinas sus factores: Julián de Fuentes y Juan Martín Ballesteros.
Señores Don Julián de Fuentes y demás Señores del Consejo de Factores de la Real Compañía de Filipinas en China
Cantón 14 de diciembre de 1799.Señores. Hemos tenido el honor de recibir la carta de vms fecha de ayer quejándose del ultraje cometido por los marineros de nuestra Compañía arriando y despedazando el pabellón nacional de vms y nos piden manifestemos nuestro celo sobre un proceder tan extraño.
No tenemos dificultad en declarar en los términos más expresos que no tenemos antecedente ninguno de semejante ataque, lo que esperamos consideren vms. como una desaprobación la más directa de nuestra parte de todo insulto voluntario y crean vms. Que tomaremos todos los medios que estén a nuestra mano para prevenir se cometan otra vez.
Hemos hecho presente en los términos más fuertes nuestra desaprobación de semejante exceso y desorden al capitán Jackson e igualmente lo hubiéramos hecho al capitán Bond si no se hallara ausente, pero el primero, y un oficial de parte del último irán, ya que el ultraje se ha cometido por el equipaje de sus navíos, a verse con vms. El día que señalaren y a asegurarles personalmente de nuestra parte de que los sucedido únicamente se debe atribuir al desenfreno de los marineros que nunca se contiene fácilmente y menos con la libertad que tienen en Cantón y estando tomados de vino como sucedía ayer.
Tendremos el honor de presentar a vms. un pabellón nuevo, luego que lo podamos adquirir que, junto con el que les tenemos ofrecido, esperamos sirva a vms. de entera satisfacción y así se conserve la buena inteligencia que tanto deseamos mantener con vms.
Tenemos el honor de quedar con respeto de vms.
Ricardo Hall, Sant Peck y F. Furley.
Cantón 14 de diciembre de 1799.
Sr. Don Ricardo Hall y demás señores del consejo de la Honorable compañía Inglesa en China.
Señores. Hemos tenido el honor de recibir la carta de vms. de fecha de hoy, contestación a la que les dirigimos con la de ayer y percibimos muy bien por la recomendables circunstancias de que se hallan caracterizados y por todo el concepto de sus terminantes y significantes producciones satisfactorias de ella, que ni podían tener conocimiento del escandaloso insulto hecho a nuestro nacional pabellón y que les sería bien sensible y jamás de su aprobación.
Hallándose vms. persuadidos de nuestro modo de pensar en esta parte esperamos lo sean vms. también de que satisfechos nosotros de el pabellón de quien tenemos el honor de ser representantes con la satisfacción que nos ofrecen, lo seamos igualmente para con el público, disponiendo que los marineros de su Nación en el acto de presentarle se arríen por nuestra disposición el que sirve [ahora] y enarbolen el que nos envíen.De convenir vms. con lo que dejamos expuesto admitiremos para mañana hasta las dos horas de la tarde que nos hallaremos en casa, a los señores que vms. han comisionado para asegurarnos de sus pacíficas y amistosas intenciones y desaprobación del hecho de ayer, y para igualmente poder nosotros testimoniarles de que nuestros deseos son lo más propensos y sinceros a la continuación de la amistad y buena armonía con vms. nunca interrumpida.
Se despiden de vuestras mercedes sus atentos y seguros servidores
Por la Real Compañía de Filipinas sus factores: Julián de Fuentes y Juan Martín Ballesteros.