Preparativos para la conquista de la isla Tercera, 1583

Por Ricardo Cerezo Martínez

Revista General de Marina, 1983. Las fotografías que acompañan este artículo han sido recopiladas por Todo a Babor. Transcripción digital realizada por Todo a Babor.

Este especial se compone de los siguientes artículos:
Antecedentes y preparativos | Desembarco y conquista

Antecedentes

Cuando Sebastián I de Portugal muere en Alcazarquivir en 1578 el país sufre los efectos de una larga bancarrota económica, y la balanza de pagos, persistentemente deficitaria, es incapaz de financiar en origen el tráfico de especias en Extremo Oriente y su ulterior comercialización a Europa.

Para remediar en parte la crisis económica, Portugal se veía cada vez más obligado a recurrir a España para obtener la plata que sólo el imperio colonial español podía entonces proporcionar y, mucho antes de 1580, la prosperidad de Lisboa se había hecho estrechamente dependiente de Sevilla (1).

Se comprende que al plantearse la cuestión sucesoria de la corona portuguesa al morir el Rey-Cardenal D. Enrique, sucesor de Sebastián I, la burguesía comerciante y financiera y la nobleza acepte de grado los derechos al trono portugués de Felipe II, sobre todo cuando éste promete —y luego reitera en Thomar, en abril de 1581— que observará las leyes y costumbres del país.

También lo admite el alto clero lusitano, dispuesto a formar un frente unido con el español y combatir la tendencia a favor de la Reforma, que fructifica ya en Portugal.

La Corona portuguesa se une así a la de España en condición de paridad, como se unieron la de Aragón y Castilla un siglo antes.

La diferencia, sustancial, estriba en que la potenciación político-económica obtenida con la unión de estas coronas bajo los Reyes Católicos no va a producirse ahora con la de España y Portugal, originaria de un gigante geopolítico, económica y políticamente vulnerable ante el acoso de Inglaterra, Francia y Holanda, sostenido en su mayor parte a expensas del esfuerzo militar español.

No sin razón Granvela se mostraba reticente con Felipe II ante los propósitos de éste para la unión de ambas coronas. Pero el pueblo llano y el bajo clero portugués, de sentimientos profundamente anticastellanos, se resisten a ser gobernados po Felipe II y apoyan la entronización de D. Antonio, Prior de Crato, bastardo de Luis, hijo del Rey Manuel, fallecido en 1521.

Mal armada y peor instruida la hueste seguidora del pretendiente, su resistencia es fácilmente quebrantada por los tercios del Duque de Alba, que marcha por tierra sobre Portugal, y por la armada de D. Álvaro de Bazán, que penetra en el estuario del Tajo para neutralizar a la fuerza naval lusitana.

Sólo los habitantes de las islas Azores, donde se han refugiado muchos de los oponentes a Felipe II, se resisten a renocerlo como rey y defienden la candidatura de D. Antonio.

Huido el Prior a Inglaterra, la reina Isabel le recibe con honores de soberano, más por encontrar en él un motivo de oposición ante su rival Felipe II, e intentar sacar el mejor partido posible de la difícil situación política que éste atraviesa, que por convencimiento de ver en él al auténtico heredero de la corona portuguesa o creer en sus posibilidades de éxito.

Pero es en Francia donde D. Antonio es acogido con mayores promesas de ayuda por parte de Catalina de Médicis, que ve la ocasión de compensar su fracaso en la reclamación de los derechos sobre la corona de Portugal en favor del menor de sus hijos, con el logro de un asentamiento francés en Brasil, prometido por el dadivoso pretendiente cuando sea rey.

Con ayuda de hombres y buques franceses: Antoine et Catherine etaient demeurés d’accord que, luy restabli dans ses Estats, elle auroil pour ses pretentions la région du Brésil (2).

Los resultados de este acuerdo no se hacen esperar demasiado. Cuando los habitantes de las islas de San Miguel y de Santa María han aceptado ya a Felipe II como rey, visto el unánime reconocimiento de éste en todos los territorios del Imperio portugués, y estando en tratos el resto de la población del archipiélago para someterse al nuevo monarca, aparece una pequeña escuadra francesa en la isla Tercera con 500 hombres de guerra y cartas acreditativas del pretendiente prometiendo la próxima ayuda de una poderosa escuadra y 15.000 arcabuceros al mando de Felipe Strozzi, primo de la reina madre de Francia, partícipe con ella en los intentos de establecer colonias francesas en América.

Strozzi ha sido tentado por las promesas de Catalina y ve la ocasión de labrarse un porvenir en ultramar con mayores posibilidades de futuro que las ofrecidas por la milicia.

El ofrecimiento galo de ayuda, el fracaso del imprudente intento de D. Pedro Valdés —el 25 de julio de 1581— para recuperar la isla Tercera desembarcando 350 hombres, desbaratados por un rebaño de vacas lanzadas contra ellos por los partidarios del Prior, consolida la esperanza de éstos, afincados en las islas del grupo noroccidental de las Azores.

Al año siguiente, la campaña dirigida por D. Álvaro de Bazán proporciona a Felipe II la victoria de su armada frente a la francesa —26 de julio— al mando de Strozzi, pero esta victoria naval no le da la posesión de las islas rebeldes.

El Marqués de Santa Cruz ha retrasado el desembarco en la isla Tercera para esperar y dar protección a la flota de Indias, que manda Fernando Téllez de Silva, y cuando decide llevar a cabo la ocupación, un temporal, propio de los comienzos del otoño, le impide el desembarco.

El vencedor de Strozzi se ve pues, obligado a regresar a Portugal con una importante victoria en su haber, pero dejando las islas en poder de los seguidores del Prior de Crato.

Para mitigar los efectos morales de la derrota, el pretendiente ordena a los capitanes adictos Manuel Serrada, Moro y al francés Bernard de Saint Pasteur que apresten cuatro naos y dos pataches, con cinco compañías de franceses y portugueses —poco más de 400 hombres—, para que reduzcan a su obediencia a los habitantes de las islas de Cabo Verde.

La expedición fracasa en su intento de dominar la isla de San Nicolás, pese a contar con la ayuda de tres naos inglesas —que dicen dirigirse a Perú y se suman a los atacantes ante las perspectivas de botín—, limitándose a apresar cuatro pesqueros y dos pataches portugueses antes de regresar con las manos vacías a la isla Tercera.

Mapa de 1595 realizado por Linschoten sobre la Isla Tercera.
Mapa de 1595 realizado por Linschoten sobre la Isla Tercera. 

Los preparativos de Felipe II; instrucciones para la jornada de la isla Tercera

Para liquidar de una vez la rebeldía, Felipe II toma medidas desde principios de 1583 con el propósito de anticiparse a la llegada a la Tercera de nueva ayuda francesa y antes de que los de la tierra se puedan fortificar más de lo que estuvieren (3).

Fechadas el 10 de febrero, remite Felipe II tres instrucciones al Marqués de Santa Cruz, capitán general de las galeras de España y del armada que he mandado juntar en el río puerto desta ciudad de Lisboa y de la gente de guerra del ejército que ha de ir en ella (3).

Pretende el Rey que la fuerza expedicionaria pueda partir para fin del mes de marzo que viene o mediados de abril sin que pueda pasar dél (…) antes de que puedan ir a ella (la isla Tercera) los navíos que se podrían aprestar en Francia.

En esa fecha se hallan ya concentrados en Lisboa 2 galeazas napolitanas. 12 galeras de España, 5 galeones, 17 naves mediterráneas, 7 naves cantábricas, 12 carabelas portuguesas y 7 barcazas de desembarco (4), y el Rey encarga a Bazán de la dirección de su alistamiento, carena, adovio y adrezo (…) con mucha brevedad (…) y se les abre portañuelas para la artillería a las que no las tuviesen.

Otras 7 naos gruesas, 12 pataches y 15 pinazas besugueras —zabras —se están armando en los puertos del Cantábrico bajo la inspección del capitán general de la provincia de Guipúzcoa, García de Arce, quien tiene orden del Rey de concluir las obras de modificación con tiempo suficiente para que estén en Lisboa del 10 al 15 de marzo y puedan en estas fechas embarcar bastimentos, artillería y municiones.

Por otra parte, se han de incorporar 200 marineros de Cataluña y 400 genoveses para ser distribuidos entre los buques de la armada. Si es menester, ordena el Rey a D. Álvaro que embarque y ponga a punto las naos y navíos que hagan falta según la gente de guerra que hubiese de ir en ella en la armada.

El capitán general de la Artillería de la Corona. D. Francés de Alava, se encarga, por orden del Rey, de proveer a los buques de artillería, pólvora, armas, municiones y otros pertrechos de guerra, los cuales distribuirá D. Álvaro de Bazán entre sus buques, de manera que vayan bien y competentemente proveídos.

"Retrato de Álvaro de Bazán, I marqués de Santa Cruz", realizado por Rafael Tegeo. Pintura del Museo Naval de Madrid.
«Retrato de Álvaro de Bazán, I marqués de Santa Cruz», realizado por Rafael Tegeo. Pintura del Museo Naval de Madrid.

La gente de guerra que se ha de levantar para alcanzar el numero que ha de embarcar se levantará al tiempo que convenga (…) porque no se deshaga ni haya, como lo hizo el año pasado por haberse anticipado en venir.

D. Francés de Alava se encargará de que se provea de armas a esta gente: Andrés de Alva tiene a su cargo el aprovisionamiento de la armada y gente de guerra para seis meses.

Felipe II se da cuenta que, estando el tiempo tan adelante y conviniendo que salgáis (…) con tanta brevedad, es necesario acelerar los preparativos en lo referente a la aguada y embarque de bastimentos, que es una de las cosas que (. . .) suele dilatar la partida de una armada.

Los 50 días que han de transcurrir entre el 10 de enero fecha de las instrucciones y mediado abril, para que se haga a la mar la armada, conforme a sus intenciones, constituyen un plazo muy corto para culminar la multitud de actividades secuenciales que han de poner en disposición de guerra los buques y hombres que el Marqués de Santa Cruz aconseja al Monarca: un centenar de embarcaciones de todas clases y unos 15.000 hombres de mar y guerra.

La inexistencia de estructuras permanentes del Estado para la reposición y mantenimiento de la fuerza naval en la situación de guerra que soporta la monarquía española, prácticamente ininterrumpida desde el reinado de Carlos I, conduce a buscar la solución de este menester en el viejo sistema de asientosque pone en manos de particulares tareas y responsabilidades que deberían cumplir órganos del Estado —como ocurre en los arsenales de Venecia y Turquía—, para desarrollarlas con la continuidad y orden que exigen el continuo empleo de las armadas frente a los enemigos de España.

Las obras por asiento tienen la ventaja de que descargan de trabajo a la administración en el acopio de materiales —especialmente maderas y proporcionan a precio y plazo fijos la entrega de los buques acabados.

Sin embargo, la práctica muestra que cuando la mano de obra y los precios sufren alzas, el asentista respeta los costes estipulados a costa de la calidad, y que las de fechas de entrega se retrasan continuamente a causa de las demoras en el acopio de materiales.

Por esto, el Rey apremia a D. Álvaro para que se cumplan sus previsiones: la armada de Bazán no estará lista para las fechas previstas, ni mucho menos, y la partida hacia las Azores no tendrá lugar hasta el 23 de junio, perdiéndose la ventaja que perseguía el Rey de anticiparse a la llegada de ayuda francesa a la Tercera.

En esta época, la persistente rivalidad de Inglaterra y Francia hacia España, más manifiesta desde que Felipe II reina también en Portugal. muestra ya con toda evidencia que el Atlántico es centro habitual de operaciones, y existe una corriente de opinión importante para crear una armada permanente constituida por buques de la Corona.

Se reconoce la inconveniencia de recurrir a los asientos y al embargo de buques particulares, tanto por las perturbaciones que ocasiona en el comercio y los altos costos de conversión como la necesidad de que los buques de guerra se construyan de origen para este fin, pero que no se acierta a realizar las construcciones y mantenimientos por administración, también en uso, ni a modificar el sistema de asientos, y la situación se mantendrá sin variación hasta el reinado de Felipe III, cuando D. Diego Brochero proponga su organización de la Armada. Las instrucciones de Felipe II al Marqués de Santa Cruz no sólo contienen normas y órdenes para la preparación de la armada, sobre libranza de dinero y provisión de vituallas y disciplina, sino también relativas al aspecto general de cumplimiento de la jornada.

Destaca en primer lugar el cometido de destruir a la armada o navío enemigos que vayan en socorro de la isla Tercera o a hacer otros daños, todo lo cual —dicen las instrucciones— tendréis mucha cuenta y cuidado en impedírselo.

En este caso, Bazán no deberá saltar a tierra para dirigir la operación de conquista, sino que permanecerá embarcado al mando de la armada para cumplir aquel cometido: y será D. Lope de Figueroa quien dirija la invasión.

Sin embargo, en ausencia de amenaza naval por parte del adversario ni de enemigos que sean en número, saltará a tierra D. Álvaro, dejando en la mar una persona capacitada y gente de guerra suficiente para combatir y destruir cualquier armada o navíos que pretendan socorrer al enemigo o atacar la armada propia.

A los corsarios hay que combatirlos sin contemplaciones, imponiendo la pena de muerte si no es la primera vez que salen a la mar a robar.

Antes de proceder al desembarco en fuerza, ordena Felipe II al capitán general de la Armada que deberá procurar que los rebeldes vuelvan por convencimiento a la obediencia del Rey.

En caso contrario, si no se reduciereiz y rindieren, ni lo quisieren hacer por bien, emprenderla héis (la obediencia) por fuerza de las armas. Las ciudades de Angra y Plaia no podrán ser saqueadas —excepto monasterios e iglesias— si, incluso habiendo desembarco en fuerza, sus habitantes se avienen a concierto y obediencia.

La misma política se deberá seguir para la reducción de las islas de Fayal, San Jorge y demás islas rebeldes. Respecto a detalles de la ejecución, nada indica Felipe II a D. Álvaro de Bazán, pues reconoce que en las particularidades de la desembarcación, aunque es en lo que todo consiste, mas por ser consideraciones que dependen de tiempo y lugar, y así propias de los presentes, me remito a lo que allí acordasedes con consejo de los que llevaís.

No podía el Rey añadir más a su instrucción porque el lugar estaba muy alejado de El Escorial y lo que podía ocurrir en el tiempo era impredecible para él.

Sólo la capacidad de mando de Bazán, la experiencia y sana razón de sus generales y capitanes para evaluar la información sobre el enemigo, podían ofrecer los datos precisos para hallar la solución al problema del desembarco.

En la última instrucción escrita de Felipe II, fechada el 6 de junio en San Lorenzo del Escorial, ordena explícitamente la conquista de la isla más importante del conjunto rebelde, ya que no conviene ir de principal intento a ninguna de las otras islas rebeldes antes de emprender la Tercera.

Aunque da como misión circunstancial la ocupación de las restantes si el tiempo acertare echaros sobre algunos otra de las dichas islas. Pero deja bien explícito el Rey que no llevándoos allí el tiempo, no hay que pensar en esto, sino dejarlo para después de allanada la Tercera.

Situación de las Islas Azores. Entre ellas está la isla Tercera.
Situación de las Islas Azores. Entre ellas está la isla Tercera.

Preparativos franceses para intervenir en las Azores

La derrota del 26 de julio de 1582 llena de estupor a la corte de París y mientras se buscan responsables entre los comandantes franceses, se emprenden febrilmente intentos de organizar una nueva armada para vengar la afrenta del fracaso.

Pero no existen en Francia buques en cantidad y calidad para medirse con los de la Armada española: y mientras Enrique III se ocupa del presupuesto para obtener naves y armamento, su madre Catalina de Médicis acude en repetidas solicitudes de ayuda a los países escandinavos y las ciudades hanseáticas (5); pero las negociaciones requieren tiempo y se han de acelerar los preparativos porque se tienen noticias de que Felipe II prepara una nueva expedición para la conquista de la isla Tercera.

También se conciben planes para incendiar los buques españoles que se alistan en los puertos del Cantábrico. Mas no se consigue otra cosa que movilizar 15 buques al mando del Comendador Aymar de Chaste y 9 compañías de soldados a las órdenes del maestre de campo Caravaques y del sargento mayor Battista Servigni; también participan 4 compañías de soldados ingleses.

Por su parte, D. Antonio está en relación con el sultán turco para convencerle de los beneficios que le reportaría el envío de una armada a las Azores.

En marzo, el embajador español en París, D. Juan Bautista de Tassis, informa al monarca español que en Francia se prepara una armada de seis u ocho navíos —con más de 1.000 hombres de guerra al mando de Chaste— que llevan munición, pólvora, picas y herramientas para levantar fortificaciones (6).

Pero él —el embajador— cree que el destino de la armada es un desembarco en las costas de Galicia o Portugal para obtener una posición fortificada para entablar mayores designos.

No imagina Tassis que el golpe que se prepara vaya destinado a la Tercera, porque tiene noticia de que D. Antonio ha fletado un navío para trasladar a la isla unos 150 portugueses, y le parece que este preparativo sería un despropósito si se pretendiera llevar a las Azores la fuerza confiada a Chaste; el embajador español se equivoca por completo en esta ocasión; sus espías han fracasado hasta ahora en sus averiguaciones.

De la actitud de Inglaterra, Felipe II recibe información frecuente de su embajador, D. Bernardino de Mendoza. La reina Isabel se muestra cautelosa a pesar de las instancias de Leicester y Walsingham para que intervenga en favor de D. Antonio en colaboración con Francia, mas solamente obtienen la promesa de ayuda en dinero y buques cuando se haya reunido la fuerza que ha de apoyar al pretendiente.

En última instancia, después de no pocas vacilaciones, sólo autoriza la participación de cuatro compañías de soldados ingleses. Según relaciones fidedignas de la época (7), a Chaste se le asigna una armada de 15 buques: 7 naos, 4 galeones, 2 navíos ingleses, 1 urca y 1 carabela, provistos de pólvora, munición, armas, instrumentos propios de la ingeniería militar y unas 100 piezas de artillería gruesa para reforzar la que ya está instalada en la Tercera.

Los 1.000 hombres de guerra —1.200 según otras fuentes— constituyen el contingente humano de combate; otros 500 soldados franceses quedaron en la isla en el verano de 1582, procedentes de la tropa embarcada en la armada de Strozzi. Hay informaciones que elevan este número a 700 o más hombres y una compañía de ingleses (8). Esta fuerza está al mando de los capitanes Charles de Bordeaux y Baptiste.

Según manifestaciones del Prior de Crato, en la isla hay de 6.000 a 7.000 portugueses armados a las órdenes del gobernador —algunos le llaman Virrey— Manuel de Silva.

Conde de Torres Vedras, pero las cifras compulsadas en el despliegue de fuerzas para la defensa de la isla arrojan cantidades comprendidas entre los 3.000 y 4.000 hombres.

Antes de que Chaste tenga tiempo de cerciorarse de las posibilidades de éxito que puede tener la intervención francesa en Azores —pintado demasiado fácil por el Prior de Crato—, el 17 de mayo se ve obligado a partir, acuciado por Catalina de Médicis, cuando conoce la noticia del embarco en Lisboa de la fuerza expedicionaria organizada por D. Álvaro de Bazán para reducir a los rebeldes.

Vista de un galeón por su través de estribor, parecido a los utilizados en la conquista de la Isla Tercera de 1583. Grabado por Frans Huys de un original de Pieter Brueghel.
Vista de un galeón por su través de estribor, parecido a los utilizados en la conquista de la Isla Tercera de 1583. Grabado por Frans Huys de un original de Pieter Brueghel.

Defensa de la isla Tercera; despliegue de fuerzas del Comendador de Chaste

De 18 millas en dirección este-oeste y 11 en sentido norte-sur, esta isla es la más importante del archipiélago de las Azores, la más poblada —unos 10.000 habitantes antes de que se refugiaran en ella muchos portugueses partidarios del Prior de Crato—, la más fértil y la que reúne mejores condiciones para acoger en puerto y abastecer de agua y víveres a las flotas provenientes de Indias.

Sus costas septentrional y de poniente son ásperas y abruptas, siendo más acogedoras la meridional y la levantina, en las que se ubican las principales villas de la isla, aunque también en este litoral son contados los lugares de fácil acceso del mar hacia el interior.

Está surcada la isla por una cordillera de origen volcánico, que la atraviesa en su parte central de este a oeste, con alturas del orden de los 1.000 metros en su extremo occidental. En sus laderas se cultivan viñedos y están pobladas de bosques.

En la pequeña altiplanicie se hallan fértiles tierras de labor dedicadas en su mayor parte al cultivo del trigo, lino, frutas y legumbres. La cabaña animal está constituida por ganado vacuno, lanar y de cerdo, abundando las aves de corral y los conejos.

La capital, Angra, está situada en la medianía de la costa sur, al resguardo de una pequeña peninsulita constituida por el promontorio denominado Monte Brasil —170 metros de elevación—, cortado a pico por la parte que cae al mar y descendiendo suavemente por el norte, lo cual facilita la defensa de la ciudad, que se extiende en la llanura, al norte y nordeste de dicho monte.

Mapa actual de la isla Tercera (Ilha Terceira).
Mapa actual de la isla Tercera (Ilha Terceira).

A poniente y levante del pequeño istmo que une el Monte de Brasil a la isla pueden fondear embarcaciones de cierto porte y es factible el desembarco, dadas las características de la costa baja que concurren en estos parajes, especialmente durante el verano, época en que los vientos predominantes son bonancibles y soplan del noroeste y del oeste.

Sin embargo, con viento y mar del sur y del sudeste la maniobra de desembarco es peligrosa. Desde Angra, hasta la punta que hoy se llama Punta das Contendas, el cato más saliente hacia el sudeste, la costa, toda de piedra, corre en un espacio de 7 millas, salvo alguna que otra pequeña playa de poca extensión.

El tramo de costa, recortada en multitud de calas, que corre en dirección norte y norte-nordeste hasta la punta de San Jorge —hoy do Baxio—, es prácticamente innacesible por las escarpaduras y los fondos de piedra.

Desde la punta de San Jorge hasta la de la Sierra —llamada hoy de Malmerenda— se extiende la ensenada de la Plaia, limpia, de mucho fondo, con playa y fondeaderos de arena.

Puede esta bahía albergar toda una escuadra resguardada de los vientos y mar del tercero y cuarto cuadrantes. Pero es desabrigada para los vientos de los otros dos cuadrantes, por lo cual se debe estar presto a dar la vela cuando empiecen a soplar con componente este.

Lo que resta de la costa de la isla Tercera, que es toda la cornisa del norte, la porción de poniente y la del sudoeste es —como se ha dicho— la parte más inaccesible y escabrosa del litoral, salvo en el acceso a las villas denominadas Villa Nueva de Agualla y Ribera de la Arena, que se han de tomar con muchas precauciones, con vientos y mar de componente norte, frecuentes en verano.

La geografía de la isla y su entorno hidrográfico ofrecen, pues, características para disponer una buena defensa contra cualquier ataque en fuerza proveniente de la mar, y los recursos naturales reforzados con abundantes almacenes de trigo permiten la manutención de una considerable fuerza defensiva.

El Prior de Crato tiene así motivos para mostrarse optimista y confiado en la capacidad del Comendador Aymar de Chaste, para impedir el intento de ocupación que va a llevar a cabo D. Álvaro de Bazán, porque, además, durante los tres años de rebeldía contra Felipe II, sus seguidores, dirigidos por el Conde de Torres Vedras, han construido fuertes, excavado trincheras y emplazado piezas de artillería a lo largo de la costa accesible desde el mar, aprovechando las ventajas defensivas del terreno.

Como las villas de Plaia y Angra son las más importantes de la isla y radican en los extremos de la zona probable de desembarco, Chaste establece en ellas fuertes defensas.

En Plaia sitúa su cuartel general y estaciona 400 soldados franceses, cuatro compañías de portugueses y 60 jinetes designados para recorrer la costa, vigilarla y comunicar los movimientos del enemigo; una fuerte defensa artillera protege el entorno costero de la ciudad contra la invasión.

La defensa de Angra descansa también en la numerosa artillería emplazada en los fuertes que la circundan y en la de los buques de su armada fondeada frente a esta plaza, más que en el contingente humano de 300 hombres allí estacionado.

Son 31 los buques con que cuenta Chaste para defender Angra, según el sistema de encastillamiento que ha elegido, en vez de optar por el mejor partido que da la movilidad de su fuerza naval, creando una amenaza a D. Álvaro de Bazán, muy a tener en cuenta por éste a la hora del desembarco, cuando su armada este empeñada en las tareas de llevar la gente a tierra y apoyarla desde la mar.

Los 31 buques son: los 15 que vinieron de Francia con las tropas y otros 16 portugueses al mando de Manuel Serradas, capitán general del Prior de Crato (9): todos se mantendrán inactivos durante la acción de desembarco y caerán en poder de los vencedores.

El maestre de campo de Chaste, Monsieur Caravaques, según figura en las relaciones de parte españoles, con unos 250 soldados franceses y más de 1.000 hombres a las órdenes del Conde de Torres Vedras, seguirán por tierra los movimientos de la armada española, desplazándose por los viñedos paralelamente a la costa entre Porto Judeo y Plaia, para contraatacar cuando los invasores pongan el pie en tierra, tratando de consolidar la cabeza de playa ocupada.

Por último, la guarnición de la isla de Fayal se ha reforzado con cuatro compañías de soldados franceses y una de ingleses, al mando del capitán Charles de Bordeaux.

Desde su llegada —el 14 de junio, Chaste reorganiza la defensa de la isla a base de una cadena costera de fuertes —44 en total, entre los de construcción y fagina— y unas 300 piezas de artillería gruesa desplegadas en la costa meridional y levantina, más vulnerable a los ataques desde la mar.

Largos tramos de trincheras unen materialmente los fuertes establecidos entre San Mateo, al sur, y Biscoitos, al norte: unas 35 ó 36 millas de costa en total.

Pero impedimento mayor que las trincheras es el que ofrecen las laderas de los montes que llegan casi al mar, escalonadas con bancales de viñedos cercados, cruzados por cañadas, diseminados entre cerros escarpados; impedimentos todos susceptibles de convertirse en parapeto o reducto de defensa contra los que han de avanzar de abajo arriba, trepando y saltando obstáculos.

DESPLIEGUE DEFENSIVO DE LA ISLA TERCERA
EmplazamientoArtilleríaHombres
Fuerte de San Mateo y trinchera circundante5 piezas de hierro
2 falconetes de bronce
3 piezas de hierro colado de 7 a 11 quintales
1 verso de bronce
S/D
En fuertes y trincheras entre San Mateo y Angra2 sacres (15 y 18 quintales).
18 piezas hierro colado de 5 a 18 quintales.
1 pieza de hierro.
3 versos (2 dobles).
2 esmeriles de 149 libras.
1 falconete.
S/D
Fuerte San Benito en la falda del Monte Brasil1 pedrero de bronce.
4 piezas hierro colado. 7 a 12 quintales.
1 esmeril. 7 quintales.
1 medio cañon pedrero.
S/D
Fuerte San Antonio en Monte Brasil1 media culebrina, 36 quintales.
1 pedrero grande.
1 sacre. 19 quintales.
2 medios sacres. 10 quintales.
3 piezas hierro colado. 13 a 15 quintales.
2 esmeriles grandes.
2 capitanes. 100 franceses. 2 compañias portuguesas (entre este fuerte y el de San Miguel).
Castillo de San Sebastián, en Monte Brasil1 cañón de batir (bronce).
1 culebrina de 21 palmos
(bronce).
2 medias idem (bronce).
2 sucres (bronce).
1 medio cañon (bronce)
6 piezas de hierro.
S/D
Angra2 capitanes. 170 franceses. 1 compañía portugueses.
Fuerte San Antonio en Puerto Judeo2 piezas de bronce. 25
quintales una ochavada
la otra.
2 idem de hierro colado. 8 y 10 quintales.
1 idem de hierro. 11 quintales.
S/D
Trinchera frente los Isleos.2 piezas de hierro colado.S/D
Fuerte del Pico de Salvador Coello2 idem hierro colado 11 y 18 quintales.S/D
Fuerte «El Porto», casa la Salga1 pieza ochavada, 18 quintales
3 idem de hierro colado.
10 a 15,5 quintales.
2 ídem hierro. 13 quintales.
1 falcón. 7 quintales.
1 capitán. 40 franceses. 2 compañías portuguesas.
Fuerte de «Las Muelas» 3 piezas de hierro colado.
2 falcones grandes. 6 quintales.
1 pieza de hierro.
S/D
Fuerte de San Sebastián en Porto Novo6 piezas de hierro colado de 20 quintales
5 idem de hierro de 8 quintales
1 capitán. 40 franceses. 1 compañía portuguesa.
Fuerte de la punta de Ribera Seca2 piezas de hierro colado, 7 y 12 quintalesS/D
Fuerte las Perezolas.1 media culebrina.
1 falcón grande de 14 quintales.
2 piezas de hierro colado.
7 y 11 quintales.
S/D
Gil Fernández. 1 capitán. 60 franceses. 3 compañías portuguesas.
Santa Margarita. 1 capitán. 40 franceses. 2 compañías portuguesas.
Fortaleza de Porto Marín y trinchera circundante1 pieza hierro colado. 20 quintales
1 pieza hierro 18 quintales.
idem 12.5 quintales.
2 versos de bronce.
2 talcones pedreros.
piezas hierro colado.
1 capitán. 80 franceses. 1 compañía portuguesa.
Fuerte de Santa Catalina1 media culebrina. 35 quintales
4 piezas de hierro colado.
12 quintales.
1 falcon de 6 quintales.
1 verso de bronce.
1 capitán. 50 franceses. 2 compañías portuguesas.
Puerto Pescart 1 capitán. 60 franceses. 1 compañía portuguesa.
5 fuertes entre el anterior y
Plaia (Do Pao, Medio Faul.
S. Antón. baluarte, Las
Chagas).
4 medias culebrinas.
14 piezas de hierro colado.
12 quintales.
4 hombardas de hierro.
2 versos.
1 esmeril.
S/D
Fuerte S. Francisco, Plaia.1 pieza hierro colado. 15 quintales.
4 de hierro, 6, 5, 12 y 14 quintales.
Comendador Chaste, 60 jinetes. 4 capitanes. 400 franceses y 400 portugueses.
Fuerte Nuestra Senora de la Luz. Plaia.1 media culebrina. 25 quintales
1 verso de bronce.
3 piezas hierro colado. 16 quintales.
S/D
Fuerte de San Pedro, Plaia1 medio cañón pedrero. 13 quintales.
1 falcón de bronce
2 versos de bronce.
2 piezas hierro colado.
5 quintales.
S/D
Fuerte Santa Cruz. Plaia.1 cañón reforzado de batir. 35 quintales.
1 cañón pedrero de bronce
1 medio cañón pedrero.
3 piezas hierro colado. 11 quintales
2 versos de bronce
S/D
Fuerte de la Concepción.
Plaia
2 cañones de batir.
l esmeril grande de bronce
2 piezas de hierro colado. 10 quintales.
S/D
Trinchera entre los fuertes
anteriores.
3 versos de bronce
1 pieza hierro colado.
S/D
Emplazamientos varios4 piezas de bronce
4 piezas de hierro
1 culebrina de bronce.
1 piezas de hierro colado
S/D
Villanova 1 capitán. 20 marineros. 1 compañía portuguesa.
Cuatro Ribeiras 1 sargento y 15 franceses
Los Biscoutos 1 sargento y 60 franceses
Otras piezas4 falconetes de bronce.
2 esmeriles de hierro.
3 medios cañones.
 
En los buques.91 cañones 
TOTAL294 piezas4.300 hombres aparte de los artilleros
En la isla de Fayal hay además 4 compañías de franceses y una de ingleses al mando del
capitán Charles de Bordeaux: unos 500 hombres, sin contar los portugueses armados, de los
que se desconoce el número.

Notas:

  1. J. H. Elliot: La España imperial 1499-1716. Barcelona. I980.
  2. Charles de la Roncire: Histoire de la marine française, libraire Plan. París. 1923 (Hermann Taffin. S. de Torsay. la Vie, mart el tombeau du haut et puissant seigneur Philippe Strozzi, París, 1608).
  3. Instrucción Real al Marqués de Santa Cruz para la jornada de la isla Tercera, punto 15. C. Fernandez Duro. La Conquista de las Azores.
  4. La mayor parte de estos buques, salvo las galeazas y dos galeones, proceden de la armada organizada para la jornada de la Tercera del año anterior.
  5. La Ronciere. op. cit.
  6. Informe fechado el 16 de marzo de 1583. Colección Sans de Barutell.
  7. Relación de las naos y otros bajeles que se tomaron de la armada de Francia (…) y relación dle viaje del comendador de Chaste.
  8. E. M Tenison: Elisabeth England
  9. Relación de naos y otros bajeles que se tornaron ( … ).

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