Por Rafael Vidal Delgado
Este especial se compone de los siguientes artículos:
Fuerzas en presencia | La batalla desde el punto de vista naval | La batalla desde el punto de vista terrestre | Consideraciones | Según el Gibraltar Chronicle | Según los ingleses | Según la Gaceta de Madrid | Juicios del combate de Algeciras
Tras la batalla y el desastre en el Estrecho, las relaciones entre la España de Godoy y el Primer Cónsul se deterioran, lanzándose acusaciones mutuas de incompetencia. Los franceses se abrogaron todo el éxito de la batalla de Algeciras, menospreciando la labor de las baterías de costa y las cañoneras.
Por su parte el gobierno español sintió que había sacrificado una parte importante de su, aún potente, flota en aras de la ambición francesa.
Las repercusiones internacionales fueron importantes, ya que el ejército francés de Egipto quedaba a merced de los ingleses. Napoleón en una maniobra propagandísticas que efectuará a lo largo de su gobierno, cuando el resultado de una acción tiene consecuencias negativas para su política, intenta por todos los medios que la opinión pública francesa no se entere de la misma, exaltando de forma desmesurada cualquier otro acto bélico francés.
Esta táctica de manipulación de las masas fue empleada tras la derrota de Bailén, en donde se festejó el combate de Menjíbar como una gran victoria militar, cuando en realidad había sido una escaramuza entre dos contingentes de los ejércitos enfrentados y se minimizó la de Bailén.
Tras Algeciras y para hacer olvidar a la población gala que muchos miles de compatriotas quedaban aislados en el lejano Egipto, se exaltó hiperbólicamente el mérito de Linois, hasta el extremo que un historiador escribió:
Jamás se vio cosa semejante; jamás los franceses en los peores días de su marina habían ofrecido el espectáculo que, para asombro del mundo, dieron los ingleses: 6 navíos vencidos por 3 (115).
Por su parte Saumarez no estuvo acertado en sus disposiciones militares. Quiso hacer una batalla como la de Abukir, cuando las condiciones eran totalmente distintas, ya que la flota enemiga se encontraba protegida por potentes baterías de costa, cuyos efectos tenía indudablemente que conocer, siendo en consecuencia totalmente derrotado.
Sin embargo no hay que desmerecerle en tenacidad, ya que impulsó el reacondicionamiento de sus barcos, haciéndose en un tiempo increíble, de tal manera que en su buque insignia, el «Caesar«, estuvieron trabajando los hombres de su tripulación, 20 horas al día para que estuviera a punto en el momento de hacerse a la mar, y conservar de esta forma la distinción de buque insignia.
Sin embargo, Saumarez se llevó todas las glorias. Fue felicitado por lord St. Vincent y por el almirante Nelson. El rey le hizo caballero de la Orden del Baño, que le impuso el general O’Hara en Gibraltar, pocos meses después.
Se reconoció la labor ingente de los marinos ingleses, que demostraron su profesionalidad en la reconstrucción de sus barcos:
The astonishing efforts made to reft the crippled ships at Gibraltar Mole surpasses everything of the kind within my experience, and the final success in making so great an impression on the very superior force of the enemy crwons the whole» (116).
La propaganda inglesa también se volcó en la victoria [la del triste episodio de la pérdida del Hermenegildo y el Real Carlos, además del apresamiento del francés Saint Antoine], conociendo el cansancio de la población ante una guerra contra la Revolución Francesa, que ya era demasiado larga.
Ninguna de las dos naciones reconoció el valor de las fuerzas españolas intervinientes, Francia porque quería que la victoria fuera para ella sola, y querer dar importancia a la intervención de las baterías hispánicas, iba en contra de sus intereses. Inglaterra porque quería hacer olvidar incidente tan desgraciado, resaltando la acción posterior en el Estrecho, acaecida cinco días más tarde, no obstante mencionan, al menos, la acción de las baterías de costa.
Por su parte los dos prisioneros, capitanes Ferris y lord Cochrane, fueron poco tiempo después puestos en libertad. Fuentes francesas aseguraron en principio que Ferris pudo escaparse en un bote y llegar a Gibraltar, la verdad es que fue liberado bajo palabra, después de que el capitán, Jaheel Brenton fuera enviado a Algeciras para intentar la liberación de todos los prisioneros.
A finales de 1801, se firmó el tratado de Amiens, que trajo una paz efímera, debido al cansancio de los contendientes.
Sin embargo el primer ministro español, Godoy, no aprendió la lección, y poco tiempo después volvía a ser aliado de Napoleón. En 1805 se dio la batalla de Trafalgar, donde se hundió definitivamente el poder naval de España.
La táctica naval francesa en las batallas de Aboukir, Algeciras y Trafalgar, fue siempre la misma, desplegar en una delgada línea, mientras los británicos, atacando a favor del viento, rompían dicha línea o la desbordaban. En Trafalgar la línea de la flota combinada era tan extensa, que hubo buques que no llegaron a disparar un solo cañonazo, mientras que otros fueron batidos por dos y tres barcos ingleses.
Evidentemente, a pesar de su propaganda, los marinos franceses dejaban mucho que desear.
Tras la firma de la paz de Amiens (25 de septiembre de 1801) se produce la capitulación francesa en Egipto y el asesinato del general Kebler a manos de un fanático. Ante la opinión pública, Napoleón tiene que dar explicaciones:
En Egipto los soldados del ejército de Oriente han cedido, pero han cedido a las circunstancias más que a las fuerzas de Turquía e Inglaterra, y, seguramente, hubiesen vencido de haber lucha reunidos. Al fin vuelven a su patria, vuelven con la gloria debida a cuatro años de valor y de trabajos; dejan en Egipto recuerdos inmortales que tal vez algún día despierten allí las artes y las instituciones sociales. La Historia, al menos, no silenciarán lo que han hecho allí los franceses para llevar la civilización y los conocimientos de Europa. Dirá con qué esfuerzos los conquistaron, con qué prudencia y qué disciplina lo conservaron mucho tiempo y, tal vez, deplorará su pérdida como una nueva calamidad del género humano» (117)
Notas
- (115)- Enciclopedia del Mar.
- (116)- Ellicot, ob. Cit. Pág. 56.
- (117)- Castelot. Ob. Cit. Pág. 340.