El combate de Algeciras de 1801 según los ingleses

Por Rafael Vidal Delgado

Este especial se compone de los siguientes artículos:
Fuerzas en presencia | La batalla desde el punto de vista naval | La batalla desde el punto de vista terrestre | Consideraciones | Según el Gibraltar Chronicle | Según los ingleses | Según la Gaceta de Madrid | Juicios del combate de Algeciras

Combate naval en las aguas de Algeciras

Forma parte de la «History of the Royal Navy, seven volumes, 1893‑1901», de W. Laird. Ha sido traducido, del idioma inglés, por el Comandante, don José López Rivas.

Crucero de Linois

… y había regresado después a Tolon, donde fue instruido para continuar hacia Cádiz bajo el mando del Contralmirante Linois, y recoger allí los seis buques franceses recién adquiridos, bajo el mando del contralmirante Dumanoir Le Pelley así como seis buques españoles bajo el mando del Vicealmirante Don Juan Moreno.

Linois navegó desde Tolon el 13 de Junio con:

BuquesCañonesComandantes
Formidable80Contra-almirante Linois.
Capitán Laindet Lalonde
Indomptable80Id. Moncouse
Desaix74Id. Christi-Pailliére
Muiron40Id. Martinecq

Teniendo a bordo 1.560 soldados bajo el mando del Brigadier General Devaux. Siguiendo su curso hacia el Oeste, atacó desde Marsella una o dos fragatas británicas que Sir John Borlase Warren (124) había dejado allí, y permitió la entrada en Tolon de un convoy procedente de ese puerto.

Luego maniobró hacia el Sur, pero debido a los vientos contrarios, no divisó Gibraltar hasta el 1 de Julio. La única embarcación británica en la Roca era el Calpe, 14, mandada por el honorable George Heneage Lawrence Dundas, qué no pudo arriesgarse a hacer frente a esa fuerza; pero el Capitán Dundas envió al teniente Richard Gaire Janvrin, en un bote pequeño a informar al Contralmirante Saumarez que estaba observando Cádiz, de la aparición de la escuadra francesa en dirección Oeste; y el Tte. Janvrin alcanzó sin percances a Sir James Saumarez a primeras horas de la mañana del 5 de Julio.

Lancha cañonera española
Lancha cañonera española, navegando por la Bahía de Algeciras. Pintura de Carlos Parrilla.

Mientras tanto, Linois, luchando contra un fuerte viento O.N.O. había capturado el día dos en el Estrecho, un bergantín británico que era empleado en servicio postal a Menorca, el día tres, el Speedy, de 14 cañones, mandado por Lord Cochrane (125)

Entonces supo que Saumarez, con una fuerza superior, estaba en la zona de Cádiz, y, abandonando temporalmente la idea de dirigirse a ese puerto, navegó hacia Algeciras. A las diez de la mañana del día 4 rodeó Punta Carnero; a las cinco de la tarde, con Gibraltar bien visible, alcanzó la rada de Algeciras.

Saumarez tenía con él sólo seis buques de línea; un séptimo, el Superb, 74, Cap. Richard Goodwin Keats, estaba en ese momento en dirección Norte, vigilando la desembocadura del Guadalquivir. Tan pronto como vio al Tte. Janvrin navegó en zigzag; y pronto, conociendo por medio de otro mensaje del Comandante Dundas que los franceses se habían dirigido hacia Algeciras, ordenó al Thames, 32, cap. Aiskew Paffard Hollis, que avisara al Superb y le señalara el camino para unirse a la Escuadra, que en ese momento se componía de los siguientes barcos (excluyendo el bergantín Pasley, de William Wooldridge, que esperaba en compañía del Superb).

COMANDANTES – BUQUES – CAÑONES

  • Caesar 80 Contralmirante Saumarez Cap. Jahleel Brentou
  • Pompée 74 Charles Stirling
  • Spencer 74 Henry d’Esterre Darby
  • Venerable 74 Samuel Hood
  • Hannibal 74 Salomon Ferris
  • Audacious 74 Shuldham Peard

A las 8 de la mañana, el Caesar dio la señal de prepararse para la batalla, y estar listos para andarse por popa, y navegó hacia el Estrecho con una buena brisa del N.O, aunque el Superb y el Pasley, que apenas eran visibles en el noroeste, estaban en ese momento parados, (sin viento).

El cese del viento pronto hizo parar el cuerpo principal de la escuadra, que, no obstante, era llevado al Este por la corriente, y pronto estuvo fuera de vista, no sólo del Superb y del Pasley, sino también del Thames.

Estas tres embarcaciones, habiendo sido seguidamente informadas por un barco americano de que Linois había dejado Algeciras con sólo tres velas de línea (barcos), concluyó que no alcanzarían a Saumarez en tiempo para ser útiles, y que en cualquier caso, sus servicios serían superfluos.

En consecuencia regresaron a su puerto, en la zona de Cádiz los vientos ligeros del O.N.O, y los periodos de calmas se sucedieron hasta alrededor de las tres de la madrugada del 6 de Julio, cuando levantándose otra vez algo de viento, el resto de la escuadra, que había ido unida por él Plymouth,10, lugre, desde Gibraltar, navegó apiñada. Saumarez había ya distribuido un comunicado ordenando la línea de acción a seguir por su fuerza.

El Contralmirante, «dictaba» el orden de ejecución que era el siguiente:

  • Venerable: En cabeza hacia la bahía, sobrepasará los navíos enemigos sin anclar
  • Pompée: Anclará a la altura del navío más interno.
  • Audaciaus, Caesar, Spencer y Hannibal: Anclarán a la altura de los navíos enemigos y baterias.
  • «Los botes de los distintos buques estarán bajados y armados en alerta para actuar donde sean requeridos».

Se ha elegido el Venerable para la vanguardia a causa del conocimiento local de la zona de su capitán. A las siete de la mañana llegó a Punta Carnero, e informó que veía a los franceses, que estaban entonces ocupados en virar acercándose a las baterías. El Caesar dio la señal de acción sobre enemigo sucesivamente cuando se llegara á su altura.

Linois ancló sus barcos a la distancia de 9 a 12 brazas, y con intervalos de unas 500 yardas, en la posición mostrada en el plano.

El extremo sur de su línea estaba cubierto por una batería de siete cañones de 18 y 24 libras, en Isla Verde; su extremo norte, por la batería de Santiago, de cinco cañones de a 18 libras.

Había también cañones en tierra en el Fuerte de San García sobre una milla y media al sur del fondeadero, y en las torres de la Villa Vieja y Almirante, la presencia en las aguas poco profundas de 14 cañoneras proporcionaba más protección.

De ellas, tres desplegaban al S.O. de Isla Verde, cuatro cerca de Santiago, y siete al Norte de Almirante. Pero los franceses no pudieron acercarse mucho a las baterías para protegerse, como hubieran deseado los Británicos.

La naturaleza escasa y errante del viento impidió que los navíos entraran en acción en el orden que se les había asignado.

El Pompée, habiendo sido disparado desde lejos mientras rodeaba Punta Carnero a las 7,50 de la mañana pasó cerca de San García e Isla Verde, y, recibiendo sucesivamente las descargas del Muiron, Indomptable, Desaix y Formidable, respondió a estos dos últimos y lanzó su ancla a las 8,45 cerca del Formidable, entre su proa y estribor; tan cerca de hecho, que hizo hundir la boya del ancla del buque francés.

Unos cinco minutos después, el Audacious, desconcertado por el viento, ancló a la altura del Indomptable, aunque no tan cerca de él; y a las 8,55, el Venerable, dificultado de forma semejante (viento errante y escaso), ancló aún más lejos del Desaix y del estribor del Formidable.

En cuanto estos buques recogieron sus velas, comenzaron una furiosa acción, en el curso de la cual el Formidable, y los demás navíos franceses también, continuaron derivando ligeramente en dirección a la costa.

Esta retirada del Formidable probó ser un acontecimiento afortunado para el Pompée, porque sobre las 9,15 éste estaba tan balanceado por la corriente que su parte superior apuntaba al costado del buque insignia francés, y, si los dos barcos hubieran estado tan cerca uno del otro como lo estaban, cuando el Pompée ancló, este último podría haberse inclinado con resultados espantosos.

En ese momento el Caesar, que había anclado delante del Audacious, hizo saltar sus troneras de costado sobre el Desaix. A las 9,20 el Hannibal también llegó, y ancló a proa-estribor del Caesar; pero el Spencer estaba muy lejos a sotavento, habiéndole afectado más que a los demás la rareza del viento, por lo que no pudo aproximarse lo suficientemente cerca para ejercer mucho efecto sobre los navíos franceses, aunque sí lo estaba para sufrir el fuego de las baterías españolas.

El cañoneo por ambas partes fue extremadamente fuerte hasta pasadas las diez de la mañana, con muy poca intermitencia, aunque en una ocasión el Formidable estuvo casi en silencio por un corto periodo de tiempo, y el Pompée, debido a la forma en que se había derivado, sólo pudo utilizar sus cañones delanteros. Probablemente con vistas a relevar al Pompée, Saumarez ordenó al Hannibal, sobre las 10,12 » y barrer al almirante francés».

El Capitán Ferris inmediatamente cortó su cable y navegó en dirección norte con tan poco viento como había. Cuando no se atrevió a continuar por miedo a las rocas, navegó en zigzag para situase entre el Formidable y la costa; pero a las once, cuando estaba casi a la altura de Torre Almirante, el Hannibal encalló.

Algunos de sus cañones delanteros de babor apuntaban al buque insignia francés, otros delanteros de estribor apuntaban (encaraban) Torre Almirante y la batería de Santiago, y todavía otros sobre las cañoneras, y abrió un fuego tan enérgico como posible todos los enemigos que tenía a su alcance, mientras trataba por todos los medios desencallar.

Tan pronto como se dio cuenta de su infortunada situación, el Caesar y el Venerable le enviaron botes. Los botes del Caesar fueron hundidos todos, ambos por una descarga, y, como los hombres no le eran útiles, el capitán Ferris los envío a todos para atrás.

Por miedo a que otros buques británicos pudieran esforzarse en busca de mejor éxito, podrá situarse entre su línea y la costa, y animado por el hecho que, poco después de que hubiera encallado el Hannibal, se levantó una ligera e hinchada brisa del noroeste, Linois sobre las 11,15 de la mañana, hizo la señal a sus barcos de que cortaran sus cables y se acercaran a tierra. Fue obedecido, pero debido a la naturaleza del viento, sus barcos tardaron en dar la vuelta.

Mientras tanto Linois parecía haberse arrepentido de esta decisión en lo que a su propio barco concernía, porque en lugar de navegar hacia tierra, el Formidable dio la vuelta otra vez, cuando sólo le quedaban unas cuantas pulgadas de agua bajo su fondo. El Desaix y el Indomptable, sin embargo, encallaron, uno frente a Algeciras, y el otro al noroeste de Isla Verde.

Los movimientos de los franceses dejaron a los navíos británicos a demasiada distancia para que sus cañones tuvieran buenos efectos. Saumarez, en consecuencia, ordenó cortar cables, y dio ejemplo de esfuerzo manteniéndose en una posición más favorable para continuar la acción, pero la poca fiabilidad del viento, la corriente desfavorable, y las rocas y bajío de sotavento, finalmente hicieron vano el esfuerzo; y mientras tanto, se estimó necesario enviar los botes de la Escuadra para remontar el Pompée, cuya situación se había vuelto precaria. Casi todos los botes que no fueron empleados en esto habían sido destruidos.

En consecuencia, él Contralmirante fue también forzado a renunciar a su intención de mandar la Infantería de Marina a tomar por asalto la batería de la Isla, que había sido reforzada por los franceses; y a la 1,35 de la tarde hizo la señal de cesar la ación, y retiró sus cinco buques que no estaban comprometidos, dejando al Hannibal, parcialmente sin mástiles, hecho añicos, silencioso, y encallado, pero todavía con su bandera al viento.

El capitán Ferris, cuando vio que prolongar una activa resistencia representaría un sacrificio innecesario de su gente, ordenó el cese el fuego y mandó a sus oficiales y hombres que se refugiaran del fuego enemigo.

Sobre las dos de la tarde, dándose cuenta de que ya no podía salvar su barco, arrió su bandera. Un poco después de esto, esta bandera fue puesta al revés, boca abajo, y, en consecuencia, el Calpe, que se había aproximado desde la dirección de Gibraltar, envió un bote para asistir al Hannibal. Los franceses ya habían tomado posesión del barco, y la tripulación del bote, por tanto, fue hecha prisionera (126)

Las pérdidas por parte de ambos lados fueron muy grandes. El Caesar tuvo 9 muertos y 32 heridos; el Pompée, 15 muertos y 69 heridos; el Spencer, 6 muertos y 27 heridos; el Venerable, 8 muertos y 25 heridos; el Audacious,8 muertos y 32 heridos, y el Hannibal, 75 muertos 66 heridos o desaparecidos: total 373 muertos, heridos y desaparecidos, además de los prisioneros tomados con el Hannibal.

Los oficiales muertos fueron: Patrones: Willíam Grave (Caesar) y Robert Roxburgh (Pompée); aspirantes de Marina: Steward (Pompée) y William Gibbons (Venerable); el escribiente del capitán David Lindsey (Hannibal) y el teniente de marines James D. Williams (Hannibal). Entre los oficiales heridos estaban los tenientes Richard Cheeseman, Arthur Stapledon y Thomas Innes(Pompée), y John Turnar (Hannibal).

El Hannibal tenía sus mástiles principal y delantero derribados y muchos de sus cañones desarmados; el Pompée no tenía un mástil, verga, cabo o vela sanos; el Caesar tenía todos sus mástiles y vergas más o menos dañadas, y algunos disparos en su casco; pero el resto de embarcaciones británicas no habían recibido daños serios. El Capitán Ferris, a su regreso a Inglaterra, fue procesado con sus oficiales y tripulación del barco, por la pérdida del Hannibal y fue honorablemente absuelto (127).

Las pérdidas francesas, según sus propios informes, fueron de 306 muertos y 280 heridos, estando entre estos últimos los capitanes Moncousu y Laindet Lalonde. Sus navíos fueron muy dañados tanto en lo alto (mástiles y velas) como en sus cascos; y en cuando a las cañoneras españolas, cinco fueron conducidas a tierra o hundidas.

Pero la primera impresión de Saumarez de que el total de la escuadra francesa había quedado «enteramente fuera de servicio», se demostró pronto que era incorrecta.

El Contraalmirante británico llevó sus navíos a Gibraltar y se puso manos ala obra, con inagotable energía, para repararlos y ponerlos en servicio. Se juzgó inútil intentar reparar el Pompée en tiempo para prepararlo para posteriores acciones contra Linois; y su gente se distribuyó para apoyar el resto de la Escuadra.

Saumarez se inclinó también a abandonar la esperanza de reparar el Caesar y puso su bandera al Audacious; pero el capitán Jahleel Brenton era más optimista y, apelando a sus hombres para que no permitieran que el Contraalmirante navegara en otro barco, les ordenó trabajar durante todo el día y en turnos durante la noche.

El resultado fue que el Caesar estuvo preparado cuando fue requerido de nuevo, y que Saumarez, el día 12 izó de nuevo su bandera en él, el proceso se hizo con una energía y rapidez que nunca han sido sobrepasadas.

Ya se ha dicho que el Contraalmirante Dumanoir Le Pelley estaba en Cádiz a cargo de los seis buques de línea que España había transferido a Francia.

Había allegado allí desde Brest el 13 de Junio, con las fragatas Liberté, 40, e Indiénne, 40, después de un astuto acoso que le hicieron el Venerable y el Superb; pero todavía le faltaban muchos de los oficiales y hombres para permitirle tomar el mando de la escuadra.

Tan pronto como Linois reflotó sus buques encallados y su trofeo en Algeciras, envió un mensaje a Dumanoir Le Pelley y Mazarredo, en Cádiz, rogándoles venir o que le enviaran ayuda, antes de que los británicos estuvieran en condiciones de atacarle otra vez. Ambos oficiales estaban dispuestos a ayudarle. De hecho, el auxilio habría sido probablemente remitido tan pronto como Linois vio el peligro antes de la batalla.

Notas

  • (124).- Warren estaba entonces en Malta, a punto de ir en persecución de Ganteaume. Todas las notas de este apéndice corresponden a las del libro original.
  • (125).- El comportamiento de Cochrane fue tan admirable que cuando presentó su espada al Cap. Pailliére del Desaix, este oficial se la devolvió con el ruego de que continuara portando lo que tan noblemente había usado. Cochrane permaneció con la Escuadra Francesa hasta después de la Batalla de Algeciras.
  • (126).- Ferris: «Narrativa», «Victoria y conquista». XIV 161. Diario del Venerable. El Diario del Calpe, probablemente equivocado, puso la hora del ataque al Hannibal muy tarde, a las 4.
  • (127).- C.M., Sept. 1, 1801. Los historiadores franceses afirman que después de que el Capitán Ferris rindiera su barco, abandonó a su gente y huyó en bote a Gibraltar, siendo disparado por los franceses mientras lo hacía, pero escapando. Que esto no es verdad, lo prueba el hecho de que después de la acción, el Cap. Brenton fue enviado a Algeciras para negociar el intercambie de, entre otros, Ferris y Lord Cochrane y que Ferris fue finalmente liberado bajo palabra.

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