Por Juan García (Todo a Babor)
Hoy volvemos a retomar la Guerra de la Oreja de Jenkins, una guerra en la que a pesar de la inferioridad de nuestras fuerzas navales, puede decirse sin complejos que se enfrentaron de tú a tú a la poderosa Royal Navy. Y no sólo las de la Real Armada, los corsarios españoles también hicieron un gran papel y a la vista de las cifras oficiales se demuestra su efectividad.
Para que vean lo encarnizado, y la intensa actividad de este corso español, les traigo esta lectura localizada en la zona del Caribe.
En un corto periodo de tiempo, aunque sin determinar, a mediados de 1743 se entraron en Santiago de Cuba hasta 14 embarcaciones inglesas apresadas. Todas ellas capturadas por los corsarios de aquella plaza. Cuyos capitanes eran: don José Domingo Cortazar, don Bartolomé Valadón, Victorio Hernández, Bartolomé López, don Luis Siverio y Juan Dominguez.
Las presas fueron las siguientes: Abigail, Tiger, Fians, Phoenix, St. Esteban, Reyna de las Indias (sic), Hector, Robert, Antelope, Succes, Santisima Trinidad, Meforlan y Linn. El nombre de los capitanes de dichas presas me abstengo de ponerlas porque, además de ser un poco aburrido, están castellanizados.
Nos quedamos con la acción que sostuvo uno de aquellos corsarios españoles, en concreto del buque de Bartolomé López, quien fue perseguido por un paquebot de guerra inglés de la Royal Navy, de 12 cañones, 24 pedreros y 100 hombres.
El corsario se tuvo que refugiar en Cayo de Damas, a 12 leguas a sotavento del Puerto de Santiago, en cuyo paraje entró también el paquebot y se inició un reñido combate, en el cual viendo los ingleses que perdían demasiada gente determinaron apoderarse de un islote con 50 hombres, para poner allí algunos cañones y tener así al corsario español entre dos fuegos.
Pero eso ya lo había pensado antes el buen Bartolomé, que había puesto 35 marineros y dos pequeños cañones. La lancha del paquebot, con el medio centenar de hombres que se disponían a ocupar el islote, zozobró al abordar el mismo y todos los supervivientes de la lancha, además de los del bote que acudió al rescate, fueron pasados a cuchillo por los corsarios del islote.
Sólo se salvaron 11 que fueron hechos prisioneros y otros 3 que espantados pudieron salvarse en el bote y regresar al paquebot, que inmediatamente huyó del lugar, mientras el corsario español se restituyó a su base sin novedad.
- Fuente: Gaceta de Madrid.