El escape del Aris: una aventura en Grecia

Por Joan Comas

Escape del Aris
El escape del Aris, obra del pintor Konstantinos Volankis 1894. Hellenic Martime Museum of Piraeus.

La guerra de independencia griega, fue un episodio sangriento y a la vez que romántico (sobre todo a los ojos de Lord Byron) no en vano la nación intentaba recuperar la libertad tras el yugo otomano. Sin duda existen muchas anécdotas de este periodo y una bien destacada fue el escape del Aris.

Situación europea

Desde la caída de Constantinopla, en el imaginario europeo existía un deseo de resucitar Grecia como nación independiente. En parte por el sentimiento de ser la cuna de la civilización occidental; por lo que no faltaron mecenas y voluntarios dispuestos a luchar.

Aunque también por la ambición de cada nación. Ya en tiempos de Catalina II, los rusos habían barajado la propuesta de reinstaurar el imperio bizantino con un Romanov en el trono y así lograr la tan deseada salida al Mediterráneo. Por su parte, Francia y Gran Bretaña observaban con ganas de intervenir para frenar las ambiciones rusas y conservar su hegemonía.

Por otro lado, el dominio otomano en la región estaba en decadencia. El virrey se quedaba con los impuestos recaudados en vez de mandarlos a sultán; por lo que este mandó tropas para reprimirle, hecho que los patriotas griegos aprovecharon para alzarse.

Las fuerzas navales helénicas

Al inicio de la guerra, las fuerzas navales helénicas consistían en mercantes artillados congregados en las islas de Hidra, Spetses, Poros, Psará y Samos.

A diferencia de otras armadas, contaban con marinos altamente experimentados; sin embargo, su talón de Aquiles eran sus propios buques, pues pese a estar bien comandados, no podían competir en potencia de fuego con un buque de línea o una fragata bien armada.

Por este motivo, limitaron sus incursiones a intentar bloquear los envíos otomanos; de este modo el ejército turco no podía reabastecerse de víveres y munición y en parte equilibraba las fuerzas.

En caso de hallar la escuadra otomana, los helenos optaron por tácticas audaces como lanzar buques incendiarios. Hay que mencionar que este planteamiento resultó sumamente exitoso y las primeras victorias daban un resultado prometedor a la insurrección.

Uno de estos buques mercantes artillados fue el Aris; un bergantín de 30,5 metros de eslora, 8,8 de manga, 4,9 de calado y 350 toneladas de desplazamiento construido en Venecia.

Bergantín Aris
Pintura del bergantín Aris. Museo Benaki.

Su nombre en griego era el de la divinidad de la guerra, Ares y realmente era apropiado pues al inicio de la rebelión, su propietario el capitán Anastasios Tsalmados lo armó con 16 cañones de 12 libras y 10 carronadas de 24 libras y se presentó a su isla natal para pelear contra el opresor. Combatió en la flota de la isla de Hidra, bajo el liderazgo del almirante Andreas Miaolis, un comandante naval muy capaz.

Anastasios fue el primero que atacó a los turcos en Quíos en respuesta a la cruel masacre que habían hecho. Para resumirlo: los turcos querían dar ejemplo de lo que les sucedería a los demás territorios si abrazaban la causa independentista, por lo que desembarcaron en la isla de Quíos con las órdenes de matar a todo hombre mayor de doce años, a todas las mujeres de más de 40 y a los niños menores de 2; el resto debían ser vendidos como esclavos.

En dicha operación, estuvo presente otro destacado marino de la guerra, el almirante Konstantinos Kanaris. Y lograron incendiar y hundir el buque insignia otomano con grandes bajas.

Otra peripecia de su comandante, fue la participación en la batalla de Patras y para 1825 Anastasios habia sido ascendido a almirante.

La batalla de Esfacteria

Para recuperar terreno, el sultán había movilizado a su vasallo egipcio. El almirante Ibrahim Pasha decidió lanzar una ofensiva contra el antiguo castillo de Navarino, en la isla Esfacteria.

El 26 de abril de 1825, atacaron por sorpresa y mientras los buques bombardeaban la costa, 1500 soldados desembarcaron. En dicho emplazamiento, estaba Anastasios con su Aris fondeado junto a cinco bergantines y algunos buques que intentaron huir antes de que la escuadra turca cerrara el puerto. No obstante, la tripulación del Aris se negó partir sin su comandante.

Mientras estos leales marineros cargaban las piezas y respondían al fuego enemigo, su preciado comandante perdía heroicamente la vida intentando montar una línea defensiva en tierra. Tal fue su arrojo, que ni tras recibir un tiro en la pierna quiso retroceder, prefiriendo luchar de rodillas hasta su fin. Otro importante líder revolucionario, el general Anagnostaras también cayó con valor en la batalla.

Retrato del capitán y mascarón de proa del bergantin Aris
Retrato del capitán y mascarón de proa del bergantin Aris.

Todo parecía perdido, pero había una cosa más que hacer. En la isla estaba Alexandros Mavrokordatos, presidente de Grecia; había que impedir su captura.

Entre tanto, el capitán de navío Nikolaos Votsis descubrió que su buque había partido sin él. Rápidamente embarcó en el Aris y tras notificar a su dotación la perdida de su jefe, asumió el mando. No había ni un minuto que perder. Nombró al comandante de las fuerza de Navarino como su primer oficial y ordenó al presidente que se refugiara en la bodega del buque.

El escape no sería fácil, pues 34 naves turco-egipcias les cerraban el paso; sin titubear los helenos desplegaron velas y se lanzaron al combate.

Por increíble que parezca, consiguieron abrirse paso a cañonazos hasta mar abierto y dar esquinazo a sus perseguidores; sin duda el conocimiento de la zona (vientos, corrientes etc.) sumado al horrible destino que les esperaba sin les capturaban, debió jugar un papel fundamental.

Para gran sorpresa, las bajas del bergantín fueron únicamente de dos fallecidos y seis heridos.

Los otomanos no tuvieron tiempo de disfrutar de su victoria, pues el almirante Andreas Miaolis les destruyó en la batalla de Gerontas. Y en cuanto a la flota egipcia, verían su peor pesadilla en la batalla de Navarino contra Francia, Gran Bretaña y Rusia.

En cuanto al bergantín guerrero, con la victoria en la independencia, fue comisionado como buque de la recién formada armada real helena con el nombre de Atenea; aunque recuperó su nombre original en 1879. Tras ser utilizado como nave de entrenamiento, fue hundido en una ceremonia en 1921 para conmemorar el centenario de la independencia en Salamina.

Dicha acción no estuvo falta de polémica, pues en efecto eran muchos los que pedían que se convirtiera en un monumento. Criticas que fueron calladas con la afirmación de que hubiera sido demasiado costoso mantenerlo.

Sin embargo, su marcaron de proa sobrevivió y actualmente se conserva en el museo nacional de Atenas.

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