Por Abraham Pickman.
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Grandes misterios y sucesos extraños navales
Vídeo sobre el misterio del Ourang Medan
Los hechos
El 27 de junio de 1947, los buques mercantes City of Baltimore y Silver Star, ambos de origen estadounidense, recibieron una señal S.O.S. cuando navegaban por las rutas comerciales del estrecho de Malaca, entre Sumatra y Malasia.
La inquietante señal, enviada en código morse, decía así:
S.O.S. de Ourang Medan. A flote. Todos los oficiales, incluido el capitán, muertos en el camarote y en el puente. Probablemente toda la tripulación muerta.
Luego seguían más signos, pero confusos, sin ningún sentido a la hora de trascribirlos, y el mensaje finalizaba con unas inquietantes palabras: “Yo muero”.
El mercante americano Silver Star, que era el más cercano a la señal de socorro emitida, no tardó en marcar rumbo; diecinueve horas después, aproximadamente hacia las 9am del día siguiente, el 28 de junio, ubicó al buque.
Al parecer era un carguero que muchos dedujeron que era de proveniencia holandesa: El Ourang Medan.
A medida que se fueron acercando, hicieron señales para llamar su atención e incluso llegaron a utilizar un megáfono, pero en la cubierta no se veía a nadie.
El barco estaba con las máquinas paradas, la bandera arriada y algo escorado hacia estribor; permanecía sumido en un aura espectral acompañada únicamente por el más absoluto de los silencios.
Finalmente, el capitán del Silver Star, al ver que no recibía señal alguna, ordenó a sus hombres preparar un equipo de rescate y abordar el barco.
Cuando los primeros marineros del equipo de rescate subieron a bordo, se encontraron con una escena aterradora: toda la cubierta estaba llena de cadáveres en diversas y extrañas posturas.
Muchos de los cuerpos estaban con la espalda contra el suelo y la vista fija hacia el cielo. Todos tenían la cara congelada en una mueca espantosa de agonía y terror, con los ojos extremadamente abiertos. El único animal que parecía haber en el barco, un perro, también estaba muerto.
Encontraron el cuerpo inerte del capitán del navío junto al de sus oficiales en el puente. El operario de comunicación, de igual forma exánime, continuaba sentado sobre una silla y aún con las manos sobre el telégrafo con el que había mandado el mensaje de socorro pocas horas antes.
Cuando el equipo de rescate del Silver Star bajó a la sala de calderas para inspeccionar a fondo el barco también encontraron cadáveres; estos estaban en las mismas condiciones que los que estaban en la cubierta, en los camarotes o en el puente.
Fue en la bodega, en el punto más bajo, donde el grupo de rescate aseguró con vehemencia que la temperatura era anormal; habían sentido un frío extremo durante todo el tiempo que permanecieron allá abajo. Aquel caluroso día de junio, la temperatura exterior rondaba los 43ºC.
El cuaderno de bitácora nunca se encontró y uno de los botes salvavidas había desaparecido, ¿qué había pasado con el cuaderno que, por norma general, debía de recoger todos los acontecimientos ocurridos a bordo? ¿Había partido el Ourang Medan del puerto sin uno de los botes salvavidas? No parece viable, pues las sogas de sujeción estaban sueltas, colgando por la borda. ¿Podría haber escapado alguien en él?
Tampoco encontraron evidencia alguna de violencia en los cuerpos o en el barco, nada que pudiese explicar la súbita muerte de toda la tripulación.
El capitán del Silver Star, cada vez más confuso por los acontecimientos que se estaban dando, decidió remolcar el carguero Ourang Medan hasta el puerto más cercano. Allí, un equipo cualificado podría llevar la investigación debidamente y averiguar qué había sucedido.
Cuando se disponían a hacer la maniobra de remolque para amarrar el carguero, varios marineros observaron como, de repente, de las cubiertas inferiores del Ourang Medan comenzó a salir un denso humo, en concreto de la bodega número cuatro.
La tripulación del Silver Star, rápidamente, dejó los amarres y abandonó el carguero, alejándose y manteniendo una distancia de seguridad. Las sospechas de la tripulación no estaban desencaminadas: los siguientes minutos fueron acompañados por una serie de explosiones en el carguero holandés que hicieron que comenzase a arder.
Así permaneció por largos minutos hasta que, al final, fue sacudido por una explosión de mayor intensidad y terminó por hundirse.
Después del hundimiento
Muchas son las teorías que surgieron tras el misterioso y violento hundimiento del Ourang Medan.
Quizá la teoría más plausible y aceptada por la gran mayoría de personas es la de que en la bodega llevase algún cargamento ilegal mixto, como cianuro de potasio, nitroglicerina, algún tipo de gas nervioso o incluso algún arma biológica fabricada por Japón durante la segunda guerra mundial; esto explicaría por qué el carguero no tenía registro alguno en ningún país ni constaba su matriculación en ninguna parte. Oficialmente no existía.
Años después del suceso, en 1948, una revista comercial de indonesia, de nombre De Locomotief, confirmaría dicha teoría: publicó una serie de tres artículos en los que hablaba de la experiencia vivida por el presunto y único superviviente del Ourang Medan.
En ellos contaban la historia de un marinero alemán que aseguraba que consiguió escapar y que fue recogido en el atolón Toangi por un misionero italiano; el marino alemán moriría poco después, tras haber contado lo que había pasado a bordo.
Según él, y como el capitán del Silver Star pensó desde un primer instante, el Ourang Medan habría trasportado ácido sulfúrico y toda la tripulación pudo haber sido víctima de las emanaciones gaseosas de un contenedor que se habría roto debido a alguna desconocida razón.
Pero esta historia en parte no se sostiene, pues los miembros de la tripulación del Silver Star no encontraron ninguna reacción extraña en la piel de los fallecidos, ni algún cargamento sospechoso en la bodega cuando la revisaron. El marinero también contó que el carguero había zarpado de forma ilegal de un puerto chino y que se dirigía rumbo a Costa Rica.
Pero la revista tuvo un fallo; ubicó el incidente a unos 740 kilómetros de las Islas Marshall, ¿por qué motivo lo ubicarían a una distancia tan alejada del estrecho de Malaca?
Según indican los informes de Associated Press, tras la publicación de la revista, los diarios británicos The Daily Mirror y The Yorkshire Evening Post, además del estadounidense Albany Times, hicieron reseñas del caso ese mismo año.
Pero por algún motivo que se desconoce, la historia comenzó a diferir: el barco ya no se había encontrado en las Islas Marshall, ni tan siquiera en el estrecho de Malaca, como se contó en un principio, sino en las Islas Salomón.
Quizá lo más desconcertante sea que la sociedad de clasificación Lloyd’s Register of Shipping, fundada en el año 1760, tampoco tiene registro alguno del caso ni de ningún buque que llevase el nombre de Ourang Medan.
Se verificó que sí hubo un mercante con el nombre Silver Star, pero por aquel entonces se llamaba Santa Juana; su cuaderno de bitácora no decía nada del incidente.
En las actas del Consejo de la Marina Mercante de 1952, publicados por la Guardia Costera de los Estados Unidos, también se menciona el caso.
La famosa revista Fate Magazine, dedicada a los fenómenos paranormales, también aportó sus propias teorías, exponiendo que las aterradoras muertes del Ourang Medan habían sido causadas por una nave extraterrestre.
Este tipo de publicaciones dio cabida a otras muchas de parecida índole, en las que la muerte de los marineros era atribuida a oscuras fuerzas paranormales.
A día de hoy, dada la ausencia de pruebas, el caso del Ourang Medan permanece como una mera leyenda de terror.
Y es muy probable que así permanezca para la gran mayoría de personas por mucho más tiempo, hasta que aparezcan pruebas consistentes que indiquen, al menos, que existió en realidad.