Por Juan García (Todo a Babor)
Si se acuerdan (seguro que sí porque la ponen en la tele cada cierto tiempo) el experto cazador de tiburones, Quint, de la película «Tiburón», en una secuencia magistral, relata cómo sobrevivió al naufragio del USS Indianapolis y al devastador ataque de cientos de tiburones que diezmaron a los supervivientes durante varios días.
Para los que no se acuerden de aquella memorable escena les refrescaré la memoria con los datos reales de lo que pasó, que básicamente coincide con lo que contaba Quint.
El crucero pesado USS Indianapolis tenía 1.196 personas a bordo y estaba de regreso de su exitosa misión de llevar la primera bomba atómica a la base norteamericana de las Islas Marianas, en el Pacífico. En este regreso se topó con uno de los pocos submarinos japoneses que quedaban en servicio, el I-58.
Dos torpedos sentenciaron al buque norteamericano que acabó hundiéndose con 300 hombres ahogados o muertos por las explosiones. Para los cerca de 900 supervivientes, que flotaban con sus chalecos salvavidas y algunos restos del buque, empezaba una de las más horrendas tragedias navales de la historia. Era el 30 de julio de 1945
Debido al secreto de su operación atómica nadie sabía que el crucero andaba por aquella zona por lo que los supervivientes sabían que sólo la suerte de que alguien pasara por allí los descubriese. Y aparecieron casualmente, ¡pero cuatro días después!
En ese tiempo tuvieron que sufrir deshidratación, hambre, insolaciones…. y a los tiburones. Atraídos por el olor a sangre de los heridos empezaron a llegar la primera noche. Eran tiburones tigre o de puntas blancas, no se sabe, que atacaban a sus presas en círculos.
A pesar de que los hombres se agruparon no pudieron evitar la vorágine que se desencadenó. Cientos de escualos desmembraban o arrastraban al fondo a decenas de marineros, que incluso alguno en su desesperación se ahogaron a propósito para no ser descuartizados poco a poco. El lugar se llenó de miembros humanos y restos de todo tipo.
Cerca de 400 hombres murieron de esta horrible forma.
Un bombardero norteamericano, que pasó casualmente por la zona, dio aviso a su base y desde allí mandaron un hidroavión para confirmarlo. El piloto del mismo, el Teniente Adrian Marks, fue un verdadero héroe, que contraviniendo las órdenes de no amerizar, tuvo que hacerlo para intentar salvar a los hombres que pudiera.
En su avión, incluso encima de las alas y fuselaje, lograron meterse 57 hombres. De madrugada, el USS Doyle llegó para salvar al resto que seguían siendo atacados por tiburones hasta el final. Sólo sobrevivieron 317 hombres. Los tiburones y las penalidades del naufragio acabaron con la vida de los demás, casi 600 hombres. Hoy en día se la considera como la mayor tragedia naval de su marina.
Me pongo en la piel de uno de aquellos marineros, en el agua día y noche viendo como cada cierto tiempo como oían los desgarradores gritos de algún hombre. De los restos flotando alrededor o de las noches oscuras y terroríficas con los tiburones pasando bajo las piernas.
Verdaderamente aterrador.
- Fuente: Web homenaje del USS Indianapolis
- Imagen: Marineros norteamericanos supervivientes del USS Indianapolis a bordo del buque logistico USS Basset.