Por Joan Comas
Desde la guerra de independencia americana, las relaciones británico-estadounidenses estuvieron marcadas por una creciente hostilidad.
Claro ejemplo lo encontramos en la guerra de 1812, sumado a los conflictos fronterizos con el dominio del Canadá, las tímidas ayudas británicas a la causa confederada durante la guerra de secesión y los choques por los enclaves estratégicos y áreas de influencia en pleno apogeos del imperialismo… Todos estos hechos hacían plausible la idea que tarde o temprano podría estallar una guerra entre ambas naciones.
En este contexto, no era de extrañar que el secretario de marina estadounidense quisiera la opinión de Alfred T. Mahan, contralmirante en la reserva y uno de los estrategas navales más influyentes de su tiempo. Admirado por otras ilustres figuras navales como los almirantes Alfred von Tirpitz, Raoul Castex y Lord John Fisher.
Dado que ambas naciones se hayan separadas por océanos, la actuación de la armada sería sumamente importante en el desarrollo de un conflicto armado. Pero, al enfrentase a la primera potencia mundial cuyo imperio abarcaba una cuarta parte del globo, la primera acción que debía realizar Mahan era averiguar dónde se produciría el principal ataque británico.
De las estaciones donde la Royal Navy tenía embarcaciones, Mahan descartó la de China, pues su lejanía de la costa americana hacia prácticamente imposible por los medios del momento realizar un ataque eficaz con un gran número de fuerzas; además, es cierto que Hawái queda más cerca, pero por entonces era un reino independiente y por lo tanto no habría un «Pearl Harbor del siglo XIX».
Sobre las fuerzas ancladas en Australia, consistían en buques menores, solo aptos para la defensa costera y control de puertos. También es cierto, que cada estado costero australiano poseía una pequeña flota, pero eran incluso más débiles y realmente, no fue hasta 1911 que el país contaría con una fuerza apta para el combate a mar abierto.
La lejanía también suponía un problema para las unidades de las indias y otras flotas históricas como la de África, habían sido desmanteladas o solo contaban con débiles unidades para el uso colonial.
Respecto a la escuadra del Mediterráneo (la segunda en mayor tamaño) y su menor y subordinada compañera del Mar Rojo, estaban a cargo de defender posesiones como Malta, Gibraltar y el canal de Suez; objetivos demasiado importantes como para dejarlos desprotegidos.
En este punto, podemos decir que el enorme tamaño del imperio y sus alejadas posesiones de ultramar, jugaban en su contra y el colofón lo encontramos en que Canadá no disponía de ninguna fuerza naval.
Tras todas estas consideraciones, Mahan estimó que en caso de guerra, solo la flota de las islas británicas (la más importante) era el verdadero peligro, tanto por cercanía como poder ofensivo.
Por el contrario, la flota estadounidense estaba en las costas de Estados Unidos al completo y por la situación estratégica esbozada, solo habría que preocuparse de defender la costa Este.
Sabiendo pues por donde recibirían el golpe principal, ahora tocaba diseñar una contramedida.
El punto clave de la doctrina naval de Mahan, se basa en lograr obtener la supremacía en el mar para así salir victorioso de un conflicto bélico.
Para ello, las principales acciones son:
- Concentración de las fuerzas navales para intentar ser superiores y sacar ventaja.
- Forzar al enemigo a combatir en una batalla decisiva, en la que contemos con la ventaja suficiente para derrotarle.
- Ocupación y control de rutas y emplazamientos estratégicos.
- Realizar un bloqueo a las costas enemigas y que el estrangulamiento económico resultante arruine su economía.
- Realizar acciones corsarias contra el comercio enemigo mediante el uso de buques mercantes artillados.
En teoría queda muy bonito, sobre todo si se combate contra una flota igual o inferior en número y fuerza. Pero en aquella época la Royal Navy era superior a la escuadra estadounidense, aun contando la solución desfavorable descrita anteriormente y la gran pregunta era cómo aplicar estas tácticas.
La propuesta de Mahan para vencer a los británicos consistía, en primer lugar, concentrar toda la flota americana en un gran puerto. Esta concentración masiva obligaría a los británicos a movilizar por completo a sus fuerzas navales disponibles, porque de no hacerlo, los americanos podrían salir del puerto y al estar los ingleses en inferioridad numérica, ser derrotados.
Al ser un único puerto el principal objetivo enemigo, los demás puertos y bases, quedarían relativamente seguros; por lo que con minas o torpedos fijos, como se les conocía por entonces, estarían fuera de peligro.
Al parecer, el lugar más apropiado para hacer la concentración de fuerzas, sería Nueva York, ya que su puerto contaba con 2 salidas muy separadas, este hecho obligaría a lis británicos a cubrir mayor superficie y en caso de bloquear una entrada mediante barcos hundidos, siempre les quedaba otra.
Desde allí, podrían hostigar a las fuerzas sitiadoras con torpederos hasta debilitarlos. Sin mencionar que se hallaba en un estuario lo suficientemente grande como para tener una flota segura ante bombardeos enemigos.
Por otro lado, barcos armados provenientes desde los demás puertos, se encargarían de cortar las líneas de abastecimiento de la flota británica, lanzando ataques a la zona canadiense de Nueva Escocia, especialmente Halifax, una de las principales fuentes de carbón y astilleros del momento.
También, realizarían acciones de corso contra el comercio británico, hecho que podría propiciar a que dispersasen parte de sus unidades.
De este modo, al escasearles combustible y víveres, se verían obligados a enviar fuerzas para restablecer sus líneas (situación que aprovecharían para atacarles al ser menos numerosos y vulnerables) o levantar el bloqueo y retirarse, siendo las Bermudas su destino más probable al estar limitados por la escasez de carbón y totalmente expuestos a los ataques americanos.
Paralelamente, para prevenir un ataque anfibio de las milicias canadienses, era esencial asegurarse el control del lago Ontario y destruir el sistema de canales, misión que estaría a cargo del cuerpo de marines.
Y siendo el remate final, una incursión a Halifax, para de este modo, cortar de raíz cualquier soporte a la flota británica.
En su momento, se consideró un plan con altas posibilidades de éxito que con los años fue mejorado conforme aumentaba el poder militar de Estados Unidos.
De hecho, a pesar de convertirse en aliados en la primera guerra mundial, el departamento de la armada americana estuvo planificando guerras y operaciones contra una hipotética confrontación contra Reino Unido hasta 1930.
Por otro lado, había quien opinaba que era demasiado arriesgado concentrar todas las fuerzas en un único punto sin garantías de que no fuera destruida; a parte de dejar desprotegida toda la costa mientras se desarrollaran las operaciones de sitio.
También, se creyó demasiado ambicioso que los barcos armados pudieran cumplir las labores asignadas y por lo tanto un riesgo en caso de fallar.