¿Mojamos la pólvora, señor comandante?

Por Juan García (Todo a Babor)

Fragata Almansa, de la Armada española
Grabado de la Fragata Almansa.

Las fragatas de hélices Almansa y Blanca fueron, durante el combate del Callao de 1866, las dos unidades españolas que demostraron mayor arrojo y combatividad durante el ataque a las posiciones de tierra peruanas, llegando a agotar sus municiones.

La Almansa, mandada por Victoriano Sánchez Barcáiztegui, era después de la fragata blindada Numancia el buque más poderoso de la Escuadra del Pacífico.

Le tocó en aquella ocasión batir la zona del puerto, donde se encontraban anclados los buques de guerra peruanos. Protegía también aquella zona un enorme cañón «Blackely» de a 500 libras, apodado Cañón del Pueblo. Una bestia parda que podía atravesar sin problemas el casco de madera de la mayoría de las embarcaciones españolas que estaban presentes.

La fragata española sólo tenía a su lado a la pequeña goleta Vencedora, de la que no pudo obtener mucha ayuda ofensiva. Así pues la Almansa empezó el «fregado» batiéndose de manera impresionante. Pero a su vez recibía un castigo tremendo de los peruanos.

En un momento dado, una granada explotó provocando un incendio a bordo, que se propagó con mucho peligro por el sollado, llegando incluso a temerse que alcanzase la santa bárbara, lo que hubiese supuesto la más que posible explosión de todo el buque.

Alertado Barcáiztegui fue aconsejado por sus subordinados de que lo mejor era anegar de agua aquella zona para evitar una deflagración, aunque aquello supondría que tendrían que retirarse del combate al no poder disponer de pólvora.

El comandante no se lo pensó dos veces y con gesto adusto soltó una frase para la posteridad, de esas lapidarias que no admitían réplica alguna:

Hoy no es día de mojar la pólvora.

Así que se retiraron momentáneamente a sofocar el incendio y, tras conseguirlo, volvieron a la acción al cabo de media hora, igual de combativos que antes.

La fragata tuvo 9 muertos y 26 heridos de consideración, sufriendo multitud de impactos que no ocasionaron daños graves, salvo aquella granada, claro.

La Almansa terminaría sus vida operativa veinte años después como buque escuela, en lo que fue una especie de buen retiro para un gran combatiente.

Compartir
Twittear
Pin