Amaro Pargo, corsario de las Canarias

Por Otilio Pérez

El corsario Amaro Pargo. La leyenda

Nuestra información esta basada principalmente en fuentes orales, de las que han bebido las diferentes generaciones y que entre realidades y leyendas intentan vislumbrar la época y vida del célebre personaje Amaro Pargo. Aunque las pruebas documentales casi se complementan con las orales.

Una historia de piratas, corsarios, la mayoría desconocidos, no han pasado a la historia porque su actividad no era recomendada y como tal no merecía ser tratada. Muchos piratas o corsarios no han querido dar información de sus acciones, porque sabedores de que no eran ejemplares, incluso podían ser delictivas, nunca desearon que fueran conocidas.

Capitán de varios navíos y corsario, significando esto que tiene autorización del gobierno de su nación (patente de corso), bajo cuyo pabellón navega, para perseguir a los piratas o barcos de naciones enemigas, quedándose con las presas capturadas o parte de ellas, y sujetándose a reglas previstas por la legislación.

En la práctica, sin embargo, es difícil determinar donde empieza la piratería y donde termina el corso, que degenera fácilmente en aquella; el mismo individuo es considerado a veces corsario por sus compatriotas y pirata por los enemigos.

Retrato del corsario Amaro Pargo
Detalle del lienzo «Cristo de la Humildad y Paciencia» de la Ermita de Nuestra Señora del Rosario, en el que aparece Amaro Pargo. Autor anónimo.

Cuando pensamos en piratas nos los imaginamos tuertos, con un parche en un ojo, una pata de palo, un loro en el hombro y bebiendo una botella de ron al lado de un tesoro en una playa tropical.

Pero la realidad es mucho mas cruda, y hemos de pensar que en la mayoría de los casos el pirata no era un pobre desclasado, harapiento, muerto de hambre y miedo, que como un ladrón callejero atacaba a sus paisanos cuando estos estaban mas confiados, sino un autentico señor, a veces aristócrata, al servicio de algún obispo, rey o cacique, para aprovechar estas energías y enriquecerse de forma fácil y rápida.

Pargo nació en el siglo XVII y su juventud estuvo influenciada por la presencia y auge de la piratería en la isla de Tenerife, en cuyas costas y caletas fondeaban sus barcos en busca de fuentes con agua potable o alguna que otra rapiña y pillaje.

Acantilados muy propicios para el asalto o refugios de tales bandidos de la mar. Litoral surcado por barcos llenos de bucaneros aguardando a los navíos para intercambiar con ellos sus productos (por lo general cuero y carne ahumada) a cambio de vino, ron, ropa, armas, pólvora, municiones…

Filibusteros enarbolando la bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas, pretendían saquear a los tinerfeños, robar las ricas mercancías del comercio con Europa y América o hacerse con los esclavos negros, que trabajaban en las plantaciones o los que eran cebados en pueblos como Teno situado al noroeste de la isla de Tenerife.

Temido por unos o querido y admirado por otros, entre las actividades propias de su nada honrosa profesión, Amaro Pargo fue negrero, el relato tanto oral como notarial apunta a que los vendió y comercializo con ellos, adaptando las bodegas de sus barcos para la cabida de esclavos. Muchas veces transportados en condiciones infrahumanas.

Esclavos que se utilizaban para las plantaciones en América o algunos ingenios azucareros de las islas (Canarias). Por otra parte se desprende una imagen de un corsario benefactor de los esclavos al exigir a sus futuros amos un trato indulgente que recompense el sufrimiento del traslado y destierro forzado de su país, aconsejándoles buena alimentación u otros menesteres propios para su buen rendimiento.

Después de entregar la mayor parte de su vida al mar en el que obtuvo el fruto que necesito para sus obras de caridad, obteniendo una inmensa fortuna, formada por mas de 900 fanegas de tierras, sesenta casas, quince heredades de viña y tributos monetarios y de trigo, todo ello junto a elevadas cantidades de dinero y las valiosas joyas de su tesoro.

Amaro comenzó a navegar por una decisión personal ante los problemas familiares que tuvo. Fue aprendiz de botamen; cuando se hizo un mozo quiso ver mundo y buscar fortuna y se hizo a la mar sirviendo en varias galeras reales, hasta que se familiarizo con la jarcia, aprendió a hacer nudos, costuras y demás trabajos propios de un marinero a bordo de sus diferentes naves.

Como dueño, capitán y maestre siempre hizo alarde de su buen corazón o de su valentía, nobles sentimientos, ocultos ante el enemigo por la coraza corsaria.

Dice la crónica que era muy humano, a pesar de ser pirata, pero que no dejo de ser pirata a pesar de ser tan humano, que saqueaba pero siempre dentro de un orden, es decir guardando las formas de su caballerosidad. Sus dos armas principales eran el engaño para acercarse a los navíos sin levantar sospechas y el coraje para el abordaje.

Indicar como dato fundamental la dotación de los cañones, indispensables en cualquier combate naval para destruir el navío enemigo. El Clavel (barco favorito de Amaro Pargo) estaba preparado para la defensa y ataque con veinticuatro piezas de artillería, lo cual esta relacionado con la disposición de las Ordenanzas de la Casa de Contratación y con la decisión mas tarde de la Corona de que los isleños artillaran muy bien sus barcos.

Fue además un hombre de negocios astuto y una parte del dinero de sus botines lo destinaba a obras pía.

Nacimiento y primeros pasos en la vida

Nació el 3 de Mayo de 1678 en La Laguna (Tenerife), manteniéndose soltero hasta el día de su muerte, el 4 de octubre de 1747 a la edad de 69 años. Tuvo un hijo con la cubana Josefa Mª del Valdespino, hijo natural llamado Manuel de la Trinidad Amaro. Esta señora había vivido como amante y sin palabra de casamiento.

Doña Josefa era una mujer pudiente, pues tenia dos casas, algunos esclavos y joyas valiosas. El capitán Amaro Pargo vivía con ella cuando se quedaba en la Habana.

Pagaba sus deudas, llevaba al pequeño Manuel consigo cuando visitaba a sus vecinos e iba a su barco, y por la general se le reconocía como su padre. Sin embargo, cabe destacar que nunca prometió unirse con doña Josefa, y cuando los vecinos de su localidad describían su relación, la clasificaban como “ilícita”.

Con el tiempo, el capitán Amaro Rodríguez Pargo se embarcó de regreso hacia Tenerife. A pesar de que ocasionalmente enviaba a doña Josefa algunas prendas de lana y otros artículos para vender y mantener a Manuel, nunca volvió a Cuba.

Sus relaciones se terminaron cuando escribió  a doña Josefa para pedirle que enviara a Manuel a vivir con él.

Al negarse, el capitán interrumpió todo contacto, y, cuando murió, se negó a reconocer a su hijo. Conforme transcurrieron los años, doña Josefa agotó todos sus recursos en la manutención de Manuel, y, cuando este solicitó su legitimación a los veintiséis años, aseguro que su madre “estaba ciega y en la mas extrema pobreza”.

Amaro Pargo muy pronto dejó a sus padres y dio rienda suelta a sus afanes de aventura. Trasladándonos al siglo XVIII, donde el capitán lagunero incrementaba su fortuna, viajando mas allá del Atlántico con productos salidos, principalmente, de la tierra cultivada con el sudor de los hombres que estaban a su servicio.

Era propietario de una extensa y productiva tierra, ganaderías y haciendas. Ejerció como terrateniente y cacique. El padre de Amaro, Rodríguez Felipe se mostró satisfecho porque su hijo, al cumplir los 14 años de edad, tuviera bastante juicio y capacidad para regirse y gobernarse, como lo muestra el ingenio para adquirir bienes, “tratando y contratando por mar y tierra y haciendo diferentes navegaciones”.

Exportó, entre otros productos, vino de malvasía de sus cosechas o el aguardiente de fabricación propia, rumbo a La Habana y La Guaira en sus desplazamientos marítimos.

El primer viaje documentado que realizó, lo hizo año 1701, cundo tenía 23 años a bordo del navío Ave María, alias La Chata. En aquel entonces nuestro personaje era alférez. En el primer navío que se embarcó, fue abordado y aconsejó al capitán que simulara una rendición para sorprender luego al enemigo y lograr el triunfo, arrebatándole el botín.

Los capitanes de los dos barcos comenzaron a pelearse, aprovechando la confusión cuando salta Amaro al barco para tapar los agujeros de los cañones enemigos y que al hacer fuego resultara inútil, mientras da aviso a su barco que disparen, pues conocen la estratagema.

Al final se llevaron todo lo que habían robado. En señal de agradecimiento, el capitán regaló a Amaro Pargo su primer barco, con el que se independizó y dio sus primeros pasos en el mundo corsario y comercial.

Origen de su nombre y su destino hacia mar adentro

Amaro Pargo, destaca con este nombre, relacionado con un pez. Este pez pudo cautivar al corsario y recordarlo junto a su nombre en sus ataques y asaltos navales. Un hombre caracterizado por sus ansias de aventura y libertad.

El mar es el camino universal. Permite llegar a todos los lugares. Quebrantar tu libertad de movimiento en el mar para robar, asesinar o intimidar, forma parte de la manera de actuar del pirata, corsario o truhan.

En la inmensidad del mar te das cuenta de lo vulnerable que es todo. El pirata se aprovecha de esta debilidad. Seres ignominiosos que se dedican a este oficio siempre los ha habido y siempre los habrá, porque el mar es tan inmenso y tan lleno de rutas por donde transportar riquezas, como extensos son los lugares de refugio donde esconderse y guardar los botines.

El comercio con Europa y América reportó grandes beneficios que llenaron el arca de caudales que poseyó Amaro Pargo. Entre ellos la propiedad de cuatro navíos, más los compartidos con otros capitanes.

El Clavel, cuyo hundimiento tuvo lugar en las costas de Cuba en septiembre de 1728, cuando iba hacia el puerto de San Cristóbal de La Habana.

Fortuna, Ave María, Ntra. Sra. De los Remedios y El Blandón, La Isabela… A veces la travesía a bordo de estas naves se hacia monótona, un día y otro día. Cielo y agua, agua y cielo. Tempestades y calmas.

La brisa, cantando en las jarcias. Entonces se improvisaba o recurría al trabajo de los músicos o aficionados que estaban a bordo, que por otra parte no era ninguna sinecura, ya que todos los tripulantes tenían derecho a pedir una tonada. Y el corazón aullando en el pecho como un lobo esperando la acción.

Reflexiona muy cabalmente cuando apunta sobre la fuerza naval o el arte de navegar.

Consideró que el poder naval era el principal elemento que marcaba diferencias entre las distintas naciones y le confería el grado de fuerza entre los estados modernos. También entendía que todo aquel que no dispusiera de grandes fuerzas en los mares, estaba expuesto a constantes peligros. Por ello, aconsejo siempre a los pueblos, que quisieran dominar o gozar de un respeto, que pusieran mucho empeño sin descuidarse en ningún instante en organizar sus escuadras navales.

Rasgos

Queremos imaginarlo, frisando los setenta, cetrino y de gran fortaleza, con facciones profundas y pálidas por el insomnio de sus correrías, de mirada vehemente y de labios afinados por las culpas acalladas.

Austero, un tanto valiente y violento, pero siempre sabiendo lo que tenía que hacer. Era hombre inquieto y aventurero. En algunas ocasiones estaba lacerado por sus remordimientos y tristezas constantes.

A veces sintió la melancolía como un sentimiento extraño para él, pero se preguntaba ¿tiene algo que ver la melancolía con la vida de un pirata? Y entendía que sí, a pesar de ser una vida azarosa, precaria, llena de riesgos y sin tiempo para la introspección, ni para ese sentimiento auto indulgente y momentáneo llamado regocijo.

Quizás preludiaba su destino duro y fatal por un lado. Sin embargo, por otro lado, era hombre que captaba voluntades, pues hablaba con palabras primordiales y hermosas.

Se distinguió además por varios motivos: bebía poco, era un ordenancista riguroso, no admitía a ninguna mujer a bordo de su nave. Tampoco toleraba las apuestas a los naipes o a los dados, todas las querellas debían resolverse en tierra. Amaro tampoco no estaba dispuesto a tolerar ninguna pelea entre su tripulación.

Hazañas

El mozo salvó un día de los piratas la galera del rey que hacia la ruta entre el Caribe y Cádiz. Tras resistir durante un par de horas el ataque de un barco inglés, finalmente fue abordado y tomado por Amaro Pargo.

Los pocos supervivientes fueron ahorcados. La mayoría eran bandoleros de mar de procedencia inglesa, holandesa etc. Todos enemigos de la católica majestad hispánica. Por eso el rey lo nombró “señor de soga y cuchillo” una institución medieval.

Se hizo rico tras muchas y arraigadas aventuras. Amaro, con asombrosa intrepidez, se abrió paso entre las naves hasta encontrar la más cargada, a la que atacó y abordó. Su presa contenía entre su mercancía cincuenta mil monedas de oro y una cruz de diamantes destinada a una reina o rey europeo. Seguidamente capturó un barco holandés, y tres días después uno inglés.

En cierta ocasión Amaro se topo con el famoso Barbanegra, al que saludó fogueando sus cañones. Este cumplido hecho a un jefe pirata por otro fue cortésmente devuelto y luego siguieron durante varios días “reciprocas urbanidades” entre ambos capitanes y sus tripulaciones.

Estas urbanidades tomaron la forma de un soberano hostigamiento en una tranquila cala de la costa, altercado del que Amaro logró escabullirse.

En otra ocasión el corsario persiguió y apresó un gran navío que venía de Jamaica, la batalla fue violentísima. Amaro abordó la nave y una pavorosa lucha cuerpo a cuerpo tuvo lugar entre el capitán y el corsario, armados de sables y pistolas. El capitán del barco asaltado resultó gravemente herido y Amaro escapó con sólo un corte en los dedos.

Un incidente milagroso en puerto

En una ocasión y luego de emprender un saqueo contra una hueste de bucaneros que merodeaban en unas de las costas caribeñas, se libró de la muerte que un hombre creyó haberle dado tirándole un puñal.

Los hechos ocurrieron una vez llegaron a puerto y confiados haber dado fin a su misión. Arropado por unos cuantos de sus hombres y en una céntrica calle de tabernas y prostíbulos, le salieron al paso una manada de cafres rezagados y vengativos atacando a traición.

El capitán tuvo que enfrentarse con tres él sólo con su sable, casi resultando herido de muerte al asestarle uno de ellos, el más bravo, repetidas puñaladas, logrando salvarse de una en el corazón por llevar un cobertor, (pieza ceñida al cuerpo junto a la carne, prenda de una Santa de la cual era devoto).

Enfrentamiento con el turco

Se cuenta que en unos de su regreso a Tenerife, con su tripulación, a bordo de la nave Fortuna, y trayendo una carga muy importante, la serenidad del viaje fue interrumpida por el grito del gaviero: “Buque pirata con bandera sarracena”. Amaro Pargo añadió: “Los afortunados a las armas”.

Juntos los barcos, después los garfios, se produjo el abordaje y un violento enfrentamiento cuerpo a cuerpo, sin tregua ni cuartel, con predominio de los turcos que vencían a las fuerzas del corsario.

Pero mientras sucedía el combate, el esclavo Cristóbal en compañía de varios hombres liberaron a un grupo de prisioneros cristianos, que habían sido capturados en unas de las razzias frente a las costas europeas. Siéndoles útiles en su apoyo para la victoria.

Confortado el capitán corsario, sus marineros lo siguieron con terrible denuedo, y la bandera enemiga se arrió en testimonio de rendición y vasallaje. Quedaron los turcos prisioneros, y el corsario continuó su marcha con la presa obtenida.

Un elegido

En una ocasión, cuando Amaro Pargo regresaba de combatir contra los piratas, para eliminar su presencia en la ruta de las Américas se salvó gracias a la intervención de Sor María de Jesús (monja de su devoción de la cual portaba dicha reliquia), tirando una parte del brazo del cilicio que forma una cruz (objeto de cuero u otro material que se usaba para la penitencia) al mar para que se calmara la tempestad sin naufragar.

Sucedió lo siguiente: la sacudida de una ola derribó al corsario sobre la cubierta, y por un instante tuvo la sensación de precipitarse a las profundidades.

La borrasca se desencadenaba por encima de su cabeza, y, a veces, lanzaba al chocar contra el aparejo un largo aullido que le hizo temblar de pies a cabeza. El mar lo perseguía despiadado, haciéndole pegar enormes saltos y el oleaje barría la cubierta de punta a punta.

Acto seguido, intento mantener el rumbo y se encaramó al aparejo, luego trepo hasta la gavia sin temor a las espantosas sacudidas, interrogó al horizonte por el suroeste con una mano encima de los ojos, y jadeante con el rostro surcado por el sudor, arrojó al mar el cilicio que portaba encima adherido a su cuerpo.

Tomó de nuevo posesión del timón, luego se hizo un intervalo y contemplo en el silencio de las aguas un relámpago que iluminó por un instante la lontananza.

De esta manera puso a salvo las vidas de quienes navegaban con él.

Fanático religioso

Siguiendo con estas apasionantes revelaciones de la vida del corsario, podemos curiosear en los versos del sarcófago donde reposa el cuerpo incorrupto de la monja Sor María de Jesús.

Sarcófago que donó Amaro Pargo ornamentada con orlas que enmarcan cinco composiciones poéticas, en una de las cuales el corsario oculto su sobrenombre Pargo, que se puede encontrar si se unen las primeras letras de cada verso.

Este sarcófago es abierto cada 15 de febrero, con tres llaves que giran en diferentes sentidos. En un principio se guardaba en secreto la apertura de dicho sepulcro pues las llaves estaban ocultas en diferentes establecimientos religiosos y una tercera la custodiaba Amaro Pargo, como devoción para las ocasiones que se ofreciera abrir dicha urna.

Añadir a estos datos las inscripciones aparecidas en las puertas de la iglesia de El Socorro (Tegueste-Tenerife) con su nombre grabado, tal vez en agradecimiento por los costes que asumió en sus obras.

Intervino en el proceso de profesión de fe (educación religiosa) de su sobrina Sor Beatriz, hecho que tuvo que afrontar el corsario para que la joven pudiera entrar en el monasterio.

Para profesar como religiosa de coro y velo negro necesitó de una dote de 1.000 ducados. Al no disponer Amaro Pargo de dicha cantidad al contado, se obligó a pagar al monasterio, para ello, ofreció sus bienes como garantía para saldar la deuda contraída.

Inquietudes espirituales

Entre los prisioneros de unas de sus incursiones había un clérigo protestante, con quien entablo una gran amistad, surgiendo entre los dos una fraternal simpatía, hablando del alma, de la mística y de las diferentes impresiones e interpretaciones teológicas de las enseñanzas y el mensaje de Cristo.

Amaro Pargo compartía y simpatizaba con las propuestas e ideas masónicas: ser caritativo, dispuesto a socorrer a los menesterosos etc. La palabra francmasón significa constructor gobernado por sí mismo. En sentido metafórico espiritual, hacerse digno de alcanzar la purificación y liberación del alma del apego material, es decir lo que hay ruin en su ser.

Los francmasones quedan obligados por juramento a considerarse como hermanos, a prestarse ayuda mutua- cualquiera que sea su nacionalidad-, a guardar el secreto de los saludos y de los símbolos y ceremonias de su logia. Fue iniciado en una Logia española adquiriendo el grado de “compañero”.

La francmasonería tiene por objeto el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes, y el ejercicio de la beneficencia. Tiene como principio la absoluta libertad de conciencia y la solidaridad humana o la redención final de la Humanidad.

Solidario

Devoto y generoso, Amaron Pargo prestaba ayuda a los pobres, se le valora la caridad y su interés en cambiar la pobreza.

Amaro fue un hombre de profundas ideas religiosas, quizás viendo su muerte próxima, encomendó su alma a Dios. Al formalizar su testamento, ante el correspondiente escribano, no pensó en sus días de gloria, felicidad y riqueza, sino elevó su alma, al enviar su cuerpo a la tierra de la que, según preciso, “fue formado para que de ella sea reducido…”.

El corsario no se olvidó nunca de los necesitados, como los niños expósitos de La Laguna (Tenerife), quienes, de no tener herederos el capitán y en ultima instancia se beneficiarían. También destinó dinero para los encarcelados.

La preocupación por la situación económica de los pobres en el siglo XVIII, motivo que Amaro Pargo participara en una de las sesiones del Cabildo (Tenerife), solicitando un nuevo tipo de moneda (introducción de los cuartos y los ochavos bajo la estimación de 4 y 2 maravedíes, para limosnas) que mejorara el problema que presentaba la sociedad lagunera en aquella época.

En la sesión no intervino como capitán sino en calidad de vecino y comerciante, dejando plasmado en su acta su firma.

Persecución y detención

Fue muy perseguido pero siempre se escapó de la justicia.

En cierta ocasión fue detenido Amaro Rodríguez por parte de los oficiales de la Casa de Contratación de Cádiz, al impedir que revisaran su navío El Blandón.

El expediente alude en primer lugar a la consulta del 29 de marzo de 1719. El consejo de Indias puso en conocimiento del rey el haber dado cuenta que, el gobernador de Caracas, con un oficial real del puerto de La Guaira, fue a realizar la visita obligada antes de zarpar, según disponían las leyes. El capitán Amaro Rodríguez Felipe no quiso que se efectuara la inspección y se puso más de legua y media fuera de la artillería.

Se dio orden el 18 de abril del mismo año de 1719, a francisco de Varas, para que luego que llegase a España, el expresado capitán, se le pusiese en prisión. El 3 de noviembre acudieron a su casa para que declarara y después de prestar juramento y en respuesta a lo preguntado, dijo que tenía 45 años, que era vecino de Tenerife y que ignoraba la causa de su prisión.

En otro orden de cosas, señaló que había venido de Veracruz como capitán de El Blandón, construido en Campeche. Un navío con el que, según añadió, salió en abril de 1718 de La Guaira con rumbo a Veracruz, transportando cacao.

El corsario informó que el gobernador deseaba actuar en contra de él, es despique del antiguo rencor y odio que le tenía, pues estaba receloso de que Amaro Pargo pudiera informar del abuso de su autoridad, la poca eficacia de su administración y la corrupción patente.

Su codiciado tesoro

Se sabe del constante saqueo de su casa en Machado (El Rosario-Tenerife) lugar estratégico de vigía hacia el horizonte atlántico en busca de su tesoro que ciertamente existió, aunque a algunos les parezca increíble. Este era un cofre que guardaba en el camarote y era como la caja fuerte en la que se guardaba documentos, objetos preciosos y dinero.

Pues señala en su testamento dicho ajuar, el cual estaba formado por plata labrada, joyas de oro, perlas y piedras de valor, porcelana china, ricas telas y cuadros, añadiendo que lo tenía catalogado en un libro forrado en pergamino y marcado con la letra D, del que se desconoce su paradero.

Tesoro del cual sólo se ha verificado y constatado una pequeña parte. Casa de Machado, donde vigilaba la llegada de barcos enemigos o el deambular de las naves comerciales que recorrían esta zona.

Es conocida la rocosa de la cueva de San Mateo (Punta del Hidalgo-Tenerife) que servía para esconder sus botines. También dentro de este mapa de misterios están los míticos Roques de Anaga, en la parte geográfica este de la isla de Tenerife, donde se divisan restos de embarcaciones hundidas por los piratas o quizás al buscar refugio en algunas de estas calas del agreste Norte de la isla, debido seguramente a los vientos de alguna tormenta, tenían que navegar cerca de la costa y contar con los peligros que conlleva fondear frente a estos arrecifes.

En lugares donde la tierra no era nada generosa, tierras estériles, los lugareños no tenían otro medio de subsistencia que ir al mar a buscarse la vida en las ciudades, y sobre todo en los poblados mas pequeños del interior isleño, excepto los situados en ricas vegas regadas con el agua de sus barrancos, muy a menudo faltaban los productos mas imprescindible para sobrevivir.

Para su suerte descubrieron que frente a sus narices paseaban, a menudo, naves cargadas de riquezas y alimentos. Por tanto si conocían el arte de navegar, y disponían de una ligera embarcación y armas, de una forma natural, se les incitaba a la piratería. Al latrocinio en el mar.

Título de nobleza

Obtuvo el titulo de noble, consiguiendo la real certificación de Nobleza y Armas, en Madrid el 9 de enero de 1727.

Su testamento

Su fortuna quinientos mil pesos fuertes, cifra fabulosa cuando la isla, bucólica y pastoril aun conservaba su encanto natural y prerromántico.

Amaro Pargo hizo su primer testamento en 1734 y el definitivo el 19 de junio de 1746, con un codicio posterior el 1 de octubre de 1747, realizando numerosas disposiciones, cambios y escrituras de fundación. Todo ello anotado en cientos de páginas cosidas en valiosos tomos con tapas de piel.

Amaro Pargo puso por condición que todos los que sucedieran en el vínculo y mayorazgo fueran hijos legítimos, nacidos y procreados de un confortable matrimonio o por subsiguiente legitimados, debiendo casarse con personas nobles y de limpia sangre.

El ánimo que le movió a hacer el vinculo y mayorazgo, fue el de conservar la memoria de su linaje y que los sucesores que lo representaran tuvieran caudal para vivir decentemente “absteniéndose -precisó- de procederes indecorosos que le desluzcan”

Manuel de la Trinidad Amaro, hijo ilegítimo, presentó por medio de su abogado un recurso de apelación el 28 de febrero de 1714 sobre una parte de la herencia, a lo que se opusieron los herederos.

Su muerte y entierro

Murió el 14 de octubre de 1747 en La Laguna (Tenerife).

Durante el traslado del entierro, se hicieron ocho pausas en la calle. El sepelio fue por la mañana y en los documentos se hace constar que fue muy solemne.

El capitán Amaro Rodríguez Felipe fue enterrado en el sepulcro de sus padres, al lado derecho al entrar el templo Santo Domingo, bajo el coro. La losa de mármol tiene grabado el escudo de armas de la familia Rodríguez Felipe, en el que no faltan símbolos de fuerza como el guerrero saliente con armadura, los puñales y los cañones.

Y para reforzar el espíritu corsario, al pie del sepulcro aparece una calavera guiñando el ojo derecho y el izquierdo abierto, sin faltar las dos tibias cruzadas.

Lápida de Amaro Pargo
Lápida de la tumba de Amaro Pargo situada en la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife, España).

Su esclavo moriría unos meses después el 17 de enero de 1748 enterrado en un convento anexo donde fue enterrado Amaro Pargo. El documento añade que era libre y de unos 80 años de edad. El entierro paró cuatro veces en su recorrido por la ciudad y acompañado de cuatro capellanes.

Mucho mas importante es aún lo que dijo de este esclavo Amaro Pargo en su testamento, dando a conocer su apellido Linche y disponiendo que, por parte de sus herederos, nunca le faltara comida, vestimenta ni atención cuando estuviera enfermo, así como que fuera enterrado en su sepultura, es decir, en la de la familia Rodríguez Felipe.

Sus herederos estaban obligados por testamento -anualmente antes del 10 de noviembre- a ofrendar en el sepulcro del corsario una fanega de trigo y un barril de vino, debiendo cantar los religiosos el oficio de vigía, misa y responso que se acostumbraba. Mil treinta y cuatro misas regladas por su alma donde durante la función debería estar encendidas cuatro hachas en un hachero sobre su sepulcro.

Bibliografía

  • «El corsario Amaro Pargo-Domingo García Barbuzano»; edita Excmo. Ayuntamiento de La Laguna.
  • «Nuestros piratas». Angel Joaniquet; editorial Noray
  • «Quien es quien en la pirateria». Philip Gosse; editorial Renacimiento.

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