La batalla de La Rochelle (La Rochela), 1372

Por Juan García (Todo a Babor)

Batalla de La Rochelle (Batalla de la Rochela) 1372
Detalle de una miniatura representando la Batalla de La Rochelle (batalla de La Rochela en español). The British Library.

Antecedentes

Cuando Carlos V de Francia (apodado «El Sabio») rompió de nuevo las hostilidades contra Inglaterra, en 1369, otro episodio más de la llamada Guerra de los Cien Años, se dispuso a asediar la ciudad francesa de La Rochelle (llamada en español La Rochela).

Este era un enclave muy importante de los ingleses en la costa atlántica de Francia, dada su relativa cercanía con la propia Inglaterra y lugar, por tanto, idóneo para pertrechar y avituallar a sus tropas continentales de aquella zona, además de controlar el paso marítimo proveniente del Golfo de Vizcaya.

Era, por tanto, un lugar primordial que tomar para Carlos V de Francia. Así, nombró Condestable de Francia, algo así como el jefe militar del país, al caballero Bertrand du Guesclin, apodado «El águila de Bretaña». Y este puso asedio a La Rochelle el 22 de junio de 1372 tras derrotar a los ingleses en la Batalla de Pontvallain.

Allí se encontraba la flota de John Hastings, segundo conde de Pembroke. Había ido a La Rochelle con la intención de formar un nuevo ejército en Aquitania para hacer frente a la ofensiva del rey francés. Para ello el rey inglés Eduardo III le nombró el 20 de abril de 1372 «Lieutenant of the Duchy of Aquitaine«.

En junio estaba navegando con su flota, que luego fue reforzada. Esta se componía de 36 naos y carracas y 14 buques de carga y transporte. No obstante, historiadores británicos rebajan esa cifra y asegura que estaban en inferioridad numérica.

Los ingleses llegaron a La Rochelle el 21 de junio. Al intentar entrar en el puerto, Hastings se encontró con la flota castellana de Ambrosio Bocanegra.

Aquello no pareció disgustarle. Un contemporáneo dijo que el conde y su ejército:

…estaban maravillosamente complacidos … porque no pensaban mucho en los españoles (sic) y pensaban vencerlos fácilmente.

(Edward III and the War at Sea: The English Navy, 1327-1377), Graham Cushway.

¿Quién era Ambrosio Bocanegra y qué hacía en La Rochelle?

Ambrosio Bocanegra fue un excelente marino castellano, de origen genovés. Su padre, Egidio Bocanegra había sido de gran ayuda al rey Alfonso XI de Castilla en su lucha contra los moros años antes.

Ambrosio había participado en varias guerras, entre ellas la Guerra Civil Castellana, donde en un principio luchó bajo el mando de Pedro I de Castilla. Pero este ejecutó a su padre, por ser del bando contrario, y Ambrosio huyó a Francia, para luego pasar a servir al rival de Pedro, Enrique II de Trastámara.

Batalla naval medieval
Miniatura de un manuscrito en la que se representa una batalla naval medieval del siglo XIV. Italia, Nápoles. The British Library. así es cómo eran los combates en el mar en la época que nos ocupa: sangrientos abordajes y lucha como en tierra, con caballeros y soldados cubiertos de hierro y armas pesadas.

El 1370 Bocanegra fue nombrado Almirante de Castilla. Luchó contra los portugueses, aliados de los ingleses, del Amirante Pessanha que había penetrado en el río Guadalquivir con intención de atacar Sevilla, pero los castellanos los interceptaron y los derrotaron, apresando tres galeras y dos naos a los portugueses.

Era pues, un hombre aguerrido y valiente. Justo lo que necesitaban los franceses.

Castellanos en La Rochelle

El rey de Castilla Enrique II había recibido apoyo de Francia en su pugna por el trono de Castilla, frente a Pedro el Cruel (apoyado por Inglaterra) y en consecuencia, ahora le tocaba a Castilla devolver el favor a los franceses del rey Carlos V, con el envío pactado de una flota castellana.

Bajo el mando de Bocanegra estaban algunos de los mejores marinos de Castilla: Ruy Díaz de Rojas (noble de la Casa de Rojas, caballero de la Orden de la Banda y Merino mayor de Guipúzcoa), Fernán Ruiz Cabeza de Vaca y Fernando de Peón.

La batalla de La Rochelle

El 21 de junio de 1372 llegaba la flota inglesa. Fernández Duro comenta que hay muy pocas certezas en este combate. Como veremos a continuación, hay varias versiones que conviene repasar.

Una de esas incertidumbres también era saber el número de buques de los castellanos e ingleses

Según el autor español, escritores contemporáneos daban la cifra de 40 naos gruesas y 13 barcos para los castellanos. La «Crónica de don Enrique» (1) eleva a la flota inglesa a 36 naos, con muchos caballeros, escuderos y hombres de armas, frente a sólo doce galeras castellanas.

También asegura que, por documentos de la Torre de Londres, se sabe que se hizo un embargo general de embarcaciones en los puertos para formar la escuadra de Pembroke.

…y que salió de Southhampton conduciendo cuerpo de ejército, vituallas y tesoro suficiente para el pago de tres mil soldados por un año, no siendo posible, por tanto, saber á punto fijo a qué atenerse.

Lo que parece claro es que a esas doce galeras del Rey, bajo el mando de Ambrosio Bocanegra, se le debieron unir algunas naos, ya que Ruy Díaz de Rojas era merino adelantado mayor de Guipúzcoa y, por tanto, era jefe de escuadra de naos.

Versión de Jean Froissart, o los castellanos llegaron primero

El cronista contemporáneo Jean Froissart da superioridad en naves y hombres a los castellanos, pero como comentaremos más adelante, hay que tener cuidado con estos escritores de la época.

Batalla de La Rochelle, 22 de junio de 1372
Miniatura de la Batalla de La Rochelle de una crónica del siglo XV. Autor anónimo.

Dicho autor dijo que la flota castellana estaba al ancla en la rada de La Rochelle y que, vista la actitud ofensiva del conde de Pembroke, dió la vela maniobrando hábilmente para ganar el barlovento.

Tras conseguir esto, arribó sobre el enemigo con gritería y toque de trompetas. Como las naos inglesas eran grandes y de borda elevada, arrojaron piedras, plomadas y barras de hierro, hiriendo a los caballeros ingleses y esterilizando su bizarría.

Al anochecer los ingleses habían perdido dos barcas, cuya tripulación fue degollada por los castellanos (Froissart, recordemos que era contemporáneo de aquella época, habla siempre de españoles).

Ambas escuadras fondearon. Lo que el conde de Pembroke aprovechó para pedir ayuda a la ciudad, de la que apenas salió gente a unirse a ellos.
Al día siguiente los castellanos se pusieron en orden de combate a barlovento, como el día anterior, cargando sobre la escuadra inglesa:

…echando arpeos de hierro a las naves para que no pudieran desasirse, y menudeaban los disparos de proyectiles de modo que la admirable resistencia inglesa no pudo prolongarse más allá de la hora de tercia, muertos y heridos ya los más de los caballeros.

Como se ve, fue de las primeras ocasiones en que se utilizó la artillería (muy primitiva) en un uso naval.

El buque insignia de Hastings fue abordado por cuatro buques castellanos, entre ellos el de varios jefes, como Cabeza de Vaca y Fernando de Peón. Al buque del otro jefe inglés, Othes de Grantson se aferraron los buques de Bocanegra y Díaz de Rojas, no censando de matar gente hasta que los caballeros se rindieron, desde cuyo momento se dio por acabada la función.

Versión de la Crónica de los cuatro primeros Valois, o los ingleses llegaron primero

Esta otra relación contemporánea no tiene nada que ver con la aportada por Froissart. Aunque es la que ha quedado. Al menos, es la que se suele leer en casi todas partes.

Según esta crónica, los ingleses habían llegado primero a La Rochelle, con poderosa armada. Tras ella llegó la escuadra de Castilla, compuesta de veinte galeras, que fue a reconocer a los ingleses, trabando combate a continuación en una escaramuza sin importancia.

Combate naval en el siglo XIV
Batalla de Sluys, con un combate muy parecido al que se dio en La Rochelle. Crónicas de Jean Froissart. Bibliotheque Nationale de France, MS Fr. 2643, Folio 167.

Tras esto, Ambrosio Bocanegra se retiró, siendo por ello insultado por los ingleses, que tacharon la maniobra de cobarde y falta de resolución; entre los propios castellanos hubo más de uno que, deseosos de seguir, se hubieran disgustado si su jefe no les hubiera asegurado que sabía muy bien lo que hacía.

Al ser la zona de La Rochelle muy proclive a gran intensidad de las mareas vivas, los buques ingleses quedaron varados en la baja mar. Ese fue el momento que aprovechó el almirante castellano, que atacó al día siguiente, sirviéndose de la ligereza y poco calado de sus galeras. Antes de ello habían aprovechado para lanzarles a los ingleses artificios de fuego que estos no pudieron evitar al estar inmovilizados.

En esta relación, al igual que en la anterior, también se utilizó la artillería.
La mortandad entre los ingleses, debido a esta lluvia de fuego, fue terrible, con gente arrojándose al agua huyendo de las llamas sólo para perecer ahogados por el peso de su armadura y armas.

Esta versión conforma con la de la Crónica belga, encumbrando el concepto del almirante castellano en tan grandioso triunfo. Capitán que desoye lo mismo el reto petulante de los contrarios que la murmuración de los propios; que examina a sangre fría las fuerzas y posiciones elegidas; que encuentra medio de destruir por completo al enemigo con economía de su gente, merece en justicia puesto entre los maestros del arte de la guerra.

Fernández Duro

Sea como fuesen los detalles de la batalla de La Rochelle, lo cierto es que fue una aplastante victoria de los castellanos: todas las naves inglesas fueron quemadas o apresadas por los vencedores, incluida la nave del tesoro que llevaba Pembroke, que segun Froissart fue hundida y según otros autores contenía 12.000 libras (20.000 marcos da el cronista Walsingham).

Versión de Jean-Claude Castex

En el libro «Répertoire Des Combats Franco-anglais de la Guerre de Cent Ans (1337-1453)«, de Jean-Claude Castex y editado en 2012, los castellanos pasan a estar en segundo plano, ya que este autor adjudica la victoria a los franceses casi en exclusiva, cuando estos no habían tomado parte en el combate naval.

Sin ningún rubor asegura que:

El 23, los franceses usaron una artimaña: antes de que las pesadas embarcaciones inglesas fueran bloqueadas por la marea, las galeras prendieron fuego a 14 unidades; el resto cayó en manos francesas.

A la hora de describir las fuerzas en presencia, este autor no nombra ningún mando francés, sólo a Ambrosio Bocanegra, Gran Almirante de Castilla. Eso sí, dice que las embarcaciones eran franco-castellanas: 22 galeras, donde sólo 14 tomaron parte del combate.

Cuando habla de la batalla todo el rato nombra a los franco-españoles (ya ni castellanos). La versión es igual a la que hemos visto anteriormente: la de aprovechar la marea.

Añade que el buque de Pembroke fue rodeado por cuatro galeras y el de Guichard d’Angle fue asaltado por dos.

Los franco-españoles, dice este autor canadiense, exhibieron un espíritu combativo extraordinario.

¿Por qué este historiador dice franco-españoles cuando no hay ni mandos ni buques franceses? A saber, pero ni siquiera Jean Froissart llegó tan lejos.

Prisioneros de Castilla

El conde de Pembroke fue llevado a Castilla, junto con 160 de sus hombres, de los cuales 70 eran caballeros «con espuelas doradas». Fernández Duro habla de 8.000 soldados y 400 caballeros prisioneros. Historiadores actuales británicos (2) hablan de 1.500 bajas inglesas, de los cuales 800 serían muertos y entre 160 y 400 prisioneros.

John Hastings estuvo bajo duras condiciones en su arresto en el castillo de Curiel de Duero, en Valladolid y allí permaneció durante tres años, cuando fue pagado su rescate, siendo liberado en 1375.

En realidad, el pago lo hizo el Condestable de Francia, Bertrand du Guesclin, por valor de 120.000 francos (3). Para ello, el caballero francés tuvo que vender sus propiedades en Castilla, cedidas a él por el rey castellano Enrique por su ayuda en la guerra civil castellana.

El caballero francés quiso aprovecharse él del rescate para pedirlo a Inglaterra bajo sus condiciones, pero cuando el conde de Pembroke iba de regreso a Inglaterra, enfermó cerca de Paris y murió. Tenía 28 años. El Condestable se quedó por tanto sin sacar provecho de su rehén, ya que murió en su poder.

Algunos historiadores británicos (4) afirman que Hastings fue maltratado en su cautiverio. Estos mismos autores sostienen que «según la costumbre», transportaban a los prisioneros «atados con cadenas o cuerdas, como perros con correa», o también con grilletes de acero.

El historiador Jean Froissart (5), conocido anglófilo y contemporáneo de la Batalla de La Rochelle, afirmó que «los castellanos no conocen la cortesía refinada, son como los alemanes«.

Aquí habría que preguntarse cómo trataban los ingleses a sus propios prisioneros en plena Edad Media, cuando era habitual pasar a cuchillo a los prisioneros que se hacían en la batalla, excepto a los que se pudiera pedir rescate. En la batalla de Winchelsea, los ingleses no tuvieron reparos de degollar sin misericordia o arrojar al agua vivos a los castellanos apresados. En este caso, Bocanegra dio el perdón a los soldados prisioneros que no podían ser tomados para rescate.

Otro de los principales capturados fue Guichard d’Angle, conde de Huntingdon. Este tuvo problemas para pagar su rescate, ya que los franceses habían tomado sus tierras. Al final fue intercambiado en 1375.

Los castellanos regresan a La Rochelle

Aprovechando la gran victoria obtenida, una escuadra francesa condujo a Ivain de Gales (hijo del príncipe de Gales, asesinado por Eduardo III y desposeído de su país) y a Morelet de Montmor a Santander para requerir al rey castellano Enrique II una nueva escuadra para estrechar más el cerco a La Rochelle.

Sin embargo, los capitanes castellanos no deseaban regresar sino a la guerra de Granada, Marruecos o incluso a Persia, pero el rey castellano quiso cumplir los compromisos que los pactos con Francia le obligaban, por lo que mandó a Ruy Díaz de Rojas con cuarenta naos, ocho galeras y trece barcas.

De Rojas bloqueó la plaza y desembarcó gente como refuerzo. Gracias a la ayuda de Castilla, el asedio de La Rochelle pudo ser roto por Bertrand du Guesclin el 23 de agosto de 1372, pasando a manos francesas de forma definitiva.

Y aquí termina el relato de una gran batalla naval, la de La Rochelle, que puso su granito de arena para que Francia pudiera acabar con su centenaria guerra contra los ingleses, y que apenas se recuerda en nuestro propio país.

Notas:

  1. Crónica de Don Enrique II (en Historia de los reyes de Castilla), Año Sexto, Capítulo X. Pero López de Ayala.
  2. Sherborne, JW / Tuck, Anthony (1994)
  3. Se estableció que se pagarían 50.000 francos en el acto y el resto tras la llegada del conde de Pembroke a Inglaterra. Pero pasaron 3 años porque hubo poca diligencia en tratar el pago hasta 1375.
  4. «The complete peerage of England, Scotland, Ireland, Great Britain and the United Kingdom, extant, extinct or dormant». 1945. George E Cokayne; Vicary Gibbs; Hugh Pattison Macmillan Macmillan, Baron. London : St Catherine Press, 1910-1998.
  5. Jean Froissart es conocido sobre todo por escribir «Las Crónicas» (más conocido como «Las Crónicas de Froissart») sobre la Guerra de los Cien Años. Los historiadores modernos siempre han achacado un marcado carácter anglófilo a su obra y de dudosa exactitud histórica. Gran ejemplo de la cultura de la época pero poco fiable históricamente hablando. Eso sí, sus miniaturas a color son toda una maravilla.

Bibliografía:

«La Marina de Castilla desde su origen y pugna con la de Inglaterra hasta la refundición en la Armada española». Cesáreo Fernández Duro.

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