Por Abraham Pickman.
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Grandes misterios y sucesos extraños navales
Vídeo sobre la historia de Isidoro Arias
Desaparición en el mar
Isidoro Arias, piloto de aviones y patrón de barcos, fue un excelente marino andaluz de cuarenta y nueve años que decidió cumplir uno de sus mayores sueños: dar la vuelta al mundo en solitario en su pequeña embarcación, un velero Swan 44 al que había bautizado con el nombre de Islero.
Con la única compañía que la mar y el viento, puso rumbo a cumplir su sueño, no sin antes prepararse para ello. Estudió las rutas marítimas, los puertos en donde atracar fuese más seguro, las corrientes, el viento, las previsiones meteorológicas…
Zarparía el 28 de octubre del año 2001 de Puerto Marina, en Benalmádena (Málaga), España, a las 11:00h. Mediante un teléfono vía satélite y su página web en internet, se mantenía en contacto en casi todo momento con sus familiares, amigos y seguidores de la aventura.
Sería a la vuelta, casi concluido el largo viaje, cuando su familia comenzaría a recibir una serie de inquietantes mensajes y se daría lugar su misteriosa desaparición.
El 22 de marzo del 2003, dijo en dos ocasiones, una mediante telefonía y otra por internet, haber pasado toda la noche arreglando el motor del barco acompañado de fuertes vientos y un cielo completamente encapotado.
Temía quedarse incomunicado, pues si no lo arreglaba, no podría generar electricidad para mantener operativos el teléfono y el ordenador. Mientras lo hacía, comentó que una ballena con su cría llevaba navegando a su lado un largo rato.
Aquello parecía que le intranquilizaba mucho y manifestó “que no le hacía nada de gracia”. ¿Por qué razón?
Las ballenas, mamíferos pacíficos, no suelen atacar sin motivo a los barcos, además, Isidoro Arias era un marino deportivo muy experimentado, con miles de millas náuticas registradas; no sería la primera vez que viese a un cetáceo. Entonces, ¿por qué le inquietó tanto hasta el punto de comunicarlo dos veces?
Latitud 020º 04′ S – longitud 000º 08′ W, a unas 300 millas de la isla de Santa Elena, aquella fue la última posición reportada el 25 de marzo del 2003.
Su hijo, Mario Arias, muy preocupado, llamó a su padre tras recibir un correo electrónico muy corto pero que, según él, entrelíneas decía mucho.
En la conversación con su hijo el navegante les hizo llegar una serie de extraños mensajes.
Aseguraba que un grupo de criaturas subían desde hacía varias jornadas a bordo de su barco y le estaban importunando.
Las declaraciones de los familiares en prensa dicen que pudieron notar un deterioro psíquico en su voz, y que durante las últimas trasmisiones, días previos a su desaparición, no se expresaba con claridad, además de parecer confuso y decir cosas incoherentes.
Tras aquella última comunicación, la familia de Isidoro intentó ponerse en contacto con él sin éxito. Tras ver que no había respuesta alguna a sus llamadas, pese a tener el teléfono encendido y recibir señal del mismo, decidieron pedir ayuda a Rafael del Castillo, coordinador de la rueda de navegantes, quien no tardó en llamar por radio a los barcos de las proximidades para pedir ayuda.
Los días siguientes la familia insistió, intentando contactar con él por vía internet, telefónica o radio, pero no hubo señal de Isidoro por ninguna de las tres vías.
Pasado un tiempo, se dio la alarma al Centro Nacional de Coordinación de Salvamento, además de avisar a Reino Unido (pues Santa Elena es colonia británica), a la isla de Ascensión, Namibia, Angola y Suráfrica: los países más cercanos a la última ubicación reportada.
No hubo rastro del Islero.
Cuando ya parecía que iba a ser una desaparición sin rastro alguno, el barco fue localizado por un pesquero francés de nombre Fresco, 38 días después del último comunicado, el 2 de mayo. Este se encontraba en las cercanías del Golfo de Guinea. Su único tripulante, Isidoro Arias, no estaba a bordo.
El velero fue remolcado al puerto de Abidjan, en Costa de Marfil, donde el Cónsul Español no tardó en acudir para inspeccionarlo.
Al abordarlo, una vez en tierra firme, comprobaron que faltaba la embarcación auxiliar, una zodiac, pero el motor de la misma se encontraba a bordo. Todo lo demás parecía estar en orden.
No había sangre ni signos de lucha y todo el equipo y enseres estaban en perfecto estado… En el interior del camarote también se encontró la documentación completa del desaparecido.
Muchos interrogantes
¿Qué eran esos pequeños seres antropomorfos que según Isidoro abordaron su barco en más de una ocasión? ¿Estaba enfermo y era preso de una alucinación febril?
Mucho se dijo sobre esto en la prensa de aquellos años, e incluso se habló de que podría haber contraído malaria y esta estuviese ya en fase muy avanzada, haciéndole ver cosas que no eran reales.
También se barajó que la comida tuviese la bacteria del botulismo, pero se comprobó que la comida a bordo del velero estaba en perfecto estado, José Ignacio Iglesias, abogado de la familia, afirmó en una ocasión que el estado de la cocina cuando se encontró el barco era perfecto.
Además, la bacteria del botulismo, que en la inmensa mayoría de las veces se encuentra en la comida en conservas mal enlatada, mata al infectado en muy pocas horas si no recibe atención médica, no hace que vea alucinaciones; en muchos casos documentados, la aparición de barcos fantasma con toda su tripulación muerta ha tenido la causa esta mortal bacteria.
Queda descartada la posibilidad de que estuviera muy enfermo, ya que tuvo la suficiente habilidad como para realizar las maniobras necesarias para abandonar el barco con éxito, pero, ¿por qué motivo?
Como dijo en una ocasión Fernando García Echegoyen, marinero y analista de naufragios: “nadie abandona la seguridad de su barco en una pequeña embarcación auxiliar, a no ser que haya algo que te obligue a hacerlo”.
La última anotación en el cuaderno de bitácora, también encontrado a bordo, decía: “alguien está subiendo por el casco del barco”.
¿Abandonó el velero en la zodiac a la espera de que aquellos extraños seres dejasen la cubierta? ¿Podrían las corrientes marinas haber distanciado ambas embarcaciones y al no tener la zodiac el motor haber perdido el Islero? Recordemos que a bordo se encontró su documentación, lo que muy probablemente indicaba que pensaba volver.
¿Es posible que unos seres humanoides de baja estatura, como él mismo describió, estuviesen subiendo a bordo de su barco? ¿Qué hacían para que él dijese que le estaban molestando?
En los índices que recopilan una variedad extensa de seres mitológicos de diferentes culturas alrededor del mundo no se encuentran ningún grupo de seres como el que Isidoro Arias describió: figuras antropomorfas, de baja estatura (un metro o metro y medio de altura), que abordan los barcos.
El más parecido sería la famosa sirena, de apariencia pisciforme: torso humano y cola de pez en lugar de piernas… pero no coincide.
A día de hoy, casi dos décadas después, el misterioso e inquietante caso del desaparecido Isidoro Arias sigue abierto.
Por desgracia, solo la mar sabe qué pasó en realidad antes y después de su último comunicado, y dónde y cómo pasó sus últimos minutos de su largo viaje.
Este es el diario de a bordo de Isidoro Arias (De su blog, no del barco, en formato PDF)