El descanso a bordo de los buques de la Armada del siglo XVIII

Por Juan García (Todo a Babor)

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Alojamientos a bordo de los buques de guerra españoles de principios del siglo XIX

Los únicos alojamientos espaciosos del navío eran los del general y del Comandante, en un navío de tres puentes. El primero estaba situado a popa, en la cubierta del alcázar, y el segundo en la del entrepuente. Incluían una cámara y un camarote.

Los oficiales, en número de 23 se alojaban en camarotes múltiples a popa de la primera cubierta. Inmediatamente a proa de estos compartimentos, sin apenas más separación que unas lonas, arranchaban los 37 oficiales de mar.

La tripulación y guarnición del navío, compuesta por 848 hombres en un tres puentes, dormía en coys o hamacas colgados de los baos, entre las piezas de artillería.

Los oficiales poseían cámara propia, y la dotación armaba mesas para comer, que luego eran desmontadas para dejar el lugar de trabajo despejado.

Según la Real Ordenanza de 1802 se disponía que los oficiales, al igual que ya hacía el resto de tripulación, descansaran en hamacas o coys.

… no habrá catres de firme, alacenas, ni cosa que embarace en los camarotes para el pronto uso de la artillería; y sólo podrá haberlos en los de la toldilla, en los cuales, como en los cajones de popa de las cámaras y jardines, podrán depositarse los instrumentos náuticos de los Oficiales, Guardiamarinas y Pilotos para su mejor custodia; en los demás alojamientos se proveerán de lona colgada (coys) y en disposición de quitarse con brevedad en zafarrancho.

Las hamacas o coys presentan la ventaja enorme de poder ser replegadas fácilmente en el momento del zafarrancho y de ofrecer una protección en caso de combate, ya que se ponían plegadas en las batayolas de cubierta y ofrecían protección contra astillas y armas ligeras.

Suspendidos, atenúan además el efecto del cabeceo del buque. También les evitan a los marineros las mordeduras de roedores, que atacan las orejas, las puntas de los dedos y sobre todo los ojos.

Los suboficiales de mar tenían el privilegio de tener una pequeña separación de madera en la hamaca. En 1.767, por R.O. de 30.04, se estableció que cada individuo de Batallones de infantería de marina tuviese su cama también con separación.

Los Sargentos la gozaban desde 1.763. La tropa y la marinería dormían de forma separada. La tropa y la marinería dormían separadas en la misma batería. La infantería más a popa y los marineros más a proa.

En otras marinas ocurría una organización muy parecida a la española. En la imagen vemos la disposición de los espacios para dormir de la tripulación a bordo del HMS Bedford, un navío de línea de 74 cañones, en 1775. Las hamacas de los marineros están en azul, los infantes de marina están en rojo, más cerca del atraque del oficial y la cabina del capitán.
En otras marinas ocurría una organización muy parecida a la española. En la imagen vemos la disposición de los espacios para dormir de la tripulación a bordo del HMS Bedford, un navío de línea de 74 cañones, en 1775. Las hamacas de los marineros están en azul, los infantes de marina están en rojo, más cerca del atraque del oficial y la cabina del capitán. Royal Museums Greenwich.

Según las referidas Ordenanzas de 1802 en los navíos españoles de tres puentes la primera batería estaba destinada para el alojamiento de la guarnición del navío, esto es la infantería y artillería de marina.

Siendo los artilleros alojados cerca de la Santa Bárbara y la tropa de infantería en el resto, con sargentos interpolados entre ellos para mantener la policía y orden.

También dormían en esta primera cubierta los guardianes, carpinteros y calafates, así como los segundos cirujanos, boticarios y sangradores. También solían alojarse, si había sitio, el armero, farolero, maestro de velas, buzo y cocinero.

En la segunda batería de un tres puentes se alojaban el práctico y terceros pilotos, cerca de la repostería en el costado de babor. A estribor de estos los criados del general y demás altos oficiales. El resto de esta cubierta estaba destinada a la marinería. Estando formados por las guardias de estribor o babor según quien estuviera de guardia.

En los navíos sencillos, o de dos puentes, se alojaban todos en la primera batería. Los artilleros de marina cerca de la Santa Bárbara, a continuación oficiales de mar y mayores y la infantería de marina, el resto del espacio para la marinería.

Siempre había que dejar, tanto en un tres puentes como en un sencillo, la tercera batería en el caso de los primeros y la segunda en la de los otros totalmente despejada, para el pronto uso de la misma en caso de tener que utilizarla. De ahí que a la hora de dormir se tuvieran que hacinar las dotaciones en las baterías o batería restantes.

A todo individuo de tropa, así como de dotación y de transporte del buque se le daba un coy a cuenta de la Armada. Este estaba guarnecido con barrotes de media vara de largo a las cabezas, sus bolinas y dos ganchos.

La pérdida o deterioro del mismo eran a cuenta del individuo por su íntegro valor. Teniendo que comprar otro, o descontado de su sueldo, que era proporcionado por el contramaestre.

Los coys no podían ser colgados en los lugares donde estorbaran el paso de las rondas o en los alrededores de las escotillas mayor y despensa, quedando las diferentes chazas (espacios que median entre dos portas de una batería) para sus respectivos ranchos.

En la imagen superior tenemos una ilustración con las hamacas o coys colgados en los baos. El sistema de descanso con los coys daba muchas ventajas a la hora tanto de espacio, facilidad para recoger y dejar despejada la batería así como el óptimo descanso en un entorno como el marino en el que había balance constante del buque y el uso de las hamacas mitigaba en parte el movimiento.
En la imagen superior tenemos una ilustración con las hamacas o coys colgados en los baos. El sistema de descanso con los coys daba muchas ventajas a la hora tanto de espacio, facilidad para recoger y dejar despejada la batería así como el óptimo descanso en un entorno como el marino en el que había balance constante del buque y el uso de las hamacas mitigaba en parte el movimiento.

Disposición de las hamacas en la cubierta de un navío de 74 cañones:

Imagen de la primera batería de un navío de 74 cañones, con la dotación descansando en las hamacas (coys).
Imagen de la primera batería de un navío de 74 cañones, con la dotación descansando en las hamacas (coys). ilustración de Todo a babor.

Para un grumete novato tenía que ser terrible la experiencia del descanso a bordo de un navío de línea en alta mar. En un espacio reducido tenían que colgar sus hamacas varios centenares de hombres.

Estrecheces por la cercanía de estas «camas» suspendidas, ronquidos y otros sonidos naturales, el crujido del barco al balancearse con decenas de diversos ruidos de madera, las ratas moviéndose por el suelo, murmullos de algunos marineros sin ganas de dormir, otros que se levantan para ir al beque a hacer sus necesidades, el picar de la campana cada hora… difícil la tarea de conciliar el sueño para un novato, pero no hay como la dura tarea diaria de a bordo y el escaso tiempo disponible para dormir para provocar el sueño al más intranquilo.

Y eso que en alta mar, al menos disponían de más sitio, ya que la mitad de la tripulación descansaba y la otra mitad estaba de guardia. En los puertos era peor, ya que el número de hombres de guardia era mucho menor hacinándose en las baterías cientos de hamacas colgadas por doquier.

Aquí no había ruidos del buque en movimiento, pero la pestilencia y el sonido ambiente sería casi algo peor.

En la imagen superior vemos la disposición en detalle de las hamacas de la dotación.
En la imagen superior vemos la disposición en detalle de las hamacas de la dotación. Ilustración de Todo a babor.

Al amanecer se recogían todas las hamacas y tras un concienzudo plegado en forma de salchichón (que coloquialmente era así llamado) eran subidos al alcázar y castillo, por orden de cada rancho, donde se colocarían apretados en las redes de las batayolas, que además de ser un lugar ideal al almacenaje (donde tenían una relativa ventilación) servían de protección en los combates ante las balas de fusilería enemigas.

Vista transversal de una cubierta con los coys entre los cañones.
Vista transversal de una cubierta con los coys entre los cañones. Ilustración de Todo a babor.

Estos salchichones estaban numerados y eran retirados al anochecer tras la cena. Normalmente el marinero o soldado que no estaba de guardia montaba su coy y el de un compañero que se encontrara de guardia, y así en el cambio de la misma el que venía de guardia iba directo a descansar, teniendo que recoger el suyo y el del compañero a la hora del toque de diana.

Cuando la tripulación no dormía en los coys estos se liaban y se colocaban en las batayolas del navío para mantener las baterías despejadas. Los coys estaban numerados para que su dueño supiera siempre cual le correspondía.
Cuando la tripulación no dormía en los coys estos se liaban y se colocaban en las batayolas del navío para mantener las baterías despejadas. Los coys estaban numerados para que su dueño supiera siempre cual le correspondía. Ilustración de Todo a babor.

Fuentes

  • «El navío de tres puentes en la Armada española», de José Ignacio González-Aller Hierro.
  • Reales Ordenanzas navales de 1802.

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