Por Juan García (Todo a Babor)
Índice
Antecedentes
El Rey de España, Carlos III, entró en guerra contra Jorge III de Inglaterra el 16 de junio de 1779, dispuesto a ayudar económica y militarmente a los independentistas norteamericanos de las trece colonias, y sobre todo, con ganas de recobrar los territorios perdidos frente a los los británicos en la anterior guerra.
Sin embargo, hay que mencionar que antes de la declaración de guerra España ya ayudaba a los norteamericanos secretamente.
En 1777 Benjamín Franklin, el representante americano en Francia, pidió la ayuda secreta de España a las colonias, de la que obtuvo 215 cañones de bronce; 4.000 tiendas; 13.000 granadas; 30.000 mosquetes, bayonetas, y uniformes; más de 50.000 balas de mosquete y 300.000 libras de pólvora. Franklin agradeció por carta al Conde de Aranda toda esta ayuda, de la que posteriormente recibió 12.000 mosquetes más enviados a Boston desde España. Además España dio casi dos millones de libras a los insurrectos.
Con la firma de la Paz de París en 1763 se firmó el final de la guerra de Gran Bretaña contra Francia y España. Francia cedió el Canadá, Cabo Breton y Senegambia (en África ), además de posiciones en la India (dando inicio al proceso de afirmación británica en esas tierras).
España recuperaba La Habana y Manila perdidas un año antes, a costa de devolver la Colonia de Sacramento y entregar La Florida a Gran Bretaña; en compensación, Francia cedió La Luisiana a España. Un tratado en el que España salió mal parada.
A partir de 1763 se abrió un período constructivo en que el Gobierno dedicó especial atención al fomento de la Armada y del comercio marítimo, plasmado en la apertura de los puertos de la Península al tráfico con América y Filipinas (1765).
La paz sólo se vio perturbada como consecuencia de la ocupación británica del archipiélago de las Malvinas en 1765, que obligó a desalojarlos en 1770 por una escuadra al mando de Madariaga.
El Gobernador español de Luisiana, Bernardo de Gálvez (Nacido en 1746 en Macharaviaya, Málaga) recibió la noticia de la entrada en guerra con grandes ansias.
No es para menos, ya que Gálvez había estado apoyando secretamente la causa americana a través de su agente en Nueva Orleans, Oliver Pollock. De hecho, Gálvez había estado haciendo preparaciones militares meses antes de la declaración oficial de guerra.
Gracias a un eficaz servicio de espionaje en territorio británico desde 1777, supo que el resto de la Florida estaba lista para ser invadida.

Gálvez comienza la invasión de Florida
Raid por Luisiana
Gálvez empezó con una exigua fuerza de 667 hombres, que incluían a 170 soldados veteranos; 330 reclutas recién llegados de México y las Islas Canarias, y un surtido de cubanos, dominicanos, puertorriqueños, milicianos, negros libres y mulatos, además de siete voluntarios americanos, incluido Oliver Pollock.
Parte de la tropa viajó con una flotilla al mando de Juan Álvarez, mientras el resto viajaba por tierra firme. Por el camino se alistaron 600 hombres más, sobre todo mercenarios alemanes y gente de la costa, además de indios, lo que sumaba una fuerza total de 1.427 hombres.
Así pues, el 27 de agosto empezaron las hostilidades capturando una fortaleza británica en Mauchak, Luisiana, tomando 20 prisioneros, seguido por otra en Baton Rouge el 20 de septiembre, defendido por el Coronel Dickson, con 375 soldados veteranos y 500 paisanos y negros armados.
El día 22 «salió la guarnición con los honores militares hasta la distancia de 500 pasos, donde 375 hombres de tropa veterana rindieron las armas y entregaron las banderas, quedando prisioneros de guerra».
También se conquistaron otros tres puestos avanzados, con los puertos de Tompson y Smith. Además de la entrega del fuerte Panmure de Natchez defendido por el capitán Foster, con 80 granaderos, quien se entregó sin resistencia, junto a su bandera.

Así que en la primera semana de octubre de 1779, el coronel Gálvez y su pequeño ejército habían capturado 550 británicos y mercenarios alemanes, 500 colonos armados y negros, y tres fortalezas, apresando incluso un corsario inglés, el bergantín West Florida, que había dominado el rio durante dos años.
Habían agregado 1.290 millas de la mejor tierra a lo largo del Mississippi al dominio español, y todo con un costo ridículo de un español muerto y dos heridos. Gálvez fue ascendido a General de Brigada.
El 28 de enero de 1780, pudo navegar hacia Mobile (en el actual estado de Alabama y cerca de Pensacola) con una flotilla de 12 barcos y 754 hombres, pero hasta el 6 de febrero 1780 no maniobró con su flota para comenzar las operaciones de asedio.
Tres días más tarde, Mobile se entregó. Este emplazamiento estaba defendido por el comandante Durnford, al mando de 97 hombres del regimiento inglés número 60, 102 realistas de Mariland, 54 paisanos armados, 51 negros y 2 cirujanos, que capitularon con 65 piezas de artillería.
Un ejército británico de 1.100 hombres que venía desde Pensacola en auxilio de los sitiados, emprendió la retirada sin llegar a luchar, pero a su retaguardia se le apresó a un capitán y 20 dragones.
Como recompensa por todas estas victorias, Gálvez fue promovido a Mariscal de Campo y responsable de todas las operaciones españolas en el norte de América.
En enero de 1781, el general Campbell envió una fuerza de 600 hombres (300 casacas rojas y 300 indios), para intentar recuperar Mobile, pero no pudo debido a la resistencia que encontraron.
Reveses
Ahora que Gálvez había asegurado el río Mississippi, fijó toda su atención en borrar la amenaza británica del golfo de México. Sin embargo, el mal tiempo frustró sus esfuerzos varias veces.
El 16 de octubre de 1780, Gálvez navegó desde el puerto de La Habana con 7 navíos de línea (con insignia de José Solano en el San Juan Nepomuceno), 5 fragatas, 1 paquebote, 1 bergantín, 1 lugger armado y 49 transportes llevando a 164 oficiales y a 3.829 soldados.
Una salvaje tormenta tropical les alcanzó el día 18 y la azotó por cinco días, hundiendo una nave y dispersando el resto a través del golfo de México.
Gálvez se encuentra a bordo de la fragata Nuestra Señora de la O, mandada por el valiente Gabriel de Aristizábal, y cinco pequeñas embarcaciones más que se habían separado por un temporal del resto de la flota.
Ante la negativa de Gálvez, Aristizábal puso rumbo a La Habana de nuevo. Este ataque frustrado tiene en Gálvez un consuelo con la captura de varias unidades británicas.
Por mar, el día 21 dos fragatas españolas apresan dos fragatas británicas armadas en corso, una de 24 cañones y la otra de 18, la George y la Nancy que iban de Jamaica a Charlestown, a 50 kilómetros al NO de La Habana. Llevaban mercancías valoradas en 200.000 pesos fuertes con cascos y todo:
Una se rindió arriando su bandera inglesa que había enarbolado al primer cañonazo, que aquella (la fragata española «Cecilia») le tiró… la otra rindió su bandera de la misma nación al presentarla su costado (la fragata española «Ntra. Sra. de la O»).
A finales de febrero de 1781 lo intentó otra vez, y este vez todo fue bien.
El sitio y toma de Pensacola
Con un navío de línea (el insignia San Ramón de 64 cañones), tres fragatas, un paquebote y varios pequeños transportes más, con una fuerza de sólo 1.315 soldados, salió de La Habana el 28 de febrero de 1781, aunque esperaban reunirse con más tropas salidas de Mobile, unos 500 hombres que se unieron a los 1.400 llegados de Nueva Orleans.
El viernes el 9 de marzo de 1781 empieza el sitio. Casi sin que los británicos se percataran, los españoles con el bergantín de Gálvez a la cabeza, el Galveztown y tres transportes desembarcan a granaderos e infantería ligera en la Isla de Santa Rosa, fuera de la bahía y que serviría como centro de reorganización de la que, de momento, era una flota de buques ligeros y transporte, a la espera de refuerzos.

El día 18 las fragatas de guerra HMS Port Royal y HMS Mentor, ambas de 16 cañones, que custodiaban la boca del canal de la bahía, se retiran por la presión de los buques españoles y se concentran en las proximidades del puerto en el interior.
Embarcados en la Mentor iban, como infantes de marina, tropas de los legitimistas de Maryland. Estos legitimistas eran norteamericanos leales a la corona inglesa. El bergantín británico Childers parte a Jamaica en busca de unos refuerzos que nunca llegarían.
Yo solo
El contingente español lucharía contra 1.600 hombres pertenecientes al 16º Regimiento inglés (destinado en el reducto de la Reina), el 60º inglés (en el reducto de Gales), el 3 er. Rgto. alemán de Waldeck, los Rgtos. de Realistas de Pensilvania y Maryland, los West Florida Royal Forresters, la Royal Artillery, los Dragones de Maryland, y unos 950 indios grigs, negros, civiles armados y marinos de los buques de guerra Mentor y Port Royal.

El navío insignia de la escuadra española, el San Ramón de 64 cañones, mandado por Calvo de Irazábal, se aposta a la entrada de la bahía sin atreverse a entrar por desconocimiento de las aguas, ya que no se tenían cartas náuticas españolas de la zona, ni ningún práctico o piloto que lo conociera y se corría el riesgo de encallar.
Además, había una batería enemiga de catorce cañones que apuntaba al canal de entrada y que dificultaba aún más su paso.
Convencido entonces Calvo por el general español, da la orden de adentrarse el día 11 con su escuadra y los buques menores, pegados a Punta Sigüenza haciendo frente al fuego de las baterías británicas.
El navío San Ramón queda entonces encallado, para disgusto del capitán español, aunque logra salir a alta mar de nuevo tras soltar todo el lastre que pudo y aprovechar la marea. Aunque posteriormente tendrá que retirarse a La Habana para ser reparado.
El capitán de navío José Calvo de Irazábal era el jefe de las fuerza navales, y aunque Gálvez fuera el Comandante en jefe de todas las fuerzas, la última palabra en cuestiones navales la tenía Irazábal, quien rehusó entrar en la bahía. Esto exasperaba al general, que una y otra vez insistía en entrar en la bahía antes de que algún huracán diera al traste la operación.
Ante las reiteradas negativas de Calvo, Gálvez determinó actuar por su cuenta y riesgo.
Pero antes mandó a un oficial a hablar con Calvo en el San Ramón, quien lo recibió en el alcázar de su navío en presencia de muchos oficiales y tripulación. El mensaje de Gálvez, expuesto de viva voz por el oficial, era el siguiente:
Que una bala de a 32 recogida en el campamento, que conducía y presentaba era de las que repartía el fuerte de la entrada, y que el que tuviese honor y valor lo siguiese, respecto a que el iba por delante con el Galveztown para quitarle el miedo.
Palabras claramente injuriosas, y más delante de muchos oficiales que, evidentemente, no sentaron nada bien al aludido, quien respondió con la misma inquina:
El general es un audaz malcriado, traidor al Rey y a la Patria, y que el insulto que le acaba de hacer a su persona, y a todo el Cuerpo de Marina, lo pondría a los pies del Rey, y que el cobarde lo era él, que tenía los cañones por la culata, y que otra vez, semejante recado lo mandase por un hombre ruin, y no por un oficial, para tener la satisfacción de colgarlo de un penol.
Así pues, Gálvez, con su bergantín particular, el Galveztown, y seguido por la balandra Valenzuela, mandada por Juan Riaño y dos cañoneras que no pertenecían a la escuadra de Calvo, se internaron el día 18 de marzo en el interior de la bahía, para demostrar la navegabilidad al capitán de navío español.

Constantemente la fortaleza británica es hostigada por los barcos pequeños de la flota española que aprovechan su rapidez para disparar sin recibir apenas daños.

Tras asegurarse de que ningún buque británico estorbaría el traslado a tierra del interior desde la Isla Santa Rosa, se envían al continente tropas que van desembarcando. Al día siguiente pasan 22 barcos de transporte más sin recibir daños, bajo la protección de los barcos de guerra que se señoreaban de la zona.
A finales de marzo se empiezan a desembarcar tropas y asentar posiciones en el interior de la bahía bajo el hostigamiento del enemigo, indios principalmente, bien conocedores del terreno y que si bien no hicieron muchas bajas sí retrasaban los trabajos de montaje de artillería de campaña, trincheras y suministros.
Pero el día 2 de abril son desembarcados en su totalidad todas las tropas y los indios se repliegan a la fortaleza George.

Entre el 3 y 4 de abril se toma el puerto de la ciudad con los barcos allí dispuestos y que no dio tiempo a ser destruidos por los británicos.
La fragata Port Royal fue apresada el 4 de abril, además de otros tres pequeños barcos de guerra. Como curiosidad mencionar que William Hargood era teniente en la Port Royal, y que en 1805 sería el capitán del navío Belle Isle en la batalla de Trafalgar.
Mientras que la Mentor será uno de los buques incendiados por los británicos para evitar su captura.
Las fragatas HMS Port Royal y HMS Mentor
La Port Royal fue originalmente una fragata corsaria francesa, apresada por los británicos en 1778 en Cabo Haitiano y llevada a Jamaica, donde el almirante William Parker la adquirió para la Royal Navy en calidad de corbeta (ship-sloop).
Tenía un equipaje de 130 hombres y portas para 22 cañones, pero llevó 16 de seis libras.
Estuvo bajo el mando del comandante Timothy Kelly, quien en conjunción de la fragata Mentor, bajo las órdenes del capitán Robert Deans operaban en la isla de Santa Lucía.

Ambos buques pudieron escapar de la escuadra francesa que conquistó aquella isla, yendo a Pensacola, donde les sobrevino el ataque de los españoles.
Kelly tuvo órdenes de desembarcar con sus hombres para reforzar la guarnición de la plaza.
Sin embargo, la Mentor fue obligada a refugiarse por la división del teniente de navío José Uriarte y Borja, quien con varios bergantines y lanchas cañoneó a la embarcación británica.
A las pocas horas, el comandante de la fragata Santa Clara el capitán de fragata Miguel Pérez de Alderete y Morales, pidió al comandante en jefe de la escuadra el capitán de navío José Calvo y Irazábal le permitiese «atacar y rendir dos fragatas de guerra de 26 y 16 cañones», que con la entrada en el fondeadero de los buques españoles se habían retirado hacia el interior del puerto; para llevar a cabo sus planes, durante la noche del día uno de abril de 1781.
Alderete despachó a su teniente de navío Ignacio de Iturriaga con ocho lanchas armadas, con el fin de apresar al abordaje el buque que nos ocupa; las lanchas atacaron a los enemigos «con precaución y denuedo», encontrando la Port Royal guarnecida solo con 60 prisioneros españoles; apresada sin resistencia y remolcada bajo los fuegos de Alderete, la «habían desmuñonado, y extraído todo el armamento».
Para que no corriera la misma suerte que su compañera, el 14 de abril los británicos prendieron fuego a la Mentor. Conquistada la plaza, el capitán de esta fragata Mr. Deans sería hecho prisionero y conducido a La Habana.
«Presas de la Armada española». Rubén Vela y Cuadros.
El capitán Deans fue trasladado a España y allí se mostró disconforme con su situación.
De la Habana pasó a Vigo y de aquí se le transfirió a Lugo y después a Valladolid. En abril 1783 le concedió S.M. pasaporte para transferirse a Inglaterra. Deans se presentó en Madrid al secretario de S.M. Conde de Floridablanca, exigiendo ser liberado y alegando que su detención iba contra todos los derechos de la guerra. Tachado de insolente, según palabras del propio Floridablanca no era Deans «acreedor a consideración alguna, como son, entre otros, haber hecho a nuestros prisioneros en Panzacola los mayores agravios, y cometido el atentado de quemar su fragata después de rendida la plaza».
«Presas de la Armada española». Rubén Vela y Cuadros.
Y es que este hombre no fue trasladado a Nueva York en un primer momento como el resto de los británicos por eso mismo, por haber quemado su barco cuando ya se había rendido la plaza. Había sido un acto ruin por su parte y por eso se le había trasladado a la península, para rendir cuentas de sus actos.
Los oficiales y marinería de la Port Royal sí serían llevados a Nueva York a bordo de la fragata Santa Rosalía y la polacra San José para ser canjeados.
La HMS Port Royal no sería finalmente incorporada a la Armada.
Llegan los refuerzos
Pero el ataque a la fortaleza principal no puede ser todavía llevado a cabo dado el poco número de hombres que se disponía para tal acción, por lo que los buques menores mientras se esperan refuerzos, se dedican a hostigar la fortaleza.
Los refuerzos no tardan en llegar. El 19 de abril, una escuadra española bajo el mando del jefe de escuadra José Solano y Bote, futuro marqués del Socorro gracias a esta acción, llegó de La Habana con 1.600 hombres más.
Además, se dispusieron a unos 1.350 marineros españoles de los navíos en tierra para servir como soldados de apoyo y para el servicio de trabajo de avance.
El orden de batalla de la escuadra combinada al llegar a Pensacola era el siguiente:
En primer lugar la 2ª división, compuesta por los navíos Intrepide (navío francés de sesenta cañones), Astuto, San Nicolás (jefe), Asís y Paula, la fragata Unicornio (fragata francesa de veintidós cañones) y el bergantín Renombrado.
En el centro, la 1ª división, compuesta por los navíos Triton (navío francés de sesenta cañones), Magnánimo, San Luis, en el que iba el Comandante General, Destin (navío francés de setenta y cuatro cañones), Guerrero (cúter francés), Serpiente, Andrómaca (fragata francesa de cuarenta cañones) y el bergantín Rojo y Pájaro.
Cerraba la marcha la 3ª división, compuesta por los navíos Gallardo, San Gabriel, Palmier (navío francés de 74 cañones al mando del caballero Monteuil) Dragón y Arrogante, la fragata Nuestra Señora de la O, la fragata francesa Lebrel y la fragata Mexicana como buque hospital.
Entre los distinguidos oficiales que venían con la flota española se encontraba Francisco Alcedo y Bustamante a bordo de la fragata Nra. Sra. de la O. Este oficial encontraría la muerte en 1805 en Trafalgar cuando mandaba el navío Montañés.
Diferentes movimientos de la escuadra española durante el sitio de Pensacola

mañana del diez bajo el mando de su comandante el mariscal de campo Don Bernardo de Gálvez. Dos fragatas enemigas defienden la entrada, con la Batería y el Reducto de Barrancas Coloradas.



Dieciséis buques de guerra y docenas de buques más pequeños bloqueaban la entrada a la bahía, cortando toda ocasión de escape o de entrada de suministros por mar a los británicos.
A las fuerzas de Gálvez también se les unieron cuatro fragatas francesas y 725 soldados franceses, al mando del Almirante Monteil.
Había 725 soldados franceses en las fuerzas de Gálvez. Ocho naves francesas entraron en la bahía de Pensacola. Los regimientos franceses eran los siguientes citados: Agenois, Gatinois, Cambresis, Poitiou, Orléans, el Chasseur Company, el cuerpo real de artillería, y del regimiento du Cap que venían de la isla de Haití. Habían embarcado la mayoría de los soldados franceses en Haití y Santo Domingo antes de embarcar para Pensacola.
P.69, Batalla de Pensacola 9 marzo – 8 de mayo de 1781, sociedad histórica de Pensacola, 1981.
De modo que antes del 22 de abril, Gálvez tenía bajo su mando a 7.800 hombres de los soldados más veteranos de España como el batallón fijo de Luisiana, los regimientos del Rey, la Corona y el Príncipe, el Real Cuerpo de Artillería, los regimientos España, Soria, Navarro, Guadalajara, Mallorca, Navarra, Aragón, voluntarios de Cataluña y Toledo, el batallón fijo de La Habana, y los tres regimientos de casacas rojas de la famosa brigada irlandesa de España, los regimientos Hibernia, Irlanda y Ultonia más un pequeño grupo de patriotas norteamericanos.
Al contrario que con el capitán de navío Calvo de Irazábal, quien siempre puso reparos a entrar en la bahía, con Solano Gálvez se las entendió a la perfección. El marino acataría todas las órdenes de su superior, siendo alabado por aquel en sus informes y diario.
Desde finales de abril a principios de mayo se afianzan las posiciones artilleras de los españoles que hacen trincheras y túneles cada vez más cercanos y causan mayores daños a los ingleses.
El 1 de mayo se instala una batería de seis cañones de veinticuatro libras a lo alto de una colina donde disparan las posiciones de los británicos. Estos harían una carga por sorpresa y lograrían desmontarla.
Se empiezan entonces a instalar morteros que causan graves daños con la metralla. Aunque estos hacen un ataque el día 4 para intentar estorbar los movimientos españoles, causando cuatro muertos, entre ellos un teniente de la brigada irlandesa (llamado O’Dun y enterrado con honores de guerra) y varios heridos, no evitan la progresión de los sitiadores que realizan 171 disparos de cañón y 37 de metralla.
Entre el 5 y 6 de mayo un fuerte huracán azota la zona y dispersa la flota de Solano que se encontraba a la entrada en previsión de rechazar cualquier ayuda británica.
La escuadra española no regresaría a la zona hasta el día 17, cuando ya se habían rendido los británicos.

El día 6 de mayo en el puesto más avanzado de los españoles, los morteros efectúan 563 disparos y 206 de metralla causando graves daños a los ingleses y desmontándoles varios de sus cañones.
Los británicos posicionan en estos puestos avanzados gran cantidad de hombres y material y el día 8 una descarga de metralla de los morteros españoles impacta en el polvorín ingles, causando una terrible matanza entre los soldados y marineros británicos, matando a cerca de 80 hombres.

Los españoles toman el puesto avanzado por la noche y realizan un fuego pesado de fusilería y artillería de campaña que deja maltrechos a los ingleses del regimiento nº 60 y a los marineros que custodiaban la zona.
Rendición de la plaza de Pensacola
Poco después se empieza a disparar directamente sobre la fortaleza que no puede resistir el asalto masivo, lo que fuerza una tregua de la fortaleza George, que se rinde el día 10 de mayo a las 5 de la tarde a los granaderos españoles al mando de Bernardo de Gálvez, que toman posesión de la fortaleza y todas las restantes líneas británicas.

El comandante británico, el general John Campbell y el Almirante Chester que era el Capitán General y Gobernador de West Florida, se entregaron junto con sus 1.113 hombres y todas sus banderas (1), artillería, pertrechos (123 cañones, 4 morteros y 6 obuses, además de balas, fusiles y demás material bélico) y la ciudad intacta gracias a un acuerdo previo entre los españoles y británicos para no llevar el combate a la ciudad.
El propio Bernardo de Gálvez describía la ceremonia de rendición, como era costumbre en la época:
El 10 (10-V-1781) a las 3 de la tarde se formaron a 500 varas del fuerte Jorge 6 compañías de granaderos y las de cazadores de la Brigada francesa, a cuya distancia salió el General con su tropa y después de haber entregado las banderas del Regimiento Waldeck, y una de artillería, con las ceremonias acostumbradas rindieron sus armas.
Aparte también se rindieron los 300 legitimistas que fueron enviados a Georgia con la promesa de no levantarse en armas y no unirse al ejército británico nunca más.

Bajas
Los británicos tuvieron 105 muertos, 382 heridos, y los prisioneros mencionados anteriormente, además de 86 desertores. Además, como ya hemos visto, perdieron dos fragatas de guerra, una apresada y otra incendiada.
Los españoles sufrieron 74 muertos y 198 heridos. Los franceses tuvieron sólo 3 muertos y 26 heridos correspondientes a su pequeña aportación.
Tras la batalla
El 1 de junio se embarca a los prisioneros británicos, que son trasladados primeramente a la Habana el día 20, donde se aprovisionan de nuevo y el día 30 parten hacia Nueva York, donde llegarían el 12 de julio siendo allí acantonados bajo supervisión de los aliados norteamericanos y franceses.
Gálvez dio a la flotilla francesa unos 100.000 Pesos, que de nuevo se aprovisionaban para partir. Esas naves francesas partieron para participar en el bloqueo de Yorktown, donde la Armada española apoyaba eficazmente a la francesa.
El 19 de octubre de 1781 el general británico Cornwallis se rendiría con todo su ejército.
El Rey Carlos III concedió a Gálvez varios títulos entre ellos el de gobernador de la Florida y de Luisiana del oeste. Thomas Jefferson escribió al General Gálvez, expresando sus gracias por la ayuda de España a la causa revolucionaria.
Aquí pueden leer el Título de primer capitán general de la Luisiana a Bernardo de Gálvez, donde se señala la adición a su escudo de armas una flor de lis y una imagen del bergantín Galveztown con el lema «Yo solo», conmemorando así su arrojado paso a la bahía de Pensacola.
Gracias a esta victoria los españoles lograron el control de Florida y obligó a los británicos a mantener tropas en la zona, con lo que se abría otro frente por el cual las fuerzas británicas debían desviar tropas en perjuicio de sus posiciones en el norte, donde luchaban contra los insurrectos norteamericanos y franceses, debilitándolos aun más.
Las actividades de los corsarios españoles fueron también un factor importante ya que ayudaron a mutilar las rutas inglesas de comunicación y transporte. Entre estos corsarios destacaba el español Jorge Farragut.
Todo esto obligó a los británicos a la firma de un tratado poco tiempo después. El propio Bernardo de Gálvez supervisó personalmente el ataque sobre las Bahamas y su rendición el 6 de mayo de 1782.
Su ejército lo formaban 274 soldados regulares y 338 milicianos, que capturaron 12 barcos corsarios y 65 buques mercantes ingleses.
Gracias a la paz firmada en Versalles (3 de septiembre de 1783), se ponía fin al enfrentamiento británico y español producido en el contexto de aquel conflicto.
Además de preconizar amistad y paz perpetua entre las dos naciones, Gran Bretaña cedía oficialmente la isla de Menorca (un ejército hispano-francés al mando del francés Crillón, con el auxilio de la escuadra de Buenaventura Moreno, había recuperado Menorca en 1782); y las dos Floridas, dominando gracias a estas últimas el paso del canal de las Bahamas y la costa del Caribe, mientras que Gran Bretaña recibía las Bahamas y el derecho de cortar el palo de tinte en el tramo litoral costero de Belice, pero sin ningún derecho a la ocupación.
Aunque no se logró la recuperación de Gibraltar, en el plano americano el balance fue muy positivo para España, siendo, por contra, el mayor fracaso de los británicos en el siglo XVIII, sufriendo además severamente en su comercio naval, perdiendo más de 2.000 buques, 18 millones de libras y más de 12.000 prisioneros.
El acuerdo franco-británico, pactado el 3 de septiembre de ese año reconoció la independencia de las trece colonias y la posesión francesa de la Luisiana occidental, Santa Lucía, Tobago y el derecho de pesca en Terranova.
Ese mismo día, la representación británica y la de las independizadas colonias norteamericanas firmaron asimismo el pacto que reconocía la soberanía de esos territorios respecto de Gran Bretaña.
En 1782 Bernardo de Gálvez recibió la Capitanía General de Florida y Luisiana. Fue nombrado capitán general de Cuba en 1784, y en ese mismo año sucedió a su padre, Matías de Gálvez, como virrey de Nueva España.
Durante su gobierno, reanudó las obras del palacio de Chapultepec y tuvo que hacer frente a las hambrunas producidas por las sequías de 1786. Inauguró el alumbrado público en las principales calles de la ciudad de México y elaboró un reglamento sobre teatro.
En su fulgurante carrera este malagueño había realizado unas proezas que pocos militares de cualquier nación hubieran podido realizar y que todavía bien pudiera haber llevado más gestas en nombre de España si con cuarenta años no hubiera muerto de fiebres el 30 de noviembre de 1786 en Tacubaya (México).
En 1784 el Congreso estadounidense citó al General Gálvez y al gobierno español por su ayuda durante la Revolución, ya que la toma de Pensacola fue una de las batallas clave en la guerra de la Independencia norteamericana.

Notas
- Los Trofeos de todas estas campañas «americanas»- a excepción de la bandera que se quedó Gálvez y que pasó a sus descendientes- tras pasar por la aduana de Sevilla fueron entregados a «la Mesa de la Guerra», en 1783, para que realizase su reparto. Los trofeos fueron distribuidos en cuatro cajones de madera sellados con las armas Reales y destinados respectivamente a la iglesia de San Pascual de los Gilitos, de Aranjuez (Madrid), al Templo del Pilar (Zaragoza), a la capilla Real de la catedral de Sevilla y a la catedral de Santiago.
- La bandera al ser donada al Museo de Artillería tenía una nota manuscrita en francés, que traducida decía lo siguiente: «Esta bandera fue cogida a los ingleses por el comandante D. Bernardo de Gálvez en la toma de Panzacola (o Pensacola) en 1781, siendo depositada a su muerte en el panteón de los Gálvez en Macharavialla, cerca de Málaga. Al querer entrar los franceses en la villa durante la Guerra de la Independencia, los habitantes tomaron esta bandera y al grito de ¡Gálvez! rechazaron al enemigo. Cuando Riego quiso entrar en ella al principio de la revolución, marcharon también contra el con esta insignia. La hija del valiente Gálvez, la bella y buena Matilde, en 1839, habiendo hallado algo deteriorada dicha bandera y temiéndose perdiese, la conservó con el deseo de que sus herederos la guardasen como uno de los monumentos de la gloria que conquistó su padre en América».
Apéndices
Organización del ejército español ante Pensacola. Abril de 1781
Plana mayor
- Comandante general: Mariscal de Campo Bernardo de Gálvez
- Segundo Comandante: Mariscal de Campo Juan Manuel de Cagigal
- Mayor General: Coronel José de Ezpeleta
- Cuartel Maestre General: Teniente Coronel Francisco de la Nava
- Comandante de la Artillería: Teniente Coronel Vicente Risel
- Comandante de Ingenieros: Teniente Coronel José de Urraca.
Brigadas
Primera brigada
- Comandante: Brigadier Jerónimo Girón
- Cuerpos: 1.592 hombres en total
- Rey: 419 hombres
- Príncipe: 257
- Navarra: 672
- Habana: 244
Segunda brigada
- Comandante: Coronel Manuel Pineda
- Cuerpos: 1.386 hombres en total
- Soria: 495
- Hibernia: 467
- Flandes: 424
Tercera brigada
- Comandante: Coronel Francisco Longoria
- Cuerpos: 1.343 hombres
- Guadalajara: 328
- España: 428
- Aragón: 287
- Luisiana: 149
- Dragones: 97
Cuarta brigada
- Comandante: Capitán de Navío Felipe López de Carrizosa
- Cuerpos: 1.323 hombres.
Marineros: 624
Infantes de Marina: 699
Total: 5.644 hombres.
Tropas afectas al cuartel general
Primera división campo volante
- Cuerpos: 741 hombres
- Comandante: Coronel Pablo Figuerola
- 2 de Cataluña, 228 hombres
- Fusileros de montaña, 78
- Milicias de pardos de La Habana, 262
- Milicias de Nueva Orleans, 173
Segunda división. Francesa
- Comandante, Capitán de navío Marine Royale: Mr. de Boiderut
- Cuerpos: 509 hombres
- dotaciones de marinería e infantería de marina de los buques franceses, 509.
Tercera división. Artillería.
- Comandante. Teniente Coronel Vicente Risel
- Cuerpos: 471 hombres
- Artilleros españoles, 209
- Artilleros franceses, 74
- Artilleros marina española, 80
- Artilleros marina francesa, 108
Escolta del cuartel general:
Carabineros de Nueva Orleans: 13
Zapadores (gastadores de fortificaciones): 120
Total general del Ejército: 7.485 hombres.
Listado de los buques de la escuadra española que participaron en la conquista de Pensacola en 1781
La escuadra, al mando del capitán de navío José Calvo, para la escolta de los mercantes que llevaban las tropas de ocupación de Pensacola es la siguiente:
- Navío San Ramón 64 insignia de José Calvo
- Fragata Santa Clara 34 capitán de fragata Miguel Alderete
- Fragata Santa Cecilia 28 capitán de fragata Miguel de Goicoechea
- Chambequín Caimán José Serrato
- Paquebote San Gil José María Chacón
El 7 de abril de 1781 circuló el rumor de que se acercaba una escuadra inglesa, por lo que el 9 de abril zarpa de La Habana una escuadra de 11 navíos y 4 fragatas que llevan además 1.600 soldados al mando de Cagigal, a los que se unen 4 navíos y 4 fragatas al mando del francés Chevalier de Monteil.
La escuadra, al mando de José Solano y Bote, llega a la isla de Santa Rosa, el 21 de abril:
- Navío San Luis 80 insignia de José Solano
- San Francisco de Asís 74
- San Juan Nepomuceno 74
- Guerrero 74
- San Miguel 74
- Arrogante 74
- San Gabriel 74
- San Agustín 74
- Velasco 74
- San Nicolás 80
- Astuto 58
- Palmier 74 francés
- Intrepide 74 francés
- Triton 64 francés
- Destín 74 francés
Fuentes
- «Presas de la Armada española». Rubén Vela y Cuadros.
- Mapas de la Biblioteca Nacional.
- Mapas de los diferentes movimientos de la escuadra española de: «La toma de Pensacola a través de los mapas, 1781». Luisa Martín Merás.
- El Montañés y su tiempo. Un navío cántabro al servicio de Su Majestad (1794-1810) de Alfonso García Aranzábal.