Por Yago Abilleira Crespo
Investigador naval
Índice
El libro
Me he el libro El galeón San José y otros tesoros. Relatos de intrigas y conspiraciones de Nelson Fredy Padilla que, parece ser, que narra desde la sombra la versión oficial de Colombia en este asunto.
Antes de nada es preciso comentar que me he quedado con ganas de más, pues aunque en la contraportada ponga “Por eso los detalles hasta ahora se revelan en estas páginas” no es así, pues apenas se dice nada de lo relativo al rescate. Y eso que es bastante anterior a la reciente rueda de prensa del Presidente Santos.
En cuanto a la mentalidad del autor, basta con ver su artículo, Premio Nacional de Periodismo CPB 2011 España viene a por sus galeones, el cual reproduce parcialmente en el Capítulo XXV. Por desgracia para nosotros, exagera el Proyecto Arqueonauta un gran plan del Ministerio de Cultura que no ha pasado del papel.
En teoría se iba a analizar a fondo toda la documentación sobre naufragios existente en los archivos españoles para así crear una gran base de datos.
Pero Nelson Fredy utiliza ese presunto plan, junto a la sentencia del Caso Odyssey, para meter el miedo en el cuerpo usando duros términos como “Reconquista” y asegurar que España irá a recuperar los pecios, por lo que es necesario sacar ya esos fabulosos cargamentos. Su antiespañolismo es muy fuerte, rayando en la hispanofobia.
Otro aspecto que sorprende de este libro es el apoyo a los cazatesoros, pues se posiciona claramente a favor de Greg Stemm, presidente de Odyssey en el caso de la Mercedes, o los elogios a Burt Webber Jr., que tantos galeones ha “rescatado”. No hay ni una mala palabra contra ellos.
Como no podía ser de otro modo, le dedica varias páginas al colombiano Daniel de Narváez McAllister, quien goza de muy mala fama en España. De Narváez dice tener los derechos sobre varios barcos, incluidos algunos de la Flota de Luis Fernández de Córdoba perdidos en 1605, y cuenta para las operaciones con el apoyo de importantes firmas estadounidenses.
Por desgracia, el Gobierno de Colombia sólo le otorga el 5% del “tesoro” (piezas repetidas sin valor arqueológico tales como monedas, lingotes y piedras preciosas), lo que no le permite acometer las excavaciones. En España se le ha acusado de ser un cazatesoros al servicio de los americanos, cuando en realidad, como él mismo reconoce, es un patriota que quiere rescatar los tesoros antes de que vaya España y los robe.
Nelson cifra el valor del tesoro del galeón San José en un mínimo de 600 millones de US$, aunque llega a hablar de 15.000 millones, personalmente lo estimo en unos 170 millones de euros, cuestión de la que hablaremos en otro artículo.
Por supuesto, al hablar del cargamento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes dice que vale unos 460 millones de US$, cuando se ha demostrado no llega ni a 10 millones de euros, pero le viene bien para dañar la imagen de España. Es un argumento típico de los cazatesoros el de inflar el valor, tenemos el ejemplo de Odyssey.
La Cuestión de SSA
Es la parte principal del libro. Todo comenzó con la compañía estadounidense Glocca Morra Company, fundada por quienes luego crearían Odyssey, que terminó traspasando sus derechos a Sea Search Armada, de su misma nacionalidad.
Usando varios barcos, desde 1980 a 1982 fueron haciendo una búsqueda siguiendo los típicos patrones: Estudiar las anomalías de una gran área, ir descartando anomalías y centrase en los puntos más prometedores.
Parece ser que lograron encontrar seis pecios antiguos y que usaron moderna tecnología para explorarlos como submarinos tripulados y no tripulados (los llamados ROVs), Sónar de Barrido Lateral (SBL), magnetómetros, perfiladores,… SSA asegura que pudo identificar el San José, y que tiene grabaciones submarinas, y diversos objetos, especialmente un trozo de madera fechado con Carbono 14 en una época que abarca la de la construcción del galeón (el margen de error es de 50 años).
En ese momento, SSA tenía derecho al 35% de los tesoros recuperados, aunque parece ser que tras negociaciones posteriores llegaron al 50%.
En 1982, justo antes de comenzar el ansiado rescate del cargamento del San José, Colombia ordenó a SSA paralizar sus actividades y en 1984 sacó una Ley (Decreto 2324 de 1984) que otorgaba a los contratistas privados el 5%. Obviamente los americanos se negaron a eso.
Primero intentaron una conciliación amistosa, pero luego se vieron obligados a ir los tribunales. Han ganado varios pleitos, pero el Gobierno se niega a acatar las sentencias y usa diversas maniobras para ello. SSA afirma que el hallazgo que anunció el Presidente Juan Manuel Santos es el mismo hundimiento que ellos encontraron a comienzos de los 80. Este tema aún no se ha acabado, y va a dar muchos quebraderos de cabeza a todos los involucrados en el asunto.
Más inversiones de dudoso resultados
En 1993 el Gobierno de Colombia contrató “a dedo” al cazatesoros Tommy Thompson por 817.203,30 US$ (1’4 millones de US$ de 2017 si tenemos en cuenta la inflación estadounidense, 6’26 millones de US$ con la inflación colombiana).
La idea era que comprobara el área descrita por SSA, y como Tommy acaba de descubrir el SS Central America, parecía la persona adecuada.
Fue a Colombia en 1994 con un barco que tenía la última tecnología en SBL, trabajó nueve días y dijo (informe verbal) que no había nada, ni moderno ni antiguo. Sorprende que, tras semejante desembolso, no se le pidiera una memoria técnica o la entrega de ciertos documentos y que simplemente se aceptase su palabra. También dijo que analizó el trozo de madera extraído y que era del Siglo XX, pero sin presentar pruebas.
El epílogo a este extraño capítulo es que, en el momento de escribir estas líneas, Tommy Thompson sigue preso en una cárcel de Ohio (EEUU) acusado de apropiación indebida y estafa por los inversores e intermediarios que lo apoyaron en su fructífera búsqueda y rescate del SS Central America.
Posteriormente el pecio fue excavado por Odyssey, que sostiene que Tomy apenas había excavado un 5% del naufragio. Muchos dicen que en Colombia el señor Thompson hizo una jugada similar.
Lo que no cuenta el libro
Pese a detallar los supuestos planes de España para hacerse con todos los naufragios colombianos, en el libro no hay ninguna declaración de un español. Ni arqueólogos submarinos, ni historiadores, ni juristas, ni militares,… lo que sorprende en un proyecto tan grande como se supone que hay.
O bien el secretismo forma parte de esa gran conspiración, o bien las declaraciones que consiguió no le interesaban.
Casualmente el autor no recoge ninguna línea contraria a su teoría ni posición, ya no de extranjeros, si no de sus propios compatriotas, como es el caso de Juan Guillermo Martín Rincón.
Este arqueólogo colombiano ha puesto de manifiesto como la Ley 1675 de 2013, que es la base del tema del San José, ha sido ignorada repetidas veces en este asunto: La contratación de la empresa que haga el rescate tiene que ser por medio de licitación pública (Arts. 10 y 11) y aquí la adjudicación ya está dada, o que la fase de exploración corre a cargo de la empresa privada (Art. 15.1) y no del buque oceanográfico gubernamental ARC Malpelo, por poner algunos ejemplos.
También critica cláusulas como el Art. 15.3, que protege a los cazatesoros al permitirles, si su parte es pequeña, que puedan recibir hasta el 50% del valor económico de la parte del Gobierno. Pues bien, de todo esto, ni una palabra.
Añadir que, personalmente, me indigno ante el artículo 21 (Faltas contra el Patrimonio Cultural Sumergido) donde dice, textualmente, “[…] se abstendrá de sancionar a las personas jurídicas cuyos trabajadores u operarios hayan incurrido en falta administrativa, a menos que se demuestre la existencia de falta grave o dolo […]”.
Creo que ya sólo ese párrafo demuestra a quién protege dicha ley, pero el autor de libro no lo ve así y le parece una buena ley. Supongo que el hecho de que De Narváez y Webber hayan asesorado a Colombia para redactar dicha ley (hecho que tampoco se menciona) ya es aval suficiente como para suponer que es un texto excelente.
Un poco de autocrítica
Hay que reconocer que el gobierno español ha hecho bien poco, por no decir nada, en lo que respecta al Patrimonio Cultural Sumergido.
A la ya crónica falta de excavaciones, estudios y publicaciones hay que añadir la falta de acuerdos con terceros países sobre el asunto de los barcos españoles allí hundidos, pese a que en el Libro Verde, capítulo 9 punto 13 lo considera actuación prioritaria.
La propia pasividad de España es la que refuerza las teorías conspiratorias, pues el silencio parece darles la razón. Y no sólo eso, la falta de actividad arqueológica subacuática provoca que no haya argumentos ante los cazatesoros, pues si defendemos que los pecios tienen que ser estudiados pero no se estudian, nos estamos contradiciendo en nuestro principal argumento.
Odyssey, por ejemplo, se dio cuenta de ello e hizo unas buenas publicaciones, los cuatro volúmenes de Oceans Odyssey y una serie de artículos de libre descarga, llamados Archaeological Reports.
¿Con qué nos vamos a presentar ante Colombia para defender una excavación científica del San José? Por desgracia, como decía en su libro Mundos Sumergidos Gabrielle Hoffmann “sabemos más de los galeones españoles gracias a los cazatesoros que a los arqueólogos submarinos”, su obra se tradujo al español en 1987, hace ya 36 años, pero esa frase sigue siendo cierta a día de hoy.
Conclusiones de El galeón San José y otros tesoros
Estamos pues, ante un libro que habla de intrigas y conspiraciones de las que no aporta pruebas, que defiende a capa y espada las actuaciones del gobierno de Juan Manuel Santos sin criticarlas, que desoye a los verdaderos científicos y que exagera conscientemente el valor del tesoro.
Todo para justificar que un barco fabricado en España y tripulado mayormente por españoles, con carga de Perú y que zarpó de Panamá, pertenece a Colombia y pueden por lo tanto venderlo a quien quieran.