Por Santiago Gómez Cañas
Autor del libro: «Historiales de los navíos de línea españoles, 1700-1850»
Índice
Introducción
Durante la guerra de Asiento, de 1739 a 1748, la actividad corsaria fue decisiva para dañar las economías de los contendientes. Los corsarios británicos asolaron la costa cubana, ampliando su radio de acción a Puerto Rico, costa centroamericana y la costa de la actual Venezuela.
Los corsarios españoles fueron también muy activos. Quizás el más conocido sea Pedro de Garaicoechea, pero hubo otros muchos destacados por su numerosas capturas, como Vicente López. La economía británica se vio muy resentida, sobre todo a partir de 1744, con la entrada en guerra de Francia.
Los corsarios franceses y españoles actuaron con casi total impunidad en las costas norteamericanas, capturando numerosos mercantes, saqueando las poblaciones e imponiendo, en ocasiones, tributos a sus habitantes.
En este artículo hablaremos de las incursiones, poco conocidas, del corsario cubano Vicente López en las costas de Pensilvania y Carolina del Norte.
El corsario Vicente López
Este capitán de milicias, comerciante y corsario, oriundo de Santiago de Cuba, se destacó por su osadía y sus métodos. Debieron ser bastante rudos y violentos, puesto que fue acusado de ello en 1746, pero salió bien librado al contar con el apoyo de Francisco Antonio Cagigal de la Vega, gobernador de Cuba.
Parece ser que los beneficios económicos para las arcas de la isla eran más importantes que los métodos utilizados en las capturas y el trato a los prisioneros.
Según relata Pezuela, solo en el año 1745, al mando de una galera (nombre genérico para designar un buque de pequeño porte), captura siete buques; el 21 de agosto a una fragata británica, una goleta y dos balandras cargadas con azúcar y ron; el 3 de octubre a otra fragata, mandada por el capitán Gregory Massan, cargada con 200 barriles de cacao, azúcar, algodón, licores y otros géneros por un valor de 50.000 pesos, y el 16 de octubre una balandra de 16 cañones con 200 barriles de harina, maíz y otros productos, y un bergantín con 800 barriles de harina, carne salada y otros productos.
Sería capturado en 1746 en una de sus incursiones por la costa de Jamaica. El comandante de la escuadra británica de Jamaica lo envía prisionero a Inglaterra en 1746.
Incluido en uno de los intercambios de prisioneros, regresa a la isla de Cuba en 1747 y retoma, con más ahínco, sus actividades corsarias.
En el corto periodo que va de enero a marzo de 1748, captura once buques mercantes, una fragata con víveres y caballos, tres balandras con suministro de armas, papel y más de cien esclavos negros, dos bergantines con aguardiente y café, tres paquebotes, dos de ellos cargados de ron y azúcar y el tercero con marfil y 85 esclavos negros en sus bodegas, una goleta mercante y otra corsaria, las dos cargadas con municiones.
En el verano de ese mismo año de 1748 se apodera de otras 26 naves en Chesapeake y en la bahía del Delaware.
Incursiones en Carolina del Norte. Beaufort, junio y septiembre de 1747
Una de las costas más afectadas por las acciones de los corsarios fue la de Carolina del Norte. Entre mayo y octubre de 1741, los corsarios capturan no menos de veinte mercantes en aquellas aguas.
En mayo de 1741 dos corsarios españoles capturan a seis mercantes en la ensenada de Ocracoke, desembarcan en la isla, donde se establecen y controlan la entrada de buques enemigos.
Finalmente se marcharon, llevándose propiedades por valor de diez mil libras esterlinas. Más al sur, los corsarios españoles se establecen en el puerto de Cape Lookout, que se convierte en una excelente base de operaciones desde donde esconderse, obtener madera, agua, provisiones frescas y atacar a los buques que pasaban por la costa.
Antes incluso de la declaración de guerra, el rey británico autoriza al gobernador a emitir patentes de corso y represalia.
A modo de ejemplo, en julio de 1741 los comerciantes de Wilmington, Carolina del Norte, equipan dos buques corsarios, uno armado con 24 cañones al mando del capitán George Walker, y una balandra al mando de Daniel Dunbibin, pero para el mes de septiembre no habían conseguido ninguna presa, aunque consiguen que los españoles abandonen Ocracoke.
Tampoco la Royal Navy obtiene resultados satisfactorios. Disponían en las costas de sus colonias de los buques Hector, 40 cañones, capitán Sir Yelverton Peyton, Tartar, capitán George Townsend, Swift, capitán Bladwell, el Cruizer y otro, cuyo nombre no se menciona, al mando del capitán Peacock.
Solo el Swift captura, a mediados de 1742, una balandra corsaria española y la lleva al puerto de Wilmington. Los comerciantes norteamericanos se quejaron amargamente de la falta de resultados e incluso acusaron de cobardía a los comandantes británicos.
Envalentonados por su éxito, los españoles se volvieron ambiciosos. En 1747 atacan y se apoderan de la ciudad de Beaufort, que mantienen en su poder durante varios días y saquean antes de abandonar el puerto.
El primer ataque a la ciudad se produce el 4 de junio de ese año, cuando varios buques corsarios españoles fondean en el puerto de Beaufort y capturan varios mercantes que estaban allí anclados. Poco pudieron hacer los milicianos de la colonia, salvo dejar que el enemigo se hiciera a la vela con las presas.
Los corsarios regresan el 26 de agosto de 1747, desembarcan y toman de nuevo el puerto. El coronel Thomas Lovick, comandante del regimiento Carteret, estaba en alerta, pero el audaz ataque corsario les toma por sorpresa.
Antes de acabar ese día llegaron a la ciudad unos 53 milicianos al mando del comandante (mayor) Enoch Ward, pero son rechazados.
Tres días después el coronel Lovick y el mayor Ward lanzan un ataque general. Los corsarios, que no pretendían ocupar la ciudad y el puerto, puesto que estratégicamente no les beneficiaba, se hicieron a la vela y ya no regresaron.
Las únicas pérdidas españolas fueron la captura de diez negros, desconociéndose otras cifras de bajas de uno y otro lado.
Incursión en la Bahía Delaware, mayo-julio de 1748
Después de muchas incursiones y depredaciones por parte de los corsarios españoles y franceses, los comerciantes y propietarios habían conseguido del gobernador, Thomas Penn, que un buque de guerra británico quedara estacionado en la bahía Delaware, Pensilvania.
Era la balandra Otter, artillada con 14 cañones, al mando del capitán John Ballett, salida de Portsmouth a primeros de marzo, con órdenes del Almirantazgo de cruzar en los cabos de Delaware y proteger la costa de los corsarios.
Al momento de su llegada tuvo que enfrentarse, en el mes de mayo, al corsario francés Clinton, armado con 14 cañones y 16 giratorios y tripulado por 175 hombres, quedando la balandra en el puerto de Salem para ser reparada de sus muchos daños.
Fue en ese momento de indefensión cuando entra en la bahía el corsario español Vicente López, al mando del bergantín San Miguel, armado con 14 a 34 cañones, según las fuentes, y 160 hombres.
Había salido de San Agustín de la Florida a finales de abril. Entre el 1º y 9 de mayo captura 4 buques, otros 2 buques el 10 de mayo, a la vista del puerto de Everton, el día 20 hunde una balandra cerca de Roanoke.
El bergantín corsario entra en la bahía de Delaware el 23 de mayo, captura una balandra frente a los cabos y otro buque en la bahía. Siguiendo río arriba, fondea frente a Elsenburg, a unas diez millas al sur de New Castle.
Es el momento en el que aprovecha el marinero inglés George Proctor para lanzarse al agua y escapar, llegando a nado a la costa. Había embarcado en Cuba como piloto al conocer bien aquella costa. Consigue convencer a las autoridades coloniales de que el buque que se acercaba era un corsario español.
El 25 de mayo avista López un gran buque mercante anclado frente al puerto de New Castle. Era el bergantín mercante Rachel, al mando del capitán Randolp y armado con 14 cañones.
López decide tomarlo al abordaje esa misma noche, saquear la ciudad y destruir una batería costera de cuatro cañones.
Con los avisos del marinero Proctor, el capitán Raldolp alista su nave para repeler el ataque, al igual que las baterías costeras y el puerto, con la ayuda del poco viento y las corrientes contrarias, que retrasan la marcha del bergantín.
Comienza su ataque al amanecer del 26 de mayo, produciéndose el duelo artillero con las baterías costeras y el bergantín inglés.
Viéndose descubierto y sin posibilidad de éxito, López inicia la retirada y, en un acto de arrogancia, la dotación española saluda a los ingleses con gritos e izando la bandera española.
El bergantín corsario pone rumbo sur y desaparece en aguas de la bahía, pero reaparece de nuevo a mediados de junio.
Cerca de Reedy Island, situado a unas 45 millas al sur de Filadelfia, captura el 15 de junio a una goleta de Virginia, mandada por el capitán John Ingram, y a la balandra Industry, capitán Thomas Jenkins.
Al día siguiente captura al bergantín Pearl, capitán Robert Jeffries, con una carga valorada en tres mil libras esterlinas, y el día 17 al navío Margaret, capitán William McCunn, con carga valorada en cinco mil libras.
Esa misma noche captura otro bergantín y una balandra. López deja a los prisioneros en tierra y desaparece de aquellas aguas.
No eran los únicos corsarios españoles actuando en aquellas aguas, había otros cuatro o cinco más, entre ellos la balandra Fortuna, corsario de la Habana, armado con 10 cañones, que a finales de junio captura a la goleta Martha, capitán Thomas Blake, mientras se dirigía al Delaware para unirse a Vicente López, al que no encontró.
Reacción británica
Vicente López desaparece a aquellas aguas en el mejor momento. Las noticias de los ataques corsarios llegan a Filadelfia con un correo, produciendo una gran alarma.
El capitán Ballet, que tenían a su balandra Otter incapacitada para navegar, propone colocar sus cañones en baterías en tierra a lo largo del río. Los propietarios del corsario Trembleur ofrecen su nave al Consejo y el capitán Obadiah Browne accede a tomar el mando.
Pero aquella oferta sería rechazada cuando los propietarios del buque pidieron compensaciones muy altas por sus servicios. La situación era tan desesperada para los comerciantes, que se negaron a que sus mercantes salieran de puerto sin la protección de la Rotal Navy.
No hay que olvidar que en aquellas fechas estaba actuando también en aquellas aguas muchos corsarios españoles y franceses, entre ellos uno de los más activos y exitosos, el francés Clinton.
El gobernador de Virginia, William Gooch, pide la protección de los buques de guerra británicos, que solo dispone de dos buques de guerra en la zona, las fragatas Hector, capitán Samuel Maisterson, y Looe, capitán Coningsby Norbury, ambas armadas con más de 44 cañones.
La Looe ya había capturado dos corsarios el 27 de mayo, llamados Nª Sª de la Misericordia y San Francisco, y el 23 de junio al pequeño corsario Nª Sª de Regla.
Para el mes de julio de 1748, la balandra Otter estaba reparada y patrulla la costa. El 15 de julio captura dos buques franceses, y al día siguiente, con la fragata Héctor, de la estación de Virginia, toma una goleta española y recupera tres de los mercantes presos de los españoles.
Ataque a Brunswick. Septiembre de 1748
Después de los ataques a la población de Beaufort en junio y agosto de 1747 y de la campaña en la bahía Delaware en 1748, la audacia de los corsarios españoles no tiene límites, sobre todo el corsario Vicente López, que en septiembre de 1748 ataca la población de Brunswick, situada en el río Cap Fear, en Carolina del Norte.
Tres balandras corsarias españolas entran en el estuario de Cap Fear la tarde del 3 de septiembre de 1748, posiblemente los mismos buques que atacaron Beaufort en 1747.
Eran la Fortuna, al mando de Vicente López, de 130 toneladas, armada con 10 cañones de a 6 libras y 14 giratorios, la Loretta, al mando de José León Muñoz, armada con 4 cañones de a 6 libras, 4 de a 4 libras y 12 giratorios, y otra balandra mercante capturada de Carolina del Sur.
Izando banderas británicas, fondean en la barra de Cape Fear a la espera de prácticos locales, que llegan al amanecer del domingo 4 de septiembre y suben a bordo, descubriendo, para su sorpresa, que eran corsarios españoles.
Guiados por los pilotos rehenes, ponen rumbo hacia el fuerte Johnston, que estaba en construcción, esperando capturar a los trabajadores esclavos, pero era domingo y no había nadie trabajando.
Las balandras de López y Muñoz echan el ancla el 5 de septiembre frente a la población de Brunswick, de unos 250 habitantes por aquel entonces. Se encontraban en el puerto varios buques, entre ellos los bergantines Litchfield, jamaicano al mando del capitán Wakefield, y Diamond, una balandra, los mercantes Nancy y Hannah y otros buques menores.
Mientras las balandras entran en el puerto disparando sus cañones, cien corsarios, que habían desembarcado a unas cuatro millas al sur, avanzan por la carretera de la costa. Los vecinos y la pequeña guarnición, tomados por sorpresa, huyen hacia las granjas cercanas.
Ese mismo día, sin oposición, se hacen con el control de la ciudad y el puerto, donde capturan no menos de cinco buques y numerosas embarcaciones menores.
Solo el mercante Hannah consigue hacerse a la vela y escapar hacia el norte, pero tiene la desgracia de quedar embarrancado a unas tres millas. El capitán Muñoz pone rumbo norte en su persecución, tomándolo al abordaje sin dificultad.
El capitán William Dry consigue reunir a 27 soldados, pero no ataca a los corsarios de López por su escaso número, falta de armas y municiones.
Recuperados de la sorpresa, el capitán Dry consigue organizar una fuerza de 80 hombres y un pequeño cañón, con los que sorprende a los corsarios en medio del saqueo, matando a diez y capturando a unos treinta, mientras el resto se dirige al puerto para refugiarse en los buques.
López ordena disparar los cañones de la balandra para cubrir la retirada, con los que detiene a los milicianos y soldados de Dry.
Por causas que se desconocen, la balandra Fortuna estalla, matando a unos noventa hombres, incluidos el capitán López y los oficiales, que fallecen en la explosión o ahogados. Los restos de la balandra quedaron asentados en el fondo, en aguas poco profundas.
Aprovechando el desconcierto de la explosión, el segundo capitán y los marineros presos del Litchfield reducen a los españoles y se hace con el control del bergantín.
No ocurre lo mismo a bordo del Nancy, donde los veinte corsarios a bordo y los dos pequeños cañones llevados de la balandra Loretta, mantienen a raya a la dotación inglesa presa y comienzan a disparar contra la ciudad.
El capitán Muñoz, que había escuchado la explosión del Fortuna, deja al saqueado Hannah y pone rumbo a Brunswick, disparando con sus cañones de estribor a la hacienda Moore, dejándola en llamas.
Con la llegada de Muñoz, la dotación del Litchfield embarranca la nave para evitar caer de nuevo en poder del enemigo. Después de realizar nuevos disparos contra la ciudad, Muñoz iza una bandera de tregua.
Envía un parlamentario a tierra, que propone a los colonos ingleses abandonar el bombardeo y aquellas aguas con todas las presas a cambio de no ser hostigado.
El capitán Dry accede a que se retiren sin ser molestados, pero debían dejar los buques apresados, los prisioneros y todo lo saqueado.
La respuesta del español fue abandonar todas sus presas excepto el Nancy, que ya había armado y estaba tripulado con españoles, y poner rumbo río abajo bajo una bandera blanca.
Muñoz sabía que los colonos no disponían de ningún buque con el que perseguir a los corsarios. A la mañana siguiente llegaron desde Wilmington 130 hombres de refuerzo al mando del mayor John Swan, que asume el mando y persigue a los españoles a lo largo de la costa.
Muñoz navega más allá de Fuerte Johnston y ancla frente a Bald-Head. Envía otro parlamentario a tierra para hacer saber que estaba listo para negociar un intercambio de prisioneros. El intercambio se acepta la mañana del 7 de septiembre, pero los prisioneros españoles debían ser traídos desde Wilmington.
Al no haber llegado para las tres de la tarde, Muñoz se hace a la vela con la Loretta, la balandra de Carolina del Sur y el Nancy, el botín y los prisioneros ingleses.
Siempre según las fuentes británicas, las bajas los colonos ingleses fueron de solo dos heridos leves y ningún muerto, mientras que la pérdida de los corsarios fue de 140 hombres, más de la mitad, de un total que se estima entre 220 y 260 hombres.
Sus pérdidas en propiedades fueron cuantiosas, aunque la mayor parte del botín se hundió con la balandra Fortuna, siendo parte del botín recuperado en los siguientes años.
Después de dos años de continuos ataques, para finales de 1748 los buques de guerra británicos Hector y Otter limpiaron las aguas de la bahía de Delaware, capturando varios corsarios y haciendo huir al resto. La guerra ya había terminado.
Para finalizar, no puedo dejar de obviar las descripciones hechas de las actividades corsarias españolas y francesas por las fuentes anglosajonas.
Aunque estaban en guerra y tenían patentes de corso, para estas fuentes, o buena parte de ellas, los españoles y franceses actuaban de manera cruel, salvaje y cobarde, como auténticos piratas, adjetivos que se convierten en auténticos héroes cuando describen las actividades de los corsarios británicos y colonos norteamericanos.
Scharf escribe1:
Durante el verano de 1747 estos ataques continuaron, manteniendo a los habitantes de los condados inferiores en un estado constante de pavor y terror. Ocurrieron uno o dos incidentes que muestra la barbarie crueldad de estos sinvergüenzas, que no perdonaron los sentimientos de nadie y no dejaron nada detrás que pudiera llevarse.
Veamos cuales fueron estos casos de barbarie y crueldad; el primero de los casos es el relato del piloto de Filadelfia John Aris.
A unas diez millas al sur de Reedy Island, subiendo por la bahía, se le acercó un buque piloto, subiendo a bordo del buque británico varios españoles. Le quitaron la comida, la ropa, un anillo, tres libras y las velas de la nave, dejando pan mohoso y agua putrefacta.
Al hablarle en perfecto inglés desde el corsario español, fue evidente que colonos o marineros británicos estaban con el enemigo.
En el siguiente caso se mencionan los procedimientos traicioneros y cobardes utilizados por los corsarios. Se pone de ejemplo al capitán Bernard Martin, comandante del Mary, de Londres.
Logra eludir el acoso de un corsario al entrar en la bahía Delaware, pero avista un bote piloto, que ya conocía y le había introducido en la bahía en otras ocasiones, por lo que le permitió acercarse y le lanzó un cabo, viendo en cubierta a tres o cuatro ingleses.
En ese momento salieron de las escotillas unos treinta y cinco corsarios que redujeron a la dotación. Al ofrecer resistencia, Martin fue herido en la mejilla, un brazo y el costado, arrojándolo al suelo de un golpe.
Después de navegar unos días en la bahía, Martin y siete de sus hombres fueron liberados.
Sin negar los actos de crueldad realizados, que ya mencioné en el caso del corsario Vicente López, es evidente que hubo casos en todas las naciones involucradas.
Los mencionados por Scharf, no dejan de ser el modo habitual de proceder de los corsarios británicos o de cualquier otra nación.
Nota
- El original en inglés dice así: «During the summer of 1747 these attacks continued, keeping thein habitants in the lower counties in a constant state of dread and terror. One or two incidents occurred to show the barbarous cruelty of these scoundrels, who spared no man’s feelings and left nothing behind which it was posible to carry off»
Bibliografía
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- Harding, Richard (Ed).: Naval History, 1680-1850. Asghate Publishing, 2006.
- Jackson, Claude V.: A Maritime History and Survey of the Cape Fear and Northeast Cape Fear Rivers, Wilmington Harbor, North Carolina. Volume 1.
- North Carolina Department of Cultural Resources. Division of Archives and History. 1996, pp. 265-267.
- Mervine M., William.: Pirates and Privateers in the Delaware Bay and River. The Pennsylvania Magazine of History and Biography, 1908, Vol. 32, No. 4, 1908, pp. 468-470.
- Pezuela, Jacobo de la.: Historia de la isla de Cuba. Tomo II, Madrid, 1868, pp. 416, 586.
- Scharf, John Thomas.: History of Delaware, 1609-1888. Volume I. Philadelphia; L.J. Richards & Co., 1888, pp. 106-108.
- The Gentleman´s Magazine, August 1748. Volumen XVIII, p. 368; September 1748, p. 418.
- The Pennsylvania Gazette, del 5 de enero al 1º de septiembre de 1748.
- AGI. Santo Domingo, 387. Informe del gobernador Juan Antonio Tineo dando cuenta de la causa del capitán Vicente López. Habana, 01/07/1746.
- AGI. Santo Domingo, 2170. Cagigal a Ensenada, 12/08 y 16/10/1748.