Antonio Barceló contra el mayor jabeque de Argel

Por Juan García (Todo a Babor)

Jabeque español de la Armada española
Jabeque español de la Armada española. Modelo del Museo Naval de Cartagena.

Como hacía tiempo que no comentaba una de las correrías de nuestro bravo marino Antonio Barceló, hoy les traigo otra de sus acciones contra los corsarios argelinos, que eran el mayor problema con que se enfrentaba la Armada española en aquel año de 1769.

Barceló había sido ascendido a capitán de navío tras el anterior combate contra los argelinos que ya les relatamos y que terminó con la captura del segundo buque de la Regecia.

En aquella ocasión Barceló fue herido de un balazo, lo que todavía le tenía imposibilitado para llevar él mismo un abordaje. Pero ahí estaba, al pie del cañón, o mejor dicho al frente de una división de jabeques de la Armada que, como si fueran lobos, acechaban en la zona del Estrecho de Gibraltar a los corsarios y buques de la Regencia de Argel, verdadero nido de piratas en el Mediterráneo que no tenían nada que envidiar a sus homólogos del Caribe.

No era la primera vez que los marinos españoles acababan con los buques argelinos más poderosos.

La caza del mayor jabeque de la Regencia de Argel

El 3 de noviembre de 1769, la división de seis jabeques bajo el mando de Antonio Barceló, además del de la Plaza de Ceuta, se hallaban a la espera frente a Algeciras, aguardando alguna oportunidad de caer sobre los corsarios berberiscos que tanto daño hacían al comercio maritimo de la zona.

El vigía de la ciudad avisó de la presencia de enemigos por la zona, e inmediatamente los buques de la Armada se pusieron en movimiento.

Reconocieron entonces a un gran jabeque argelino con otras embarcaciones que pensaron en que se trataba de presas realizadas por él.

Enseguida se ordenó la caza, destacándose dos jabeques españoles que llegaron hasta el gran corsario argelino, batiéndolo seguidamente mientras el de Barceló hacía lo propio al relevar a los otros dos.

Por cierto, el jabeque de nuestro bravo capitán de navío estaba bajo el mando del teniente de fragata don Joaquín de Hickey. Barceló presenció los combates saliendo al alcázar y combés, a pesar de que estaba convaleciente, como decíamos, de sus heridas recibidas en el anterior combate. Como se ve, no era un tipo de los que se amilanaba en combate.

jabeque de Antonio Barceló
Detalle del cuadro «Antonio Barceló, con su jabeque correo, rechaza a dos galeotas argelinas (1738)». Ángel Cortellini y Sánchez. Museo Naval de Madrid. Se aprecia la popa de un jabeque español.

Los argelinos combatieron con obstinación durante más de seis horas, pero los españoles eran una jauría de lobos que atacaban en sucesión y en relevos, descerrajando andanadas de manera regular. Era de esperar el resultado frente a tanta superioridad numérica como de calidad.

El jabeque de Argel se rindió con los palos y aparejos muy maltratados, con multitud de cañonazos en el casco y timón, inhabilitándolo, y con el peligro de irse a pique en cualquier momento. Eran las once y media de la noche.

Tras apresarlo se dieron cuenta de que era el mayor de la Regencia. Tenía un porte de 30 cañones y estaba tripulado por 300 hombres. Era en verdad un jabeque a tener en cuenta. Su Arráez (capitán) se llamaba Saim.

Los argelinos sufrieron 52 muertos, tomando prisioneros a 228 (de los cuales 18 estaban heridos). Los otros 20 restantes habían pasado a una presa portuguesa que hicieron frente a Oporto. Los 27 tripulantes portugueses de esa presa se hallaban a bordo del jabeque de Argel en calidad de prisioneros. Los españoles los liberaron de inmediato.

Por parte española solo hubo que lamentar la pérdida de un muerto y 9 heridos. Y de esta manera, y en el transcurso de unos pocos meses, la Armada española apresó a los dos mejores jabeques que tenían los argelinos.

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