Apresamiento del navío Danzik por el Dragón y el América

Por Juan García (Todo a Babor)

Introducción

En periodo de entre guerras, tras el Tratado de Aquisgrán de 1748, España disfrutaba de una merecida paz que fue aprovechada por el marqués de la Ensenada, segundo hombre del gobierno que tenía las carteras de Guerra, Hacienda y Marina e Indias y bajo cuyo impulso la Armada española conocería un nuevo renacer, para frenar el corso berberisco que tanto daño hacía a la navegación mediterránea.

Podemos decir que la piratería berberisca fue un problema endémico desde hacía siglos y que no sólo afectaba a España.

Francia, Italia, casi todos los países ribereños del Mediterráneo, e incluso Países Bajos o Gran bretaña también sufrieron en algún momento el azote de los piratas a su comercio por aquellas peligrosas aguas.

Navío de línea francés en combate contra dos galeras berberiscas.
Navío de línea francés en combate contra dos galeras berberiscas. Pintura de Théodore Gudin. Musée de la Marine (Toulon). Francia y Gran Bretaña tuvieron muchos encuentros contra corsarios y piratas berberiscos al igual que los españoles.

Y todos acabaron o bien haciendo tratados con los berberiscos o enviando a sus buques de guerra a proteger a sus embarcaciones mercantes. España optó normalmente por lo segundo.

Así, bajo los auspicios de Ensenada, cruzaron divisiones navales españolas por la costa del norte de África con la intención de acabar, o al menos disuadir, a los corsarios o los buques de la Regencia de Argel que allí moraban y tenían sus bases.

Ya vimos hace tiempo en profundidad una de estas expediciones de búsqueda y destrucción por parte del Marqués de la Ensenada y Julián de Arriaga en la campaña de 1748 y 1749.

Pero el motivo de esta entrada es relatar el ataque a dos navíos de la Regencia de Argel por parte del navío Dragón y el navío América de la Armada española.

Del Dragón ya contamos hace poco su naufragio, así que algo conocerán de este pequeño y veterano navío.

Dos navíos españoles contra dos argelinos

El día 28 de noviembre de 1751 al amanecer, hallándose al OSO del Cabo de San Vicente, a distancia de 52 leguas, el navío Dragón, bajo el mando del capitán de navío Pedro Stuart (1) y el navío América, mandado por el capitán de navío don Luis de Córdova, avistaron por barlovento, como a cosa de dos leguas, dos navíos grandes, que al verlos arribaron sobre ellos en popa, largando banderas holandesas, a lo que se correspondió con las inglesas por parte de la división bajo el mando de Pedro Stuart.

Esto era parte del juego del gato y el ratón en la mar.

Continuaron siempre la misma derrota, con viento por el NE y ENO bonancible la vuelta del E y ESE ciñendo el viento cuanto se podía, para ganarles el barlovento, a fin de poderlos reconocer.

Pero estando ya los navíos españoles por la aleta de babor de la embarcación berberisca capitana, casi a sotavento, a poco más de tiro de cañón, largaron las banderas argelinas, y las aseguró su comandante con un cañonazo.

Esto era una gran diferencia de haber sido buques piratas. Los dos navíos argelinos eran de guerra, de la Regencia de Argel, sujetos a las costumbres y leyes que regían en todos los países en cuestión de combate.

Es decir, aunque habían utilizado la artimaña de usar una bandera falsa (algo que hacían todas las marinas, como hemos visto), estaban obligados a mostrar la auténtica justo antes de iniciarse el combate, porque de lo contrario el buque sería tratado como pirata y sus tripulantes serían ajusticiados como tales al no ser considerados prisioneros de guerra.

Los navíos argelinos maniobraron e inmediatamente hizo lo mismo el comandante español, virando de bordo, y con solas las gavias y juanetes se fue el Dragón a ellos de vuelta encontrada, con el navío América por la popa, reconociendo ser estos navíos los dos mayores que poseía la Regencia de Argel, llamados el Danzik (o Dancik según otras fuentes, que era el insignia) de 60 cañones y el Castillo Nuevo (sic), de 54 cañones.

Traían embicadas las cebaderas, y para evitar que consiguieran unirse en un abordaje se determinó separarlos, como se consiguió a las 11 de la mañana.

Así, uno de los navíos argelinos se puso uno de vuelta del SO, a huir un largo, y el otro la vuelta del ESE de bolina.

El combate

Al segundo navío no se pudo dar más que dos descargas a satisfacción, porque continuó su bordada, y manteniéndose muy a barlovento no volvió a entrar más en función, por lo que continuó el Dragón con toda fuerza de vela siguiendo al de sotavento, que era el insignia, cañoneándolo toda la tarde, sin poder acercarse bien a él.

A las cinco y media de la tarde, el Dragón llegó a ponerse a la altura del navío Danzik. Costado con costado a tiro de fusil estuvieron batiéndose en fiera batalla naval hasta las dos y media de la madrugada del día 29 sin parar, dejándolo el Dragón desarbolado al Danzik del mastelero de gavia y cortada su driza mayor.

Entró entonces el navío América a continuar el fuego, retirándose el Dragón a componer sus jarcias, maniobras y velas, que estaban todas hechas pedazos por su fuego, que fue horroroso.

A las ocho y media de la mañana, ya reparado del mejor modo posible, y con otra gavia, que fue menester envergar nueva, porque la que sacó del primer ataque estaba hecha añicos, el navío Dragón volvió a la función, retirándose a componer el América.

Apresamiento del navío Danzik, por parte de los navíos españoles Dragón y America
Recreación del momento en el cual el navío Dragón se sitúa a la altura del navío Danzik.

Como vemos, se hicieron relevos en vez de atacar a la vez, ya que hubiera sido muy difícil conseguirlo según las condiciones en las que estaban.

Aún así, el navío argelino no combatía con desventaja. Cesáreo Fernández Duro explica:

(El navío Danzik) tuvo que hacer cara a los dos españoles, pero no con desventaja, porque hallándose éstos a barlovento, la gruesa mar les impedía abrir las portas de la batería baja y servirse de los cañones de mayor calibre, mientras que el berberisco usaba de los suyos por la razón misma de elevar la escora del navío los batiportes.

Manteniendo el combate sin parar, con el América que después de compuesto volvió también al combate, hasta las dos y media de la tarde, que a causa del poco viento, junto con la mucha mar del NO y la falta de maniobras, los separó fuera del tiro de cañón, dejando al navío enemigo sin el palo de mesana, con la popa hecha mil pedazos, todas las maniobras cortadas y las velas hechas una criba.

El navío Dragón además le hizo, aparte de lo dicho, ocho balazos a la lumbre del agua, quien cuando iba a atacar aquella mañana le vio arriar la bandera al navío argelino.

Tras el combate se preguntó el por qué de aquello, y se supo que el Arráez (2) la había mandado arriar viendo el infeliz estado en que se hallaba su navío, imposible de escapar, pero que los Turcos de la Tayfa la habían vuelto a izar y habían querido matar al Arráez.

A todo esto, el otro navío argelino, el Castillo Nuevo, se mantuvo muy lejos a barlovento, hasta el día 30 por la mañana que se perdió de vista.

Aquella huida les costaría caro a sus oficiales. Según la Gaceta de Madrid del 26 de enero de 1752:

Escriben de Liorna, que el patrón de un navío de este puerto, que acababa de arribar del de Argel, refería que la noticia que se recibió en aquella ciudad de la presa del navío almiranta, nombrado el Danzig, hecha por los españoles, había causado consternación general; y que el Bey de esta Regencia se había enfurecido tanto con esta novedad, que desde luego mandó ahorcar, no sólo al Comandante, sino también a todos los demás oficiales de la capitana, por haberse retirado del combate, abandonando al Danzig.

Sin embargo, el Castillo Nuevo sería finalmente apresado en 1758 por otra división española (3).

Como a cosa del medio día, hasta las dos y media de la tarde de ese día, el Dragón, debido al viento, no pudo volver a ponerse a distancia de batirse con el navío Danzik.

Pero sí que lo logró desde esa hora, y junto al América, lo batieron hasta ponerse el sol, hasta que el poco viento y la mucha mar del NO los separó por segunda vez, quedando el navío argelino hecho una ruina pero sin querer rendirse. No hace falta decir que aquella valentía sin razón les costaría cara, como se verá.

Sin esperanza alguna de poderse salvar, ni más ventaja que el poder (no obstante la mucha mar) jugar su batería baja, que era muy floreada y hermosa (4), este fue el motivo por el cual no se le atacó el día primero de diciembre; pero el día 2, a las doce y media, el Dragón lo hizo con toda fuerza y ánimo a no dejarlo hasta rendirlo.

La rendición del navío Danzik

Y allí, entre los dos navíos españoles alternativamente, continuadas descargas y estándole batiendo el Dragón a las cuatro y media de la tarde, el navío Danzik arrió por fin la bandera y arboló una blanca.

Inmediatamente pasó el teniente de fragata don Domingo Martineli a bordo del navío rendido para saber el estado en que se hallaba y qué querían decir con aquella bandera blanca. Recordemos que en la mar la rendición se hacía quitando la bandera, no añadiendo otra.

Aquí ignoramos qué le contarían al oficial español sobre el particular.

Volvió este con algunos cautivos cristianos, que dijeron que estaban los moros rendidos, aguardando que los sacasen cuanto antes porque se iban a pique.

Regresó entonces Martineli al navío argelino, con el primer carpintero y el primer calafate de su navío, para que trajese a bordo al Arráez y los principales oficiales y reconociesen verdaderamente el estado en que se hallaba el navío.

La pérdida del navío argelino

A las nueve de la noche volvió Martineli con el Arráez, llamado Mohammed Chirif (sic), y sus principales oficiales, pasando de nuevo al Dansik a continuar las diligencias de atajar el agua, y ver si había alguna forma de salvarlo.

De allí a las pocas horas se retiró de una vez a bordo, con el carpintero y calafate y aseguraron él y los maestros que era imposible habilitar aquel navío, que estaba pasado, y repasado, a cañonazos.

De hecho, tenía tantos agujeros de bala a la lumbre del agua que dificultaban enteramente el poderla atajar, teniendo ya tanta en la bodega, que no se podía achicar.

Se le sumaba a esto el estar tan hecho pedazos por todas partes, que no tenía figura de navío por dentro, y con la mucha mar del NO, que había vuelto a levantarse, acababa de echar el palo mayor y el de trinquete al agua.

El navío Danzik estaba sentenciado.

Todo aquello obligó a no pensar en otra cosa sino en sacar a la gente, como se ejecutó al día siguiente día 3, repartiendo los moros y cautivos en los navíos Dragón y América.

Sacaron también a los heridos y no habiendo podido sacar nada de fundamento, por la mucha mar del NO, sólo la gente que fue y vino entre los navíos a sacar a los moros se aprovecharon de algunas cosas. No hubo tiempo de saquearlo más.

Concluída la diligencia de sacar la gente, a las ocho de la noche de este día, el condestable del Dragón pegó fuego al navío rendido.

Navío Danzik ardiendo
Pintura de Thomas Luny sobre un navío incendiado en alta mar. Una situación que bien podría haber sido la del navío Danzik de esta entrada. The Box (Plymouth City Council).

A las nueve ya ardía por todas partes, hasta a las dos de la mañana del día 4, cuando iba a menos el fuego, por estar ya casi todo el navío consumido, se pusieron los buques españoles en derrota para Cádiz, no habiendo hecho estrago la pólvora del navío argelino por estar los pañoles llenos de agua.

Tras el combate

Hallándose estos entonces al SO cinco grados S del Cabo de San Vicente, a distancia de 115 leguas, distante 68 leguas del paraje en que se inició el combate.

Así acabó la capitana de Argel nombrado el Danzik, después de cuatro ataques fuertísimos y bien reñidos de un fuego horroroso de ambas partes, en lo que han demostrado los turcos más su barbaridad que su valor, pues debiendo en toda Ley de Guerra haberse rendido la mañana del segundo día, que se inició el combate, aguantaron hasta el quinto, sin esperanza de poderse salvar, sin puerto que tomar, sin tener por donde ser socorrido, perdiendo inútilmente su gente.

Informe de Pedro Stuart, comandante del navío Dragón.

Después se supo que parte de ellos, viéndose ya ir a pique, se quisieron volar, pero los demás se opusieron con las armas a su intento y cinco de los principales de ellos, viendo arriada la bandera, y sabiendo que no se podía volar el buque se echaron al agua con sus armas.

No hay duda de que a bordo del navío argelino iban embarcados unos cuantos fanáticos. Aquel comportamiento tan radical era desconocido en las marinas europeas y de ahí la incredulidad con que se mostraba Pedro Stuart en su informe.

Por el fuego que hicieron los dos navíos españoles se puede intuir lo que costó rendir a aquellos bárbaros, aunque con la fortuna de no haber tenido ningún oficial de guerra, ni guardiamarina, herido ni muerto.

La Gaceta de Madrid informó de 25 heridos y 3 muertos en los dos navíos españoles. Fernández Duro da 29 bajas, atribuyéndose la moderación a las precauciones adoptadas por el Comandante.

Los navíos Dragón y América dispararon, en los cuatro ataques, 4.444 cañonazos y 4.660 disparos de fusil. Llama la atención el número de disparos, pero hay que tener en cuenta los días que estuvieron de persecución y el estado final del navío argelino, que acabó hecho un colador.

Fueron apresaron 323 turcos, 6 renegados y conseguido la libertad de 50 cautivos. Quedaron esclavos 69 argelinos y muertos de los mismos 190.

Como curiosidad, mencionar que cuatro de aquellos prisioneros se convirtieron al cristianismo. Así lo detallaba la Gaceta de Madrid del 29 de agosto de 1752:

Participan de Cádiz que el día 22 de junio se bautizaron en la catedral de esta ciudad cuatro moros, de los que el Jefe de Escuadra don Pedro Stuart apresó en el combate naval que tuvo con los navíos argelinos a fines del año pasado, habiendo sido su padrino don José Campins, capellán de la Real Armada, quien los había instruido en los misterios de nuestra Santa Fe Católica, poniéndoles los nombres de Fernando José María, Jacobo José María, Antonio José María y Francisco María José, a cuya función asistieron los guardiamarinas, y muchos oficiales de la guarnición.

Fernández Duro da la cifra de 564 tripulantes en el Danzik, de los cuales 194 murieron en combate o ahogados. Una auténtica carnicería poco usual en los combates navales de la época con pocas unidades implicadas.

Recompensas

La rendición y destrucción del navío insignia de la marina de la Regencia de Argel no era algo baladí.

Además, el buen hacer de los comandantes españoles, sobre todo de Pedro Stuart, no pasó inadvertido al ministro Ensenada, que elevó el informe de los hechos al Rey.

Este quedó muy satisfecho y no se hicieron esperar las prebendas:

He leído al Rey y oído S. M. con mucha satisfacción la relación que V. E. acompaña con carta de 19 del corriente, del combate que tuvo con gloria de las armas reales D. Pedro Stuart y Portugal con los dos navíos de su cargo, Dragón y América, sobre el cabo de San Vicente, con la Capitana y Almiranta argelina, habiendo logrado poner en fuga este último bajel, bien maltratado, y quemar la Capitana enemiga, haciendo cautiva la mayor parte de la tripulación y guarnición. Y enterado S. M. muy pormenor de todas las circunstancias de tan bizarra función, y del valor y acertada conducta con que han peleado y maniobrado D. Pedro Stuart y Portugal, D. Luis de Córdoba, y a su ejemplo los oficiales, guardias marinas, tripulaciones y guarniciones, ha resuelto S. M. que V. E. manifieste a todos su real agrado, y a D. Pedro Stuart, que S. M. le ha promovido a Jefe de escuadra, y a capitanes de navío al Marqués de Casinas y a D. Juan Ignacio Salaverria, segundos de los expresados navíos, y ha concedido a D. Luis de Córdoba la encomienda de Vetera en la Orden de Calatrava. Asimismo ha resuelto S. M. se gratifique a las tripulaciones y guarniciones de ambos bajeles (exclusos oficiales mayores y guardias marinas) con el importe de una paga de sus sueldos respectivos; que si los que han muerto en el combate o después de él de resultas de las heridas eran casados, se asista a las viudas con las dos terceras partes del sueldo que gozaban los maridos; y que a los heridos que quedasen imposibilitados de servir, se les asista con el sueldo de inválidos en cual quier parte que los quieran disfrutar. Madrid 25 de Diciembre de 1751.—El Marqués de la Ensenada.

Galería biográfica de los generales de Marina, tomo III, pág. 402. «La Armada española…». Fernández Duro.

Y así acabó un combate brutal en el que los argelinos demostraron gran valor y aguante, aunque perdieron mucha gente sin razón como hemos visto.

A los españoles les costó más de lo esperado rendir al navío Danzik debido al mal estado de la mar, que complicó sobremanera las evoluciones de sus navíos. Pero la constancia y buen hacer de estos dio sus frutos, sin apenas bajas ni daños de consideración y los enemigos se quedaron sin el mejor buque de guerra que tenían.

Notas

  1. Don Pedro Fitz-James Stuart y Portugal era hijo del Duque de Berwick y Liria y de la Duquesa de Veragua, y por cesión de su hermano mayor usó desde 1764 el título de marqués de San Leonardo.
  2. Un Arráez era el equivalente a un comandante o capitán de buque.
  3. El 2 de junio de 1758 la división de tres navíos españoles, Soberano, Héctor y Vencedor, alcanzó y apresó, sobre Cabo de Palos, al navío Castillo Nuevo. Este acabó en tal mal estado que terminó hundiéndose.
  4. Los navíos españoles llevaban en su batería baja cañones de a 24 libras y de 18 en la superior, siendo la del navío Danzik seguramente de a 24 libras con la que podía hacer uso de ella a pesar de la mala mar que había, al contrario que los españoles, de ahí que el autor diga que era muy floreada y hermosa.

Fuentes

  • «Relación del combate que tuvo el capitán de Navío D. Pedro Stuart y Portugal con la Capitana y Almiranta de Argel, el Dansik, al cual tras un cruento y prolongado combate le obligaron a arriar su bandera». Gaceta de Madrid: 52, de 28/12/1751  
  • «La Armada española desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón». Cesáreo Fernández Duro.

Compartir
Twittear
Pin