Por Juan García (Todo a Babor)
Índice
Introducción
No hace mucho relatábamos en esta misma web el apresamiento del navío argelino Danzik, por parte de una división española. En dicho artículo comentábamos que, unos pocos años después de aquel suceso, otra división española acabaría apresando al navío argelino que de allí escapó.
Y es ese capítulo el que pasamos a detallar a continuación: el del apresamiento y posterior destrucción del navío Castillo nuevo.
El día 2 de junio de 1758 salió de Cartagena una división de la Real Armada compuesta por los siguientes navíos:
- Navío Soberano. De 70 cañones. Al mando del capitán de navío Isidoro García del Postigo, que a su vez mandaba la división al ser el mando más antiguo.
- Navío Vencedor. De 70 cañones. Al mando del capitán de navío Francisco Tilly.
- Navío Héctor. De 70 cañones. Al mando del capitán de fragata Fernando del Campillo.
Las órdenes eran recorrer la costa, para ahuyentar los argelinos, que acostumbran invadirla.
A las ocho de la mañana del día 9 de junio divisaron tres embarcaciones que iban de la vuelta del Sur. Inmediatamente Del Postigo ordenó la caza, intentando cortarles el rumbo que llevaban. A las diez de la mañana arribaron los argelinos al SSO, con viento flojo.
A las dos de la tarde viró el buque más pequeño tomando la vuelta del SSE, separándose de las otras dos embarcaciones mayores, que viraron por avante, en vuelta del N. quedándose al pairo, con las gavias.
Después se supo que aquella embarcación que se había separado era una presa hecha por los argelinos (y marinada por ellos) que desapareció de la zona, a cubierto de los otros dos buques.
Estos eran el llamado Castillo nuevo (una castellanización de su nombre original), navío de 60 cañones con calibres de 18, 12 y 8 libras y Capitana de Argel al ser destruida la anterior, como vimos en el artículo del Danzik. El navío Castillo nuevo estaba mandado por el arráez Mahamud Rais (sic).
El otro buque era una fragata de 40 cañones, nombrada la Caravela, mandada por un renegado llamado Achi-Mofafá (sic). Como es lógico, esta fragata también tiene el nombre original castellanizado.
Se inicia el combate
A las dos y media de la tarde los argelinos largaron sus banderas y gallardetes argelinos, asegurándolos con un cañonazo como era costumbre.
Intentando que los argelinos no se fueran al comprobar que lo que se les echaba encima eran tres navíos de línea, los españoles enarbolaron banderas y gallardetes ingleses, en otra muestra más de táctica de la bandera falsa que tanto se usaba por entonces por todas las marinas.
Pusieron esas banderas porque en aquel momento los argelinos no estaban enfrentados a los británicos. Si los españoles lograban que se tragaran el ardid, al menos durante un tiempo, podrían acercarse lo suficiente para combatirlos sin que se les escaparan.
Y, efectivamente, los argelinos cayeron en la trampa, ya que marearon acercándose a los navíos españoles, confiados en que los «amigos británicos» los reconociesen.
Estos estaban ya en línea de combate de esta forma: El Vencedor en vanguardia, en el centro el Soberano y el Héctor en la retaguardia.
El arráez argelino no estuvo muy fino al quedarse al pairo viendo como una escuadra se les echaba encima en perfecto orden de combate. Así, a las cuatro de la tarde, desde el navío Soberano se hizo señal de largar las banderas nacionales y romper el combate.
Empezó disparando sus baterías el navío Vencedor, seguido del Soberano que lo hizo en sucesión; siendo ambas descargas bien dirigidas y frecuentes.
Los argelinos, seguramente más que sorprendidos, correspondieron con ardor. Pero de nuevo, y tal y como pasó con el Danzik que se quedó solo, la otra embarcación que auxiliaba al navío Castillo nuevo, la fragata Caravela, que estaba por su popa, se puso en huida, arribando al SSE forzando de vela.
El navío Héctor inmediatamente emprendió su persecución, batiéndolo con sus cañones de caza de proa, al tiempo que la fragata argelina hacía lo propio con los de popa. Aquello ocurrió desde la cinco y media de la tarde hasta que al caer la noche se los perdió de vista.
Mientras tanto, los navíos Vencedor y Soberano se afanaban en combatir contra el navío Castillo nuevo.
Batiendo al comandante argelino con recíproco ardor, midiendo su vela, con la que él largaba para separarle de la función.
El buque argelino quedó desarbolado a las siete y media de la tarde del mastelero de sobremesana y del mayor a las nueve y media de la noche. Ese fue el momento que aprovechó el Soberano para cañonearlo sobre bordos cortos, a guerra galana, por si lograba salvar el casco.
Pero, tal y como ya pasó con el navío Dansik, los argelinos no tenían ninguna intención de rendirse, sino combatir hasta el final.
A diferencia de las marinas europeas, si un arráez argelino perdía un buque de guerra y lograba sobrevivir, no le esperaba un consejo de guerra como sí pasaba a los europeos, sino que lo más probable era la muerte. Quizás por ello se mostraban tan obstinados aún cuando era evidente que no podían ya no ganar el combate, sino simplemente escapar.
Pero a las once de la mañana el Castillo nuevo estaba ya enteramente desarbolado, a merced de las descargas de los cañones españoles que disparaban a placer. A las doce recibió la última de las descargas hasta que los navíos españoles reanudaron el combate a la una menos cuarto, decididos a terminar de una vez con ellos.
El Castillo nuevo se va a pique
No hizo falta más combate, pues los argelinos ya se habían rendido cuando se acercaron de nuevo los españoles, pidiendo buen cuartel y que se les enviara los botes para recoger a los cristianos y moros que no sabían nadar, ya que el buque se hundía irremediablemente.
Desde los navíos españoles se les respondió que se mantendrían a su costado hasta el amanecer, que sólo faltaba dos horas para ello. Y ahí cesó el combate propiamente dicho.
Nada más romper el alba desde el navío Soberano se mandó el bote y el serení con oficiales, carpinteros, calafates, para reconocer si se podía conservar el casco.
Sin embargo, se llegó a la conclusión, tras su reconocimiento, de que era imposible salvar el buque, ya que tenía los costados hechos una criba y tenía seis pies de agua en la bodega.
Se transbordaron así los heridos y todos los cristianos cautivos a los navíos españoles. Tras estos se recogieron todos los demás, ya que se iba a quemar el buque argelino, lo que fue ejecutado a las ocho y media de la mañana.
En el navío Soberano se recogieron a 135 turcos y moros, entre los que estaban el primer y segundo arráez, además de dos oficiales; también 27 cautivos cristianos, entre los que se encontraban holandeses, hamburgueses y un irlandés.
En el navío Vencedor se recogieron 171 turcos y moros y 26 cautivos cristianos.
Buscando a la fragata Caravela
Tras prender fuego al navío Castillo nuevo, los buques españoles maniobraron en demanda del Héctor, del que nada se sabía después de haber ido en persecución de la fragata Caravela.
Avistaron al navío español al día siguiente. Estos comunicaron a los otros dos buques que habían desarbolado a la fragata de los masteleros de gavia y sobremesana. Pero la noche anterior les había sobrevenido una turbonada por el NE y se alejaron de su presa, por lo que estos conjeturaron que la fragata argelina se habría ido a pique:
Respecto a hallarse cerca de Tetuán, y correr el viento travesía de esta costa y no haberla encontrado después de haber pasado la turbonada; por cuya razón, y la de considerarse muy inmediato a tierra, se vio precisado a virar la vuelta de afuera por tener sus palos y masteleros muy maltratados, mucha maniobra cortada y todo el velamen destruido.
Los tres navíos españoles se pudieron de nuevo a la vela, por rumbos distintos, tratando de encontrar algún resto de la fragata Caravela.
El comandante del navío Vencedor, que había llegado hasta las Alhucemas al amanecer, dio aviso de haber encontrado varios pedazos de vergas y masteleros, al parecer de fragata. El comandante del Héctor, a su vez, dijo haber encontrado un casco como de fragata cerca de la costa entre dos Aguas, por lo que pensaron que se trataría de la Caravela echada a pique.
Fernando del Campillo, el comandante del Héctor, aseguró que «por el daño recibido, es imposible quede en estado de servir«.
Daños y bajas
Los españoles averiguaron que la embarcación que se había separado del navío y la fragata argelina, al principio de la acción, era una pequeña fragata de Hamburgo, apresada por aquellos. Su tripulación era la que estaba en el navío Soberano. Al parecer, esta había sido la única presa que habían hecho los argelinos en aquella salida.
Con respecto al Castillo nuevo, antes de su rendición los argelinos (según su costumbre), habían arrojado al agua todas sus armas y cuanto tenían a bordo.
El arráez argelino informó haber perdido en combate más de cien hombres. Por los recogidos en el Vencedor, se supo que se habían ahogado 44 hombres.
Las bajas españoles fueron, en comparación, muy escasas.
En el navío Soberano no hubo ningún muerto, sólo algunos heridos contusos causados además por el manejo de la propia artillería; y la herida que recibió en una pierna, de un trozo de palanqueta enemiga el segundo comandante Juan del Postigo.
En el navío Vencedor murió un soldado y hubo once heridos, uno de los cuales estaba expirando. En el navío Héctor quedó herido un grumete, que perdió un dedo por una bala de fusil, además de cuatro contusos, también causado por el manejo de la propia artillería. No olvidemos que sólo mover estos enormes cañones navales ya suponía un riesgo para sus sirvientes.
En palabras de Fernández Duro, tal diferencia de bajas entre españoles y argelinos era…:
Nuevo indicio de no estar los moros muy duchos en el manejo de sus cañones.
Tras el combate, los navíos españoles regresaron a Cádiz, donde arribarían el día 15 de junio.
Y así terminó otro de los buques principales de Argel, que en pocos años había perdido dos de sus más grandes unidades a manos de los españoles y prácticamente de la misma forma.
Anexo: Munición empleada en el combate por los buques españoles
Navío Soberano:
Tipo de munición | Total | |
Bala rasa de 24 libras | 448 | 796 |
Palanqueta de 24 libras | 72 | |
Metralla de 24 libras | 276 | |
Bala rasa de 18 libras | 400 | 1018 |
Palanqueta de 18 libras | 202 | |
Metralla de 18 libras | 416 | |
Bala rasa de 8 libras | 62 | 98 |
Metralla de 8 libras | 36 |
Navío Vencedor:
Tipo de munición | Total | |
Palanqueta de a 24 libras | 84 | 1360 |
Palanqueta de a 18 libras | 180 | |
Bala rasa de los tres calibres | 178 | |
Metralla de los tres calibres | 918 |
Navío Héctor:
Tipo de munición | Total | |
Bala rasa de 24 libras | 472 | 727 |
Palanqueta de 24 libras | 46 | |
Metralla de 24 libras | 209 | |
Bala rasa de 18 libras | 472 | 1055 |
Palanqueta de 18 libras | 181 | |
Metralla de 18 libras | 402 | |
Bala rasa de 8 libras | 221 | 394 |
Metralla de 8 libras | 173 |
Resumen de los disparos efectuados por los tres navíos de tiros de fusil y de cañón:
Tiros de fusil | Tiros de cañón | |
Soberano | 816 | 1.912 |
Vencedor | 1.500 | 1.360 |
Héctor | 1.709 | 2.176 |
Total | Total | |
4.025 | 5.448 |
De estas cifras podemos deducir que tanto el navío Vencedor como el Héctor se debieron acercar mucho al navío Castillo nuevo para estar a tiro de fusil, ya que sobresale el número de disparos efectuados por estos dos buques.
El Héctor, además, sobresale en el número de disparos de cañón. Al estar de caza de la fragata, debió utilizar mucha munición para desarbolar a la Caravela y luego combatirla hasta que por causas de la meteorología como vimos, tuvo que cejar en su empeño.
Fuentes
- Documento: «Relación del combate que tuvieron los navíos Soberano, Vencedor y Héctor del mando del capitán de esta clase don Isidoro del Postigo, que montaba el primero, en el día 9 del corriente, estando N. S. con Torremolinos, en distancia de 9 a 10 leguas, con la Capitana de Argel, nombrada El Castillo Nuevo, del porte de 60 cañones de los calibres de 18, 12 y 8, siendo su comandante el Arráez Mahamud Rais: Y con la fragata también argelina, nombrada La Caravela, del porte de 40 cañones y su comandante Achi-Mofafá, renegado«. Revista de Historia Naval. Publicaciones de Defensa.
- «Armada Española (desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón)». Cesáreo Fernández Duro.