Combate naval de Cañete, 1615

Por Santiago Gómez Cañas
Autor del libro: «Historiales de los navíos de línea españoles, 1700-1850»

Dos galeones de la Armada del Mar del Sur, al mando del general Rodrigo de Mendoza, apoyados por varios mercantes y buques auxiliares, son derrotados, al sur de Lima, los días 17 y 18 de julio de 1615, por la escuadra neerlandesa del almirante Jorin van Spilbergen

Antecedentes

La guerra entre monarquía española y las Provincias Unidas había comenzado en 1568 por la independencia de estas últimas. Cuatro de las siete provincias del norte protestante tenían acceso al mar y llegaron a controlar el comercio en el Atlántico Norte y el Báltico, además de obtener mercancías de África y el Oriente a través del comercio con los portugueses.

El cierre de este comercio, tras la anexión de Portugal a la corona española de Felipe II en 1581, obligó a los comerciantes holandeses a buscar nuevas rutas que los llevaran a Oriente, creando en 1602 la Compañía de las Indias Orientales, con amplios poderes, no solo comerciales, pues podían establecer colonias, atacar otras naves extranjeras y hacer la guerra.

El poder marítimo de las Provincias Unidas, que habían alcanzado su independencia de facto, era imparable

Durante la guerra de 80 años, finalizada con la paz de Münstern en 1648, hubo una tregua de doce años, que comenzó en 1609, pero en estos acuerdos no estaban incluidos los territorios americanos ni asiáticos.

Todas las expediciones holandesas tenían por finalidad comerciar con sus productos y adquirir las preciadas especias de Oriente, pero no iban a despreciar el comercio en los territorios españoles de la costa de Pacífico y, si era posible establecer una colonia en el extremo sur de América que sirviera de base a sus expediciones asiáticas.

Pero no tuvieron éxito, por lo que se optaron por atacar y destruir, y en muchas ocasiones lo consiguieron, dado lo difícil que era defender con eficacia tan extensos territorios costeros.  

La expedición neerlandesa de Spilbergen

La expedición, organizada por la Compañía de las Indias Orientales, comenzó a fraguarse a comienzos de 1614, destinada a las Molucas. Su mando fue confiado al almirante Joris van Spilbergen, que en realidad era de origen alemán y se llamaba Georg Spilberg.

Cuatro de los buques se alistaron en Amsterdam, Groote Sonne (Gran Sol), Groote Maan (Gran Luna), Jager (Cazador) and Meeuw (Gaviota), el Aeolus, que procedía de Zelanda, y el Morghen-sterre (Estrella Matutina), de Rotterdam. El número de hombres embarcados en la escuadra oscila entre 700 y 1.200. 

El 8 de agosto de 1614 zarpan de Texel los seis buques. Sus órdenes eran entrar en el océano Pacífico por el estrecho de Magallanes, saquear la costa española, comerciar con sus productos si era posible, dirigirse a las Filipinas para interceptar el Galeón de Manila e incorporarse al comercio holandés en Molucas.  

Después de varios encuentros con los portugueses en la costa de Brasil, donde dos de sus lanchas con 30 hombres son capturadas por los nativos, llegaron al estrecho de Magallanes el 28 de marzo de 1615.

Cruzan el estrecho, entran en el océano Pacífico a primeros de mayo y se dirigen a la isla Mocha, donde reciben víveres de los indios mapuches a cambio de productos.

La escuadra holandesa había perdido al Meeuwe, que se separó en el estrecho de Magallanes. Algunas fuentes mencionan que desertó en la costa de Brasil.  

El 29 de mayo fondean entre Punta Lavapié y la isla Santa María, en la costa chilena. El gobernador Hinojosa trató de capturar a Spilbergen y a sus oficiales invitándolos a una cena al día siguiente, pero descubren a las tropas españoles y se retiran a sus buques.

El 31 de mayo desembarcan unos 250 soldados y marineros, saquean y queman algunas casas y se llevan algunos víveres, además de varios prisioneros que hizo en las escaramuzas, embarcando de nuevo, sin poder evitar que escapara una nave española, que informa en Valparaíso de lo sucedido.   

Informados por los prisioneros de la salida de Callao, en abril de tres buques de guerra, los holandeses se hacen a la vela el 1º de junio en su busca, llegando a Valparaíso once días más tarde.

Más de 200 hombres avanzaron en botes hacia el puerto, que son repelidos por los españoles con sus disparos. Para evitar su captura, los españoles hunden al galeón mercante San Agustín, que se encontraba cargado y listo para hacerse a la vela rumbo a Callao.

Los holandeses encuentran la ciudad vacía. Habían quemado sus casas y huido con sus pertenencias. Spilbergen, acosado por la milicia de la ciudad, ordena reembarcar y, con las manos vacías, puso rumbo norte, hacia el puerto de Callao, fondeando la tarde del 12 de julio en Cerro Azul

Defensa española

El virrey de Perú Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, desde 1607, contaba con experiencia administrativa, había sido virrey de Nueva España de 1603 a 1607, y no le faltaba experiencia militar al haber participado con la campaña militar de Portugal en 1580 a las órdenes del Duque de Alba. 

Para la defensa del inmenso litoral contaba con la Armada del Mar del Sur, creada a raíz de las incursiones del pirata inglés Francis Drake en 1579, que contaba con pocas naves y su principal función era escoltar el envío anual de caudales a Panamá.

El espionaje español en Flandes era tan eficiente que logró averiguar el lugar y momento del ataque holandés y así se advirtió a las autoridades del virreinato del Perú.

En ese momento contaba con los galeones San José, Santa Ana, ambos mandados construir en 1609, el 2º construido en Guayaquil entre 1610 y 1612, Jesús María, también llamado Buen Jesús, construido entre 1600 y 1602 en Guayaquil, Nuestra Señora de las Mercedes y Nuestra Señora de la Visitación, a los que se podían unir buques mercantes armados o con tropa a bordo, pero se había reducido el presupuesto de la Armada y faltaban mosquetes, municiones, pólvora y lo necesario para que Armada estuviera alistada de forma adecuada.

Llegada a Lima la noticia de la salida de Spilbergen de Roterdam, el virrey ordena la carena de los galeones Jesús María y Mercedes, mientras es resto se encuentran escoltando la plata y el azogue a Panamá.

Se forman varios escuadrones de caballería y tres regimientos para la defensa de Lima y Callao. A Rodrigo de Mendoza, sobrino del virrey, se le ordena zarpar con los galeones Jesús María, 24 cañones y 400 hombres, Santa Ana, 14 cañones y 280 hombres, un patache y otras dos naves menores, y explorar la costa sur en busca del enemigo neerlandés, mientras al general Antonio de Beaumont y Navarra pone rumbo a Arica a recoger la plata con los galeones San José, Mercedes y un buque mercante propiedad de Diego de Simancas.

Llega a Arica el 5 de abril y regresa a Callao la noche del 21 de abril. Se hace de nuevo a la vela el 12 de mayo rumbo a Panamá con los galeones San José, Mercedes y Visitación para llevar los caudales de la Real Hacienda y de particulares y traer a la vuelta al nuevo virrey del Perú, el Príncipe de Esquilache.

El 15 de mayo regresan a Callao los dos galeones y el patache al mando de Rodrigo de Mendoza sin haber encontrado a la escuadra enemiga.  

El virrey marqués de Montesclaros había cometido un grave error, había dividido sus fuerzas.

Se mostró demasiado confiado, creían que la larga navegación causaría daños en la escuadra holandesa. Poco después se pudo confirmar la presencia de la escuadra enemiga con las noticias llegadas de Valparaíso con la nave española escapada de Santa María.

El presidente y gobernador de Chile, Alonso de Ribera, escribe al virrey sobre la llegada a Santa María, el 29 de mayo, de cinco naves. Dispuso el virrey la salida del general Rodrigo de Mendoza con el almirante Pedro Álvarez del Pulgar al mando de los dos galeones disponibles.

Rodrigo de Mendoza era sobrino del virrey, hombre valeroso, pero poco entendido de asuntos de la mar. Pedro Fernández del Pulgar, almirante y segundo al mando, que había sido general de la Armada del Mar del Sur, es al que hubiera correspondido el mando por su experiencia y mayores conocimientos

El 10 de julio llega a Callao desde Arica el buque Fortuna, al mando de Juan Ramón, con noticias actualizadas de los holandeses. Uno de sus galeones había entrado el 2 de julio en Arica, mientras los otros cuatro quedaron en alta mar.

En los días siguientes llegaron a Callao unos mil hombres de infantería, embarcando unos cientos en los galeones y varios mercantes, y quinientos de caballería.

Poco después, la escuadra enemiga aparece sobre Chincha, ordenando la salida de los buques españoles de Callao, zarpando el 12 de julio los dos galeones de la Armada, los navíos mercantes Nuestra Señora del Carmen y San Diego y el patache Nuestra Señora de Altagracia, a los que se unen la mañana siguiente los mercantes San Francisco y Rosario, llevando a bordo de los siete buques unos 1.240 hombres. 

"Almirante Joris van Spilbergen en la batalla frente a las costas del Perú, 17 de julio de 1615".
«Almirante Joris van Spilbergen en la batalla frente a las costas del Perú, 17 de julio de 1615». Pintura de Simon de Vlieger. Gallery Rob Kattenburg. La pintura muestra al «Jesús María», el buque insignia español, acudiendo en ayuda del vicealmirante a bordo del «Santa Ana», que está bajo un intenso fuego del «Maan», el buque del vicealmirante neerlandés, apoyado por Joris van Spilbergen en el «Zon» (izquierda) y el «Aeolus» (derecha, detrás del «Jesús María»). En el fondo los barcos españoles restantes están huyendo del lugar. Finalmente, el «Santa Ana» se hundió y su tripulación fue llevada a bordo del «Jesús María», que logró escapar en la creciente oscuridad.

Orden de batalla

Los datos que nos han llegado de la composición de la escuadra de Spilbergen y la española de Mendoza son bastante confusos, dependiendo de la fuente a la que se consulta.  

Escuadra neerlandesa

  • Capitana. Galeón Groote Zon, Groote Son (o Sonne), traducido como Gran Sol. 450-600 toneladas. Almirante Joris van Spilbergen; 40 piezas artilleras, entre ellos 4 de bronce de 24 libras, 4 medias culebrinas de bronce de a 8 libras, y el resto de hierro de 5 a 12 libras, además de 12 pedreros; 286 hombres (mayo 1615). 
  • Almiranta. Galeón Groote Maan (Gran Luna), también llamado Halve Maen. 450-600 toneladas. Vicealmirante Claes Maartensz Thoveling; 40 cañones; 228 hombres (mayo 1615). 
  • Galeón Aeolus. 350-400 toneladas. Al mando de Job Cornelissen; 24 cañones, y podría llevar hasta 12 pedreros; 166 hombres (mayo 1615).  
  • Galeón Morgenster (Estrella Matinal), también escrito Morghen-Sterre. 350-400 toneladas. Al mando de Maerten Pieterssen Cruyck; 20 cañones (8 de bronce), más 10 pedreros. 165 hombres (mayo 1615). 
  • Patache Jager, también llamado Jagher. De 100 toneladas, pero en algunas fuentes aparece como de 400; 8 cañones (2 de bronce) a finales de 1614, 4 cañones de bronce, 10 de hierro y 10 pedreros en mayo 1615. 86 hombres (mayo 1615). 
  • Contaba con cuatro lanchas grandes y cinco pequeñas. 

Escuadra española

  • Capitana. Galeón Jesús María. 550-600 toneladas. General Rodrigo de Mendoza, asistido por el general Fructuoso de Ulloa. (Capitán Pedro Delgado, según Marley y Fdez. Duro); 22 a 24 cañones (podía llevar hasta 30); 460 a 500 hombres (300 de mar y guerra, además de un sargento mayor y las compañías de los capitanes Pedro Delgado y Diego Mejía Venegas, cada una con 100 mosqueteros, un alférez real, 24 alférez y sargentos, con sus pajes y sirvientes).  
  • Almiranta. Galeón Santa Ana. 350 toneladas. 12 cañones (podía llevar 30). Almirante Pedro Álvarez del Pulgar y su segundo al mando el capitán Gaspar Calderón de Caviedes. Piloto Hernando Quintero. Con una dotación de 162 soldados, 52 marineros, 25 artilleros y 10 grumetes, llevaba hasta 300 hombres al embarcarse numerosos caballeros y sus sirvientes. Al mando de la compañía de soldados estaba el capitán Domingo de Abustinza (Bustinza), teniente de la guardia del virrey. Entre los soldados se encontraba un personaje llamado Alonso Díaz Ramírez de Guzmán, que en realidad era Catalina de Erauso, la Monja Alférez. 
  • Patache Nuestra Señora de Altagracia. En varias fuentes aparece nombrado como Rosario. 4 cañones. 120 hombres, que se elevan a 150 si se cuentan a varios personales de la alta alcurnia y sus sirvientes. Capitán Iñigo de Ayala, según Bradley, al mando de Juan de Alberdín, según Marley y Fdez. Duro.   
  • Galeón mercante armado Carmen. 8 cañones (4 de ellos de bronce). 150 a 200 hombres. Capitán, el maestre de campo Diego Bravo de Sarabia, según Bradley. Capitán Baltasar de la Coba (o Covas), según Marley y Fdez. Duro).  
  • Galeón mercante armado San Diego, también llamado Santiago. 8 cañones. Entre 80 y 150 hombre, según las fuentes. Era su capitán el maestre de campo Jerónimo de Peraza, según Bradley.  
  • Galeón mercante San Andrés alias Rosario. Sin artillería. 80 mosqueteros y 25 marineros. Capitán Juan de Nájera. 
  • Galeón mercante San Francisco. Sin artillería. 70 mosqueteros y 20 marineros. Al mando de Juan Arce de Albendrín. (Bradley) 
  • La armada también contaba con 3 pequeños botes de remos, llamados chinchorros, a cargo de los capitanes Juan de Villegas, Juan de Aramira y Gonzalo Alonso. 

La batalla de Cañete

Combate del día 17 de julio

Habíamos dejado a las naves neerlandesas fondeadas en Cerro Azul, puerto de Cañete, la tarde del 12 de julio, mientras la escuadra de Mendoza había zarpado ese mismo día para ir a su encuentro.

Spilbergen no pudo hacerse a la vela por falta de viento, enviando el 14 de julio dos chalupas a tierra con soldados y mercancías para intentar venderlas, siendo recibidos por 50 arcabuceros y piqueros y, tras el intercambio de disparos, reembarcan en sus naves.

Este encuentro es conocido ese mismo día en Callao, siendo enviado en una lancha el capitán Juan Alonso a encontrarse con los buques del general Mendoza, que estaban a menos de diez leguas de Cerro Azul, y trasladarle las órdenes del virrey: enfrentarse al enemigo y destruirlo.

Los dos galeones de la Armada del Mar del Sur y el patache llegan a la boca del puerto de Cañete la mañana del 17 de julio. Encuentran al enemigo fondeado, pero con el viento a su favor, por lo que Mendoza maniobra para ganar el viento y esperar al resto de los buques la escuadra, que llegaban retrasados.

En buques tan heterogéneos era difícil navegar unidos, los mercantes se rezagaban y para mayor desgracia la almiranta Santa Ana no se encontraba en las mejores condiciones y también se rezagaba. En esa espera, el enemigo trata de escapar hacia el norte, descubiertos por la lancha del capitán Alonso, que volvió para informar a Mendoza.

Este envió otra lancha a la almiranta a las ocho de la noche para ordenar a Álvarez Pulgar que forzara la vela, quejándose de que no se había enfrentado al enemigo por no estar la almiranta cerca, ordenando al resto de buques que siguieran la estela de la capitana.   

Eran las diez de la noche cuando la capitana Jesús María alcanzó a la capitana holandesa Groote Sone, comenzando los disparos de mosquetes y artillería.

Después que la capitana se alejara, le llegó el turno del galeón Santa Ana y después del San Francisco. Por la falta de viento, el San Francisco quedó a merced de los disparos del galeón holandés, que recibió tal castigo que estaba en peligro de hundirse, por lo que sus hombres intentaron salvarse tomando al abordaje por la proa al patache Jager, pero son rechazados, acabando por hundirse por los muchos disparos que tenía a flor de agua.

El capitán Albendin y unos pocos hombres son recogidos por la capitana española. Poco después, la corriente acerca la capitana al Jager y comienza a atacarlo, recibiendo gente en lanchas de la capitana y almiranta holandesas

Mientras tanto, el patache español está cerca de ser capturado por el Groote Maan, siendo salvado por el apoyo prestado desde el galeón Carmen por su capitán Sarabia, que se interpuso entre ellos, y por el Rosario.

Tampoco la almiranta española Santa Ana estuvo ociosa, enfrentándose hasta las tres de la mañana al Aeolus y al Morghen-Sterre, que se habían alejado de su almiranta por las corrientes. El cansancio y la necesidad de reparar los daños más importantes, hizo que las dos escuadras se separaran

Combate del 18 de julio

Al amanecer del 18 de julio la situación era caótica para los españoles, por los mismos combates, la falta de viento y las corrientes.

Los tres mercantes españoles estaban casi indemnes y separados, mientras los holandeses se mantenían unidos.

El combate se reanuda al atacar los holandeses a los mercantes San Diego y San Andrés. El general Mendoza se dispone a acudir a su auxilio, pero cambia el rumbo y el objetivo al observar que, sobre las nueve de la mañana, es atacado por tres holandeses el galeón Santa Ana, que por ser buque de mal gobierno había quedado a sotavento.

Mendoza consigue poner su galeón al costado de la capitana holandesa para abordarla, pero eran tantos los muertos y heridos que un abordaje hubiera fracasado.

A pesar de ello y, en la confusión del combate, saltaron a bordo de la nave enemiga Domingo de Loaisa, Juan Muñoz de la Fuente, Martín Flores y dos o tres soldados.

Cuando los dos galeones se separan, quedaron a bordo estos hombres luchando por sus vidas y todos murieron, excepto Martín Flores, que fue a popa, arrancó el estandarte enemigo, saltó al agua y llegó a nado a bordo del galeón Jesús María, a pesar de estar lleno de heridas. 

El galeón "Jesús María" acude al rescate del "Santa Ana", que está siendo combatido ferozmente por los neerlandeses.
El galeón «Jesús María» acude al rescate del «Santa Ana», que está siendo combatido ferozmente por los neerlandeses. Detalle de la pintura de Simon de Vlieger. Gallery Rob Kattenburg.

El galeón de Mendoza, aprovechando una ligera brisa, logra retirarse del combate, seguido por la capitana holandesa, de la que se separa al caer la noche, no así el Santa Ana, que en solitario soporta los cañonazos de la escuadra holandesa e incluso intenta el abordaje del que se encontraba más cercano, el Groote Maan, muriendo en el asalto el capitán Bustinza.

En varias ocasiones conminó Spilbergen al almirante Pedro Álvarez Pulgar a que se rindiera, pero seguía combatiendo, hasta que a la ocho de la noche se rinde ante el peligro de hundirse.

Varios botes holandeses se acercaron al Santa Ana para tomar posesión de la captura, pero se retiran cuando era evidente su pérdida. Algunos holandeses quedaron a bordo, confiando en poder hacerse con el botín, pero el galeón se hunde a las diez de la noche, con el almirante Pulgar a bordo, muchos tripulantes y algunos holandeses.  

Los holandeses regresaron a Cañete la mañana del 19 de julio, donde mataron a varios españoles de nuestra almiranta. Cuatro botes holandeses habían acudido al lugar del naufragio buscando al almirante Pulgar y a los oficiales.

Encontraron muchos náufragos, entre 60 y 70, matando a muchos de ellos y otros dejados a su suerte, rescatando del agua solo a 26, entre ellos al capitán Gaspar Calderón, dos pilotos, al franciscano Cristóbal Ruiz y a una mujer, Catalina de Erauso, la famosa «Monja Alférez».

Al menos cuatro llegaron a nado a la costa, entre ellos Domingo Barbero, que es enviado por el corregidor de Cañete a Lima para informar al virrey. 

Movimientos posteriores a la batalla

Las bajas holandesas, según sus fuentes, fueron de 40 muertos y entre 46 y 58 heridos, buena parte de ellos en el galeón Morghen-Sterre, con 16 muertos y entre 30 y 40 heridos.

Las bajas españolas no bajan de 500. El galeón Jesús María, con unos 60 muertos y 80 heridos, tuvo que entrar en Pisco, donde se le unieron el patache y el galeón Carmen, llegando los tres finalmente a Callao el 23 de julio. El San Diego y el San Andrés habían puesto proa a Callao tras el combate. 

Spilbergen se hace a la vela el mismo día 19 de julio y se presenta ante Callao. Al no encontrar a la capitana Jesús María supuso que también se había hundido.

La movilización en Callao fue general ante la amenaza del desembarco enemigo. El virrey había dispuesto que todos los vecinos, entre 18 y 50 años, tomaran las armas, consiguiendo reunir más de 3.700 hombres, 500 de ellos a caballo, incluidos a los clérigos y sacerdotes.

La mañana del 21 de julio, por orden del virrey, consiguen salir de sus fondeaderos 16 naves españolas, mientras que otras 36 no lo consiguen y quedan reunidos para su defensa.

Los buques de Spilbergen, que no consiguen capturar ninguno de ellos, entran en la bahía y comienzan a disparar contra el puerto, defendido por tres cañones, que alcanzan al enemigo.

Después de recibir algunos daños, sobre todo en el Jager, Spilbergen decide salir del puerto y pone rumbo norte el 26 de julio. 

Capturan una pequeña nave mercante, que había salido de Guayaquil cargada de azúcar y madera, incorporándola a su escuadra, al mando de Jan de Witt.

Fondean en Huarney el 28 de julio, abandonada por sus habitantes, por lo que no hubo resistencia cuando desembarcan para obtener víveres frescos.

Tras dejar en tierra a varios prisioneros, zarpan de nuevo el día 3 y llegan ante el puerto de Paita el 8 de agosto. Al día siguiente desembarcan 300 hombres para tomar la ciudad.

En esta ocasión, Juan de Andrade, corregidor de Piura, había organizado la defensa, construido trincheras y parapetos, con hombres de Piura y Loja e indígenas de Colán.

Las tropas tuvieron que embarcar de nuevo al no encontrar nada de provecho en el pueblo. El 10 de agosto ordena Spilbergen acercarse a tres de sus naves y bombardear la población.

Quedó en las cercanías del puerto varios días, a la espera de la llegada de los galeones de Panamá, pero se hizo a la vela el 21 de agosto con rumbo norte, llegando a la desembocadura del río Tumbes dos días después. Para el día 28 se encontraban en el golfo de Guayaquil, donde avistan al galeón mercante Nuestra Señora del Rosario, pero no les fue posible capturarlo

Mientras tanto, el resto de la Armada del Mar del Sur, los tres galeones del general Antonio de Beaumont, se hallaban en Panamá. El nuevo virrey, Príncipe de Esquilache, recibe noticias de la presencia de la escuadra enemiga en aguas chilenas el 21 de julio, y ordena reforzar la dotación de los galeones, haciéndose a la vela el 9 de agosto rumbo a Callao.

Encarga la defensa de Panamá al oidor más antiguo, Francisco Mando de Contreras. El 14 de agosto llega a Panamá una nave con cartas del virrey Montesclaros, informando de la derrota española en Cañete. Contreras reúne a unos mil hombres armados, cuatrocientos a caballo, entre los que se encuentran indios flecheros.  

En la navegación hacia el sur, los buques de Beaumont reconocen varias islas y ensenadas, mientras el galeón Visitación va quedando retrasado.

El 26 de agosto se reúnen, a la altura del cabo San Francisco, con el galeón Jesús María y el mercante armado Nuestra Señora del Carmen, enviados por el virrey Montesclaros a su encuentro.

Tras esa unión, es cuando se entera Beaumont y el nuevo virrey Príncipe de Esquilache de la derrota en Cañete y que la escuadra enemiga estaba en Paita, por lo que esperan al galeón retrasado.

Todos reunidos, llegan a Manta el 9 de septiembre, donde adquieren noticias de que el enemigo se había alejado de la costa, por lo que Esquilache desembarca el 16 de septiembre e inicia el viaje por tierra hasta Lima, mientras la Armada pone rumbo norte hasta Panamá al encuentro del enemigo y para defender ese importante enclave ante un posible ataque.

Al no encontrarlos, regresan a Callao, unos buques a finales de enero y el resto a primeros de enero.

Sin haber podido capturar a los tres galeones del general Beaumont en su regresó de Panamá, Spilbergen toma la decisión de llegar hasta Acapulco, perdiendo en la navegación a la pequeña nave al mando de Witt, que se hunde el 7 de septiembre.

Llegan a Acapulco el 11 de octubre y, después de un corto intercambio de disparos sin consecuencias, el gobernador Gregorio de Porres ofrece a Spilbergen una tregua, dados sus escasos medios para defenderse.

Se intercambiaron los últimos prisioneros, entre 20 y 36 según las fuentes, a cambio de víveres, leña y agua.

Poco después de hacerse a la vela, capturan al pequeño mercante San Francisco, cuando regresaba de la pesca de perlas en California, siendo incorporado a su escuadra con el nombre de Parel.

El día 10 de noviembre llegan los neerlandeses a Salagua, en Colima, donde intentan una tregua con su gobernador, el prestigioso navegante Sebastián Vizcaíno.

La mañana del 11 de noviembre desembarcan tropas, pero les estaban esperando las españolas, que obligan al enemigo a reembarcar tras combatir durante todo el día.

Uno de los buques del Galeón de Manila, el aviso Remedios, pues ese año habían salido de Manila dos galeones el 6 de agosto y un aviso el día 16, llega a Acapulco el 25 de diciembre de 1615, pocos días después de la salida de la escuadra enemiga.

Los buques holandeses ponen finalmente rumbo al oeste, a las islas Filipinas, y después a las Molucas. Los españoles consiguen la «revancha» al derrotar a Spilbergen en la segunda batalla de Playa Honda el 15 de abril de 1617. 

Consecuencias

La campaña de los holandeses en el verano de 1715 en las costas del Pacífico puso en evidencia la débil defensa de las pequeñas poblaciones, en contraste con las mayores ciudades como Callao o Panamá, el creciente poder naval holandés, capaz de organizar con éxito largas campañas lejos de sus bases.

Es evidente que Spilbergen estuvo a la altura de la misión encomendada, aunque fracasó en su intento de comerciar en los territorios españoles, dirigió su escuadra de forma enérgica, con claros objetivos.

Por el contrario, el virrey Montesclaros actuó de forma improvisada.

En 1614 había reducido el presupuesto de la Armada del Mar del Sur, afectando a su operatividad por la falta de suministros y dotaciones entrenadas, supliendo sus carencias con mercantes armados y con hombres poco preparados para la lucha en el mar.

El principal error, ya se ha comentado, fue dividir las escasas fuerzas de la Armada, cuando la presencia enemiga en aguas cercanas ya era conocida por el mando.

El segundo error, y no menos importante, fue designar al sobrino del virrey general de dicha Armada, valeroso, pero de poca experiencia, cometiendo numerosos errores. 

En contra de la opinión del almirante Pulgar, inició el combate cuando tenía su escuadra dispersa y estaba oscureciendo, dando lugar a que muchos disparos los recibieran naves propias, como también ocurrió en el bando holandés.

Durante la improvisada preparación de los buques en Callao, no se embarcaron lanchas y botes, por lo menos en número suficiente, que fue una desventaja táctica importante, sobre todo en el segundo día de combate por la dispersión de los buques españoles y falta de viento, mientras el holandés disponía de lanchas y botes capaces de llevar a las naves donde fueran más necesarias en el combate.  

Hubo muchos actos valerosos y podemos calificarlos de épicos, pero estos, por sí solos, no ganan las batallas, o casi nunca, por lo que se deseable que vayan acompañados por una estrategia defensiva adecuada, no dejando nada a la improvisación. 

Tras la derrota, el virrey envió a su sobrino Mendoza con dos galeones a reunirse en la costa norte con los galeones de la Armada, formando, ahora sí, una fuerza respetable de cuatro galeones de la Armada para enfrentarse al enemigo. Pero fue demasiado tarde. 

Bibliografía

  • Bradley, Peter T.: Spain and the Defence of Peru, 1579-1700. Lulu Enterprises Inc., 2009. 
  • Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tomo III. Museo Naval. Madrid, 1973.  
  • Marley, David.: Wars of the Americas: a chronology of armed conflict in the New World, 1492 to the present. ABC-CLIO, 1998. 
  • Pérez-Mallaina Bueno, Pablo Emilio; Torres Ramírez, Bibiano.: La Armada del Mar del Sur. Escuela de Estudios Hispano-Americanos. CSIC. Sevilla, 1987. 

Fuentes documentales

  • Archivo General de Indias (AGI). Panamá, 16, R. 7, N. 81. Carta del virrey marqués de Montesclaros al príncipe de Esquilache. Relación del combate. Callao, 20/07/1615. 
  • AGI. Panamá, 16, R 7, N. 81. Anexo a la carta del oidor Francisco Manso de Contreras, 23/09/1615. 
  • AGI. Lima 37, fol. 192-193v. «Relación del viaje del Príncipe de Esquilache al puerto de Manta»; fol. 195-200v, «Relación del suceso y pérdida de la Armada».  
  • AGI. Lima 146. Informe del fiscal Cacho de Santillana. Lima, 19/06/1616.   
  • AGI. Lima 221, n° 9, fol. 10.  
  • AGI. Lima 222, n° 10, fol. 7v-8 y 17v. 
  • AGI. México 28, n° 28, «Relación que hace el Capitán Gaspar Calderón de Caviedes del suceso de la Armada que salió del Callao en busca del enemigo holandés», 28/10/1615.   

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