Por Santiago Gómez Cañas
Autor del libro: «Historiales de los navíos de línea españoles, 1700-1850»
Este especial se compone de los siguientes artículos:
Primeros conflictos | Colonos en Montevideo | Guerra 1735-1737 | Tratado Madrid 1750 | Expedición Cevallos 1762 | Expedición Cevallos 1777
En 1756 estalla una nueva guerra entre las principales potencias europeas. España entró en guerra al lado de Francia en enero de 1762, con graves consecuencias para la Colonia, puesto que los portugueses se aliaron con Gran Bretaña.
El 30 de abril de 1762, el marqués de Soria entra en territorio portugués con 45.000 soldados, reforzados después por 12.000 franceses (1). A primeros de enero de 1762 zarpa de Cádiz la fragata armada con 26 cañones Victoria, al mando del teniente de navío D. Carlos José de Sarriá, con órdenes para el gobernador Cevallos de sitiar y tomar Colonia.
Cumpliendo las órdenes recibidas, D. Pedro de Cevallos, gobernador de Buenos Aires, comienza los preparativos con gran sigilo. A primeros de septiembre zarpó la escuadra española compuesta por una fragata, un navío de registro armado, tres avisos, doce lanchas grandes armadas y quince transportes, manteniéndose entre el 4 y el 7 de septiembre dando bordadas a la vista de la plaza hasta que éste último día anclaron y comenzó el desembarco.
Hasta el día 14 estuvo la tropa entretenida en el desembarco y pasaron varios días hasta que llegó la artillería de Montevideo el día 26. Al día siguiente llegaron 1.200 indios y el 1º de octubre emprendió la marcha del Ejército, comenzando el sitio a la Colonia el 5 de octubre de 1762.
Las operaciones del Ejército se desarrollaban según lo planeado, no así las operaciones navales por los graves problemas de entendimiento entre el gobernador Cevallos y el oficial Sarriá, que a su llegada fue puesto al mando de las unidades navales españolas. El 14 de octubre se hicieron a la vela 4 bergantines portugueses y, sin oposición alguna, sacan de la plaza sitiada, familias, plata y otros efectos.
Uno de ellos puso rumbo a las costas brasileñas, mientras que los otros tres regresan a la plaza el 17 de octubre con víveres y materiales necesarios para la defensa. A las órdenes de Sarriá se había puesto su fragata Victoria, el navío de registro Santa Cruz, propiedad de la compañía comercial de Mendinueta, tres avisos, ocho lanchas y tres corsarios.
Realizado el desembarco, y sin órdenes de Cevallos, se retiró a la costa cercana a Buenos Aires, a la ensenada de Barragán, desembarcó la artillería del navío Santa Cruz y parte de la fragata y se atrincheró en tierra, desobedeciendo las reiteradas órdenes para que regresara y combatiera a las embarcaciones portuguesas.
La contestación del oficial de Marina fue que no había venido de España luchar contra el contrabando. Después de innumerables cartas donde se le pedía ocupara su puesto con la escuadra, decidió zarpar el 17 de octubre, aunque realmente no salió de la ensenada hasta el día 29 y llegó a Colonia dos días después, cuando los portugueses ya habían capitulado (2).
El 31 de octubre de 1762 el gobernador de la Colonia, da Silva Fonseca, capitula y dos días después ondea de nuevo en sus murallas la bandera española. Sin detenerse, prosigue su campaña hacia el este, apoderándose el 19 de abril de 1763 del fuerte de Santa Teresa. Varios días después se apodera de Santa Tecla y San Miguel, llegando el 24 de abril hasta Río Grande de San Pedro, donde le sorprende la llegada de la paz.
La toma de la Colonia frustró un plan luso-británico de apoderarse de Buenos Aires y todos los territorios del Río de la Plata, donde, según este plan, quedaría la Banda Oriental para los portugueses y la Banda Occidental para los británicos.
Según estos planes, la Compañía de las Indias Orientales británica pondría el dinero, unas cien mil libras esterlinas, y las naves. En julio de 1762 el capitán John MacNamara zarpa de Londres rumbo a Lisboa con el navío de 62 cañones Lord Clive (3) y la fragata Ambuscade, de 40 cañones y al mando del capitán William Roberts. Eran antiguos buques de la Royal Navy comprados para esta expedición al Almirantazgo.
En Lisboa, el capitán MacNamara es nombrado jefe de escuadra y salen de la capital portuguesa el 30 de agosto con rumbo a Río de Janeiro. En este último puerto, su gobernador Gómes Freire, conde de Bobadela, les proporciona más naves, la fragata Nossa Senhora da Gloria de 38 cañones y otras ocho embarcaciones menores, donde embarcaron soldados al mando del teniente coronel Vasco Alpoin (4).
El 20 de noviembre zarpan de Río de Janeiro y se cruzan sin verse, ironías del destino, con varias embarcaciones que llevaban a los prisioneros portugueses de la Colonia. En su desconocimiento de la caída de la Colonia de Sacramento, se dirigían a tomar Buenos Aires para lo cual desembarcarían en la ensenada de Barragán. Llegados a la altura de Montevideo se enteran de la toma de Colonia por los españoles y se dirigen a Buenos Aires, pero por falta de prácticos no encuentran el canal de entrada que les llevaría por el río hasta la ciudad.
Regresa MacNamara a la zona de Montevideo, donde un buque portugués les trae noticias y la orden de regresar. En un consejo de guerra se decide atacar la Colonia y el 4 de enero de 1763 fondean en Riachuelo, cerca de Colonia, donde intentan varios ataques que son rechazados. Al mediodía del 6 de enero los tres buques mayores se acoderan por la banda de estribor frente a las fortalezas, el Lord Clive frente a Santa Rita, el Ambuscade frente a San Pedro Alcántara y el Gloria frente al de San Miguel, y comienza el bombardeo de la plaza, sostenido por ambas partes por unas cuatro horas.
Por causas que se desconocen, comenzó un voraz incendio en el navío británico que lo consumió por completo al estallar la santabárbara al anochecer, muriendo 272 hombres, incluido su capitán (5). Sesenta y dos hombres fueron rescatados por los españoles, mientras las otras dos unidades, muy averiadas, vuelven a Río de Janeiro (6). La fragata británica llegó con 80 muertos y heridos. Sólo cuatro españoles murieron en el fuerte.
La toma de la Colonia y el rechazo a la escuadra enemiga fue una de las mayores victorias que se habían dado hasta entonces en aquella parte de América, pero fue empañada por la actitud indecorosa y cobarde de un oficial ya conocido, el teniente de navío Sarriá (7).
Al mando de este oficial se encontraban en Colonia la fragata Victoria, el navío Santa Cruz, al mando del capitán Urcullu, y el aviso o paquebote San Zenón. Al aparecer la escuadra de MacNamara, ordenó Sarriá retirarse con la fragata Victoria lejos del fuego británico y portugués, quedando como única preocupación del enemigo los cañones de la plaza. Aunque este acto de abandonar el combate pudiera no ser tachado de cobardía ante fuerzas superiores, sí lo fueron los hechos que protagonizó posteriormente.
El teniente de navío Sarriá, con el resto de oficiales, abandona la fragata en un bote y se dirige a la cercana isla de San Gabriel. A las ocho de la tarde, cuando la tripulación iba a abandonarla, estalla el navío británico, y al no haber ya peligro deciden quedarse a bordo. A las once de la noche envía el contramaestre un bote a la isla para recoger al comandante, pero al acercarse a la fragata se disparan tres cañonazos por una falsa alarma y ordena Sarriá que lo lleven a tierra firme.
Al amanecer del 7 de enero regresa a la fragata y después salió en bote a la isla San Gabriel, quedando el resto de oficiales para recoger su equipaje. Esa tarde regresa de nuevo a la fragata, donde hubo un consejo de guerra. Manda abandonar la nave y dirigirse a la isla, sin informar a su superior, el general Cevallos, de sus decisiones.
Varada como estaba en la arena ordena hundirla sin preocuparse de salvar la artillería, pólvora, municiones y demás pertrechos. La fragata no sufría daño alguno y, aunque estaba varada, hubiera salido sin dificultad con la subida de la marea. Sus órdenes, para que no queda duda, fueron las siguientes:
…luego que salga de su bordo la lancha, empiece Ud., sin pérdida de tiempo, a echar la artillería al agua, y tenerle abierto buenos rombos a la fragata para que se vaya a pique, antes que logren los enemigos hacer alguna intentona, ó con esa artillería batir a esta isla, de lo que se nos haría grave cargo, y de este sentir son todos los oficiales y yo, y así sin interpretación póngalo Ud. luego por obra. De Ud. Sarriá.
Recordaré, que los enemigos, derrotados, huyeron la tarde anterior. Si por cualquier motivo hubieran regresado e intentaran tomar la fragata con botes, serían suficientes los 180 hombres de la tripulación para rechazarlos.
El contramaestre, desobedeciendo las órdenes de Sarriá, sólo abrió unos barrenos, por lo que la entrada de agua fue más lenta. Al enterarse Cevallos de lo que ocurría, mandó a la fragata al piloto Manuel Joaquín de Zapiola, a un práctico y varios marineros para salvarla, pero estando ya a la vela en el puerto vino una tormenta el 8 de enero que la lanzó contra las rocas, donde se perdió por no poder echar un ancla, ya que todas fueron echadas al agua por órdenes de Sarriá.
Ante tales hechos, el teniente Sarriá y los oficiales fueron arrestados por el gobernador Cevallos. Celebrado un consejo de guerra en 1766 quedó, inexplicablemente, absuelto de todos los cargos. Muchos y poderosos contactos debía tener el teniente de navío D. Carlos José de Sarriá.
Por el tratado de París firmado el 10 de febrero de 1763, la Colonia de Sacramento y las demás posesiones ocupadas por Cevallos son restituidas a los portugueses. Portugal obtiene con la diplomacia lo que España debe conseguir con el esfuerzo y el derramamiento de su sangre.
Notas
- Miguel Ángel Cárcano, “La política internacional en la historia argentina”, páginas 143-144.
- Carlos Calvo, “Colección completa de tratados”, París, 1862, Tomo VI, páginas 177-219.
- El Lord Clive era un viejo navío construido en 1697 con el nombre de Kingston. Había tomado parte en importantes acciones militares, Gibraltar, batalla de Vélez-Málaga en 1704, Gaspe 1711. Reacondicionado en 1719 y 1740, tomó parte en 1744 en la batalla de Tolón, Menorca en 1756 y bahía de Quiberon en 1759.
- Isaac Schomberg, “Naval Chronolgy”, Tomo I, Londres, 1802, páginas 374-376.
- Oscar C. Albino, “Ceballos, la Colonia de Sacramento y la primera invasión inglesa al Río de la Plata”. Artículo www.centronaval.org.ar. La idea más extendida del posible incendio es que fue causado por balas rojas (antes de cargar las balas se calentaban al rojo).
- Andrew Graham-Yooll, “Imperial Skirmishes”, 2002, página 6.
- Carlos Calvo, ob.cit., páginas 220-227.