Por Guillermo Nicieza Forcelledo
Autor del libro: «Leones del mar. La Real Armada española del siglo XVIII» y «Anclas y bayonetas»
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Buques británicos de guerra apresados por los españoles en el siglo XVIII-XIX
Introducción
El estrecho de Gibraltar, por su gran importancia estratégica fue una de las zonas más calientes y de conflicto frecuente en todo el siglo XVIII, ya que por un lado los británicos tenían su importante base naval del Peñón de Gibraltar para sus operaciones marítimas tanto en el Mediterráneo como en Atlántico, y al otro lado de la bahía los españoles contaban en el apostadero de Algeciras como medida disuasoria, de protección y vigilancia de las actividades de la Royal Navy.
Además, debido a la serie de intentos y campañas de asedio de Gibraltar por parte de España y los consiguientes contraataques británicos, Algeciras se convirtió en el principal destino de las divisiones de lanchas cañoneras y obuseras, que habían sido proyectas por Antonio Barceló.
Las lanchas cañoneras, gracias a su innovador diseño, maniobrabilidad y velocidad, eran perfectas para llevar a cabo labores de protección de los puertos y bahías, guardacostas, patrulla y golpes de mano, si bien no estaban diseñadas para hacer frente a grandes navíos o fragatas.
Sin embargo, a pesar de sólo contar con un cañón de 24 libras, el fuego concentrado de una división o flotilla de ellas sobre un buque de guerra podía ser catastrófico para el enemigo.
Estas divisiones de 4-8 lanchas cañoneras hacían un fuego vivo donde cada cañonazo era independiente a los demás, de forma que, por su lado, debido a su pequeño tamaño eran muy difíciles de alcanzar con un disparo, muchas veces aprovechado que los cañones no tenían ángulo para hacerles blanco si se encontraban muy cerca.
Por otro lado, su pequeño porte y rápida maniobra las hacía perfectas para huir si venían mal dadas o refugiarse en zonas de bajíos o dentro de los puertos superficiales, donde los grandes navíos y fragatas no podía acceder al tener un mayor calado.
En ese sentido, se desplegaron varias divisiones en el litoral gaditano, entre Algeciras y Cádiz, con el objetivo de estrangular el comercio marítimo de Reino Unido y por su parte proteger las rutas mercantiles españolas que iban o venían de América.
En el Gran Asedio de Gibraltar, aunque anteriormente ya venían siendo utilizados en la Real Armada desde mediados del siglo XVIII como correos o patrulleros, Antonio Barceló descubrió la buena sinergia que presentaban los jabeques, chambequines y faluchos como buques insignia y de apoyo a las divisiones de cañoneras.
Los jabeques eran barcos muy rápidos a la vela, de aparejo latino, que permitían maniobrarse con pocos hombres, aunque también llevaban poca artillería.
En 1797, el teniente de navío Francisco Mourelle de la Rúa fue destinado a Algeciras como comandante de una división de lanchas cañoneras, para lo cual se le entregó un místico como buque insignia, posiblemente de 4 cañones y con una dotación de 50 hombres. Francisco Mourelle había participado en varias expediciones en Alaska como oficial cartográfico y piloto y posteriormente en la famosa expedición Malaspina.
Sin embargo, quizás su acción más meritoria en estos años fue hacerse cargo del navío Conde de Regla como comandante forzoso al ser el teniente de navío más antiguo aún con vida, resultado de la batalla del cabo de San Vicente del 14 de febrero de 1797.
Acción del 19 de enero de 1799
El día 19 de enero de 1799, a eso de las 14:00 h, un convoy británico de siete mercantes, cuatro de ellos fragatas y tres bergantines, partió de Gibraltar con una escolta de un navío de línea de tercera clase, con 74 cañones y un bergantín de guerra de 18 cañones al que se sumaron tres lanchas cañoneras para acompañarlo hasta la salida de la bahía.
La división del teniente de navío Francisco Mourelle de la Rúa1, fueron advertidas e informadas de que el convoy británico había dejado Gibraltar una hora antes. Inmediatamente, las sutiles partieron de Algeciras para tratar de interceptar el convoy y capturar si era posible alguna de sus naves.
Con este objetivo, el teniente de navío Mourelle estableció prontamente una táctica y línea de batalla de forma que cuatro lanchas cañoneras quedaran en reserva como retaguardia y otras dos se despacharan como vanguardia para hostigar los barcos más retrasados del convoy británico.
Cerca de Punta Europa, tras varias horas de castigar la retaguardia británica con sus cañonazos, a eso de las 19:30 h, la división española consiguió aislar una fragata mercante y dos bergantines, que fueron abordados y capturados.
En el combate, una de las lanchas cañoneras británicas se hundió al recibir un impacto directo de las españolas y otra fue capturada tras ser abordada.
El navío de línea británico, a causa de su peso y menor maniobra no pudo más que hacer un fuego posicional y tardó excesivamente en maniobrar para unirse a los combates.
Aprovechando su mayor maniobrabilidad y haciendo un fuego a desarbolar, las cañoneras españolas fueron rindiendo a todos los buques mercantes británicos, que iban sucesivamente arriando su pabellón.
Sin embargo, alertados por los disparos, las baterías británicas costeras se sumaron a los combates, y más tarde una división de siete buques de guerra de la Royal Navy zarparon de Gibraltar para llevar a cabo un contraataque2.
Así, cuatro de los buques mercantes rendidos y que estaban siendo apresados aprovecharon la confusión para volver a izar sus colores y huir, aunque técnicamente ya se habían rendido.
La versión británica difiere razonablemente de la española, aunque permite determinar que la cañonera hundida fue la HMS Strombolo del teniente William Davies, que remolcaba uno de los mercantes fuera de Gibraltar.
Esta lancha cañonera habría recibido un impacto en el casto en la amura de babor lo que le habría causado una vía de agua y el teniente Davies habría ordenado abandonar la lancha, siendo los náufragos recogidos por las cañoneras españolas.
La lancha cañonera capturada habría siendo, según la misma versión, la HMS Welkin3 del teniente Henry Power, supuestamente por haber fallado su cañón de 24 libras y obligando a su tripulación a batirse con armas portátiles. Tras ser desarbolada, se habría rendido.
Sea como fuere, tras esta escaramuza frente a Punta Europa la división española entró en Algeciras marinando cuatro buques de presa y 120 británicos como prisioneros, entre ellos el propio comandante de las cañoneras de Gibraltar, a pesar de recibir un fuego graneado de metralla desde las baterías del Peñón.
Por esta acción Francisco Mourelle de la Rúa fue ascendido al grado de capitán de fragata el 9 de febrero del mismo año, siendo posteriormente destinado como segundo comandante de las fuerzas sutiles de Cádiz el año siguiente. Además, desde que había llegado a su destino había participado en más de 41 acciones menores y escaramuzas contra los británicos en el estrecho de Gibraltar.
Durante estos dos destinos Mourelle apresó y represó del orden de dieciséis buques, entre fragatas, bergantines, goletas, cañoneras y balandras, además de defender de los ataques británicos a varios convoyes españoles.
Las lanchas cañoneras, si bien eran de pequeño tamaño, resultaron ser claves en la protección de los convoyes mercantes y costas españolas durante todo el siglo XVIII.
Notas
- La división de Francisco Mourelle consistía en las cañoneras del apostadero n.º 2, 3, 4, 6, 7, 8, 10, 11, 12, 14 y 15, el místico Cerbero, la goleta cañonera n.º 5 y la goleta Furia.
- En el informe del comandante del apostadero de Algeciras Bruno de Hezeta a Juan de Lángara indicaba que: «Como tengo observado que el Almirante Jervis en semejantes lances hace la guerra con emboscada de la multitud de botes que le proporcionan las embarcaciones de guerra de la plaza, resolví colocarme en una falúa con mi segundo, mayor, y ayudantes, intermedio entre Punta de Europa y la línea de batalla para la observación y resistencia oportuna a cuyo efecto también se hallaban destinadas tres cañoneras. Salieron efectivamente muchos botes; para acaso conociendo estas providencias, no se resolvieron a dejar dicha Punta, de donde se retiraron luego, viendo conducir irremediablemente casi todo su convoy (que tenía artillería de cañones, obuses, armas blancas y de chispa) y lancha cañonera apresada, a este Puerto en donde quedan anclados sin haberse cogido más gente que la dicha por haberse muchos huido a la plaza [de Gibraltar], y algunos ahogados en la echada a pique».
- La cañonera HMS Welkin tenía una tripulación de 35 hombres. Desplazaba 30 toneladas y portaba un cañón de 24 libras y una carronada de 32 libras.
Bibliografía
- Rodríguez González, A. R. (2005). Trafalgar y el conflicto naval anglo-español del siglo XVIII. Madrid: Actas Editorial.
- Landín Carrasco, A. (1971). Mourelle de la Rúa, explorador del Pacífico. Ediciones Cultura Hispánica.
- Para las notas: «Buques de guerra apresados 1779-1810». Rubén Vela Cuadros.