Por Juan García (Todo a Babor)
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Buques británicos de guerra apresados por los españoles en el siglo XVIII-XIX
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Índice
Introducción
Qué poco les gusta, o gustaba más bien, a ciertos historiadores británicos reconocer los hechos cuando no les convenía. Leyendo a William James y a los que de él y otros contemporáneos tomaron como fuente de sus obras, siempre acabo topándome con versiones contradictorias que difieren de autores españoles sobre el apresamiento de alguno de los buques de guerra británicos. Y este caso sobre la captura del cutter HMS George no iba a ser menos.
Ya lo vimos en el caso del apresamiento del HMS Pasley o de la fragata francesa Imperieuse, entre otros. Cuando hay españoles y británicos de por medio, ellos siempre quieren figurar como los que han resuelto la papeleta o si han sido apresados en un combate de uno contra uno fue porque ocurrió bajo alguna circunstancia excepcional.
Es como si perder un buque de guerra británico a manos hispanas (y sobre todo cuando se trata de corsarios españoles) durante el siglo XVIII y principios del XIX tuviera que justificarse de algún modo para la opinión pública británica o para que no fuera menoscabo de la historia de la Royal Navy. Como si no pudieran o quisieran reconocer que nuestros marinos también sabían tratarlos de tú a tú en la mar y que a veces no hacía falta más argucias que una simple batalla naval sin más.
Normalmente, como en el caso del Pasley y en el que les traigo hoy, suelen justificar su apresamiento porque ellos lucharon contra fuerzas dobles. No pasa nada porque esto no fuera así, tú lo escribes y los demás autores seguirán contando la misma patraña porque no se han dignado en ir a comprobar la versión de la otra parte, es decir la española, y así perdurará en el tiempo como una verdad suprema.
Pero para eso estamos nosotros, para dar nuestra versión de lo ocurrido y, de paso, dar las dos versiones y que cada uno escoja la que más le guste. Pero al menos tendrán esa oportunidad.
El apresamiento del HMS George, según los británicos
Antes de nada, veamos qué es lo que dice la historiografía británica al respecto.
Según el libro «British warship losses in the age of sail«, de David J. Hepper (Jean Boudriot Publications, 1994), que se basa en la obra de William James (que también seguimos), el HMS George, bajo el mando del teniente Michael Mackie (lo nombra de este modo en vez de Mackey como los demás autores), salió de Demerara (lo que es hoy Guyana) hacia Martinica el 2 de enero de 1798. Al día siguiente, a las seis de la mañana, descubrió dos barcos con banderas británicas.
El buque británico era un cutter de 105 toneladas y seis cañones de 3 ó 4 libras y 40 hombres de tripulación.
El HMS George se acercó a investigar, pero a medida que lo hacía vieron que se trataba de una goleta y una balandra (para los británicos un cutter). A pesar de llevar banderas británicas, Mackie no se lo tragó y se preparó para el combate.
Aquí William James da incluso el porte de los dos buques españoles. La balandra tendría 12 cañones y 109 hombres y la goleta seis cañones y 68 hombres. Como se ve, fuerzas tremendamente superiores al buque de guerra de Su Majestad Británica. Es curioso, porque sabe cuántos hombres iban exactamente a bordo pero en ningún momento nos dice el nombre de las embarcaciones españolas y ni mucho menos de sus comandantes.
Como decimos, los dos buques corsarios españoles comenzaron a cañonear al HMS George, que hizo lo propio con gran ardor. A los 40 minutos los corsarios tenían la intención de abordarlos, ya que contaban con casi 180 hombres. Es decir, cuatro veces más que los británicos. No una ni dos, ¡cuatro!
David J. Hepper es menos enfático y se limita a narrar lo sucedido sin más, aunque mantiene que fueron dos los buques enemigos. Sin embargo, William James prosigue:
Después de haber matado en estos asaltos a siete hombres del George, y herido a su comandante y a 16 hombres, los dos corsarios, en el tercer intento, se hicieron con la embarcación británica; pero no sin haber pagado caro por su victoria, cuya pérdida ascendió a 32 hombres muertos, y muchos más heridos.
Una defensa tan heroica ha sido presenciada muy raramente. El George, en el momento en que su bandera fue arriada, había perdido a más de la mitad de su tripulación; cuando esa misma tripulación originalmente eran muchos menos que el total de sus oponentes.
Y así, señores, se crea una leyenda.
La captura del HMS George, según los españoles
Para la versión española me baso en el gran trabajo de Rubén Vela Cuadros titulado «Presas de la Armada española (1779-1828): Listado de buques de guerra apresados e incorporados a la Real Armada por apresamiento» (autoedición 2017). Este es un detallado ensayo sobre las presas que hicieron nuestros marinos a los británicos principalmente. Y, como no, figura el apresamiento del cutter HMS George.
A diferencia de James ó David J. Hepper, el autor nos da las fuentes de toda la información que aparece. En concreto del propio rol de equipaje del George, cartas del propio comandante Mackay y, sobre todo a la hora de comprobar la versión española, del Archivo General de Marina Álvaro de Bazán.
De primero sabemos que el HMS George fue originalmente un buque francés apresado por los británicos en 1795 y que estaba mandado por el teniente Michael Mackey, quien asumió el mando de su buque en 1796 cuando falleció su anterior comandante.
La balandra española que lo apresó fue la San José y las Ánimas, con base en el apostadero Barrancas del Río Orinoco. Armada en corso por el comercio de Nueva Barcelona estaba mandada por el capitán corsario José-Benito Ezcurra, siendo su segundo don Plácido Gómez.
Y sí, sólo se trataba de una embarcación española. Una balandra. Nada más.
Empieza el duelo artillero
El gobernador de la zona indicó a Ezcurra que saliera por aquellas costas a evitar que los buques ingleses atacaran al tráfico mercante.
El día 3 de enero de 1798 a las seis de la mañana divisaron a una balandra de guerra (el cutter HMS George) que se dirigía hacia ellos a toda vela.
El corsario, usando la bandera británica como típico ardid para intentar engañar al enemigo, se preparó. Cuando estuvieron cerca, el corsario español enarboló la bandera española asegurándola con un cañonazo. Y empezó un cañoneo con bala rasa y palanqueta.
Sin embargo, aquí los británicos demostraron que eran superiores en el manejo de sus cañones. Rubén Vela aclara que la tripulación del corsario carecía notablemente de conocimientos naúticos, lo que explicaría esta merma en las capacidades de artilleros de los corsarios, que acostumbrados a lidiar con mercantes, se vieron superados por una tripulación de guerra más que habituados a disparar sus cañones navales debido a la rígida disciplina naval imperante en su marina.
Al abordaje
El capitán español consultó con su segundo si covenía mejor dar un abordaje. Plácido Gómez, que era un riojano que llevaba navegando desde que era niño, debió asentir porque tras una temeraria y excelente maniobra del corsario, saltó él mismo a bordo del cutter británico.
Pero lo hizo en un principio en solitario. Y allí hirió y mató a algunos marineros enemigos, que quedaron aterrorizados de tal modo que sirvió para que otros españoles se lanzaran también a la lucha.
Los británicos trataron de herir a Gómez en las manos con un hacha. No consiguieron cortarle las manos, que era lo que pretendían, pero sí que le hirieron repetidamente en el cuerpo, lo que provocó que este se desplomara aparentemente muerto.
Pero no fue así. Al poco, el bravo marino se levantó como pudo y regresó muy mal herido a la San José y las Ánimas. El capitán Ezcurra continuó con la acción, terminando esta a los tres cuartos de hora con el apresamiento del buque de guerra británico.
El propio comandante Mackey declararía que don Plácido Gómez fue el primer español en abordarlos y que se batió con los suyos, incluido el propio Mackey que de resultas fue también herido por este.
La entrada de dicho Plácido a bordo de su buque fue sanguinaria, y que aunque por ella no desconfiaron de sus fuerzas fue causa en gran parte con las heridas que dio al declarante [Mackey] de que su tripulación no tuviese después todo el valor que sin ello habría tenido, y porque se rindieron de allí a poco, cuando ya habían logrado herir gravemente y por mano al tercer oficial de su buque al referido don Plácido Gómez, en términos que se le consideró muerto, a impulsos de las tales heridas que le hicieron con una hacha de abordar.
Vamos, que gracias a la actuación del segundo de Ezquerra, la moral de los marineros británicos se vino abajo al ver a su propio capitán ser herido por aquel hombre enfurecido que se les había metido a bordo en solitario.
Por lo tanto podemos asegurar que en este apresamiento:
- No hubo dos buques corsarios españoles, sino sólo uno.
- Esos supuestos dos buques españoles no cañonearon con ventaja a su oponente. Sino que la única balandra corsaria se decidió por el abordaje ya que no podían superar la ventaja artillera del HMS George.
- No hubo tres intentos de abordaje, sino sólo uno.
Plácido Gómez pidió ser empleado en Rentas, pero no le fue concedido, aunque en 1805 se le nombró alférez de fragata por su notable actuación en la presa del HMS George. El cutter no fue comprado por la Real Armada y se ignora su destino final.