Por Carlos Parrilla
Pasadas las 12 del mediodía del 21 de octubre de 1805, ya comenzado el combate de Trafalgar, el navío Santísima Trinidad de 140 cañones, después de haber cañoneado al Victory de Nelson e impedir su intención de cortar la línea aliada por su popa, da vela para intentar alejarse del Bucentaure francés, insigia de Villenueve, al verlo ya sin sus palos mayor y mesana, reparar en lo posible sus averías en el aparejo y volver a la acción.
Sin embargo al ser tan pesado y lenta su arrancada se vio rodeado por el Neptune de 98 cañones que comenzó a batirlo por estribor, el Conqueror de 74 por la popa, y el Africa de 64 por babor. Después se sumó al acoso del gigante español el Leviathan de 74, que le cortó el camino por la proa, quedando el Trinidad encerrado y cañoneado por todas partes. También el Prince de 98 se sumó al combate ya casi al final con lo que el Santísima Trinidad tuvo que batirse contra cinco enemigos al mismo tiempo.
El cuadro representa el momento en el que el barco español se bate contra los tres primeros navíos mencionados, viendo como el Africa pierde su verga de mayor fruto del fuego recibido del español.
El combate del Trinidad duró desde el medio día hasta pasadas las cuatro de la tarde, cuando Don Baltasar Hidalgo de Cisneros ordenó arriar bandera con su barco desarbolado y acribillado, y centenares de bajas en su dotación, 205 muertos y 103 heridos según el parte que el General Escaño presentó a Godoy el 5 de noviembre de 1805.
¡Honor y gloria a los caídos por España!