La tragedia de la fragata Ertuğrul

Por Joan Comas

Viaje de la fragata Ertuğrul a Japón
Viaje de la fragata Ertuğrul a Japón, mandado por Mirliva Osman Pasha (1858-1890). Pintado por Osman Nuri.

Los orígenes de la historia que vamos a contar, empezaron un 14 de febrero de 1889 en Estambul, la capital de un imperio Otomano, que empezaba a dar los primeros signos de decadencia tras un periodo denominado «de estancamiento». 

En esta fecha señalada, el gran visir Kâmil Pasha envió una nota al almirante Bozcaadalı Hasan Hüsnü Pasha, ministro de marina turco. En ella el visir pedía que se eligiera un buque de la flota y se preparara para un viaje a los mares de Indochina y Japón, con la finalidad de que sirviera de entrenamiento práctico a los cadetes de la academia naval.     

El ministro pensó en la fragata Ertuğrul, una hermosa embarcación de 79 metros de eslora, 15,5 de manga, 8 de calado y 2.344 toneladas. Su nombre, poseía un gran significado, pues Ertuğrul fue un jefe turco y el padre de Osman I, fundador del imperio otomano.   

Encargada en 1854, fue botada el 19 de octubre de 1863 en la costa turca en presencia del Sultán. Empleaba principalmente la propulsión a vela, aunque en 1864 viajó a Reino Unido para que le instalaran dos motores de vapor de 600 cv e iluminación eléctrica.    

Fragata Ertuğrul
Fragata Ertuğrul.

De regreso al imperio, en 1865, junto dos otros buques visitaron algunos puertos franceses y españoles, llegando a tiempo para participar en la represión de la revuelta de Creta de 1866

Regresando a hilo inicial de la historia, el ministro informó al gran visir que la fragata Ertuğrul sería idónea y que en un mes la tendría lista. Entonces el gran visir desveló el verdadero motivo del viaje: la diplomacia.  

Todo era un plan del sultán Abdul Hamid II. Resulta, que, desde la llegada de los primeros comerciantes, más tarde empresarios y finalmente diplomáticos japoneses, siempre habían recibido un buen trato del soberano otomano, el cual los colmó de regalos y todo tipo de atenciones.

Por ello, el emperador Meiji mandó una misión diplomática de dos buques de guerra, en la que un príncipe imperial le entregó como agradecimiento la orden del crisantemo, la más alta distinción nipona. Según las reglas de la diplomacia de la época, ahora le correspondía al Sultán condecorar al emperador japonés.     

La misión consistiría en entregar la “Orden del honor”, un premio otomano que consistía en una estrella de plata tachonada de brillantes y decorada con el tughra (la firma estilizada) del sultán y suspendida por una cinta roja con dos franjas amarillas. 

Habiendo conocido los detalles, solo quedaba una incógnita, ¿quién sería la persona digna de representar a su nación y entregar tan valioso obsequio? El ministro naval propuso a su yerno, el capitán de navío Ali Osman.

El capitán Osman descendía de marineros, su abuelo fue un almirante que luchó contra los rusos en la guerra de Crimea. Como oficial naval, poseía una gran experiencia: ingresó como cadete con doce años, graduándose como teniente en 1877. Al ser ascendido a capitán se hizo cargo de la artillería de distintos buques y fue profesor en la academia naval. 

Contralmirate otomano Mirliva Osman Pasha (1858-1890), comandante de la fragata "Ertugrul". Istanbul Naval Museum.
Contralmirate otomano Mirliva Osman Pasha (1858-1890), comandante de la fragata «Ertugrul». Istanbul Naval Museum. Probablemente, la última imagen del comandante de la fragata días antes del desastre.

Como diplomático, fue agregado naval en París en 1883 y después fue nombrado cónsul en Mykoláiv (Rusia). Fue nombrado gobernador y también fue ayudante de campo del sultán; también hablaba con fluidez distintas lenguas extranjeras.

Viendo que era sin duda un gran oficial, el gobierno otomano le asignó la misión, junto al ascenso al rango de comodoro el 6 de abril. El nuevo comodoro partió junto a 607 tripulantes (la fecha sigue en disputa) el 14 de julio de 1889.  

La ruta consistía en cruzar el canal de Suez, evitando bordear África y acortar la ruta. Visitar la costa de Somalia, Calcuta en la India, seguirán hasta Singapur, cruzarían el estrecho de Malaca, pasarían pos Saigón (en Vietnam), Hong Kong, Shanghái, Nagasaki y finalmente echarían el ancla en Yokohama

Sin embargo, el viaje, aun contando con los mejores avances de la época, no fue para nada fácil. El mismo 26 de julio, mientras cruzaba Suez, a causa de un cambio en el fondo arenoso del canal, rozo fondo en el gran lago amargo; rompiéndose el codaste y el timón. Es curioso cómo hace poco en el canal un mercante quedara atrapado de un modo similar.

Las reparaciones retrasaron su marcha hasta el 23 de septiembre. Ya en el océano Índico, tuvieron averías, las cuales no pudieron ser reparadas hasta su llegada a Singapur el 22 de marzo de 1890; pese a todos los altibajos, el comodoro se entregó a cumplir la misión. 

Finalmente, la fragata consiguió llegar a Yokohama el 7 de junio de 1890; motivo por el cual, recibieron un telegrama de Estambul, en que el Sultán les felicitaba, le ascendía al rango de contralmirante y le otorgaba el título de Pasha (virrey). 

Ya por la tierra del sol naciente, el contralmirante se dedicó a entregar los obsequios para distintas personalidades y a acudir a distintas celebraciones; siendo la culminación de su misión cuando el 13 de junio pudo entregar la condecoración al emperador Meiji, quien agradecido condecoró a los oficiales turcos (el contralmirante recibió la primera clase de la orden del sol naciente).

En otra ocasión, fueron testigos de la hospitalidad que les brindó la emperatriz Masako y también fueron invitados del príncipe heredero (futuro emperador Taisho). 

Tras tres meses de estadía, fallecieron doce tripulantes a causa de una epidemia. Al mediodía del 15 de septiembre, la fragata levaba anclas rumbo a casa; si bien las condiciones meteorológicas eran favorables, la mañana siguiente, se encontraron con fuertes vientos, los cuales conforma avanzaba la noche seguían aumentando; obligando a plegar velas.  

Simultáneamente, el oleaje en dirección a proa empezó a agitar la fragata con la misma fiereza. Pese a la determinación de los marineros, era una situación imposible de mantener; de repente, el palo de mesana colapsó, dañando los demás aparejos. Las olas dañaron las cuadernas, pues entró agua en los depósitos de carbón.  

La tripulación trató de reparar los años, pero las bombas de agua eran insuficientes. El agua que se filtraba apagó una de las calderas y por falta de presión en los motores la fragata se detuvo. La tripulación trató de recuperar el control, pero fue demasiado tarde, las olas estamparon la nave contra las rocas de la costa.  

Tras el violento impacto, la Ertuğrul desapareció en el mar embravecido. Al contemplar la escena, pescadores locales salieron al mar, a riesgo de sus vidas, para tratar de rescatar a los marineros. De los 607 tripulantes que aproximadamente viajaban a bordo, solo 69 consiguieron sobrevivir y el contralmirante navío Ali Osman no estaba entre los rescaldados, su cuerpo nunca fue recuperado.    

Tras la tragedia, los marineros fueron trasladados a Kobe, donde les bridaron consuelo y asistencia médica. El emperador Meiji ordenó a dos buques que llevasen a los supervivientes de vuelta a Estambul y más tarde ordenó erigir un monumento para honrar a los fallecidos. Por otro lado, el empresario Torajiro Yamada organizó una campaña para recaudar dinero para ayudar a las familias de los fallecidos.  

Gracias al trágico suceso se creó un sentimiento de amistad entre el pueblo turco y el japonés, solo interrumpida por las dos guerras mundiales.  En la actualidad podemos ver la historia de la Ertuğrul en películas y libros, y a modo de recuerdo, en el museo naval de Turquía hay una maqueta de los dos buques que trajeron a los supervivientes, junto a una placa de agradecimiento. 

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