La pérdida de la fragata Elena. Luchando hasta el final

Por Juan García (Todo a Babor)

La pérdida de la fragata Elena
El HMS Tremendous y la HMS Hindostan contra la fragata francesa Cannonière, 21 April 1806. Pintura de Pierre-Julien Gilbert. Museo de la Historia de Francia. El HMS Irresistible que combatió contra la Elena y la Ninfa era parecido a este, con batería de 32 libras en la principal y 18 en la segunda, además de unas cuantas carronadas de 32 libras. Un enemigo temible.

Introducción

El año de 1797 no fue bueno para la Armada española, que perdió ocho navíos de línea y tres fragatas en doce meses.

Cuatro de aquellos navíos de línea fueron capturados por los británicos en la Batalla del Cabo de San Vicente y los otros cuatro fueron perdidos en la invasión de la Isla de Trinidad: uno capturado y tres incendiados por sus propias tripulaciones, al igual que una de las fragatas, para evitar su apresamiento. Las otras dos fragatas son las que nos ocupan en esta entrada de hoy; en concreto la pérdida de la fragata Elena.

La fragata Elena

En realidad su nombre oficial era el de Santa Elena, pero como pasaba a menudo los marinos de la época simplificaron el nombre de los buques en los que sirvieron. A esta fragata la llamaban Elena sin más y así era cómo se la conocía, incluso entre los oficiales.

Nuestra fragata fue construida en Ferrol bajo el sistema francés de Gautier y fue botada el 7 de octubre de 1783. Desplazaba 1.140 toneladas y llevaba el siguiente armamento: 26 cañones de a 12 libras, 8 cañones de 6 libras y varios pedreros de borda. Había sido construida siguiendo los gálibos de la Santa Rosa, algo incomprensible dado que esta última había demostrado ser que no era un buen buque de guerra y aún así se decidió hacer no una sino seis fragatas más. El resultado fue una fragata de lo más normalita, tirando a regular. Por ejemplo, en su primera salida a la mar, la Elena hizo una virada en redondo en ¡siete minutos!

Habrían de pasar unos pocos años más para que fueran botadas las llamadas Mahonesas, una serie de fragatas extraordinarias que fueron la cima de la construcción naval española de este tipo de buques. La Ninfa que acompañaba a nuestra fragata en esta entrada era una de estas embarcaciones.

Como en aquel año de 1783 ya no había guerra, se demoró la entrada en servicio de la Santa Elena, que sólo hasta el 18 de mayo de 1784 entraría en dique para ser forrada de cobre, y aún así, hasta marzo del año siguiente no se procedió a armarla y recorrer algunas costuras de sus cubiertas que necesitaban repaso, tras la inactividad que había tenido sin haber navegado ni una sola milla naútica.

La pérdida de la fragata Santa Elena

La Elena, bajo el mando del capitán de fragata don Juan de Carranza, y la fragata Ninfa, salieron de la Habana el 25 de marzo de 1797 con pliegos y efectos. Su destino era Cádiz.

Pero tardaron un mes en llegar al Cabo de Santa María debido a que Carranza, al mando de los dos buques, había elegido derroteros extraviados debido a las continuas noticias de enemigos por aguas atlánticas.

Recordemos que en febrero aconteció la Batalla de San Vicente y el vicealmirante británico Jervis poseía el dominio de aquella parte del Océano. De hecho, un bergantín dinamarqués, que venía de levante, notificó a los españoles que una escuadra británica cruzaba al oeste del Cabo de San Vicente desde que estos se habían batido con la escuadra española.

El día 26 de abril, Carranza pensó que iba seguro para entrar en Cádiz, pero a la una y media de la madrugada divisaron desde el oeste un navío que navegaba en línea con otros buques, todos grandes.

Los cuales formaban una línea de más de dos leguas, y a los que les fui arribando oportunamente, pues estuvieron pasando hasta las tres y media, habiendo hablado con el primero y contestado en español. Con este antecedente, pero sospechoso de alún modo, mediante a lo que observó la Ninfa, que le habló en inglés, navegué con fuerza de vela y mucho silencio hasta que amaneció.

Y en ese momento fue cuando vieron virados hacia ellos a la escuadra británica, con algunos fondeados y otros a la vela sobre el placer de Rota. Las fragatas españolas habían pasado justo por en medio de la escuadra de bloqueo británica. Vamos, que sin saberlo habían casi burlado a los británicos. Casi.

El viento estaba del norte y los españoles a sotavento de Torregorda cuando los británicos largaron sus banderas y destacaron un navío de 74 cañones y una fragata, que pronto les dieron caza. Se trataba del HMS Irresistible un navío de línea bajo el mando de George Martin y la HMS Emerald, una fragata de 36 cañones (26 cañones de 18 libras, 10 de 9 libras y 8 carronadas de 32 libras) bajo el mando del capitán Berkeley. Esta última embarcación estuvo en muchos combates aquel año contra los españoles, además de la citada batalla de San Vicente, participó en la frustrada persecución del navío Santísima Trinidad y el no menos desastroso ataque a Tenerife.

No había escapatoria. Desde la Elena se hicieron señales a la Ninfa para dirigirse al río de San Pedro, que con la marea creciente podían entrar, aunque con peligro. Pero el viento aflojó e impidió la maniobra, lo que les hizo seguir la costa hasta Conil, donde se quedaron ya con viento calmoso que los dejó casi inmovilizados. No así los británicos, que viniendo desde alta mar, traían viento fresco.

Carranza estaba en un callejón sin salida, puesto que al este se divisaron tres buques grandes. Sólo quedaba el recurso de embarrancar los buques para evitar ser apresados. Antes de eso se acoderaron hasta que notaron fondo con el timón, con la Ninfa a proa de la Elena, dispuestos al menos a disparar lo que pudieran.

Y así se batieron durante tres horas contra los británicos, que habían fondeado a medio tiro de cañón.

Fue un fuego horroroso. Las fragatas españolas tenían ambas batería de 12 libras, mientras que los británicos tenían un navío con cañones de 32 y 18 libras y una fragata con cañones de 18 libras. Mientras los españoles daban picotazos sin apenas hacer daño, los británicos destrozaban todo en cada andanada.

Con la bodega y la Santa Bárbara llenas de agua, que entraba por cinco puntos distintos, Carranza mandó picar los cables y encallar en la playa y así salvar a los hombres, ya que tenía la Elena unos 20 muertos y una treintena de heridos, sin contar los cuatro que al bajar a tierra en la lancha en el primer desembarco les cayó encima un proyectil de 32 libras proveniente del HMS Irresistible.

El comandante de la Ninfa avisó por la bocina a Carranza de que apenas le quedaba 75 proyectiles de cañón y que le dijera qué tenía que hacer. Este le respondió que disparase lo que le quedase y echase a pique al buque y en caso de no poder, desembarcar a la gente y quemar la fragata.

Sin embargo, al poco, la Ninfa arrió la bandera española.

La fragata Elena continuó disparando, izando la bandera por tres veces ya que los británicos la habían echado abajo otras tantas veces. Cuando ya no había gente que servir en las baterías, por haber desembarcado en orden, el comandante español intentó desembarcar.

Aunque no del todo por no ser el bote suficiente, respecto a que la lancha, con el acaecimiento citado, no hubo quien la condujese a bordo, y una hora después que la Ninfa arrié con harto sentimiento mío el pabellón de S.M., que me costó hasta cuarta insinuación y el extremo de estarme yendo a pique.

La Elena se rindió sólo cuando se estaba hundiendo.

Por la noche los británicos lograron sacar a la Ninfa y se la llevaron. No obstante, no pudieron hacer lo mismo con la Elena, ya que estaba en tan mal estado que fue imposible habilitarla. Y allí quedó, sumergida en 15 brazas de agua, acostada sobre estribor.

El comandante Carranza termina su informe elogiando al teniente general don José Ezpeleta que viajaba de transporte en la fragata Elena y que quiso con su ejemplo iluminar a este joven de corta experiencia.

También de transporte iba un capitán de navío (Manuel Arjona) y los oficiales Antonio Seidel y Rafael Bobille, que también dieron consejo y apoyo a Carranza.

Por último, el comandante español pide algún socorro para su tripulación, que tuvieron que salir con lo puesto y los papeles de reconocimiento y estaban sin apenas ropa o cualquier otra cosa.

Versión británica

La versión de los británicos no difiere mucho de la española, salvo en algunos detalles: La acción no duró tres horas como dice Carranza, sino hora y media. Estos alegaron que los españoles dejaron su carga de oro en un pesquero español que lo llevó a Cádiz. De esto último Carranza no menciona nada, por lo que intuimos que los británicos vieron a los españoles obtener noticias de un pesquero y aquellos pensaron que habían aprovechado para ceder su valiosa carga, algo que es difícil de comprender, ya que un pesquero de entonces era una embarcación frágil y pequeña. En ningún momento se dice en el informe español que las fragatas hispanas llevaran oro, plata o tesoro alguno.

También dijeron que ambas naves se rindieron a las 16:00 horas, cuando Carranza dijo que hubo un espacio de una hora entre una y otra rendición. Y, además, los británicos adujeron que cuando fueron a tomar posesión de la Elena, los españoles cortaron los cables, lo que permitió que llegaran a la costa, cuando se supone que esto lo habían hecho mucho antes de la rendición.

No es la primera vez que hallamos contradicciones en los informes hispano-británicos de una misma acción. Lean el artículo sobre la persecución del Trinidad que les enlzamos anteriormente o la del apresamiento del bergantín HMS Pasley. A saber, porque es cierto que tanto los oficiales británicos como los españoles, con tal de justificar sus errores, bien pudieron exagerar o tergiversar los hechos.

Los británicos tuvieron un muerto y un herido. La Ninfa fue comprada por la Royal Navy y nombrada como HMS Hamadryad y puesta al mando del capitán Thomas Elphinstone. Prestó servicio aquel mismo mes de junio, capturando varios corsarios españoles en el Estrecho de Gibraltar. No obstante, acabó hundiéndose cuando trataba de buscar refugio en la Bahía de Argel debido a una tempestad el 25 de diciembre de 1797.

Fuentes:

  • Naufragios de la Armada Española: Relacion histórica formada con presencia de los documentos oficiales que existen en el Archivo del Ministerio de Marina. 1887. Cesáreo Fernández Duro.
  • Las fragatas de vela de la armada española 1600-1850. (Su evolución técnica). Enrique Gª-Torralba Pérez.
  • James, William. La historia naval de Gran Bretaña, volumen 2, 1797-1799

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